REVISIÓN
AL REVISIONISMO HISTÓRICO
El más importante aporte
cultural del nacionalismo - por lo menos en la Argentina - ha sido el
revisionismo histórico, pero este se ha desarrollado totalmente condicionado
por las ideas vigentes en la era burguesa: patria, nación, pueblo, soberanía
estatal. Se sostiene que la nación es eterna y permanente, y se ignora que es
un producto del devenir y que como tal a su tiempo fenecerá. Esto es
indispensable reconocerlo hoy día en que no hace falta mucho análisis pero
reconocer la total falta de vigencia de las ideas patrióticas y de la soberanía
estatal, tema que hemos tratado en nuestra nota anterior.
Nos referiremos especialmente al caso argentino que es el que nos toca
más de cerca pero que en líneas generales puede tenerse en cuenta para el
conjunto de los países hispanoamericanos.El revisionismo histórico argentino
tuvo como punto de referencia, y en torno al cual gira toda su interpretación
de la historia nacional, al concepto de estado-nación.
Considera como hecho
fundamental la emancipación y la independencia con relación al imperio
hispánico, como algo que era necesario e indispensable para la construcción de
la patria, y de ningún modo se cuestionan tales ideas. Nuestras más importantes
efemérides se celebran en los aniversarios del 25 de mayo de 1810 y del 9 de
julio de 1816. Se recuerdan fechas del nacimiento o la muerte de aquellos a los
que se considera grandes patriotas: 20 de junio para el Gral. Belgrano, 17 de
agosto para el Gral. San Martín. Todos esos días son feriados nacionales.
Nuestros libros de historia
dedican casi todo su contenido a los últimos 200 años y dan muy poco espacio a
todos los siglos anteriores, como si la historia recién comenzara con el inicio
del estado-nación. A todo lo anterior se lo considera en pocas páginas y sin
entrar en más profundas consideraciones. Se plantea una ruptura, un antes y un
después. Los 300 años de imperio hispánico son desvalorizados, y si bien
algunos historiadores han reivindicado ese pasado, no se explica con claridad
qué significó la supuesta independencia y emancipación de las actuales naciones
hispanoamericanas. Alguna sospecha ha tenido alguno que escribió que el 25 de
mayo de 1810 es el acontecimiento menos estudiado de nuestra historia pero no
fue más adelante. Para ser justos en nuestra crítica, haremos algunas
excepciones con respecto a Arturo Sampay y a José María Rosa que han hecho
algunas referencias a la participación británica en la revolución del 25 de
mayo de 1810; puede ser que haya otros pero por el momento no los tengo
presentes. Cabe destacar también una nota de Juan Manuel Garayalde en la cual
reivindica al virrey Cisneros publicada en "El Fortín" Nº 79. También
hay trabajos del ecuatoriano Núñez Proaño que apuntan hacia una revisión de la
historia hispanoamericana desde el punto de vista tradicional.
Pero, ¿qué es lo que se
oculta detrás de la supuesta independencia de Hispanoamérica y que el
revisionismo histórico no sospecha o mira hacia otro lado?
Para develar eso recurramos a
ver la historia desde el punto de vista tradicional que tan magistralmente nos
recordó Julius Evola: se trata del enfrentamiento entre el espíritu tradicional
y la civilización moderna.
Con todas sus limitaciones,
renuncias, decadencia y prevaricaciones los grandes imperios tradicionales - el
hispánico entre ellos - conservaban aspectos de la Tradición universal, muy
venida a menos y en retirada frente a la insurgencia de las fuerzas subversivas
de la modernidad, y aquí viene a operar lo que magistralmente Julius Evola
califica de guerra oculta y que actúa de la siguiente manera: cuando una
institución tradicional vacila, en vez de reemplazarla para restaurar la
Tradición, se ataca al principio en que ella se fundamenta reemplazándola con instituciones
modernas. De esa manera la monarquía por derecho divino es reemplazada por la
democracia; la soberanía de Dios por la soberanía del pueblo; la comunidad
orgánica por los partidos políticos y la destrucción de las corporaciones
intermedias; las personas se transforman en individuos; el imperio cede su
lugar a débiles paisitos, como ocurrió en Hispanoamérica. Al final del túnel
espera el estado totalitario, moderno Moloch.
Esas fuerzas que destruyeron
nuestro Imperio fueron fundamentalmente el liberalismo y la masonería a través
de Gran Bretaña y por acción, consciente o no, de nuestros próceres que están en
el bronce: Bolívar, Sucre, San Martín, O'Higgins, Miranda y muchos más.
Si el revisionismo histórico
no comprende esto está perdido, tanto como el nacionalismo que sustenta.
Tenemos que ir al rescate de la idea imperial y sobre esa idea edificar la
verdadera unidad hispanoamericana.
San Carlos de Bariloche, 28 de marzo del 2016.
JULIÁN RAMÍREZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario