ORIENTE Y OCCIDENTE
EN UN FORO ‘EVOLIANO’
En el contexto de la guerra de civilizaciones por la que este Centro combate las infiltraciones sionistas en el seno del pensamiento evoliano, editamos seguidamente este nota esclarecedora.
Dijo Moyano :
Las diferencias entre el Islam y el Cristianismo
son más profundas que las que puedan
tener con
Bush … (un occidental)
Mensaje de año nuevo de 2013.
Agrega un nuevo forista alardeando una de las cosas más
espantosas escritas por el gran Donoso.
Juan Donoso Cortés - Religiosidad Oriental y Religiosidad Occidental
El
Oriente y el Occidente no han venido a las manos en todas las grandes épocas
históricas en su propio nombre, sino en el de ciertos principios de que uno y
otro han sido siempre legítimos representantes. El Oriente y el Occidente han
resuelto siempre de una manera distinta, por no decir de una manera
contraria, todas las grandes cuestiones que ocupan a la Humanidad en toda la
prolongación de los tiempos.Para el asiático, Dios es la
Naturaleza, la Naturaleza es Dios; porque para el asiático la Naturaleza
es el agregado de todas las fuerzas existentes y de todas las fuerzas posibles; ¿qué mucho que el hombre conceda los atributos de la omnipotencia a quien le ha vencido siempre y a quien no ha podido vencer
nunca? Para el asiático, el hombre es un ser
cuya voluntad es esclava de Dios; es decir, esclava de la fuerza; ¿qué
mucho que el hombre niegue la libertad cuando su voluntad ha sido siempre vencida?
Así, el panteísmo es su religión, y el
fatalismo, su dogma.
El asiático ha formado la sociedad a imagen de Dios, después de haber formado
a Dios a imagen de la naturaleza.
El asiático reconoce como soberano al
más fuerte. Si la fuerza es para él el atributo de la Divinidad, ¿qué mucho
que la fuerza sea para él el atributo de la soberanía?
El asiático adora como a un Dios al que lo manda. Si la fuerza constituye la
Divinidad, ¿qué mucho que adore como a la Divinidad al que es fuerte? Así, el despotismo es la única forma de gobierno que concibe, y la obediencia
pasiva, el único dogma político que proclama. Para los europeos, la Naturaleza, que
es el agregado de todas las fuerzas materiales, es esclava. ¿Qué mucho que el
europeo mire como esclava a la que sometió a su albedrío? Para los europeos, la Divinidad no es una fuerza material, ni un agregado de
fuerzas materiales, sino una inteligencia increada, un espíritu puro. ¿Qué
mucho
que el hombre reconozca como atributo de la Divinidad a la inteligencia
suprema,
cuando con su inteligencia limitada ha podido domar todas las fuerzas
materiales? Para los europeos, la libertad del hombre coexiste con la Providencia divina;
porque ¿cómo negaría su libertad el hombre en donde todo sucumbe ante esa
libertad, en donde la Naturaleza domada le llama su señor, y rendida a sus
pies
canta sus triunfos? Así, el espiritualismo es el fundamento de su religión, y la libertad humana,
la
primera de todas sus creencias y el primero de todos sus dogmas. El europeo no puede reconocer en la fuerza material el atributo de la
soberanía,
porque, ¿cómo reconocería por señora a la que ha sido su esclava? El que no
rindió parias ni homenaje a las fuerzas de la Naturaleza, ¿las rendiría por
ventura a la fuerza material de los tiranos? El europeo, que está pronto a
sublevarse contra la tiranía de los hombres.
El europeo obedece a poderes
legítimos, es decir, a los poderes sancionados por la razón y por el tiempo;
pero obedeciéndolos, no abdica su libertad, no los adora. Sus adoraciones
están reservadas para Dios; en cuanto a su libertad, ¿cómo la sacrificaría en
los altares de los hombres cuando no la sacrifica en más elevados altares?
De esta manera, en Europa el hombre es espiritualista y libre. En Asia,
materialista y esclavo.
La lucha entre el Oriente y el
Occidente tiene por objeto providencial resolver la cuestión de si el hombre
ha de levantar altares al espíritu o la materia, a la libertad o al destino.
