lunes, 26 de septiembre de 2016

RAMÍREZ: NO QUEDARSE EN EL PASADO SINO MIRAR PARA ARRIBA

NO  QUEDARSE  EN  EL  PASADO  SINO MIRAR  PARA  ARRIBA

     En la nota de la semana pasado nos hemos referido a las personas que se aproximarían a los principios tradicionales por sus creencias,  su ecuación personal, su vocación y su formación, pero son atrapadas por sugestiones del mundo moderno. La Orden Tradicional que hay que construir necesita agrupar a personas calificadas que por esa misma calificación superior son pocas, y por ese motivo nos referimos a ellas dejando de lado toda tentación democratista.
     Estas personas a las que nos referimos miran hacia el pasado, son nostálgicos de hechos de la historia que si bien fueron portadores de valores tradicionales fracasaron y se derrumbaron frente a los embates de la subversión moderna, y lo primero que tenemos que averiguar es el porqué de la derrota.
     Tenemos por ejemplo a los que todavía sostienen la posibilidad de que la Iglesia Católica sirva de punto de apoyo para un proceso de reconstrucción. Limitémonos a nuestra Íberoamérica en dónde la fe católica es mayoritaria, descartando desde ya a Europa en la cual el catolicismo es una parcialidad siendo las otras las iglesias protestantes y cristiano ortodoxas. Agreguemos a ello una creciente cantidad de ateos, agnósticos, neopaganos y de musulmanes producto de las inmigraciones. En estas condiciones es imposible que una Iglesia como la Católica que trás una irreversible caída ocurrida a lo largo de los siglos, desde la que se llama la "querella de las investiduras"en los siglos XII y XIII, y que en la actualidad ha asumido plenamente el mundo moderno, especialmente desde el Concilio Vaticano II, sirva de sostén para una restauración tradicional. René Guénon en la década de 1920 planteó esa posibilidad, pero habiendo transcurrido casi un siglo desde entonces y habiéndose agravado la caída y la desaparición de los vestigios tradicionales ya no  cabe hacerse ilusiones al respecto.
     En lo que respecta a Íberoamerica el catolicismo sigue teniendo una presencia mayor especialmente en la difusión continental de la devoción mariana, pero se trata de un culto con raíces femíneas y telúricas que conducido por la Iglesia Católica desemboca en el democratismo y en el pacifismo humanitarista. Toda tentativa para que el catolicismo sirva de sostén para una empresa de restauración tradicional es inútil dentro de estas pautas. La jerarquía eclesiástica dia a dia se sumerge más en el mundo moderno y basta para ello ver la conducta de los últimos pontífices. El papa Francisco mientras en forma abstracta predica la paz para nada condena en forma concreta los bárbaros bombardeos llevados a cabo por EE.UU., Rusia, Inglaterra, Francia y otros en las diversas guerras del mundo actual. La Iglesia Católica está reducida a una entidad de asistencia social que parece aspirar a ser una especie de rectora " pseudoespiritual" del nuevo orden mundial. Las personas que aún confian en la Iglesia Católica tendrían que comenzar  a diferenciar esa entidad de lo que es la religión propiamente dicha, apartándose de una jerarquía cada vez más comprometida con el orden  mundano. El camino estriba en recuperar el espíritu de lo mejor de nuestro medioevo: estamos hablando del catolicismo gibelino, heroico, viril y guerrero, sin nostalgias por una institución ya vacía de toda espiritualidad superior. Hay que aprender a arreglárselas sin Papa, sin obispos y sin curas.
     Otros de los nostálgicos son los nacionalistas que adhieren a formas históricas cada día más caducas. La idea de patria que se desarrolló durante los siglos XIX y XX como producto de la Revolución Francesa ya vacila totalmente frente a los embates del nuevo orden mundial. Tratando de sostener esa idea y viendo como cada día más se acota esa posibilidad, entran en una angustia existencial que los conduce a un pesimismo que los incapacita para una acción superior, y en última instancia se quejan, se lamentan y lloran. Deben comprender que frente al arrollador avance de la modernidad tras un nuevo orden  mundial, solo cabe oponer otro frente mundial de carácter superior, con sólidas raíces espirituales, tradicionales y guerreras. Nada pues de nostalgias por lo que no volverá. El nuevo orden mundial ofrece una ideología mundialista que pretende válida para todos y en todo lugar, y en esto lleva una ventaja a los patriotismos locales que actúan cada uno desde su estrecho punto de vista. Su debilidad es evidente frente a las descomunales fuerzas del enemigo. Frente a los imperialismos hay que rescatar la idea de Imperio Tradicional que tuvo sus manifestaciones en nuestra historia íberoamericana, sosteniendo la idea pero despojándola de lo que fué producto contingente del espacio y del tiempo, y que en última instancia condujo a su derrumbe.
     Junto con los nacionalistas están también los revisionistas históricos, típicos de la Argentina, que han cumplido una eficiente obra poniendo al descubierto la obra destructiva del liberalismo pero que se han quedado a mitad del camino. Frente a las ideas de "patria" y "nación" no han visto la profunda subversión de los procesos de independencia y emancipación de nuestros pueblos, y atados a esas concepciones y por cobardía intelectual, acabaron glorificando a los "próceres" que están en el bronce y fueron los conductores del desastre que destruyó lo que restaba de tradicional.
     Solo resta mirar a lo alto, es decir a los principios tradicionales y no entretenerse con vestigios de un pasado producto de formas históricas que no volverán.


San Carlos de Bariloche, 22 de agosto del 2016.  
JULIÁN  RAMÍREZ     

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