lunes, 23 de septiembre de 2013

RAMÍREZ: EL DERECHO SUPERIOR DE MANDAR

EL  DERECHO  SUPERIOR  DE  MANDAR

    

   Los recientes acontecimientos en Siria nos plantean la pregunta relativa a la validez del pomposamente llamado derecho internacional que para sus cultores tendría su máxima expresión en la Organización de la Naciones Unidas creada después de la segunda guerra mundial. Durante esos años Julius Evola escribió; “…lejos de ser < neutral>,  el < derecho internacional> de la edad más reciente ha sido el dócil instrumento de una política controlada por las naciones democráticas…”.
     Desde entonces ha pasado el tiempo y las cosas se han agravado con el agregado que hoy día las naciones democráticas de las que nos hablaba Evola se han reducido a cinco que tienen derecho de veto sobre cualquier resolución que tome el conjunto de las otras: EE.UU., Francia, Gran Bretaña, Rusia y China, aunque esta última  sería una burla llamarla democrática.
     La gilada internacional cree que pueden existir normas jurídicas al margen de la política. Cree en los tratados, en las conferencias, en los acuerdos, y todos los días se derraman cataratas de verborragia sobre los derechos de los pueblos y de la humanidad. Se olvida que no hay un derecho abstracto, puro, neutro, que todo el derecho sea interno como internacional es político y está en función de intereses concretos y nada inocentes.
     Es así como se pretende resolver la situación siria a través de las Naciones Unidas invocando la paz mundial y otros deseos de la buena gente. Para que la situación se resuelva hay dos caminos que en realidad son uno solo: o el acuerdo de las grandes potencias o el creciente desarrollo del fundamentalismo islámico. Éste último desde hace doce años ha sido el verdadero impulsor de lo más importante que ha ocurrido y ocurre en la política internacional: Afganistán, Irak, Cáucaso, norte de África, Malí, Yemen, Egipto y otros lugares. En términos ajedrecísticos, es el que ha pateado el tablero y derrumbado toda la hipocresía del derecho internacional.
    Las Naciones Unidas guardaron silencio sobre la invasión a Irak. Nada dicen sobre el uso de los drones, apoyaron la invasión a Malí, guardan silencio sobre el golpe de estado  en Egipto. Todo esto significa el derrumbe de todos los presupuestos del derecho internacional si es que alguna vez existieron. Y si ahora muchos están preocupados por el tema de los gases tóxicos, es por el temor de que puedan ser usados en sus propios territorios.
     Frente a todo esto surge en el horizonte la posibilidad de un nuevo derecho, el de los que legítimamente  tienen derecho a mandar, porque su mando se fundamenta en la Tradición, en un derecho asentado  sobre la metafísica y la religión, todo lo contrario del derecho moderno que defiende intereses materiales y privilegios de grandes potencias o de sectores de las finanzas y de la usura.
     Frente a la falsa legalidad del mundo moderno se alza la ley de la Tradición hoy día representada por los emiratos islámicos que van surgiendo en el mundo. Ellos sí tienen el derecho eminente y legítimo de mandar y hacer la guerra.

San Carlos de Bariloche, 10 de septiembre del 2013.

JULIÁN  RAMÍREZ
   



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