lunes, 4 de agosto de 2014

RAMÍREZ: PÉRDIDA DE LA CAPACIDAD BÉLICA DEL HOMBRE MODERNO

PÉRDIDA  DE  LA  CAPACIDAD  BÉLICA  DEL  HOMBRE  MODERNO


     La aptitud del hombre frente a una circunstancia límite como es la guerra tiene diversos tipos de reacciones. Es muy distinto el comportamiento del hombre tradicional que el del hombre moderno. Este último está dominado por las sugestiones del mundo moderno que lo llevan a comportarse en forma material, corporal y física. Ello se observa recorriendo las guerras que se sucedieron a lo largo de la historia en los tiempos modernos, y así notamos que hoy día no encontraremos a nadie que esté dispuesto a dar su vida por la constitución, por las leyes o por la democracia.
     El espíritu burgués hoy reinante lleva al hombre moderno a considerar a la vida como el bien más preciado. Hay que gozarla, buscar el placer corporal, consumir y pasarla bien. Se trata de no hablar de la muerte y cuando alguien se refiere a ella se mira hacia otro lado y se sigue en la misma senda. Ya no hay una reflexión religiosa o existencial sobre ella y el más allá no existe.
     Toda una prédica pacifista invade el mundo. Los llamados a la paz se multiplican. Gobernantes, políticos, intelectuales, docentes, periodistas, medios de comunicación, jefes religiosos como el Papa, coinciden en esto: paz, paz y paz. No se les cae otra palabra de la boca.
     Pero como la realidad se impone,  las guerras son como las brujas: no creo en ellas, pero que las hay las hay.
     Frente a este panorama, ¿qué hace nuestro buen burgués? Cuenta con las fuerzas armadas profesionales de su país, con mercenarios bien pagos y con una descomunal tecnología bélica en todo lo que confía puesto que él no está dispuesto a jugarse el pellejo. Para eso están los drones y los misiles y los grupos de comandos especializados, y que la guerra se haga en otros países, Con estas condiciones nuestro buen burgués duerme tranquilo, goza de la vida, consume y la guerra transcurre en otro planeta, considerándola como algo ajeno a su vida. O sea que confía totalmente en fuerzas materiales conformes al espíritu burgués que guía sus acciones.
     En oposición a este tipo humano se alza el guerrero heroico y tradicional, que considera que hay cosas por las cuales vale la pena vivir y morir. Que sabe que esta vida es un tránsito a lo que es más que vida, y entonces la acción bélica adquiere una dimensión trascendente en la cual lo espiritual se sobrepone a lo material. Frente a este tipo de guerrero heroico nada tiene que hacer el hombre moderno.
     Nietzsche decía con razón que las guerras religiosas son las más importantes porque demuestran que los pueblos todavía creen en causas superiores.
     Hoy tenemos el privilegio de asistir a guerras con fundamento religioso por una de las partes, mientras que sus opositores solamente cuentan con un sustento material y tecnológico. Las grandes masas de hombres modernos no sospechan lo que puede venir.

San Carlos de Bariloche, 29 de julio del 2014.

JULIÁN  RAMÍREZ


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