viernes, 21 de diciembre de 2018

EL MATRIARCADO II

EL MATRIARCADO II


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En una nota anterior, al referirnos a la actual patología feminista que ha invadido a nuestra sociedad, como un síntoma claro de su estado de descomposición y marasmo, dijimos que la misma era sin quererlo contraria a los intereses de la mujer en tanto terminaba afirmando las tendencias misóginas hoy existentes y estimuladas ante las posturas histeroides asumidas propias de lo peor de la mujer y en segundo lugar por los graves errores conceptuales e históricos cometidos, los que consolidan la idea falsa de que se trata de una especie diferente y carente de una inteligencia verdadera.
Esto se debe a que sus consignas principales se basan en dos errores garrafales y concurrentes que a su vez se derivan recíprocamente. El primero consiste en confundir al  orden social hoy vigente, materialista, consumista y democrático como expresión del patriarcalismo y el segundo, derivado del primero, es considerar que tal falsa imagen sea equivalente a su vez a lo que hoy se concibe como 'machismo' que es un concepto nuevo e inventado para referirse lo que tradicionalmente fue el titanismo, es decir una forma degradada de la masculinidad que de ninguna manera la agota tal como concibe el feminismo actual y patológico.
Pido desde ya disculpas a nuestros lectores por tener que referirme a cosas demasiado obvias en tiempos normales, pero que hoy en día debido al estado de descomposición en que nos encontramos tienen que ser puestas nuevamente de relieve como si se tratase de importantes descubrimientos.
La sociedad patriarcal fue la sociedad normal que existió tradicionalmente antes de su decadencia posterior que significó el descenso en el matriarcalismo, de lo cual, tal como dijimos en la nota anterior, los actuales feministas (hay también hombres en este colectivo por lo que usamos el masculino para nombrarlos) soslayan mencionar. Gobernaba en ella el vir, es decir aquel hombre verdadero y arquetípico que se caracterizaba por la posesión de la fuerza, concebida no como una dimensión física (tradicionalmente lo físico estuvo subordinado a lo metafísico y espiritual) sino una capacidad de autodominio, gobierno de sí y autosuficiencia. Y ante el mismo la femina se sentía atraída en modo tal que era más la mujer la que precisaba del hombre que éste de la mujer, concebida como un ser que no se basta por sí mismo, sino que precisa de otro para ser. La decadencia sobreviene cuando el vir deja de ser tal y se convierte en homo (el romano tenía dos palabras para referirse a lo que nosotros definimos solamente como hombre), es decir lo opuesto al mismo, el ser masificado y carente de suficiencia que renuncia a cumplir con su función. Y esto da lugar al matriarcalismo (de mater=madre de donde deriva también la palabra materia). 
En nuestra historia reciente la sociedad patriarcal en la Argentina, es decir aquella en donde lo heroico y guerrero estaba por encima de lo económico y material, existió hasta junio de 1982, cuando se produjo nuestra rendición vergonzosa en la guerra de Malvinas. La consecuencia de ello fue el matriarcalismo que se expresó en la primacía de la paz, de la economía y de la democracia, valores especialmente femeninos pero que pudieron ser sustentados por hombres desviados de su arquetipo, el que cunde en nuestra historia hace exactamente 35 años. Tal forma de feminismo fue conocida históricamente como demetrismo en donde los valores telúricos y materiales tomaron primacía por sobre los solares y espirituales. La forma posterior aun más decadente y que también hemos vivido es el afroditismo, que es lo femenino volcado hacia el plano corpóreo y sensorial. Lo hemos vivido con la obsesión pornográfica y sexópata en que se ha visto invadida nuestra sociedad, promovido todo ello por los grandes medios de comunicación. Ante tal degradación de una fuerza femenina desencadenada y carente de un timón que le otorgaba tradicionalmente el vir, sobrevino su correlato del lado del varón en el titanismo, que es lo que hoy se ha dado en denominar como 'machismo'. Se trata del hombre fálico, puramente físico y esclavo del cuerpo de la mujer. Este tipo de hombre es físicamente varón pero espiritualmente mujer pues se encuentra determinado por una relación de dependencia hacia el sexo opuesto. Una vez que se ha producido esta fuerza descontrolada a través del juego dialéctico entre afroditismo y titanismo la secuela última de la degeneración matriarcal es el amazonismo, es decir la forma última y virulenta asumida por la mujer en su etapa terminal. Es la mujer que se lanza desaforada en contra del hombre sin percibir que lo está haciendo en manera inconsciente ante la falta y desaparición del hombre verdadero, del vir. La antigua mitología explicaba que en tales tiempos terminales el amazonismo cumple la función de producir grandes reacciones que pueden llegar a ser violentas como el caso conocido de Hércules que procede a exterminar a las amazonas sublevadas. El tiempo dirá lo que habrá de pasar en los tiempos actuales.