Retruca
el expulsador:
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¡Qué bien perfila este texto de Donoso Cortés -enviado por Adler
Adalberti- la idiosincracia (sic) genuina del hombre occidental
-entendamos al indoeuropeo; sobre todo el que no cortó su ligazón con lo
sacro- tan contrastante con la del
hombre oriental -el semita, el mongoloide,...
Ante tales ‘evolianos', tal como vemos más europeos y nacionalistas que evolianos, las oportunas y demoledoras palabras del Maestro:
EL MITO DE ORIENTE Y OCCIDENTE
En tanto se identifique el Occidente con
la civilización moderna, nacida esencialmente en Europa (actuando Estados
Unidos tan sólo como apéndice, presentándose únicamente como el desarrollo
extremo, teratológico, de varios aspectos de la última civilización europea),
junto con la concepción general de la vida, con las costumbres, con los
intereses generales y con las mismas formas político-sociales que se vinculan a
tal civilización, resulta claro que con
la creciente modernización de Oriente las diferencias se convertirán cada vez
en más pequeñas, y para el Oriente quizás se limitarán a elementos
residuales a no considerarse más como verdaderas fuerzas tradicionales
formativas generales.
A tal respecto resulta gracioso si se
piensa que hasta ayer se pudo hablar de un
peligro oriental para el Occidente. (tal como se desprende del texto de Donoso
recién citado) Por el contrario se
habría tenido que hablar del
peligro que el Occidente representaba para el Oriente, peligro que se ha manifestado en pleno sobre todo y justamente en el
momento en el cual el Oriente no se ha emancipado material y políticamente y no
ha rechazado la tutela occidental sumamente colonialista, sino principalmente
para padecer supinamente la seducción y la influencia de la civilización occidental
moderna, haciendo propios, en forma obtusa, los valores y el mismo concepto de
civilización, traicionando las propias tradiciones o poniéndolas en segundo
plano 1.
…..
Pero es evidente que así los términos
del problema o de la antítesis son desplazados: hablando de Occidente se
comprende en realidad tan sólo al Occidente moderno, y la oposición no se
refiere más a Oriente y a Occidente, sino a la civilización de tipo moderno y a
la tradicional. Históricamente la
civilización tradicional no puede decirse ni oriental ni occidental.
También en la Europa medieval del Sacro Romano Imperio, el ecumene
medieval europeo ha sido “tradicional”, de la misma manera en que lo fue la
romanidad, en su momento centro de gravedad y fuerza organizadora de Occidente.
Así habría habido sólo que decir que la
orientación tradicional en las formas de una civilización global ha subsistido
más a lo largo y ha presentado expresiones más completas en Oriente. …
De quererlo o no, las ideas de Oriente y
de Occidente tienen implicancias espaciales, geográficas (a tal respecto, sería
mejor hablar en todo caso de Europa y de Asia). Si sin embargo como base
esencial se asume no la articulación geográfica de los continentes, sino la de
los pueblos y de las razas, la antítesis
de Oriente y de Occidente, nuevamente, se convierte en incierta porque
entonces, como punto fundamental de referencia, se debería tomar el ciclo de
conjunto de las civilizaciones de origen indoeuropeo, ciclo que se ha extendido
sea en Europa sea en una parte de Asia, es decir, del Oriente. Bajo esta
visual la antítesis a considerar sería
diferente, sería aquella existente entre concepciones del mundo y de lo
sagrado, valores éticos, formas del derecho y de la costumbre, etc. de carácter
indoeuropeo y otras formas y
concepciones de carácter no indoeuropeo, sea en Asia como en Europa…..(acotemos
que los europeístas antes mentados confunden indoeuropeo con europeo y toman
esta correcta apreciación de Evola para manifestar que lo poco bueno que habría
habido en el Oriente habría sido producido por los indoeuropeos, cuando se
podría decir lo mismo también del Occidente) Y yendo ahora al pretendido panteísmo del Oriente
Según
Hegel,
en Oriente la experiencia de la
naturaleza como tal no habría tenido aun lugar: la naturaleza no es aun sentida
