LA CONCEPCIÓN BURGUESA DEL MUNDO Y LOS APETITOS DE LOS PARIAS
El triunfo del Tercer Estado, es decir la burguesía, a partir de la Revolución Francesa de 1789 trajo aparejado toda una concepción del mundo y de la vida que contaminó a todo el mundo. Se impusieron las ideas de democracia, república, laicismo, evolucionismo, progresismo, civilización, división de poderes, liberalismo, derechos del ciudadano, libertad de empresa y de comercio, economicismo, materialismo, libertad de expresión, constitucionalismo, estado de derecho y estado-nación. Todo esto fué reemplazando a toda concepción del mundo y de la vida fundada en los principios tradicionales, trancendentes, religiosos y espirituales de épocas anteriores. No queremos caer en esquematismos pero no hay duda que mirando a los últimos 200 años el proceso histórico así se ha conducido.
Esa concepción del mundo y de la vida pretendió ser contrarrestada por el marxismo que hizo bandera de la lucha contra el dominio burgués reemplazándolo por la utopía del socialismo y el triunfo del cuarto estado, o sea el de los trabajadores. Esto último fracasó totalmente a partir de 1990 con la desintegración de la U.R.S.S. y muchos creyeron que se había logrado la victoria definitivo de la burguesía, del liberalismo y de la democracia como lo proclamó el ideólogo Francis Fukuyama. Sin embargo afloró algo que estaba oculto y no era tan visible y que estaba contenido durante la "guerra fría": comenzaron a manifestarse los parias. Los parias ya no son ni burgueses ni trabajadores en la calidad en que fueron entendidos en tiempos anteriores; son individuos que solamente atienden a sus apetitos más bajos, más materiales y más groseros. Carecen de toda visión del mundo y de la vida; su individualismo y su falta de todo vínculo social con cierto valor los conduce al caos y al desorden. Son el Quinto Estado, producto de lo peor del liberalismo y del marxismo, no son ni de izquierda ni derecha, son el nihilismo pasivo y destructor. Julius Evola, fallecido en 1974, previó en los últimos años de su vida la aparición de los parias a nivel social, gubernamental, político e institucional. En la India tradicional los parias eran los descastados, los marginales, los ajenos a toda estructura social y los repudiados por todas las otras castas. Hoy día aumenta su presencia en todos los niveles: gobiernos, instituciones, partidos políticos, sindicatos, fuerzas armadas, fuerzas de seguridad, empresarios y pueblo en general, y al revés de lo que ocurría en la antigua India, son aceptados, imitados e incluso admirados y elogiados por las multitudes y puestos como ejemplo.
Frente a esta irrupción de los parias muchas personas de buena fe pretenden combatirlos, pero lo hacen desde un punto de vista equivocado: quieren combatirlos invocando ideas propias de la concepción burguesa del mundo: moralismo, legalidad, estado de derecho, republicanismo, división de poderes, medidas represivas, aumento de las fuerzas policiales y de seguridad, leyes penales más rigurosas, etc. Se pretende con esto combatir la corrupción, el narcotráfico, la delincuencia y la falta de seguridad. Se quiere conservar la sociedad burguesa cuando en realidad lo que hay que hacer no es solamente combatir a los parias, sino también simultáneamente practicar una dura crítica de los pseudo-valores burgueses que en última instancia son los llevan a la sociedad moderna a la situación actual. No se puede combatir a los parias defendiendo a la democracia, a los partidos políticos, a la delincuencia de guante blanco, al mundo financiero y al empobrecimiento de los pueblos en favor de una globalización economicista.
La postura anti-burguesa debe hacerse desde un punto de vista totalmente opuesto a la que hizo el marxismo que ser limitó a criticarla desde una posición totalmente materialista y economicista en el marco de la lucha de clases. Los hombres de la Tradición deben hacerlo desde una actitud distinta frente al mundo y la vida partiendo de los principios tradicionales. La burguesía debe ser reducida a su papel de casta encargada de la vida económica pero totalmente alejada de toda función política a la que debe someterse, como que es inferior la economía, a la política, a la religión y a la metafísica. Hoy día observamos lo contrario: la economía se ha enseñoreado de todo lo social y político y de otra cosa no se habla. Se ha llegado así a coincidir con el marxismo; Lenin dijo:"la economía es nuestro destino". Debe ser considerada pués el verdadero opio de los pueblos.
La tarea de combatir a los parias debe comenzar por descontaminarnos de la concepción burguesa del mundo y de la vida. Ser burgués es rechazar lo heroico, lo viril y lo guerrero, buscar la seguridad a todo precio, tener miedo de todo aquello que pueda afectar el bienestar material, aferrarse a tener antes que ser, tolerar y participar en los más decadentes aspectos de la modernidad como por ejemplo el pansexualismo, aceptar la supuesta multiplicación de los "nuevos sexos" y la nefasta ideología de los derechos humanos, ideología ésta que incluso, vaya la paradoja, es contraria a la democracia. Cualquier individuo que considere que se vulnera algún supuesto derecho puede recurrir a la justicia o a organismos encargados de ello para que quede sin efecto alguna ley sancionada en virtud de la soberanía del pueblo. Se ha llegado a la exacerbación del individualismo.
Burgueses y parias tienen cada día más coincidencias y se borran las diferencias. Para los que conocen el tango argentino, la letra de "Cambalache" pinta esa atmósfera social, y fué compuesto hace más de 80 años.
Todo esto debe ser comprendido por los pocos que se mantengan de pié agrupados en una Orden Tradicional.
San Carlos de Bariloche, 26 de septiembre del 2016.
JULIÁN RAMÍREZ
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