lunes, 17 de diciembre de 2018

EL MATRIARCADO I

EL MATRIARCADO I

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El feminismo supremacista, que ha irrumpido en la sociedad civil de manera virulenta, nos satura diariamente con el anatema de que estaríamos viviendo en una sociedad patriarcal y 'machista' en donde las mujeres serían víctimas y esclavas de los hombres varones pintados como verdaderos depredadores sexuales. La realidad es por supuesto muy diferente de lo que plantea este nucleamiento que más que favorecer a la mujer, debido a sus profundas limitaciones conceptuales, termina por el contrario incrementando la idea falsa de que la mujer es inferior al hombre intelectualmente pues es incapaz de formular las cosas con precisión en tanto que se le encuentran vedadas las dimensiones superiores del ser.
Yendo precisamente a sus argumentaciones digamos que cada vez que se critica a la sociedad patriarcal se evade olímpicamente sostener por contraste aquel modelo antitético que es la sociedad matriarcal, que es en última instancia el que reivindica el actual feminismo.
Al respecto digamos primeramente lo siguiente: 1) que es falso que la actual sociedad sea patriarcal, sino que por el contrario estamos viviendo de lleno en un orden matriarcal. 2) que también es falso asimilar lo patriarcal con el machismo en tanto que son dos cosas muy diferentes una virilidad de carácter prioritariamente espiritual como el orden patriarcal de una puramente física y material que es el correlato necesario de una sociedad matriarcalista..
El maestro Evola, siguiendo en este punto a Bachofen, sostenía que dos cosas esenciales diferenciaban una sociedad patriarcal de una matriarcal, del mismo modo que a nivel metafísico se distinguía lo que es acto o forma de lo que es potencia o materia. Desde un punto de vista espiritual lo masculino tiene que ver con lo viril, que es un derivado del latín vis, que se refiere a la fuerza, pero no tomada en manera meramente material. Significa la capacidad de autodominio y de ser capaz de bastarse a sí mismo sin necesitar de otro para ser. Y como las personas no son iguales pues vivimos en un universo de jerarquías especialmente espirituales, hay grados de virilidad que van desde el acto puro o Dios, el que es ser hombre absolutamente, hasta el hombre masa en el cual la virilidad se expresa en forma mínima y elemental. Por tal razón los antiguos romanos diferenciaban entre vir, que era el hombre absoluto y libre, del homo que era aquel asimilable a la masa y a lo que se vinculaba más a lo femíneo. De la misma manera que sexualmente el acto se manifiesta en el hombre comprendido como vir, también la potencia se expresa de igual manera a través de la mujer que es aquel ser que manifiesta su perfección en la capacidad de ser conducida de manera absoluta. Así pues mientras que en el varón la virtud propia es el heroísmo y el imperio, en la mujer la misma se expresa en la fidelidad y entrega hacia quien emerge ante ella casi como un dios, es decir como un ser autosuficiente. En una sociedad patriarcal es más la mujer la que precisa del hombre que éste de la mujer y justamente en esta capacidad de autogobierno de las propias pasiones y en su posibilidad de establecer grandes distancias que es la mujer la que se siente atraída por el hombre, siendo así su gran virtud la de saber distinguir al hombre verdadero de aquel que es una simple caricatura de tal. Ello es por supuesto totalmente diferente de lo que se califica como 'machismo' es decir virilidad puramente material que como se verá es el correlato necesario de la sociedad matriarcal, en donde el hombre se ha hecho esclavo del cuerpo de la mujer y depende absolutamente de ésta a la inversa exacta de su naturaleza propia.
(Continuará)

jueves, 13 de diciembre de 2018

EL FORTÍN Nº 90 (OCTUBRE-DICIEMBRE 2018)





Nº 90 (Octubre-Diciembre 2018)

http://www.juliusevola.com.ar/Fortin.htm

¿RELIGIÓN FREUDIANA O IDEOLOGÍA DE GÉNERO?






Como nunca se hace evidente, a partir de una 'denuncia' de resonancia mundial efectuada por una señorita de pañuelo verde en contra de un actor que la habría violado hace 9 años en el extranjero y cuando era adolescente, que una nueva religión, ya no simple ideología como falsamente se dice entrando en el juego del enemigo, está haciendo pié en nuestro medio, la religión freudiana del sexo universal. Aquella para la cual el sexo es la energía primaria que gobierna al hombre y que, de acuerdo al rumbo que le sepamos dar ,podrá ser utilizada o no en nuestro provecho. (SIGUE)

CATOLICISMO Y ESOTERISMO

REFLEXIONES ABRAHÁMICAS I

REFLEXIONES ABRAHÁMICAS II



UN PRIMER ANÁLISIS DEL TRIUNFO DE BOLSONARO

BOLSONARO Y LOS GAYS


BERGOGLIANOS E IDEÓLOGOS DE GÉNERO

CON RESPECTO A UN LIBRO NEGRO (NOTA 1)
ACERCA DE UN LIBRO NEGRO (NOTA 2)


ACERCA DE UN LIBRO NEGRO (NOTA 3)



500 años de México




por Francisco Galarza

¿RELIGIÓN FREUDIANA O IDEOLOGÍA DE GÉNERO?

