miércoles, 17 de agosto de 2016

RAMÍREZ: INTEGRACIÓN Y DESINTEGRACIÓN DEL MUNDO MODERNO

INTEGRACIÓN  Y  DESINTEGRACIÓN  DEL  MUNDO  MODERNO


     En  relación con los últimos acontecimientos producidos en torno al "Brexit" - salida de Gran Bretaña de la Unión Europea - se observan en el mundo moderno dos procesos, uno de integración y otro de desintegración.
     El primero de ellos, el de integración, venía marchando en forma arrolladora en pos de un gobierno mundial presidido por un orden material, economicista, financiero, y digámoslo en forma clara: usurero. Esta tendencia pasaba por sobre todo: soberanía de los estados, instituciones, formas de gobierno, cultura, religiones y nacionalismos, sobordinando todo al omnipotente poder del dinero y erigiendo como gobernantes a los parias sin clase social ni ideologías.
     Con el "Brexit" aparece por el contrario un proceso de desintegración. Esa formidable construcción que es la Unión Europea, que fue avanzando durante décadas en base a un proyecto económico ha rercibido un duro golpe. El gigante, como el simbolismo bíblico, tiene los pies de barro; una piedra ha rodado y a dañado sus fundamentos materiales. Carente de todo soporte espiritual amenaza con derrumbarse, puesto que el ejemplo del "Brexit" puede transmitirse a otras naciones europeas. Gran Bretaña aporta el 15% del PBI de la Unión Europea y, si otros países optan por la salida, la desaparición de esa construcción está a la vista.
     Analicemos ahora qué pasa con la otra tendencia, la desintegradora, que se da mezclada con  la integradora, puesto que esta última seguirá existiendo y dará batalla sin duda alguna.
     El inició de la desintegración ya se venía anunciando en los movimientos identitarios, nacionalistas y anti-inmigratorios que se están desarrollando en Europa. Son movimientos de neto corte moderno, no hay en ellos nada de tradicional, no hay ninguna preocupación por lo trascendente, metafísico o religioso, no superan el plano naturalista, pero en su protesta hay elementos que no se sujetan totalmente a la economía tal colmo lo plantea la tendencia integradora. Y entramos aquí a la cuestión de las nacionalidades,  que no debe ser confundida con los nacionalismos, siendo estos últimos la parte degenerada y distorsionadora de todo principio tradicional. Las nacionalidades son legítimas, si bien forman parte de lo natural son una protección contra la abstracción del concepto de humanidad, de igualdad y de fraternidad, principios todos ellos derivados de la nefasta Revolución Francesa. Así nos lo dice el gran maestro Julius Evola en su obra "Los Hombres y las Ruinas" de la cual transcribimos este párrafo: "...afirmar el derecho de la nación para hacer valer un principio elemental y natural de diferencia en lo referente a un determinado grupo humano en contra de todas las formas de disgregación individualista, de mezcla internacionalista, de proletarización y, sobre todo, frente al mundo de las masas y de la pura economía, representa algo positivo y legítimo." (pág. 53 ob. cit. Ediciones Heracles ). Esto es lo que hay en el fondo de la tendencia a la disgregación. Lo mismo se observa en el surgimiento de la candidatura de Trump en los EE.UU. y se lo puede rastrear en el "Brexit".
     Pero aquí cabe hacer una fundamental advertencia. Todas estas tendencias disgregadoras carecen de toda perspectiva tradicional, trascendente, espiritual y religiosa; se mueven totalmente en el plano del mundo moderno, y por lo tanto son enemigas de quiénes sostenemos los principios tradicionales. Sin embargo consideramos que son  positivas porque dividen, caotizan y anarquizan a la modernidad y la debilitan, y por lo tanto facilitan el desarrollo de una alternativa Superior.
     No olvidemos que todos ellos se reúnen para combatir al fundamentalismo islámico, la única tendencia visible y manifiesta en el mundo de hoy de la unidad entre lo tradicional y los derechos de las nacionalidades.

San Carlos de Bariloche, 27 de junio del 2016.

JULIÁN  RAMÍREZ 
     


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