lunes, 14 de diciembre de 2015

RAMÍREZ: ACLARANDO LAS PALABRAS

ACLARANDO  LAS  PALABRAS


     Alguien ha dicho que las palabras sirven para engañar, y algo de verdad encierra esta afirmación. Las más profundas realidades no se pueden expresar con palabras, para ello es necesaria una facultad superior que está más allá de la razón y del discurso, se trata de la intuición intelectual, la “intelectuallis intuitio” de las doctrinas tradicionales.
     Un clásico también ha dicho “que de la confusión de las palabras nació la confusión en la ciudad”. En el mundo moderno el significado de las palabras se ve constantemente transformado y cada día con mayor aceleración. El simbolismo de la torre de Babel se repite, aquella vez para humillar la soberbia de los hombres, ahora para distraerlos del final catastrófico del Kaliyuga.
     Pese a todo ello la palabra sigue siendo un medio de comunicación necesario para expresarnos con nuestros semejantes, pero para ello tiene que haber un acuerdo en su significado. Hoy día escuchamos expresiones tales como la palabra “fascismo” para referirse a todo aquello que contradice a las concepciones modernas.
     Hemos escuchado usar las palabras “islamofascismo” y “nazislamismo” para referirse en general a los movimientos fundamentalistas islámicos con lo cual aumenta la confusión, El punto de vista    tradicional no parte de consideraciones relativas a tiempo y lugar, es un punto  de entre vista metahistórico porque así es la tradición. El islamismo se ha desarrollado a partir de determinada circunstancia de tiempo y lugar por lo cual es totalmente inapropiado vincularlo con los fascismos europeos que se desarrollaron entre las dos guerras mundiales. No negamos la existencia de correspondencias entre ambas corrientes porque en ellas existen y existieron indudables aspectos tradicionales, pero la vinculación de los fascismos con la tradición es distinta a la del fundamentalismo islámico, especialmente en  lo que respecta a la religión. Los fascismos ya pasaron, su restauración es imposible y quedan librados a los nostálgicos, sus limitaciones los llevaron a la derrota. Distinto es el caso del fundamentalismo islámico que pone  en primer  lugar a la religión y cuya lucha se encuentra vigente y presente, pese a sus limitaciones.
     El que esto escribe es hombre de montaña. Ha practicado desde su juventud el andinismo – lo que los europeos llaman alpinismo -, y la montaña le ha enseñado que más importante que llegar a la cumbre es luchar por hacerlo, esa lucha es la que nos transforma y nos transfigura.
     La lucha de los yihadistas cualquiera sea su futuro ya es victoriosa, porque como dice el “Baghavad Gita”, “si triunfas ganarás la tierra, si eres derrotado ganarás el cielo, es decir,  que de todas maneras triunfarás.”
     No somos musulmanes somos cristianos, y más allá de ello Tradicionalistas Evolianos, pero rescatamos lo que de tradicional tiene la yihad, que es la única manifestación actual y visible, aunque sea en forma parcial, de la Tradición Eterna.
     Muchas otras palabras deben ser aclaradas, tales como “derecha”, “reaccionario”, “retrógrado”, “medieval”, “obscurantista” y otras por el estilo que los modernos marxistas y progresistas aplican a todos los enfrentamos sin concesiones al mundo moderno, pero la brevedad de la nota nos obliga para dejar la cuestión para futuras oportunidades,

San Carlos de Bariloche, 7 de diciembre del 2015.


JULIÁN  RAMÍREZ 

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