lunes, 20 de julio de 2015

RAMÍREZ: LOS DOS ASPECTOS DE LA RELIGIÓN

LOS  DOS  ASPECTOS  DE  LA  RELIGIÓN



     En la guerra de civilizaciones en curso, es decir, entre la civilización tradicional, hoy manifiestamente representada por el fundamentalismo islámico por una parte, y por la otra la civilización moderna, representada por el conjunto del mundo sometido a lo material, económico, laico, democrático y puramente inmanente, el tema de la religión ocupa un lugar decisivo y esencial.
     No se puede combatir a la modernidad ni rebelarse contra ella sin un claro convencimiento de la existencia de una realidad sobrenatural, suprarracional y trascendente, y ello nos lleva inmediatamente al plano religioso. La religión, por lo menos, siempre es algo más que la chatura gris y mediocre de la vida puramente inmanente de la sociedad moderna y significa un buen punto de partida para los que puedan alcanzar un nivel espiritual superior y de orden metafísico.
     La religión tiene dos aspectos, el primero y esencial es el vínculo con la divinidad, el segundo y subordinado al primero es el de actuar como vínculo entre los hombres. De esta manera la religión es Tradición e informa toda la estructura estatal, social, institucional, usos y costumbres.
     No ha habido civilización que no haya sido fundada sobre una religión, constituyendo a tal efecto una anomalía lo que sucede con la civilización moderna que ya carece de ella, lo cual nos anticipa su derrumbe, que no será automático sino en la medida en que esté organizada la elite que lo lleve a cabo.
     Nosotros, los hispanoamericanos, los que pretendemos luchar contra el mundo moderno, nos enfrentamos con un profundo drama. Nuestra religión histórica, el catolicismo, está dirigido por una iglesia que a lo largo de los siglos ha ido perdiendo su vocación tradicional y trascendente, y hoy se encuentra reducida a una simple actividad de asistencia social, predicadora de la democracia y de los derechos humanos, de un pacifismo llorón y sumiso e integrada a la modernidad. Este catolicismo pervertido no nos sirve. No nos queda más remedio que afrontar la situación al margen de todos sus representantes sacerdotales y en contra de ellos. Un catolicismo heroico, viril y guerrero debe ser construido basándonos en nuestras propias fuerzas.
     Pero, ¿hay algo que pueda servir de sostén y punto de partida? A este respecto hay un hecho visible y manifiesto en todos nuestros países, nos referimos al culto mariano. Desde México hasta la Argentina el culto a la Virgen María tuvo y tiene una amplia difusión, exteriorizándose  en visibles y constantes manifestaciones de fe que mueve multitudes y está muy enraizado en nuestra América más profunda. Pero para ello habría que superar sus tendencias femíneas y consoladoras, de simple devoción y de sumisión. Así podría servir para empresas de más alto nivel heroico y guerrero. No olvidemos que la transitoria recuperación de las Islas Malvinas por parte de la Argentina fue puesta bajo la advocación de la Virgen del Rosario, todo ello traicionado por la jerarquía de la iglesia y por el mismo Papa Juan Pablo II.
     En otras partes del mundo la religión sigue estando dormida o tal vez haya desparecido. El Papa Benedicto XVI llegó a decir que Europa estaba descristianizada y en esto coincidimos. Los intentos de algunos grupos en ese continente de crear una suerte de neopaganismo no superan los límites del mundo moderno. En la India, China y Japón no se advierten síntomas de reacción.
     La ventaja que en esta cuestión tiene el mundo islámico es que su religión se mantiene presidiendo a la sociedad e informando sus instituciones, usos y costumbres.
     De todas maneras desde nuestra Hispanoamérica, si verdaderamente queremos enfrentar al mundo moderno y dejarnos de ensayos e improvisaciones, la cuestión religiosa está en primer plano.

San Carlos de Bariloche, 6 de Julio del 2015.

JULIÁN  RAMÍREZ
    

        

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