viernes, 1 de mayo de 2015

RAMÍREZ: LA REVOLUCIÓN TRADICIONAL EN LA CULTURA

LA  REVOLUCIÓN  TRADICIONAL  EN  LA  CULTURA

    

   En la actual guerra de civilizaciones los que no pertenecemos al islamismo tenemos una tarea muy importante para hacer. Ya que no estamos combatiendo con las armas en la mano la mejor forma de colaborar con los combatientes es promover en nuestra cultura una revolución cultural que vaya minando y deteriorando el dominio que la modernidad ejerce sobre las mentes de nuestros semejantes, partiendo cada uno de las circunstancias de tiempo y espacio en que vivimos.
     Nosotros, tradicionalistas evolianos, desarrollamos nuestra actividad en el conjunto de países que constituyen la ibero-luso-indo-américa. Un conjunto de naciones con mucho en común: religión, idiomas, historia, cosa nada común en el mundo, a excepción del ecúmene islámico, pero que el proceso del mundo moderno ha conducido a una división de resultas de la cual lo que era un imperio ha devenido en una cantidad de paisitos objetos de dominio por parte de los poderes mundiales de orden materialista y economicista. Inconscientemente hay en nuestros pueblos una inclinación hacia la unidad pero esa tendencia está conducida hacia organizaciones de orden también material y economicista tales como UNASUR, CELAC, MERCOSUR, ALBA y otras, similares a lo que ocurre con la UNIÓN EUROPEA. Todo esto no es ninguna solución sino por el contrario consolidar al mundo moderno e inclinarnos hacia una dimensión totalmente divorciada y contraria a lo que es una concepción del mundo y de la vida con contenido espiritual, trascendente y sagrado. Muchos que quisieran enfrentar al mundo moderno no advierten que usan argumentos que precisamente son provistos por la subversión moderna, y nos referimos expresamente a la idea del estado-nación.
     Todas las historias oficiales de nuestros países parten del dogma intocable de nuestra “independencia”, con sus libertadores y próceres. Las versiones liberal, marxista y nacionalista de nuestras historias parten de ese dogma que a través de la escuela, la universidad, el mundo académico y los medios de comunicación dominan las mentes de nuestros pueblos. El mismo revisionismo histórico se detiene ante el dogma sagrado y él mismo se ha construido una cárcel sin barrotes de la cual no se atreve a salir. Es necesario abandonar esa prisión y reconocer, aunque a muchos les duela, que la “emancipación” y la “independencia” de nuestros pueblos fueron producto de la acción de la masonería, de Gran Bretaña y de las ideas modernas que la Revolución Francesa difundió por el mundo. Hay que ser iconoclastas con los falsos libertadores y próceres que nos miran desde los monumentos, y cuyos nombres saturan nuestras calles, plazas y bibliotecas. Y hecho eso, ¿qué queda?  Aparece la idea del IMPERIO que en nuestra América es multisecular. Cuando aún no se había desarrollado plenamente la modernidad existieron los imperios maya, azteca, incaico e hispánico, pero no los citamos para imitarlos sino porque en ellos residían ideas de la TRADICIÓN, y cayeron por no haber sido consecuentes con ellas.
     El gran éxito de la subversión moderna consistió en aprovechar que los representantes del imperio hispánico habían renunciado a sus obligaciones de defensa de lo Superior, lo tradicional y lo sagrado y junto con ellos derribaron también los principios que habían sido dejados de lado por los corrompidos e indignos. Así se introdujo la división, el caos y las guerras civiles, el constitucionalismo y el estado liberal burgués y de esta manera nos encontramos hoy día en torneos de retórica como la reciente Cumbre de las Américas que no resuelven nada.
     Los mejores de los nuestros tienen que apuntar en esa dirección. Partiendo del análisis de las falsedades de nuestras historias oficiales y a la luz de la metafísica de la historia, como nos la recordó Julius Evola en la segunda parte de su obra magna “Rebelión contra el mundo moderno”, rescatar la idea de Imperio y así aportar culturalmente para la unidad de nuestros países y preparar la Revolución Tradicional.

San Carlos de Bariloche, 13 de abril del 2015

JULIÁN  RAMÍREZ






   

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