¿RELIGIÓN FREUDIANA O IDEOLOGÍA DE GÉNERO?

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Como nunca se hace evidente, a partir de una 'denuncia' de resonancia mundial efectuada por una señorita de pañuelo verde en contra de un actor que la habría violado hace 9 años en el extranjero y cuando era adolescente, que una nueva religión, ya no simple ideología como falsamente se dice entrando en el juego del enemigo, está haciendo pié en nuestro medio, la religión freudiana del sexo universal. Aquella para la cual el sexo es la energía primaria que gobierna al hombre y que, de acuerdo al rumbo que le sepamos dar ,podrá ser utilizada o no en nuestro provecho.
Volviendo al incidente aquí aludido, es claro que el mismo no tendrá resolución judicial alguna debido al tiempo transcurrido, al haber sucedido en un país en donde no existe como aquí la inversión de la carga de la prueba, si se trata de un varón, y en donde no hay testigos que corroboren lo denunciado, ni huellas que permitan establecer que fue una violación y no una relación consentida, o si lo que buscaba la denunciante era además de todo fama debido a lo hasta ahora ignoto de su figura. La realidad es que detrás de este escándalo suscitado aquí se ha logrado una vez más instalar en el medio el mito principal de la religión freudiana, es decir el mito de Edipo pero esta vez en clave universal. Según el psiquiatra austríaco todos los varones -y no sólo el rey de Tebas de la antigüedad- hemos estado enamorados de nuestra madre. Y agrega a ello el escabroso detalle de que además todos la hemos querido violentar, pero que nos tropezamos de niños con el escaso desarrollo de nuestro órgano sexual y con la presencia de nuestro padre celoso que amenazaba con castrarnos. Fueron éstos los únicos frenos a nuestra realidad heredada como un pecado adámico; pero ya de grandes, cuando estos impedimentos desaparecieron en mayor o menor medida, nos hemos convertido en violadores potenciales o fácticos como el caso del aludido actor y hemos constituido así una sociedad patriarcal y machista en la cual en forma instintiva e inconciente elaboramos normas para abusar en manera diferente de todas las mujeres que se nos cruzaran por el camino las que encarnaban a nuestra ya no más presente madre de nuestra tierna infancia. No fuimos pues niños amorosos, tal como nos pintó la literatura o aun cierta ingenuidad compulsiva, sino sátiros silenciosos, siempre al acecho de atrapar a una presa a no ser que se nos interpusiesen frenos como el antiguo miedo a la castración. Esto explica también otras situaciones negativas como la guerras, los latrocinios, la destrucción del medio ambiente etc., todas ellas producidas por esta patológica obsesión que nos acompaña desde la cuna y que representan el modo como proyectamos este trauma o pecado originario de nuestra especie 'heterosexual'. Por eso y a fin de que los terrores sigan incrementándose hasta convertirnos en verdaderos eunucos, hay que desmontar la sociedad patriarcal formada por el varón violador, pues la mujer nunca lo hace, y suplantar así la soberanía de ese órgano nefasto que tenemos, que determina una verdadera obsesión compulsiva y complejo de superioridad. La lucha por el aborto es pensada también en función de este mito del varón violador. En última instancia el hijo no querido, que cada vez son más, es el producto de esta unión no consentida en la totalidad de sus efectos. Y más aun la promoción de la homosexualidad y el lesbianismo tiene que ver también con este odio hacia el pene y este combate en contra de la sociedad falocrática. El gay no penetra a la mujer, por lo tanto no puede ser nunca un violador, y las lesbianas no se reproducen y por lo tanto no obligan a explicar ante un juez que se trató de una situación de consenso o de violencia. Entran a tallar también los grandes grupos de poder, el mismo G20, la Organización Mundial de la Salud que 'científicamente' estableció que la relación homosexual no es patológica. Los gais y lesbianas no se reproducen, por lo tanto no incrementan la población mundial como en cambio lo hacen los fundamentalismos especialmente islámicos que promueven la poligamia. Los recursos del planeta son reducidos, las máquinas suplantan cada vez más los músculos humanos y las necesidades de consumo aumentan en modo tal que si todo el planeta hoy día tuviese el nivel de vida del primer mundo se necesitaría multiplicarlo por diez. Es pues muy útil la religión freudiana para detener este estallido demográfico. Los medios al servicio de tales poderes promueven pues estos fenómenos concurrentes que son la homosexualidad y el nazifeminismo, todos ellos expresiones de esta nefasta religión que debe combatirse como en una cruzada en donde la norma principal sea el deber de ser hombres o mujeres de acuerdo al sexo que hemos elegido antes de nacer.