CRÓNICA DE PAYASOS
CIRILO Y FRANCISQUITO
También estuvo el papa Francisco
Los tiempos terminales en que vivimos nos brindan una serie de hipérboles
informativas las que, mientras que en la generalidad producen situaciones
colectivas de asombro cuando no de fervorosa adhesión, en cualquier época mínimamente
normal hubieran causado en cambio verdaderas carcajadas por lo grotesco.
Acabamos de enterarnos al respecto que el papa Bergoglio, quien funge ante la
opinión pública atontada como un verdadero revolucionario en materia de fe y
religión, se ha reunido en La
Habana con el jefe de la Iglesia ortodoxa rusa, el obispo Cirilo, en donde,
siempre según los habituales desinformativos, se habría establecido el primer
diálogo tras casi mil años (el último habría sido en 1054) de desencuentros
entre las dos iglesias separadas trágicamente por motivos tan banales para tal
opinión formada como el origen de la Tercera
Persona Divina, el Espíritu Santo, que para católicos emana
del Padre y del Hijo, de allí el filioquismo, y en cambio para los ortodoxos lo
haría sólo del primero, de allí el solus
Pater. Pues bien, digamos primeramente que suponer que sea ésta como otras esenciales cuestiones de
fe pudiesen ser resueltas en una de las principales capitales del ateísmo, como
es la aun hoy Cuba comunista, ingresa abiertamente en la tomada de pelo. El
segundo error a aclarar es que no es cierto que se haya tratado de una reunión
entre las dos iglesias pues el obispo Cirilo ni siquiera representa a la
totalidad de la rama rusa de la ortodoxa, una de las tantas en que se ha
dividido dicha religión, sin hablar por supuesto de la otra de
mayor prestigio y tradición que es la griega bizantina. A su vez debe agregarse que Cirilo
es un abierto representante de Putin que continúa con una tradición
inaugurada en el comunismo desde la época de Stalin: la de contar con una
iglesia adicta que permita proyectar hacia el Estado, en este caso el bolchevique,
el fervor religioso propio de tal colectividad a fin de favorecerlo en su
prestigio. Este fenómeno de utilización de tal factor por parte del poder
político es antiquísimo en la historia de la religión cristiana y es conocido
como el cesaropapismo. Se trata en este caso de un Estado ateo que, en vez de
perseguir a la religión como sucede habitualmente en tales casos, la confisca
para sí y utiliza en provecho propio reservando las persecuciones, las que
suelen ser muy feroces, en cambio tan sólo a aquellos sectores de la misma que
no les resultan adictos y respecto de los cuales en Rusia especialmente hay una verdadera iglesia de las catacumbas que combate silenciosamente y desde
décadas a la tiranía comunista y hoy putiniana. Existen al respecto vergonzosas
imágenes públicas del obispo Cirilo rindiendo homenajes cuasireligiosos a la
figura del asesino Putin. A su vez no es verdad que en casi mil años no se haya
reunido jamás un representante de algún sector de la ortodoxia rusa con el jefe
del catolicismo. Sin ir muy lejos en la historia deben recordarse una serie de
encuentros frecuentes efectuados durante la década del 50 del pasado siglo
entre el anterior papa Pío XII y el representante principal de la iglesia
ortodoxa rusa en el exilio en la cual se pusiera en claro nítidamente el grado
de persecución religiosa existente bajo la tiranía comunista y el repudio
pertinente a la pseudo iglesia oficial amparada por Stalin.
Resulta curioso y debe encuadrarse en el marco del actual aggiornamento de la iglesia católica que
hoy en cambio el encuentro se efectúe con la iglesia ortodoxa representante del
régimen de Moscú en la colonia comunista cubana y no, tal como hiciera en su
momento el anterior papa, en Roma y con un exponente de la auténtica, es decir
de aquella que mantiene la independencia y contraste ante el Estado
bolchevique.
Pero hay un motivo adicional que nos permite calificar a esta reunión a todas luces como payasesca. Resulta ser que en el mismo momento en que la
misma se efectuaba, en la ciudad de Ginebra en Suiza, los representantes de las
23 principales naciones incriminadas en la guerra civil siria no lograban
llegar a un acuerdo sobre la manera en que tienen que confrontar contra el
principal enemigo que les quita el sueño, es decir el fundamentalismo islámico,
en sus dos principales expresiones, el ISIS y Al Qaeda en sus distintas
denominaciones. Al respecto es de recordar que dos son las tácticas opuestas
que se quieren implementar. O la lucha pasa por sacar del medio a quien se
reputa como la causa principal de que hoy el fundamentalismo prospere, en este
caso el gobierno tiránico de Assad, o por el contrario la misma se lleva a cabo
fortaleciéndolo al considerarlo, en razón de su perseverancia y falta de
escrúpulos en contra de dicho enemigo, como la mejor garantía para hacer frente
al problema. Esto recuerda la situación latinoamericana cuando se trataba de
confrontar en el siglo pasado con el enemigo al cual se reputaba como el
principal. En algunos casos se decía que era el gobierno militar fuerte con sus
acciones represivas el que lograba desbaratar al marxismo, pero otros en cambio
decían que tales represiones por el contrario daban excusas a los
representantes de dicha ideología para prosperar y encontrar prosélitos. Lo
ideal era en cambio la democracia que le quitaba al marxismo motivos para ser
violento y hasta podía convertir a sus representantes en pacíficos y
participativos. Esta segunda táctica es la que ha triunfado ahora con las
distintas democracias coloniales que hoy tenemos en América en donde marxistas
y liberales participan por igual y solidariamente de un mismo sistema de opresión.
