lunes, 31 de marzo de 2014

UCRANIA: ¿HA REGRESADO A EUROPA LA TERCERA VÍA?



Desde hace al menos unos 25 años venimos sosteniendo casi en soledad que, luego de que la Tercera Vía fuera derrotada en 1945, la misma había finalmente regresado, pero esta vez no en el continente europeo, sino en el Asia y más específicamente en el contexto islámico (1). Este hecho comenzó en 1979 cuando el mundo tomó conocimiento de algo sumamente nuevo cual fuera la revolución iraní del ayatollah Khomeini. A diferencia de todas las anteriores acontecidas en tal espectro cultural, la misma no sustentaba principios modernos, sino que sostenía abiertamente que sea los EEUU como Rusia, que entonces se llamaba Unión Soviética, eran dos expresiones similares de materialismo y, en contraste con ello, por primera vez en nuestros tiempos se formulaba la necesidad de un Estado fundado en principios espirituales y sacros, a diferencia del laicismo en que se sustentaban en cambio los dos imperialismos gemelos. Pero este primer acontecimiento, que sucedió en un espacio controlado por el polo norteamericano, se habría de expandir luego por igual y con mayor intensidad en el campo de influencia soviética, en Afganistán, cuando una revolución también fundada abiertamente en los principios del Islam, logró derrotar a la segunda gran potencia produciéndole una debacle tan estrepitosa que inició un verdadero efecto dominó que terminó en pocos años con su poderío.
Arribados a este punto y tras haber acontecido otros hechos similares que producían una verdadera preocupación entre los dos imperios que controlaban el planeta bajo la égida de los principios comunes impuestos al mundo tras la victoria de 1945, se acudió entonces a los procedimientos habituales de defensa, utilizando las avanzadísimas tecnologías de lavado de cerebro colectivo consistentes en los medios masivos y audiovisuales de comunicación. Insistiéndose en la idea de que en el mundo sólo podía haber dos potencias que contrastaban entre sí (2), se indujo así a pensar que si algo ajeno a ellas pudiese haber acontecido, se trataba en cambio de una cosa perteneciente al plano de las simples apariencias pues en el fondo nos topábamos con habilísimos operativos de inteligencia pergeñados por una de ellas en contra de la otra. Es que en el universo totalitario impuesto por tal sistema los hombres son concebidos como átomos, o mediaciones de imperios, o de grandes espacios geográficos a los que obedecen siempre con sus acciones, sean éstas ejecutadas en forma voluntaria o inconciente. Así pues, si el mismo ayatollah fue concebido como un instrumento de los rusos por haber destituido del poder a un lacayo de los norteamericanos, el sha de Irán, los talibanes a su vez habrían sido también agentes de éstos, rentados por sus servicios de inteligencia con la finalidad de derrotar al imperio rival. Para tal postura, compartida por igual en cuanto a conveniencia por las dos potencias, resultaba imposible pues que existiesen seres libres.
Pero a pesar de toda la propaganda implementada para ocultar al mundo lo verdaderamente acontecido, el fundamentalismo islámico siguió avanzando, esta vez con operativos mucho más audaces que abarcaron incluso el mismo territorio norteamericano un famoso 11S del 2001 en donde se llegó a penetrar en los recovecos más íntimos de tal imperio con una acción que, en razón de su gran efectividad y lo irrelevante de los medios empleados, introducía la peligrosa idea de que se trataba en verdad de un imperio sumamente frágil en su estructura. Fue así que, para evitar tales peligros, se continuó apelando a la teoría del montaje; utilizándose ‘pruebas’, que como bien se ha dicho probaban muy poco, se quiso demostrar que una vez más habían sido los mismos norteamericanos y sionistas los encargados de efectuar tal cosa con la finalidad de encontrar ‘justificativos’ para dominar al mundo entero, demostrando así que a dicho imperio en el fondo le interesa más mostrarse cínico y sanguinario antes que débil y vulnerable como realmente era. A todo esto y para anular la acción de los sectores alternativos y fascistas, es decir de los que añoraban el antiguo sistema derrotado en el 45’, quienes podían llegar a entusiasmarse con el nuevo contexto internacional, continuó perfeccionándose el relato introduciendo un nuevo elemento de propaganda. Una vez que se los convenciera de que los únicos protagonistas de la historia podían ser solamente esos dos imperios o ‘espacios’ a los que se pintaba como invulnerables, se dijo entonces que al haber caído uno de ellos, el otro ya carecía de contrapesos y podría actuar con absoluta