martes, 28 de febrero de 2012

MALVINAS Y EL DEBATE ENTRE IZQUIERDAS

Días pasados se anunció que se había redactado un documento firmado por 17 ‘intelectuales’ argentinos sobre la cuestión Malvinas que nos ofrecía una posición ‘alternativa’ a la formulada sea por el actual gobierno como hace 30 años por el de Galtieri por el que se sostenía la necesidad de recuperar la soberanía de tal archipiélago apelando una vez más como en aquel entonces a la movilización popular.
Acotemos que, a pesar de toda la alharaca suscitada anticipadamente, el documento no se ha hecho finalmente público del todo en tanto que no ha tenido aun la formalidad de un acto de lanzamiento del mismo, sino que se ha tan sólo publicado por Internet en la búsqueda de mayores adhesiones o para de algún modo tantear en forma anticipada la opinión de la gente.
Digamos al respecto que, a pesar de autotitularse como un texto alternativo, de su lectura atenta no surge del mismo ninguna novedad de perspectiva, sino que simplemente su utilidad reside en que, teniendo en cuenta la identidad ideológica de la mayoría de los firmantes, el mismo pone en mayor evidencia una de las características que siempre ha tenido un cierto sector de la izquierda que debate acaloradamente en contra de otro grupo de ‘intelectuales’ de la misma orientación que hoy defiende calurosamente todas las políticas de este gobierno y en este caso su actual reivindicación de la soberanía de Malvinas. Y es bueno resaltar aquí algo que hemos manifestado en otras oportunidades en el sentido de que el grado de profunda decadencia y descomposición en que se encuentra la sociedad argentina ha hecho que los conflictos que siempre tuvo la izquierda desde sus mismos orígenes y que en otros tiempos ocuparan a cenáculos restringidos e incluso clandestinos de universitarios y de ambientes bohemios y carbonarios hoy en día se nos presenten como una profunda confrontación de ideas que dividiría a la sociedad argentina en su conjunto y ante la cual estaríamos todos obligados a tomar posición por unos u otros. De este modo tenemos que el único debate intelectual que hoy existe es entre izquierdistas y que la derecha hoy sea una ausente total en el mismo por diferentes razones, alguna de las cuales la hemos mencionado en oportunidades muy recientes.
Para aclarar cualquier confusión de las que hoy están a la orden del día digamos que la izquierda en sus diferentes variables, sea liberales como marxistas que arrancan desde la Revolución Francesa, es aquella corriente de pensamiento que cree de manera dogmática que la humanidad evoluciona de lo que es inferior a lo superior y que por lo tanto el mundo marcha necesariamente hacia el progreso consistente en el reino de la democracia y la igualdad universal en un contexto en el cual, de acuerdo a las dos clases que fundan a tales ideologías, la economía y el desarrollo tecnológico representarían el destino obligado de las personas y el fin último de la historia. Ahora bien la izquierda se encuentra dividida por razones tácticas desde hace mucho tiempo con respecto a las posturas que debe asumir en la historia a fin de lograr que tal meta que para unos es el comunismo o sociedad sin clases y para otros el reino de la democracia absoluta, llegue a consumarse. Por un lado tenemos a la izquierda doctrinaria que considera que en tanto el progreso hacia el que el mundo avanza es fatal e irreversible, nuestra actitud debe consistir en acompañar a aquellas naciones que estuviesen más cerca de consumar tal ideal con independencia del país en el que uno se encuentre. Así pues sea Marx en Europa, como Sarmiento en nuestro suelo apoyaron la causa de las naciones colonialistas en contra de los movimientos de liberación nacional en tanto que mientras que las primeras representaban el estadio más avanzado del capitalismo y por lo tanto del ‘progreso’, estos últimos, en tanto se desarrollaban en países atrasados y sin proletariado industrial, eran en cambio de carácter retrógrado y medieval. Y fue justamente en referencia a la causa de Malvinas que Sarmiento aplaudiera calurosamente la invasión británica con esta famosa frase: “Seamos francos, esta invasión favorece al progreso”. Carlos Marx perfeccionaba tal concepto a través de su famoso apotegma escrito en el Manifiesto Comunista de que ‘los proletarios no tienen patria’, en tanto que una vez más la idea de patria es retrógrada y oscurantista mientras que los intereses de clase son en cambio universales y progresistas. Ahora bien estos 17 intelectuales liberales y marxistas sin patria, representantes del sector doctrinario contrapuesto al populista del que hablaremos, fieles a tal idea sarmientina manifiestan que en realidad son los kelpers los que, en tanto hace más tiempo se encuentran en estos territorios que muchos de nosotros descendientes de inmigrantes de primera o segunda generación, tienen más derecho a la autodeterminación y a resolver a qué nación pertenecer. De profundizarse tal idea en un mañana los habitantes de Santa Cruz que están allí desde la misma fundación de tal provincia, por ejemplo, podrían por plebiscito resolver dejar de ser argentinos y nosotros lo deberíamos aceptar en tanto que el derecho a la autodeterminación de un grupo, que, tal como nos recuerdan los aludidos, está amparado en los tratados internacionales aceptados por la deletérea reforma constitucional de 1994, está por encima del derecho