domingo, 3 de abril de 2016

RAMÍREZ: EL FUNDAMENTO DE LAS CIVILIZACIONES

EL  FUNDAMENTO  DE  LAS  CIVILIZACIONES    



El mundo moderno nos presenta algo insólito en la historia: la existencia de una civilización sin religión. Todas las civilizaciones y culturas conocidas tuvieron en sus orígenes una religión, y aún más, fueron las religiones las que crearon las civilizaciones y las que las sostuvieron. Cuando esas religiones decayeron o fueron reemplazadas por otras se derrumbó la civilización que era sostenida. Pero hay una diferencia con la situación actual: pese al derrumbe se mantenía la presencia de la religión aunque muy venida a menos. Así vemos como la caída de la civilización heleno-romana no terminó con el paganismo, sino que éste hizo su aporte al cristianismo y a la naciente civilización occidental. En cambio hoy día la civilización occidental, cabeza de la modernidad, carece de religión y podemos sin más calificarla de ex-cristiana. Se ha transformado en una verdadera civilización  moderna y contaminado a todo el planeta con su lucha despiadada contra el espíritu tradicional.    
Esta es la verdadera guerra de civilizaciones, la dicotomía que se ha profundizado hasta abismos insondables. Ni  el cristianismo en general ni la Iglesia Católica en particular pueden sostener a Occidente. En las sociedades tradicionales las cosas eran bien distintas. En su obra "La ciudad antigua" Fustel de Coulange nos dice que en Roma, Esparta y Atenas, el Estado vivía dependiente de la religión, que no se trataba de un cuerpo sacerdotal que hubiere impuesto su dominación, que el estado antiguo no obedecía a un sacerdote, era a su religión misma a la que estaba sometido.    
El historiador romano Tito Livio escribió: "El sacerdote con sus ritos salva todos los días a la ciudad". La religión informaba todos los aspectos de la sociedad: las instituciones, la vida cotidiana, las festividades, el calendario, la guerra, el arte, la literatura y la vida económica. Era el punto superior de referencia y el centro en torno al cual giraba toda la vida de la sociedad tradicional. De los dos aspectos de una sociedad tradicional, el esotérico y el exotérico, la religión representaba este último. Del primero, el esotérico, que está más allá de la religión, no nos vamos ahora a ocupar pués requiere otros desarrollos y, como expresó Julius Evola, es para los que saben; el exotérico en cambio es para las vastas mayorías que creen, y en este sentido la religión, por lo menos, es algo que lleva a la participación en la supravida. La persona religiosa aunque sea un ignorante merece más respeto y consideración que los intelectualoides y supuestos sabios infatuados que desprecian la religión y llevan una vida de ateos y agnósticos.
     Hoy día hablar de religión parece anacrónico y anticientífico, como si fuera una cosa de ignorantes y supersticiosos cuando no es objeto de burla y de desprecio. El hombre tradicional tenía un centro en su vida, el hombre moderno es un átomo sin conexión alguna y en choque permanente con los otros átomos, una hoja al viento.
Y admitiendo todo lo anterior, el problema que se nos presenta a los hombres de la Tradición de la actual civilización occidental es:  ¿ cuál es nuestra religión?
     La religión que ha predominado en Occidente y la que lo formó es el cristianismo, pero hoy día ser cristiano es ser cualquier cosa. El protestantismo en  general debe ser descartado ya que está dedicado a una simple actitud devocional y socialmente es antijerárquico e individualista y como bien lo señaló Max Weber fué gran promotor de la modernidad capitalista. El cristianismo ortodoxo radicado fundamentalmente en Europa oriental y Rusia no forma parte de nuestra historia, usos y costumbres. Esto no quita que se coincida con protestantes y cristianos ortodoxos en un frente de religiones en una verdadera unidad trascendente contra el enemigo común: el mundo moderno y que puede incluir religiones no cristianas.
     En estos últimos tiempos han aparecido en Occidente grupos que promueven un neopaganismo, y que no es más que una de las tantas variantes de la pseudoespiritualidad moderna y promovido por intelectuales. Nos parece absurdo que una religión pueda promoverse como si fuere una moda de algunos pensadores y que por otras parte no rechazan el mundo moderno al cual se encuentran integrados.

     Nos queda finalmente el catolicismo cuya cabeza es la Iglesia Católica. Esta iglesia ha sido una de las grandes responsables de la decadencia de Occidente desde que desde los siglos XII y XIII combatió y desacralizó al Sacro Imperio Romano Germánico. A lo largo de los siglos siguientes continuó con su decadencia y su aceptación gradual del mundo moderno hasta reducirse hoy día a una simple institución dedicada a la asistencia social y a predicar un pacifismo hipócrita y llorón. Se trata del catolicismo güelfo. Frente al mismo sostenemos al catolicismo gibelino, el de nuestro mejor medioevo, el de las órdenes de caballería y las cruzadas, el heroico, viril y guerrero, el de la Cruz hecha espada, el de nuestra guerra santa contra la modernidad, sin Papa y sin estructuras clericales.     

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