y total libertad para dominar al mundo entero imponiéndonos un sistema unipolar y totalitario en donde el liberalismo y la democracia que del mismo emana sería la única filosofía aplicable. Confundiendo con habilidad los objetivos se llegó a decir que la caída del comunismo, en vez de haber sido una verdadera victoria producida por el fundamentalismo islámico, representó en cambio una gran tragedia histórica y que la consecuencia de ello habrían sido todos estos operativos montajistas usados únicamente con la finalidad de emprender la conquista del planeta y convertir así al mundo entero en más esclavo de los norteamericanos. Sin embargo es dable destacar aquí la nueva falsedad introducida con tal relato. Es mentira que en 1989 con la caída del muro de Berlín hubiese también caído el comunismo, pues en realidad no puede derrumbarse nunca una cosa que nunca existiera realmente. El comunismo, o sociedad sin clases ni Estado, fue tan sólo una utopía utilizada para convocar a personas en función del triunfo de determinados intereses. Es de recordar al respecto que la Unión Soviética de Lenin y Stalin sostenía que para que esta utopía llegara a consumarse había que derrotar al imperio rival y que, una vez que el capitalismo hubiese desaparecido del planeta, entonces como una crisálida en flor brotaría sin más la sociedad sin clases y sin Estado. Sin embargo muchos con el tiempo fueron comprobando que a pesar de los avances de tal sistema por el mundo, lejos de ir desapareciendo, tal como se prometía, dicha dictadura por el contrario se iba incrementando cada vez más y que, en vez de ir disminuyendo las clases sociales, por el contrario se estaba constituyendo una nueva y mucho más poderosa aun que la antigua burguesía, que era lo que pasó a llamarse la nomenklatura, es decir ese conjunto de funcionarios del Partido Comunista enriquecidos a costillas de la población. En realidad se terminó comprobando que se trataba todo de un verdadero y propio fraude utilizado por una oligarquía política de inescrupulosos, la que de ninguna manera desapareció con la caída del comunismo, sino que simplemente acudió a cambios cosméticos para seguir despistando a nuevos ingenuos. Tal como hiciera notar muy bien Evola, dicha clase depredadora que hiciera la revolución del 17’ en Rusia era sumamente versátil en la utilización de instrumentos ideológicos. Así pues la misma no tendría escrúpulo alguno de pasar, de acuerdo a sus conveniencias, de consignas de lo más antitéticas, tales como la dictadura del proletariado, la calificación de la religión y de la patria como opios de los pueblos usados por la burguesía para su explotación, a la utilización inversa de estas últimas en función de los propios intereses de poder. Esto es lo que explica que en la actualidad en Rusia haya aparecido ahora un gobernante proveniente de esa misma nomenklatura, y rodeado por otros afines, que se pasea con un crucifijo al cuello, que persigue a los homosexuales, y que levanta consignas nacionalistas, tal como por otro lado había hecho el mismo Stalin durante la Segunda Guerra Mundial para hacer triunfar sus objetivos. Ahora bien, como ya la palabra comunismo ha quedado totalmente desprestigiada por la experiencia, se ha pasado entonces a establecer una nueva utopía que la sustituya para convocar detrás de sí, ante la vacancia de una izquierda defraudada, esta vez a una clientela perteneciente al espectro del fascismo. Así es como ha aparecido ahora la ideología sustituta del euroasianismo cuya consigna principal es la constitución de un mundo multipolar, es decir, una especie de universo paradisíaco en donde los pueblos participarían en libertad desplegando la propia cultura y valores sin nadie que los interfiera imponiendo su hegemonía, todo ello en un estado de paz y armonía universal parecido a lo que fuera el antiguo comunismo prometido. Pero de la misma manera que con la anterior utopía que a través de Stalin sostenía que la misma podía consumarse únicamente con el triunfo de la ‘gloriosa Unión Soviética’, la nueva aquí inventada también sostiene la necesidad de fortalecer y apoyar a Rusia para que ésta venza al imperio unipolar representado por los EEUU, pues una vez más se dice que sólo un poder fuerte y del mismo tenor puede realizar tal fin esencial. No por casualidad el principal ideólogo de tal nueva ideología reivindica a la figura de Stalin y, en un despliegue insólito de esa misma versatilidad denunciada por el maestro Evola como la característica principal de la camarilla bolchevique, llega a la audacia de incluir al mismo pensador italiano como referente de tal engendro.