En el caso de Siria aquí el que defiende al gobierno fuerte de mano dura, como
es Assad, es Rusia y su socio regional Irán, en cambio los que apuestan por un
gobierno democrático son los EEUU, Europa y sus aliados regionales como Arabia
Saudita y Turquía. Y esta desinteligencia táctica, a pesar de la coincidencia
esencial en combatir ambos al mismo enemigo, ha llevado a los dos principales
protagonistas a confrontar duramente entre sí terminando por favorecer al
que se quiere combatir. En tanto Rusia defiende a Assad se ha dado el caso de
que terminara bombardeando a los rebeldes moderados y democráticos y esto ha
hecho que los EEUU la acusaran de estar así beneficiando al Estado Islámico al
quitarle del medio una fuerza que compitiera con ella en la lucha en contra del
déspota sirio. Un argumento similar es dado por los rusos quienes afirman que
los EEUU son los que han organizado al Isis para terminar con el gobierno de
Assad que es el único que puede hacer frente al fundamentalismo en manera
eficaz.
Ha sido para poner paños fríos a este conflicto que los dos
representantes ‘religiosos’ de ambas potencias, la occidental y la oriental, se
han reunido en Cuba en donde quedó en claro que, lejos de debatirse cuestiones
religiosas milenarias, el acuerdo principal versó sobre un llamado conjunto a
unir fuerzas en contra del fundamentalismo islámico con la excusa de que
estaría produciendo una gran matanza de cristianos. Lo cual resulta paradojal
desde cualquier punto de vista que se lo mire. En primer lugar porque no se ha
dicho ni una sola palabra respecto del genocidio verdadero que los gobiernos
que los patrocinan, sea el ruso como el yanqui, efectúan respecto del pueblo
sirio, incluyendo entre éstos a muchos cristianos, el cual en cuanto a cantidad
de civiles muertos por distintos bombardeos ya alcanza los 200 mil. Y la
segunda paradoja es que tal protesta por la muerte de cristianos sea hecha
justamente en el lugar en donde se produjo una de las peores persecuciones que
sufriera el catolicismo en el siglo XX (1), sin por supuesto hacer alusión
alguna a tal cosa. Pero amén de lo grotesco de tal reunión, la que solamente
puede conmover a un periodismo muy ingenuo o de parte, como el que tanto abunda
en nuestros días, la realidad es que descreemos que pueda salir de allí algo
más importante que una mera y declamatoria declaración. Suponer que quien ha
sido incapaz de impedir que en una nación preeminentemente católica se aprobase
la ley de matrimonio homosexual promovida por un patán como Kirchner cuando era
diputado y Bergoglio arzobispo de Buenos Aires, pueda ahora lograr constituir
un frente en contra del Estado Islámico, ingresa al terreno de la fantasía y
burla (2). Pero en fin, recordemos que vivimos en el continente en donde se
inventó la literatura fantástica; no es de extrañar entonces que sea aquí donde
se produzcan las cosas más inverosímiles.
(1) Sobre el tema de las matanzas de cristianos bajo el régimen cubano
aun no se ha escrito una obra precisa sobre el tema. Nos queda sin embargo el muy
valioso testimonio de Huber Matos, antiguo colaborador de Fidel Castro en la
revolución de Sierra Maestra que fuera condenado a 20 años de prisión, quien
relatara haber escuchado y visto incalculables casos de presos que eran
fusilados al grito de ‘Viva Cristo Rey’. Recordemos, para evitar suspicacias,
que Matos era masón y no especialmente simpatizante de la causa católica. Puede
verse al respecto su autobiografía ‘Cómo llegó la noche’.
(2) Es de recordar cómo el proceso que llevó a la aprobación de tal ley
por parte del parlamento argentino ingresa abiertamente en el terreno de lo ridículo,
digno también de la literatura aquí mentada. Resulta ser que nadie, salvo la
comunidad gay y un pequeño grupo de diputados izquierdistas quería esa ley,
pero sucedió que quien en ese entonces se desempeñaba como jefe de bancada de
los diputados del gobierno, el ex presidente Kirchner, cuando gobernaba su esposa, se
enteró de que desde sectores de la
Iglesia se decía que era manejado por su mujer. Como el
aludido era una persona sumamente pendiente de la opinión ajena, quiso darles una
gran lección y puso a la totalidad de los diputados de su bloque a favor de esa
nueva ley. Ante esta situación la
Iglesia de Bergoglio tuvo la oportunidad de evitarla juntando
firmas para la realización de un plebiscito que habría bochado vastamente tal
iniciativa debido a que entre la comunidad era repudiada masivamente. Pero lo
gracioso, cuando no dramático del tema, fue que simultáneamente con decirse que
el pueblo no estaba capacitado para opinar sobre cuestiones tan complejas como
lo relativo a la diversidad sexual (es decir, un buen sofisma para evitar una
segura derrota electoral que en cambio no se aplica cuando las encuestas dan a
favor), se manifestó que en tal caso solicitarían también que la comunidad votara
si el Estado tiene que seguir subvencionando a la iglesia católica. A tal
respecto la consigna habría sido: ‘más hospitales y escuelas y menos curas’, lo
que habría producido un éxito lo mismo de seguro que el del antes aludido
plebiscito, ya que un pueblo, que habría sido esta vez idóneo en temas
relativos a la existencia de lo trascendente aunque no en cuestiones de
homosexuales, resolvería por lo primero. Ante este grave peligro fue que
Bergoglio renunció al pedido de plebiscito y terminó aceptando la ley.
Marcos Ghio
14/02/16