HAY GUERRAS Y
GUERRAS
En esta nota queremos aclarar
cierta confusión que se ha difundido en torno a una tercera guerra mundial. Hoy
dia abundan los publicistas, ensayistas, intelectualistas y falsos profetas que
se refieren en términos apocalípticos a la posibilidad que se desate una
contienda bélica a escala universal. Incluso el Papa Francisco se refiere a una
guerra, pero con el acostumbrado lenguaje abstracto, oblicuo e indefinido del
clero católico, no dice nada en concreto, de manera que no sabemos a ciencia
cierta a qué guerra se refiere.
Desde hace 15 años el Centro
Evoliano de América, Radio Agencia Kaliyuga y "El Fortín" han sido
los primeros en referirse a una tercera guerra mundial enmarcada en una guerra
de civilizaciones: la tradicional por un lado y la moderna por el otro. Pero en
los últimos tiempos otras voces se han sumado pero no se refieren a una guerra
entre lo tradicional y lo moderno sino que lo hacen tomando como fundamento de
la tercera guerra mundial consideraciones de orden geopolítico, económico,
financiero y de recursos naturales, es decir, que lo hacen desde un punto de
vista totalmente ajeno al nuestro. Queremos entonces marcar la diferencia entre
ambas posiciones.
Desde nuestro punto de vista
tradicional, la guerra para ser justa debe contener elementos tradicionales,
metafísicos, religiosos y espirituales. Esa debe ser la esencia de una
contienda en donde se luche por lo Superior y lo sagrado. Y esta es la guerra a
la que estamos asistiendo en nuestros dias, la que llevan a cabo las diversas
corrientes del fundamentalismo islámico contra el mundo moderno encabezado por
la coalición de alrededor de 60 países organizada por los EE.UU. más Rusia y
otros. Esta es la única y verdadera guerra, a la que calificamos de tercera
guerra mundial y guerra de civilizaciones. La escolástica católica también
elaboró una doctrina acerca de la guerra justa cuando en una contienda bélica
estén en juego cuestiones de la tradición católica. Así se hizo por ejemplo en
el medioevo durante las Cruzadas.
Y no solamente desde el punto
de vista tradicional se supo diferenciar una guerra justa de la que no lo es.
Tenemos el ejemplo de Federico Nietzsche que escribió que la existencia de
guerras religiosas revela que los pueblos todavía creen en cuestiones
fundamentales. Desde la finalización
en 1945 de la segunda guerra mundial con la derrota de los fascismos, en los
cuales había elementos tradicionales si bien disminuídos por influencias
modernas, hubo varias guerras, pero todas ellas marcadas por falsas
alternativas todas ellas dentro de los márgenes del mundo moderno. Las
alternativas que se presentaban se referían a la lucha por el poder mundial
entre el capitalismo y el socialismo, entre las ideologías liberal y
marxista.Así tuvimos la guerra de Corea, las guerras de Vietnam, los
enfrentamientos entre Israel y el nacionalismo árabe, las guerras entre India y
Pakistán y diversas guerras en África. En Hispanoamérica el marxismo promovió
movimientos guerrilleros a través de Cuba, el Che Guevara, con su teoría de
crear varios Vietnam para implantar el comunismo en todo el mundo, y otros.
Todas estas guerras y guerrillas tuvieron un impacto limitado y focalizado y
estuvieron muy lejos de ser mundiales. Así ocurrió también con los conflictos
derivados de la conquista de China por el comunismo y con la desintegración de
Yugoeslavia. Ninguno de todas las
guerras sucedidas entre 1945 y 2000 pudo tener alcance mundial por la sencilla
razón que las grandes potencias que se movían más o menos entre bastidores y
clarobscuros, más allá de las diferencias, las ideologías y los intereses
tenían mucho en común: coincidían en sostener al mundo moderno, en no
destruirlo y no destruirse, una guerra nuclear hubiera sido fatal para todos,
de manera que era más fácil repartirse el poder mundial y convivir. Así
transcurrió lo que se llamó la "guerra fría". Muchas amenazas pero la
sangre no llegó al río.
Todo esto es lo que no tienen
en cuenta los falsos profetas y augures de la tercera guerra mundial. No habrá
enfrentamientos bélicos de orden mundial derivados de elucubraciones
geopolíticas en torno a guerras entre potencias marítimas y potencias
terrestres. La verdadera y auténtica guerra mundial ya empezó: es la que se
desarrolla en los campos de batalla donde pelea el fundamentalismo islámico,
porque ésta es una guerra decisiva entre el espíritu y la materia, y aquí las
grandes potencias se ponen de acuerdo frente al enemigo común con el cual no
hay transacción.
Una prueba de ello lo vemos
en la mentirosa información de estos dias acerca de una tregua en Siria entre EE.UU.
y Rusia y los respectivos títeres de cada uno, se pretende hacer creer que la
tregua es para todos, pero se oculta que los combatientes del fundamentalismo
islámico de ninguna manera forman parte de esa tregua. La guerra santa
continúa, porque es una guerra tradicional y religiosa y con el mundo moderno
materialista, ateo, agnóstico y economicista no puede haber acuerdo.
Incluso en el peor de los
casos y se desencadenara una guerra nuclear de orden mundial, no hay nada que
temer. Terminaría el Kaliyuga y los sobrevivientes tendrían la oportunidad de
crear una nueva humanidad en una nueva edad de oro. Se mantendrían impasibles
aunque el cielo se caiga a pedazos como dice Lao-tse en el Tao-te-King.
San Carlos de Bariloche, 19 de septiembre del 2016.
JULIÁN RAMÍREZ
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