CABALGAR EL TIGRE EN RAMADI
Es indudable a todas luces que la reciente caída de Ramadi a manos de
una fuerza del Estado Islámico representa el hecho más importante hasta ahora
de lo que ha acontecido en este año. La conquista de la capital de la provincia
iraquí de Anbar no es equiparable a las de Raqqa o Deir Ezzor, en Siria, o de
la misma Mosul, la segunda ciudad en importancia en Irak. En este caso no ha existido el factor sorpresa como en
los anteriores, sino todo lo contrario. Las fuerzas de la modernidad,
representadas principalmente por Norteamérica y Rusia, habían concertado un
plan de reconquista que había dado como primer resultado la recuperación
parcial de la ciudad de Tikrit. En dicho frente moderno estuvieron en una misma
fila y trinchera las armas norteamericanas en manos del ejército iraquí junto a
sus ‘asesores militares’, las rusas empleadas por los contingentes iraníes a
través de sus milicias y los incesantes bombardeos efectuados por la aviación
de los Estados Unidos. Sin embargo la retirada parcial de Tikrit no produjo,
tal como supusieron algunos, la debacle del fundamentalismo, sino por el
contrario su reagrupamiento que, como un verdadero boomerang, condujo a la
conquista de la estratégica refinería de Baiji junto a la misma ciudad y del
último bastión que el régimen tenía aun en la Ramadi con la presencia en el campo de 400
soldados norteamericanos en conjunción con las milicias de ‘voluntarios’
iraníes chiítas. La victoria fue allí total y a las pocas horas del combate la
bandera del Estado Islámico apareció flameando en la misma casa de la
gobernación y en el cuartel militar. Y agreguemos también, por si esto fuera
poco, que tal victoria se obtuvo en el mismo momento en el que el Sr. Kerry,
titular del Departamento de Estado de los EEUU, se encontraba reunido con el
mismo Putin en la localidad veraniega de Sochi en territorio ruso. Allí no se
debatía respecto de la situación iraquí en tanto se consideraba falsamente que
la misma se había resuelto tras el acuerdo yanqui-ruso con la participación de
Irán, sino que se estaba tratando de hacer lo mismo en Siria en donde su régimen
tiránico crepitaba agónicamente ante los avances sea del Estado Islámico en
Aleppo como de Al Qaeda en la región de Iblid. Assad ya agonizaba y se quedaba
sin territorio donde gobernar, recluido solamente en algunos barrios de Damasco
y en escasas localidades de Tartous en donde se encuentra situada la base rusa
en el Mediterráneo. Se debía concertar pues una acción mancomunada para hacer
frente al grave peligro que se cernía y que causaba conmoción en el mundo
islámico que representa al menos un cuarto de la humanidad. Y al respecto ha
resultado a todas luces evidente que se ha postergado en función de ello la
resolución del conflicto de Ucrania. La toma de Ramadi fue pues un balde de
agua fría para el sistema moderno.
A esta altura del partido cabe señalar que se ha producido un claro
mentís respecto de lo que han venido diciendo los pretendidos defensores a
ultranza de la modernidad y por lo tanto críticos del pensamiento tradicional y
evoliano, existentes en los más variados ámbitos.
Los mismos han querido resaltarnos con hechos a su entender
irrebatibles que el mundo tradicional resultaba una ficción ya ‘superada’ pues
había sido aplastado irreversiblemente por el mundo moderno y que ello se
habría expresado a través de dos circunstancias concurrentes. La primera, se encontraría
en el hecho de que ya habrían dejado de existir en el mundo sociedades
tradicionales y la segunda en que toda vez que un orden de tal tipo confrontó
con el moderno resultó estrepitosamente derrotado. Se recuerda siempre por lo
contundente el ejemplo de la
India brahamánica aplastada por unas pocas divisiones
inglesas, entre otros.
Con respecto a lo primero he aquí el primer mentís. El fundamentalismo
islámico y en forma más ostensible el Estado Islámico que ya controla un
importante territorio es un orden
tradicional en tanto que sostiene un Estado fundado no en la soberanía del
pueblo, tal como lo hace la democracia moderna en sus distintas manifestaciones
sea liberales como marxistas, sino en Dios, en lo que es más que mera vida.