Sin embargo es de recordar que, si bien el capitalismo yanqui se nos apareció por mucho tiempo como el gran enemigo del comunismo ruso, en el fondo nunca llegó a contrastar verdaderamente con éste y sí en cambio con otro mucho más importante respecto del cual el primer imperialismo resultó ser en última instancia un gran aliado esencial. La guerra en contra de los fascismos llevada a cabo en el período del 39-45 del pasado siglo demostró en dónde se encontraba el enemigo principal, es decir que la lucha era no contra un imperio rival que participaba de sus mismos principios sino contra una concepción del mundo que, a diferencia sea del liberalismo como del marxismo, sostuviese la primacía del elemento espiritual por sobre el materialismo y la economía. Y este hecho es lo que explica por qué luego de los acontecimientos del 11S del 2001 los dos imperialismos rivales, el unipolar y el multipolar, el atlantista y el euroasiático, volvieron a colaborar en contra del mismo enemigo, tal como lo hicieran en la anterior contienda bélica, al cual por otra parte, para evitar que una cierta opinión pública que participase de sus mismas metas pudiese constatar su verdadera entidad, se lo camufló a través de las tesis montajistas como un agente de los norteamericanos. De este modo se pudo ocultar que la invasión de Afganistán efectuada ese mismo año con la finalidad de derrotar a tal enemigo contó con la colaboración estrecha de rusos y norteamericanos, y lo mismo sucedió luego con Irak y en todos aquellos lugares en donde el fundamentalismo apareciese como una amenaza para tales imperialismos gemelos.
La cosa se hizo más compleja cuando hace un lustro apenas en el continente africano estalló un fenómeno conocido como ‘Primavera’ en contra de regímenes serviles a los intereses del mundo moderno. Luego de un primer intento por contrastarlo, pues no se estaba totalmente seguros de que la democracia pudiese prosperar en tales países, y ante el impuso tomado por el mismo en tanto lograra la caída de dos gobiernos fieles al occidente, se pasó a la fase de apoyo a fin de intentar cooptarlo para los propios fines, tal lo sucedido en el caso de Libia en donde abiertamente se procedió a apoyar a los rebeldes. Y en tal hecho es de destacar cómo nuevamente colaboraron en forma estrecha Rusia y EEUU, la primera no vetando la resolución de la ONU por la cual se le permitía al segundo intervenir militarmente en el país, cosa que hiciera bombardeando a las fuerzas de Gaddafi a fin de permitir emparejar la situación con las fuerzas rebeldes. Pero la cosa cambió decididamente cuando se constató que la Primavera no era democrática como se pensaba y que aun contando con una ‘ayuda’ del mundo moderno elegía igualmente el camino islámico y radical constituyendo en los países liberados la Sharia, es decir la ley islámica que prohibía la usura, la prostitución y todas las demás costumbres decadentes del mundo moderno. Así pues para corregir tal error cometido, mientras que en Egipto en donde la misma había triunfado se favoreció un golpe de Estado para derrocar al régimen de la Hermandad Musulmana, y en lo cual colaboraron mancomunadamente los imperialismo gemelos, en Siria EEUU le permitió a Rusia bombardear a los rebeldes con armas prohibidas, primero lanzando gases tóxicos y luego las letales bombas de barril, en tanto que de esta manera se podía hacer retroceder a las fuerzas de Al Qaeda (3) allí actuantes. Acotemos al respecto que Obama para apoyar tal acción nunca pasó de un respaldo puramente verbal a los rebeldes y de una mera protesta ante los genocidios cometidos. Tal como vemos de manera sucinta EEUU y Rusia colaboraron entre sí estrechamente para hacer frente a un enemigo común al que se denominó simultáneamente como ‘terrorismo internacional’ o como fascismo islámico (4). Sin embargo a pesar de tales evidencias cada vez mayores e irrebatibles la propaganda había logrado producir verdaderos milagros que permitían ocultar la realidad aunque ésta tuviese el tamaño de un dirigible, y se lo sustituía todo con relatos ingenuos y fantasiosos como ser el de querer hacernos creer que Putin se trataba en verdad de un verdadero y propio fascista que liberaría al mundo de los EEUU, que se encontraba a la cabez de la defensa del cristianismo en todas partes y hasta hubo sectores de los denominados ‘nacionalistas güelfos’ en nuestro medio que, en un rapto de verdadera estupidez, llegaron a calificarlo como la confirmación del tercer secreto de Fátima.
