miércoles, 2 de marzo de 2016

RAMÍREZ: NUESTRA ACTITUD FRENTE A LA ECONOMÍA

NUESTRA  ACTITUD  FRENTE  A  LA  ECONOMÍA



     En el mundo moderno la economía ha llegado a constituirse en lo más importante de la sociedad. Todo se mueve en torno a ella. Las preocupaciones diarias del hombre actual giran en torno al dinero, los gobiernos han privilegiado las cuestiones económicas por sobre cualquier otra actividad. Los temas relativos a tipos de cambio, inversiones, productividad, finanzas, reparto de la riqueza, movimiento de capitales, impuestos, precios, salarios, estadísticas, ocupan el más amplio espacio en las conversaciones y en los medios. El mundo moderno ha hecho propias las palabras de Lenin: "La economía es nuestro destino".
     Esto es lo que corresponde a la época de obscuridad y de tinieblas en que se vive, el Kaliyuga, en la cual la materialización está llegando a sus instancias finales, y la economía, que es pura materia, parece imponerse por sobre todo otro valor.
     Frente a todo esto se impone considerar cuál debe ser la actitud del hombre de la Tradición y de un movimiento tradicional en relación al conjunto de la economía. El maestro Julius Evola nos ha dado en su obra "Los hombres y las ruinas" claras orientaciones al respecto. Allí nos dice: "No es el valor de un determinado sistema económico, sino el de la economía lo que debe ser puesto en cuestionamiento." Y esto es así puesto que la economía debe estar totalmente subordinada a la política, pero no a cualquier política, sino a una concepción política tradicional, en la que tengan primacía y hegemonía valores espiritualmente superiores y heroicos y con la cual el Estado cumpla con su verdadero rol, que es ni más ni menos que conducir las almas hacia lo que es más que vida puramente material y física.
     Como bien se señala constantemente en esta radio, vivimos un proceso de guerra de civilizaciones,, enfrentamiento que nada tiene que ver con teorías geopolíticas al estilo de Huntington o Alexandre Dugin. Una de las tesis fundamentales de la geopolítica señala que el enfrentamiento histórico se daba entre potencias terrestres y potencias marítimas. Esta es toda una falsedad. Hoy vemos como se coaligan las potencias marítimas con las terrestres para enfrentar al fundamentalismo islámico. EE.UU., Rusia, Inglaterra, Francia y varios más, son potencias cuyos anti-valores son de orden primordialmente económicos contra quienes, como el fundamentalismo islámico, plantea una concepción del mundo y de la vida en la cual priman valores religiosos.
     La verdadera guerra es pues la del espíritu tradicional contra el mundo moderno, la civilización que defiende lo superior contra la civilización cuyas bases son las económicas y materiales. Así están planteadas las cosas pese a todos aquellos que no quieren verlas o miran hacia otro lado y que pretenden que con tal o cual programa económico cambiarán la situación.
     La actitud del hombre tradicional frente a la economía debe ser totalmente distinta, con la subversión no se transa, y entrar a discutir sobre problemas económicos es totalmente superfluo si no se anteponen valores superiores que sean llevados adelante por quiénes los encarnen, organizados en una Orden heroica, viril y guerrera.
Pero esto de ningún modo significa estar desconectados de la tierra y ésa es la verdadera función del verdadero Estado: servir de puente, y el mismo Evola nos marca dos orientaciones generales que pueden transitar ese puente. La primera es la austeridad, o sea el anticonsumismo, prescindiendo de todo lo inútil que nos ofrece materialmente el mundo moderno, y que diariamente a través de una apabullante publicidad nos invita a comprar para así lograr la "felicidad".
     La segunda orientación nos invita a buscar la máxima autarquía posible, vivir con lo nuestro, con nuestros recursos, sin andar mendigando por el mundo préstamos y capitales que nos endeudarán cada día más con la consiguiente subordinación a los prestamistas.
     Agreguemos una tercera orientación: lucha implacable contra la usura en sentido amplio. El combate contra el interés de un préstamo dinerario, sea del 1% o del 100%.
     La lucha contra la usura formó parte de lo mejor de nuestra civilización durante el Medioevo del ecúmene cristiano. La destrucción del Sacro Imperio Romano Germánico y el protestantismlo abrió las puertas a esa patología que hace creer que el dinero produce dinero porque sí. Hasta la misma Iglesia Católica que combatió la usura hoy guarda silencio y la tolera cuando no la practica.
     Fnalmente, la lucha contra la democracia es otra orientación a seguir. La democracia es el mejor vehículo para sostener el reino de la economía. Se vota con el bolsillo: cuando está lleno, por el que gobierna; cuando está flaco por el demagogo que más promete.



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