jueves, 27 de marzo de 2014

A SETECIENTOS AÑOS DE LA EJECUCIÓN DE JACQUES DE MOLAY

A  SETECIENTOS  AÑOS  DE  LA  EJECUCIÓN  DE  JACQUES  DE  MOLAY
  

     
El 18 de marzo se cumplieron 700 años de la ejecución en la hoguera del Gran Maestre de los Templarios Jacques de Molay, que tuvo lugar en Paris en el año 1314.
     Algunos preguntarán qué importancia tiene recordar un hecho ocurrido tantos siglos atrá. El hombre moderno que vive permanentemente el devenir y el presente ignora totalmente la génesis del mundo moderno, y por lo tanto sufre los efectos porque no conoce las causas que los provocaron, ha perdido la concatenación de los hechos que a través de causas sucesivas han conducido a la situación de disolución y caída terminal de la civilización moderna.
     La Orden de los Templarios fue la más notable orden de caballería de nuestro mejor medioevo compuesta por monjes guerreros que en vez de dedicarse a la contemplación se esforzaban en la guerra, pero no en cualquier guerra, sino en la guerra santa. Gran inspirador de ella fue San Bernardo de Claraval que en su opúsculo titulado “Elogio de la nueva milicia” dijo de ellos: “ El nuevo género de milicia no conocido en los siglos pasados, en el cual se dan a un mismo tiempo dos combates con un valor invencible…¿quién no se pasmará por una cosa tan admirable y tan poco usada como ver a uno y otro hombre poderosamente armado de estas dos espadas…? Estando fortalecido con estas dos suertes de armas no teme ni a los demonios ni a los hombres…no teme a la muerte puesto que está dispuesto a morir… ¡Qué seguridad hay en la vida que espera la muerte sin temor ninguno!...la muerte que se da o recibe por amor de Jesucristo, muy lejos de ser criminal, es digna de mucha gloria…Así el soldado de Jesucristo mata seguro a su enemigo y muere con mayor seguridad”.
     Estas tremendas palabras de San Bernardo, que a muchos parecerán insólitas hoy dia, resuenan como un eco de lo que fue la Cristiandad y dentro de ella la Orden de los Templarios, monjes guerreros que aunaban el espíritu y la materia en una misma cosa: la guerra santa.
     El bárbaro ajusticiamiento de Jacques de Molay puso fin a la Orden y, ¿quiénes fueron los responsables? El rey de Francia Felipe IV El Hermoso  y el Papa Clemente V que se asociaron para exterminarla. Dos grandes subversiones se abrían camino. Por un lado el estado moderno y laico fiel a sus apetitos materiales y por el otro el catolicismo güelfo con su pretensión de monopolizar el poder espiritual. Todo lo que vino después fue la consecuencia de una sucesión de causas y efectos: Renacimiento, Reforma, racionalismo, masonería, liberalismo, democracia, marxismo, ateismo.
          Conforme a los grandes maestros Evola y Guénon somos fieles al criterio de que hay que partir de los principios de la Tradición y máxime en estos tiempos. Toda concesión o transacción con el mundo moderno resulta fatal. Lo ocurrido hace 700 años resuena en nuestros días. Lo lejano está presente. Es una equivocación pensar que la Tradición fue el pasado y el mundo moderno es el presente; la Tradición siempre es, y es lo que válido en todo lugar, para todos y para siempre.
     El espíritu que animó a los templarios y que se intentó  suprimir con el asesinato de Jacques de Molay no ha muerto, es eterno presente.
     En estos tiempos del Kaliyuka, de confusión, de degradación y tinieblas, los monjes guerreros están ya afilando sus espadas.

San Carlos de Bariloche, 18 de marzo del 2014.

JULIÁN  RAMÍREZ

    









     

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