martes, 24 de diciembre de 2013

RAMÍREZ: A PROPÓSITO DE LA MUERTE DE MANDELA

CUANDO  EL CHANCHO  APLAUDE  HAY  QUE  PREOCUPARSE


     Con motivo de la muerte de Nelson Mandela se desató en todo el planeta una verdadera catarata de exaltación y de elogios  de su figura. De todas partes del mundo llovieron homenajes en una forma tan poco común que no deja de causar asombro. Allí están en una posición idéntica Obama, Clinton, el Papa, la monarquía británica, las Naciones Unidas. Merkel, presidentes y primeros ministros, congresos y parlamentos, intelectuales y periodistas;  casi nadie se privó de exaltar la figura de Mandela. Hasta un periodista de mi país lo divinizó poniéndolo a la par de Jesucristo.
     Como estamos poseídos por el demonio de la crítica, no podemos menos que preguntarnos a qué se debe todo esto, máxime en un mundo moderno sumido en una constante involución y traccionado por tan diversas fuerzas. Vemos entonces que hay coincidencia en  poner de manifiesto la lucha de Mandela por la democracia, la libertad, la igualdad, la fraternidad, el pacifismo y los derechos humanos: todas ellas banderas de este mundo moderno, ya en sus últimos y oscuros tiempos de decrepitud. El funeral de Mandela debe ser el anticipo del funeral de la modernidad. El aplauso de tantos chanchos es el digno homenaje a quién supo interpretarlos.
     Alguien podrá decir que los chanchos pueden equivocarse, pero en este caso  es tanta la unanimidad en defender a su prócer y exaltarlo, que estamos más cerca de creer que Dios ciega a los que quiere perder.
     Y veamos ahora el tema del “apartheid” cuya eliminación sería otra de las grandes realizaciones de Mandela. En principio somos contrarios a la mezcla de razas. Creemos que cada etnia debe mantener su religión, su idioma, su cultura, sus usos y costumbres, sus normas éticas y morales, el apego a su tierra, pero conforme a las doctrinas tradicionales todo ello debe estar subordinado y orientado a una idea superior, es decir al Imperio Tradicional que es lo contrario de imperialismo. Este último fue el practicado por los ocupantes holandeses e ingleses que se fueron estableciendo en Sudáfrica con el espíritu del protestantismo, imbuidos de aquello de que Dios favorece al que junta riqueza material, lo contrario de la concepción católica. El apartheid que establecieron estuvo presidido por esa orientación economicista que marca el moderno colonialismo, y Sudáfrica no escapó a ello y conservó para las minorías de raza blanca el control del poder material pese a que tuvo que ceder el gobierno político. La respuesta fue fatal, o sea la derogación del apartheid y el establecimiento de la democracia- Ambas alternativas son falsas. La doctrina tradicional tiene la solución superadora de ambas: ni mezcla de razas ni indiferenciación promiscua; ni racismos biológicos ni despersonalización en la masa.  Tenemos que caminar por el angosto filo de una montaña. El abismo acecha a ambos lados.

San Carlos de Bariloche, 10 de diciembre del 2013.


JULIÁN  RAMÍREZ           

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me alegró ver un artículo con una visión inteigente del tan tardío fallecimiento del negro asesino mandela.
Lamento discrepar en lo dicho sobre Sudáfrica. Los Blancos nunca colisionaron con los negros pues ocuparon la costa mientras aquellos vivían al interior donde podían alimentarse sin trabajar. Al descubrirse oro y diamantes llegaron los 'elegidos' que crearon todos los conflictos raciales, sociales y principalmente económicos originando la leyenda negra contra los Blancos.