como realidad, ella es simplemente mâyâ, algo que no tiene una
existencia propia; existe una
promiscuidad entre espíritu y naturaleza y por lo tanto en el hombre
tenemos una especie de conciencia soñadora que no pude aun decirse verdadera
autoconciencia (fase del “en sí”, o mero “ser” del Espíritu Absoluto en la
historia universal). Para arribar a la autoconciencia habría sido necesaria la
contraposición del Yo con la naturaleza (es
decir convertirla en esclava tal como decía Donoso). …
Aparte de estas estupideces, el tema de
fondo reaflora también en las tesis de quienes atribuyen al Oriente la pura
espiritualidad, al Occidente el conocimiento concreto de la naturaleza y que
auspician, como un happy end, una futura síntesis de ambas, no dándose
cuenta de que tal síntesis en la única
forma concebible ya había sido realizada en el marco de la concepción del mundo
de toda civilización “tradicional”. Decimos “en la única forma concebible”,
puesto que de otra manera aquella síntesis es una pura ilusión. Si el
denominado conocimiento concreto de la naturaleza, es decir, el que es propio
de la ciencia positiva profana occidental, presupusiese una precisa filosofía y
concepción del mundo, una precisa orientación intelectual y metodológica en un
sistema a su manera cerrado, la verdadera espiritualidad en el mismo actuaría
tan sólo como aguafiestas, como elemento profundamente perturbador, allí donde
se le concediese cualquier tipo de atención.
En un mundo que mantiene rígidamente el carácter de un no-Yo, de una
realidad externa de la cual se pueden sólo percibir los “fenómenos” tales como
son captados por los sentidos físicos y por las prolongaciones de los mismos
(es decir por los instrumentos científicos) y que se busca únicamente traducir
en fórmulas algebraicas cómodas y en leyes que poseen un simple carácter
estadístico –tal es el mundo de la ciencia moderna (occidental) – la “espiritualidad” no puede ser agregada en ninguna
“síntesis”, ella sólo puede ser superpuesta como algo escindido y en mayor o
menor medida irreal: justamente como aquello que, de acuerdo a esto, puede
observarse en ciertos científicos y, en general, en aquellos Occidentales
modernos que son propiamente ateos y que hacen coexistir junto a un
conocimiento absolutamente desconsagrado y profano, por finalidades
esencialmente prácticas, el mundo de la fe y de la devoción que es propio de la
simple religión o algún vago espiritualismo.
En cuanto a la “conciencia soñadora” de
los Orientales… En los Veda… no se puede hablar de una conciencia que “ignora
la naturaleza”, se tiene en vez una
glorificación hímnica y evocatoria de las fuerzas divinas en acto en el
universo. El Sâmkhya, otra corriente de la espiritualidad hindú, afirma un
neto dualismo, el del espíritu, purusha, concebido en una destacada
soberanía y opuesto a la “naturaleza” como principio masculino respecto del
femenino, con temas que encuentran su eco a veces en el aristotelismo. Hay que
recordar además el tantrismo especulativo, otra corriente hindú, que tiene como
propia una metafísica basada en el “Brahmán activo”, en la “potencia”, Çakti.
Esto en lo relativo a la India. Pero el Oriente no comienza y termina con la
India (a través de la misma variedad de sus
formas espirituales aquí mencionadas); pertenecen al mismo el Irán, la
antigua religión del cual ha tenido un carácter esencialmente activo y
combativo la China, cuya tradición metafísica está centrada en la noción del
Tao, que es la de una “trascendencia inmanente” 5 sin desviaciones soñadoras y
evasionistas, el Japón, con una religiosidad asociada a un espíritu por igual activo y realizador, y así
sucesivamente, hasta los residuos de tradiciones de origen hiperbóreas rastreables,
aun en formas mutiladas y oscurecidas, en el Asia central y
centro-septentrional. Esta efectiva
múltiple variedad de formas hace saltar por el aire el mito tendencioso del
Oriente que hemos mencionado (“conciencia soñadora”, evasionismo panteísta y similares); así quienes lo
han formulado han procedido con una unilateralidad debida a una inverosímil ignorancia….
(El
arco y la Clava, pgs. 195 y sig.)