EL
ODIO A LA
TRADICIÓN
En nuestros días tenemos el privilegio de
asistir a una manifestación visible de la TRADICIÓN. Ya no se trata de ideas
tradicionales que habían perdido presencia en el mundo moderno y formaban parte
de una realidad invisible y sutil, siempre presente, pero en un plano que la
vida diaria no vislumbraba. Se captaba la permanencia de pautas tradicionales
pero en retirada frente al embate del mundo moderno. Tanto era así que el gran
maestro Julius Evola, que tan bien nos la recordó, en sus últimas obras era
pesimista frente a la restauración de la TRADICIÓN, y no visualizaba nada que
pudiera servir de sostén para una restauración.
En
su obra “El Camino del cinabrio” nos dice que escribió “Cabalgar el tigre” como
una respuesta a las inquietudes de aquellos que lo habían seguido en sus obras
y habían plenamente asumido la TRADICIÓN, pero que veían una imposibilidad de
concretarla en el mundo moderno. Por eso esta obra, como dice Evola, se escribe
para muy pocos, para el hombre diferenciado, o sea para el hombre tradicional,
y que así tenga sólidas referencias para afrontar la vida, para que si no puede
cambiar el mundo, que el mundo no lo cambie a él, y de esa manera mantenerse en
el camino hacia la trascendencia.
Pero
nuestra situación es distinta. Hoy gracias al desarrollo del fundamentalismo
islámico tenemos ante nosotros una presencia activa, viva y concreta de la
TRADICIÓN. Así vemos como la religión vuelve a ocupar el primer lugar en las
preocupaciones del hombre, como la concepción del califato unifica el poder político
con la autoridad religiosa, como se defiende a la familia y se restaura la
natural función de ambos sexos, como se combate la usura, vemos la eliminación
de las actividades degradadas de la pseudocultura moderna y se exalta un estilo
de vida heroico y guerrero. ¿No ve el cristiano en todo esto una réplica actual
de lo que fue nuestro mejor medioevo?
¿Cómo se explica tanto odio, mentira y falsedades con que todos los días
los medios de comunicación nos bombardean con relatos de los supuestos
crímenes, barbaridades y aberraciones que cometerían los yihadistas? ¿Qué es lo
que mueve todo esto?
Entendemos que el hombre común, el hombre masa, puede ser influenciado y
conducido hacia el materialismo, el consumismo, la hipersexualidad, pero aquí
nos encontramos con algo que está más allá de todo esto, más allá de la
política, de la economía, de la democracia, de los derechos humanos, de la
geopolítica. Esto es la guerra oculta, guerra metafísica, cuyos ejecutores no
lo hacen, como cree el hombre común, simplemente por dinero, o por
conveniencias materiales o por ideologías políticas.
Lo
hacen porque tienen fe en lo que están haciendo, porque en esta verdadera
guerra de carácter metafísico están dominados por las fuerzas del devenir en
contra de las del ser, las de la permanencia y las de lo eterno.
En
estos últimos tiempos del kaliyuga se está produciendo la guerra total entre
ambos polos metafísicos. Esto es lo que hay que comprender por sobre todas las
coyunturas, las contingencias y los accidentes más o menos superficiales.
Hay que atenerse a los principios hoy más que nunca. Ya no hay atajos ni
improvisaciones, hacerlo es propio de irresponsables.
La
primera guerra se libró en el cielo, entre San Miguel Arcángel y los ángeles
que le siguieron contra los partidarios de Satán. A nosotros nos cabe, gracias
a Dios, librar esta buena guerra.
San
Carlos de Bariloche, 2 de marzo del 2015.
JULIÁN RAMÍREZ
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