a la soberanía nacional e integridad territorial que tiene el resto de los habitantes de un país. Es decir que en el caso de los kelpers, por el mero hecho de estar habitándolo, 3000 descendientes de colonos usurpadores tendrían más derecho a resolver sobre la soberanía de un territorio que 40 millones de argentinos. Recordemos que fue en razón de un criterio economicista semejante que la provincia de Texas por un plebiscito resolvió dejar de ser mejicana para hacerse yanqui y en un mañana alguna región patagónica con pocos habitantes, tras ser colonizada aluvionalmente por alguna comunidad extranjera, podría alegar, de acuerdo a los tratados internacionales a los que adhiriera nuestra actual Carta Magna, querer dejar de ser argentina de la misma manera que los territorios que hoy componen Israel dejaron de ser palestinos en razón de una colonización semejante. Pero los doctrinarios quieren desarmar a sus adversarios, los populistas, con otro argumento de mayor peso. Recordemos que los populistas no difieren en cuanto a los objetivos de los doctrinarios, sino que expresan que, en razón de poder atizar la lucha de clases y lograr ellos también la meta del paraíso bolchevique de manera más rápida y salteando etapas, pueden aprovecharse de ciertas contradicciones como ser el nacionalismo de una nación oprimida en contra de una opresora a fin de terminar así de manera más rápida y no tan escalonada y evolutiva con los egoísmos propios del capitalismo rapaz y depredador. Al respecto su interés actual por el tema de Malvinas es por las riquezas que se acaban de descubrir, tales como las ictícolas y petrolíferas y en ello se habría comprometido seriamente Gran Bretaña a fin de sobrellevar las dos grandes crisis energéticas y de alimentos que hoy la afligen. Los doctrinarios tranquilizan a los populistas manifestando que nuestro actual problema no es la falta de recursos (nuevamente Sarmiento era quien decía que el mal de la Argentina era el territorio excesivamente extenso) y que en última instancia podríamos aprovechar el desarrollo que tendrán los kelpers con las explotaciones británicas. Ahora bien doctrinarios y populistas sin embargo, a pesar de toda su gran retórica y eso que aun no se ha publicado el aludido adefesio de los 17, comparten sin embargo que el único camino posible es el de la paz y el diálogo con los británicos, los doctrinarios agregarían que también habría que invitar a los kelpers reconociéndoles las soberanía.
Una derecha por contraste con las dos expresiones de la izquierda debería sostener que la causa de Malvinas no es económica sino espiritual, dimensión por cuya carencia, en tanto las dos ideologías gemelas, burguesas y proletarias la ignoran olímpicamente, debe llevarlas por igual a compartir un pacifismo caduco. Nosotros del 2 de abril más que reivindicar la soberanía sobre las Malvinas lo hacemos en cambio con la guerra de Malvinas. El enemigo británico no es para nosotros un enemigo económico, sino cultural y político. El sistema de vida moderno en sus dos vertientes expresadas paradigmáticamente por Inglaterra a lo largo de toda nuestra historia es lo que debemos abatir. El 2 de abril inauguró una profunda batalla cultural en nuestro suelo en ocasión de la guerra de Malvinas. La misma pasaba desde un combate contra la lengua inglesa inserta en gran parte de nuestras expresiones, contra su música decadente, su moral y costumbres arraigadas entre nosotros, de la misma manera que contra su protestantismo expresado en las mil y una sectas que pululan en nuestro ambiente. Malvinas es pues el símbolo de nuestra reconquista como nación y la derrota recibida, ocasionada principalmente por un mando militar que no supo estar a la altura de las circunstancias que había originado pero que lo habían superado con creces, es el verdadero origen de nuestro gran proceso de decadencia hoy acelerado en estas dos expresiones de la izquierda que debaten entre sí. Y con respecto al problema de los kelpers una derecha debería sostener, en contraste absoluto con lo que sostiene la izquierda, que representó un grave error en la guerra de Malvinas haber querido seducirlos, concordando en esto con todas las expresiones de la democracia caduca que han venido luego, incluyendo al grupo de los 17, cuando eran apenas 2000 es decir menos que ahora; que siguiendo una antigua tradición británica implementada con los boers en Sudáfrica, deberían haber sido expulsados de tal territorio pues su presencia fue la de verdaderos quintacolumnistas de la invasión extranjera.
Una derecha debería sostener en la actualidad, lejos del pacifismo, la necesidad que tiene nuestro país de armarse adecuadamente a fin de poder en algún momento reconquistar nuestras Malvinas y de este modo hacerlo también con nuestra Nación.

Marcos Ghio

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado editor: su artículo es impecable y pone de relieve lo que otros calla:el distingo etnico anglosajón y el latino que motivas, entre otros aspectos la llamada "Hostilidad".Como en 1939, el caso Paso de DANZING NO FUE GEOGRÁFICO y ese es el error de querer plantear Malvinas como un conflicto territorial.En pocas palabras: "Yalta existe..mi general". Gral. Div.Reston a Galtieri, 15/06/1982. Como siempre sostengo: "cuando un País no identifica su ENEMIGO, es porque se encuentra en su INTERIOR". Gracias por su aporte.

Anónimo dijo...

Lo felicito por el artículo