lunes, 12 de octubre de 2015

RAMÍREZ: LOS FALSOS PROFETAS DE LA DECADENCIA

LOS  FALSOS  PROFETAS  DE  LA  DECADENCIA



     En estos últimos tiempos  la Internet y  las redes sociales se han visto invadidas de un amplio despliegue de predicciones sobre el futuro inmediato de la humanidad con pronósticos catastróficos de diversa magnitud. Esto último ha arreciado en las últimas semanas pronosticando para este mes de septiembre del 2015 toda clase de desastres de orden cósmico, geológico, climático, financiero, económico, bélico, político y social. En primer lugar, tratemos de aclarar la cuestión diciendo que no se tratan de profecías sino de algo muy inferior, es decir de predicciones. Profecía es una palabra que debe reservarse exclusivamente para lo que en los textos sagrados de las diversas religiones se refiere a un futuro y son de  indudable origen espiritual. Nos encontramos entonces frente a vulgares predicciones de origen humano y sin ningún fundamento serio de orden superior, y están  a cargo de falsos profetas y charlatanes.
     Ahora bien ¿cuál es el origen de todo esto? En principio se relaciona con el estado de decadencia e involución en que se encuentra la mayor parte de la humanidad, masas humanas que han perdido todo sentido trascendente del mundo y de la vida, toda orientación religiosa y que viven aferradas a lo material y al hedonismo, campo fértil para los falsos profetas. Estos personajes pueden formar parte de organizaciones más o menos ocultas, cuya existencia no negamos, y cuyos fines son varios pero concluyendo todos ellos en la difusión  del caos total para luego reorganizar a la humanidad sobre bases tecnocráticas y en un estado universal en donde las personas serán simples robots carentes de toda libertad. Para ello el primer paso es atemorizar, infundir miedo y pánico, hacer creer que nos encontramos frente a fuerzas imbatibles y todopoderosas contra las cuales es inútil luchar, fuerzas que controlan todo lo que pasa en el mundo, que organizan conspiraciones y guerras dónde y cuando quieren. Su éxito se basa en que masas, carentes de toda voluntad de luchar por algo digno, pueden ser fácilmente sugestionadas por tales influencias provenientes de los bajos fondos de la irracionalidad y del inconsciente.
     De ningún modo negamos la posibilidad de la ocurrencia de hechos catastróficos que siempre existieron y seguirán existiendo, pero lo que queremos señalar es la insistencia en sugestionar a las personas con ellos, como si fueran algo que nos determina y a lo que no podemos enfrentar, en someternos a esa fatalidad y ser esclavos de ella.
     Los que difunden tales predicciones se basan en hechos de pura naturaleza humana, astronómica, numerológica, astrológica, palabras de alguna personalidad o invocando referencias más o menos religiosas pero carentes estas últimas de alguna superioridad espiritual. El resultado de todo esto favorece la lucha de orden metafísico del caos contra el orden, y en términos taoístas, del “yin”, principio femíneo, contra el “yang”, principio viril.
     Lo más lamentable es que personas que se manifiestan católicas y nacionalistas caen en la difusión de estas tonterías, como por ejemplo las que en la Argentina se agrupan en el programa de “TLV1”. Actúan como verdaderos falsos profetas que habiendo perdido el rumbo, y encerrados entre el catolicismo güelfo y el nacionalismo estrecho no avisoran una superación  que solo puede aportar la Tradición en su más amplia expresión, tal como nos lo ha recordado Julius Evola. Por eso se la pasan inventando conspiraciones como considerar al fundamentalismo islámico como una creación de los yanquis y los sionistas.
     El tradicionalista italiano Atilio Mordini en 1958, plena época de la guerra fría, nos decía que había que mirar el mundo con ojos de eternidad y rechazar cualquier convivencia con el terror nuclear aunque sean pocos los que se salven. No a otra cosa apunta el dicho de Laotsé cuando en el “Tao-te-king” dice que el hombre trascendente permanece impasible aunque el cielo se desplome a pedazos.

San Carlos de Bariloche, 28 de septiembre del 2015.

JULIÁN  RAMÍREZ




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