lunes, 6 de junio de 2016

RAMÍREZ: UNA GRAN MENTIRA MODERNA: LA SUPREMACÍA DE LA VIDA FÍSICA

UNA  GRAN  MENTIRA  MODERNA:  LA  SUPREMACÍA DE  LA VIDA  FÍSICA

     En tren de analizar las mentiras de la sociedad moderna hoy nos ocuparemos de la desmesurada importancia que se da a la defensa de la vida terrenal como si fuera lo más importante en la existencia.
     Todos los días nos enteramos de llamados a su defensa. Tanto instituciones religiosas - incluídos el mismo Papa Francisco - como sociedades civiles y personalidades de las más diversas tendencias e ideologías compiten en demostrar quien lo hace mejor. Todo ello va unido a constantes llamados a la paz invocando un pacifismo llorón y sentimental ya que la guerra siega muchas vidas. No hay héroes guerreros y se critica que los niños se entretengan con juguetes que tengan relación con alguna fantasía bélica.
Se supone que un policía por el solo hecho de serlo esté inclinado a matar, que las FF.AA. son instrumentos de toda inclinación a la muerte, que el servicio militar obligatorio prepara militares que se dedicarán al daño contra la vida, y hasta  las organizaciones de boys scouts preparan enemigos de la vida y de la paz inculcando el militarismo. A todo esto no escapa la aversión hacia los uniformes, los desfiles con tono marcial y las marchas militares.
     Nos encontramos frente a una ideología sostenida principalmente por el marxismo cultural y por el progresismo cuyo objetivo es la destrucción de la sociedad civil y que se ha difundido desde Gramsci y la "escuela de Frankfurt". La negación de toda realidad sobrenatural ha llevado a la hipervaloración de la vida natural, física y biológica y frente al hecho fatal de la muerte se mira hacia otro lado como si no existiera, como si fuera una pesadilla pasajera frente a la cual es mejor divertirse y pasarla bien. Preguntando a una persona que pensaba hacer después de la muerte, me contestó: "cuando llegue el momento lo pensaré." Esta es la actitud del hombre moderno.
     Muy otra es  la concepción del espíritu tradicional. Desde el punto de vista tradicional la vida física es un tránsito durante la noche en medio de la obscuridad, y aquí estamos para en su transcurso construir la posibilidad de la inmortalidad, que no es don gratuitamente otorgado a todos, sino a unos pocos. Como se decía: "la vida en la tierra es milicia", es lucha y combate para ganar lo que es más que vida, de esta forma muriendo se vive. Santa Teresa de Jesús decía alentando a los varones de su época: "ya no durmáis, ya no durmáis, que no hay paz sobre la tierra." La vida a la que aspira el hombre moderno es la burguesa, placentera y consumista, que en realidad es la paz de los sepulcros, ama esa vida que en realidad es la verdadera muerte.
     La verdadera vida es la de los que han salido de la caverna del mito platónico: los héroes, los santos, los mártires, los kamikazes, los shahid, los caídos en la guerra santa o en las Cruzadas o combatiendo en las órdenes de caballería de nuestro mejor medioevo y los samurais. También alcanzan la verdadera vida los contemplativos que en la Tradición siguen esa vía, pero el tratamiento de  esa alternativa escapa a la brevedad de esta nota.
     Lo dicho hasta ahora respecto de la negatividad de los defensores de la versión moderna de la vida tiene su aspecto positivo. Consiste en que con su mentalidad vitalista y pacifista debilitan todo espíritu de lucha contra los verdaderos guerreros de la Tradición. Por defender su vida terrenal no quieren arriesgarla en ningún tipo de enfrentamiento contra quienes consideran que la vida futura es la más importante, facilitando así las tareas de estos últimos. Que la guerra la hagan los mercenarios y que se usen bombardeos y drones pero ni pensar en ir ellos. "Animémosnos y vayan" decía un pensador político. Es que la defensa de la vida física es producto de la cobardía implícita en la vida de los modernos y eso los matará. "Quien quiere salvar su vida la perderá", dice la sentencia evangélica.
     Ningún moderno defensor de la vida terrestre la va a entregar en defensa de la democracia, de los derechos humanos, de la constitución o de la civilización. En cambio hoy día tenemos el maravilloso ejemplo de quienes en el fundamentalismo islámico lo hacen por su religión, convencidos, como lo estamos nosotros, que así superan la muerte y logran la inmortalidad.
     "Si ganas tendrán la tierra, si pierdes ganarás el cielo; de todas maneras triunfarás", dice el Bhagavad Gîta" en la epopeya hindú Mahabarata. Eso es lo que metafísicamente enseñan todas las tradiciones en contra de lo sostenido por los últimos hombres.

San Carlos de Bariloche, 25 de abril del 2016.

JULIÁN  RAMÍREZ
    




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