Pero afortunadamente para todos, esta vez la Virgen María no se dejó engañar por demasiado tiempo. Sucedió que en Ucrania, país cristiano y no musulmán, estalló una verdadera y propia revolución en contra del régimen satélite de Rusia que allí había. Enseguida los euroasiáticos, identitarios y alternativos, denominaciones que hoy por timidez asume el fascismo europeo y americano, salieron a la palestra defendiendo a Rusia de lo que denominaron una agresión de la OTAN y de Israel contra la gran fuerza revolucionaria que hoy existiría en el planeta. Tal como se hiciera antes, una vez más aparecieron las ‘pruebas’ de que había comandos de la CIA del estilo de Rambo operando exitosamente en contra de los esbirros del ladero de Putin. Y como la revolución terminó triunfando, tal tesis tomó vuelos nuevamente pues se insistía en la idea de que no podía ser nunca que hombres libres y sin tutores pudiesen vencer a uno de los dos grandes imperios que se disputan el planeta. Pero henos aquí que para sorpresa de todos resultó ser que el grupo de vanguardia que tomó el poder en la revuelta de la Plaza de Maidan no era para nada un sector afín al mundo occidental, sino se trataba de un grupo abiertamente fascista que incluso en el nombre no ocultaba ni tenía vergüenza en calificarse como de derecha, el Pravy Sector (Sector de Derecha), y lo más grave todavía para esta gente era que manifestaba abiertamente su adhesión a la Tercera Vía considerando que sea Rusia como los EEUU eran por igual enemigos. Y ya para ponerle la frutilla al postre, dicho sector, en aras de lograr una lucha mancomunada en contra del imperialismo contra el cual combatía, no solicitaba ayuda al occidente, sino que convocaba a un Frente con su par islámico de Chechenia, el Emirato del Cáucaso, el cual, recordemos una vez más, es una organización condenada como ‘terrorista’ sea por Rusia como por los EEUU. Postura ésta sumamente coherente pues se recordó que no casualmente el Islam radical había sido calificado por Bush también como fascismo.
Es de destacar al respecto que el Sr. Putin, preocupado sobremanera porque con la caída de Ucrania se terminaran sus fantasías euroasiáticas, inmediatamente convocó a una nueva cruzada como Bush pero, para sorpresa de muchos euroasiáticos adoradores de su figura, la misma fue esta vez en contra del fascismo en tal país y en otras partes de Europa del este, como por ejemplo los Estados bálticos, tratando de ganar también la atención de Obama a tal respecto, recordando que no casualmente las dos naciones lucharon conjuntamente en contra del mismo enemigo. Ha quedado así en claro que los ‘enemigos’ son en el fondo grandes amigos.
Ni qué decir de la crisis que tal situación generó en el seno de los fascistas europeos y americanos que en un número muy nutrido habían adherido a las fantasías euroasiáticas e identitarias por las cuales se consideraba, contando para ello con el apoyo del mismo papa, que el Islam era el principal enemigo al cual había que combatir, no descartándose en algunos casos la alianza con el sionismo. La posibilidad de constituir en cambio un Frente Cristiano Islámico pregonado por nosotros hoy está más viva que nunca y cada vez resulta más claro que Rusia y EEUU, en tanto confrontados por igual en contra del fascismo, de acuerdo a sus mismo dichos, son por lo tanto nuestros grandes enemigos, así como también lo son del Islam fundamentalista.


1)      Esto fue sostenido por nosotros en 1987 en un texto que se titulara Nosotros los fundamentalistas, el que fuera editado en forma simultánea por las publicaciones nacionalistas güelfas Patria Argentina y Cabildo. Es de destacar que, luego de tal desliz cometido, ambas tuvieron que hacer las pertinentes aclaraciones a fin de quedar en buena relación con su mandante vaticano. Por tal causa tampoco una segunda nota titulada ¡Salud Ayatollah! pudo salir en tales medios y sí en cambio en la publicación de Biondini, Alerta Nacional. Hoy todos estos textos pueden encontrarse en la obra Rebelión fundamentalista, Ediciones Heracles, Bs. As. 2002.
2)      Esta idea de que fuera del conflicto entre comunismo y capitalismo no era posible otra cosa diferente hoy en día es recreada con otra terminología por el euroasianismo que nos habla también de dos imperios posibles, el del mar representado por los EEUU y el de la tierra que lo estaría en cambio por Rusia. Tal como vemos la terminología empleada ha cambiado pero la idea sigue siendo siempre la misma.
3)      Es de destacar que aun hoy día cuando los miembros de Al Qaeda son diariamente asesinados, torturados y perseguidos por el mundo entero, existe una larga lista de ‘analistas’ y escritores alternativos, tales como Salbuchi, Alonso, Meyssan, Mutti, Dugin, etc. que nos siguen diciendo que se trata de agentes de la CIA. Es curioso que tal cosa la digan personas a las cuales no se les prohíbe viajar por el mundo y a los que nunca los EEUU han perseguido.
4)       Es de destacar, entre los tantos ejemplos, que el Emirato Islámico del Cáucaso fue condenado simultáneamente como terrorista sea por EEUU como por Rusia y que sobre la cabeza de su anterior líder, muerto en combate, había una fuerte recompensa sea en dólares como en rublos. Asimismo tal calificación consistente en ser puesto en una lista negra curiosamente no ha alcanzado ni a Hezbollah ni al régimen iraní (el que ha abandonado el camino impuesto por Khomeini) y ello es perfectamente explicable por los grandes servicios prestados al sistema en Afganistán, Irak y ahora en Siria.

Marcos Ghio

31/03/14

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