lunes, 8 de junio de 2015

RAMÍREZ: A CONFESIÓN DE PARTE RELEVO DE PRUEBA

A CONFESIÓN  DE  PARTE  RELEVO  DE  PRUEBA

    
     En Europa Press del 24 de mayo pasado se recogen declaraciones efectuadas a la cadena CNN por el Secretario de Defensa de los EE.UU., Ashton Carter, que nos merecen algún análisis por provenir de un alto funcionario del gobierno yanqui, y ser difundidas por medios adictos a las fuerzas en lucha contra el fundamentalismo islámico y por lo tanto inobjetables.
     Dice la información que Carter acusó a las fuerzas iraquíes de Ramadi de dejar en manos del Estado Islámico la ciudad de Ramadi al demostrar una total falta de voluntad de lucha. Y agrega Carter:  “Podemos entrenarlos, podemos darles equipamiento, pero lo que no podemos hacer es inculcarles la voluntad de lucha, nunca estuvieron en inferioridad numérica…”
    Y nosotros agregamos: huyeron aterrorizados como conejos asustados sabiendo lo que les esperaba si caían prisioneros. Lo que no dice Carter pero no dudamos, es que estarán muy bien pagos.
    
     Esta es la moral de los peleles que la formidable coalición encabezada por los EE.UU. pretende organizar contra el Estado Islámico.
     En esta guerra, y en otras en curso contra la modernidad, no solamente se enfrentan dos concepciones antitéticas del mundo y de la vida, sino también dos morales distintas. Nietzsche ya nos había hablado de una moral de señores y de una moral de esclavos. La moral de señores es patrimonio de los yihadistas y de los mujahidines: sentido heroico y trascendente, prestos al sacrificio y a la entrega total, la muerte física como nacimiento a la verdadera vida. La moral de esclavos pertenece a los amantes de la vida física, al bienestar material, al confort, al consumismo y a las diversiones pasajeras con que la modernidad corrompe al hombre moderno. Y esta moral de esclavos no solamente pertenece a los que en el terreno enfrentan al Estado Islámico, sino también a las masas que pululan en nuestras sociedades y tiemblan de solo pensar en una guerra, siendo felices de pastorear en el corral en que se encuentran encerradas y satisfechas.
     Este miedo es el que está difundiéndose en Europa y en EE.UU. y se manifiesta en la oposición a enviar tropas terrestres para combatir al Estado Islámico y a las otras corrientes fundamentalistas. No les queda otra que recurrir impunemente a los cobardes ataques aéreos a cargo de miserables que saben que no tienen oposición en el aire o a controladores de los drones que sin riesgo alguno operan desde cómodas oficinas y dan órdenes desde sus despachos.
     Esos mercenarios que huyen despavoridos no son nada más que el último eslabón de la cadena del miedo en que crecientemente se hunde el mundo moderno.
     A este tipo de hombres se refería un político argentino, Arturo Jauretche,  a los que denominaba “batallón de empujadores” porque decían: “¡Animémonos y vayan!”.
     El mismo día 24 de mayo un despacho de la agencia imperialista Reuters titulaba: “Las tropas iraquíes ganan terreno en su contraofensiva para recuperar Ramadi”. Y agregaba declaraciones de un jefe tribal adicto al gobierno títere de Irak que decía: “La moral de los combatientes es elevada…”.
    ¿Ud. lector a quién le cree, al Secretario de Defensa de los EE.UU. o al mercenario irresponsable?
     De todas maneras agradecemos al Sr. Carter su sinceridad que habrá caído como un balde de agua fría sobre los miedosos.
     Entre estos últimos contamos también a todos esos euroasiáticos, identitarios, nacionalistas, neofascistas, que temerosos buscan cobijarse bajo el amparo del oso ruso.

San Carlos de Bariloche, 25 de mayo del 2015.

JULIÁN  RAMÍREZ    
    



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