MUERA LA LIBERTAD C...
Hemos explicado en distintas oportunidades que la era del paria en la que nos encontramos se caracteriza por ser un universo babélico de tremenda confusión en donde todos los términos han sido sido distorsionados absolutamente y que quienes deberían ser una fuerza opositora y de derecha como contraste ante el caos que se vive son por el contrario sujetos que agudizan aun más el proceso de irreversible caída. Tal el caso sintomático de este sujeto a todas luces impresentable hasta físicamente que aparece en la imagen que reproducimos y que ha hecho del tema de la libertad la consigna principal de su campaña electoral cuando si existe un término ambiguo que debería ser cuestionado y clarificado en su significado es justamente éste por lo que sostenerlo de manera tajante como se hace se presta a una suma interminable de confusiones. Bien sabemos que ya desde la misma época de los Evangelios la libertad fue concebida como un valor que se encontraba subordinado a otro superior que era la verdad. De allí máxima de que sólo la verdad os hará libres y no a la inversa en el sentido de que si cultivamos una libertad absoluta e incondicionada alcanzaríamos a ser verdaderos.
Esto mismo fue clarificado magistralmente por San Agustín en su polémica con Pelagio, un antecedente de los tiempos actuales, quien reivindicaba el libre albedrío como aquello que otorgaba la verdad o Dios, a lo que el Santo de la Iglesia le contestaba que la libertad verdadera se encuentra en Cristo y que fuera de él en cambio se encuentra el caos y la destrucción. Es decir que había dos tipos de libertades: una que conduce y nos hunde en el error y otra que en cambio nos remite a la verdad. Esto mismo fue retomado por Nietzsche cuando diferenció entre la libertad de hacer algo y la libertad para hacer algo. En el primer caso se considera que todo lo que el hombre haga si es que no está sometido a algún tipo de coacción exterior es bueno y por lo tanto libre. Lo vemos justamente en las conductas asumidas por el aludido candidato, defensor a muerte del sistema económico más perverso que jamás existido, para el cual dejando actuar con absoluta libertad al mercado, de la misma manera que lo podrían hacer los asaltantes y violadores, es decir otorgando la libertad m´s plena e ilimitada a todo el mundo, por una especie de milagrosa armonía preestablecida, ello se reconvertiría en bienestar colectivo y abundancia. Y esta nefasta y cuasi delictiva actitud la manifiesta también en su negacionismo compulsivo respecto del cambio del clima y de la pandemia. En tanto cree en el poder milagroso de la libertad comprendida como separada de un orden superior que la ordene, todo lo que el hombre haga es bueno y por lo tanto es imposible que por sus actos pueda contaminar el medio ambiente y destruir el clima, del mismo modo que se puede mediante acciones obligatorias como vacunarse, las que coartan la sagrada libertad, deterner la terrible enfermedad.
La derecha verdadera y no esta parodia vergonzosa que hoy presenciamos debería sostener el principio contrario de libertad expresado en tiempos más recientes por Nietzsche y la tradición, de una libertad subordinada a la verdad y a la naturaleza propia de cada sujeto. Por lo cual la consigna de Viva la libertad debería ser sustituida por la de Viva la Verdad.
Esto mismo fue clarificado magistralmente por San Agustín en su polémica con Pelagio, un antecedente de los tiempos actuales, quien reivindicaba el libre albedrío como aquello que otorgaba la verdad o Dios, a lo que el Santo de la Iglesia le contestaba que la libertad verdadera se encuentra en Cristo y que fuera de él en cambio se encuentra el caos y la destrucción. Es decir que había dos tipos de libertades: una que conduce y nos hunde en el error y otra que en cambio nos remite a la verdad. Esto mismo fue retomado por Nietzsche cuando diferenció entre la libertad de hacer algo y la libertad para hacer algo. En el primer caso se considera que todo lo que el hombre haga si es que no está sometido a algún tipo de coacción exterior es bueno y por lo tanto libre. Lo vemos justamente en las conductas asumidas por el aludido candidato, defensor a muerte del sistema económico más perverso que jamás existido, para el cual dejando actuar con absoluta libertad al mercado, de la misma manera que lo podrían hacer los asaltantes y violadores, es decir otorgando la libertad m´s plena e ilimitada a todo el mundo, por una especie de milagrosa armonía preestablecida, ello se reconvertiría en bienestar colectivo y abundancia. Y esta nefasta y cuasi delictiva actitud la manifiesta también en su negacionismo compulsivo respecto del cambio del clima y de la pandemia. En tanto cree en el poder milagroso de la libertad comprendida como separada de un orden superior que la ordene, todo lo que el hombre haga es bueno y por lo tanto es imposible que por sus actos pueda contaminar el medio ambiente y destruir el clima, del mismo modo que se puede mediante acciones obligatorias como vacunarse, las que coartan la sagrada libertad, deterner la terrible enfermedad.
La derecha verdadera y no esta parodia vergonzosa que hoy presenciamos debería sostener el principio contrario de libertad expresado en tiempos más recientes por Nietzsche y la tradición, de una libertad subordinada a la verdad y a la naturaleza propia de cada sujeto. Por lo cual la consigna de Viva la libertad debería ser sustituida por la de Viva la Verdad.