En relación a lo segundo, es cierto que, tal como lo hizo notar Evola
en su momento, por más que a nivel de las esencias la fuerza espiritual es
superior a la material, en la medida que el hombre moderno se ha hecho
totalmente insensible ante tal dimensión, cualquier procedimiento metafísico o
mágico en su contra nunca tendría efecto alguno, pues han desaparecido en el
mismo dimensiones sutiles sobre las que se pudiera operar. Frente a tal
realidad el mundo tradicional ha revisado su estrategia de acción y ha aplicado
lo que Evola expresara genialmente en Cabalgar
el tigre, es decir que, frente a la circunstancia actual, de lo que se
trata es de aplicar en un ámbito superior y político la técnica tradicional del
yudo en la vida privada, por la cual, utilizando la misma fuerza del enemigo, a
través de toda sus avances tecnológicos, revertir su dirección en su contra,
para destruirlo, demostrando en tal conducta la superioridad del mundo espiritual
y metafísico por sobre el físico y material al cual adscribe el hombre moderno.
Esto es lo que ha mostrado cabalmente el fundamentalismo islámico desde los
mismos atentados de las Torres Gemelas que fueron el verdadero antecedente del
procedimiento de Cabalgar el tigre,
aplicado luego por los talibanes y en el día de ayer por el mismo Estado
Islámico.
Desde ya que la modernidad a través de sus distintos ‘analistas’ y
‘especialistas’, todos ellos rentados aunque alguno lo haga también por
vocación, nos dirá que nada de eso es cierto, que la modernidad marcha por el
buen camino y que los fundamentalismos son en última instancia instrumentos por
ellos aplicados para consolidarse y avanzar en sus incesantes conquistas, del
mismo modo que EEUU se habría hecho explotar las Torres a propósito para
dominar al planeta. Es decir que la misma abstracción respecto de la ‘realidad’
que ellos nos achacan a los tradicionales en el sentido de no atenernos a los
‘hechos’, como en el caso de no aceptar el carácter irreversible del mundo
moderno en razón de sus ‘éxitos’, no existiría en cambio cuando se trata de
juzgar el accionar de una fuerza tradicional pues en tal caso se acude a otra
entidad ‘metafísica’ alternativa como son los famosos montajes, es decir
aquellos relatos apaciguadores que nos explican que todo lo que en cambio se
nos aparece como real y contrario a los dogmas enunciados y aceptados con
fervor no sería otra cosa que una mera apariencia y el producto de un gran plan
de una inteligencia que no se manifiesta de manera directa, salvo a ciertos
iniciados como son los ‘analistas’ antes aludidos, del mismo modo que lo que podría
suceder con un Dios trascendente.
Marcos Ghio
18/05/15
2 comentarios:
Penso que o fundamentalismo islâmico contemporâneo é um fenômeno bastante ambíguo. Se, por um lado, ele representa uma reação contra o secularismo ocidental, por outro ele é igualmente influenciado por fontes modernas e anti-tradicionais. Não acredito que este fundamentslismo seja "tradicional" no sentido em que, por exemplo, Guénon e Schuon davam ao termo "tradicional".
Há um paradoxo no fenômeno fundamentalista, e este paradoxo é que ele se volta contra o Ocidente ateu, mas ele usa teses e métodos que vêm deste mesmo mundo anti-tradicional.
Os tradicionalistas acreditam que "vincit omnia veritas", que a verdade vencerá a tudo. Mas alguns fundamentalistas acreditam que são as armas da moderna tecnologia ocidental que vencerão a tudo.
Eles não entendem que muitas vezes uma vitória exterior ou mesmo militar não significa muito se vai contra a "natureza das coisas". Espiritualmente, ou ''tradicionalmente", é melhor perder 'fora' e ganhar 'dentro', do que o contrário.
De um ponto de vista mundano, Jesus Cristo perdeu ao se deixar crucificar pelos judeus. Mas a vitória final foi dele, pois seus ensinamentos acabaram por prevalecer sobre as consciências ao longo dos séculos seguintes. A mensagem de Jesus se difundiu por todo o mundo, enquanto os fariseus e saduceus que o crucificaram se tornaram símbolos da maldade e intolerância dos homens.
Em suma, a grande vitória é interior. Com disse o grande Emir Abdel Kader, líder da resistência tradicional islâmica contra o colonialismo francês no século 19, fazendo referência aos extremistas de seu tempo:
“Quando vemos pessoas ignorantes imaginando que o princípio da religião é brutalidade, é tempo de repetir essas palavras:‘A paciência é bela e Deus é a fonte de todo socorro.'’ (Corão 12:18).
Yo diría que lo que Ud afirma, podría también decirlo el Sr. bush. Los tradicionalistas no deberíamos acudir a las modernas tecnologías para defendernos, sino acudir a una guerra interior pues la 'verdad siempre gana'. A lo cual podría contestarse con Plotino: 'No existe un Dios que luche en lugar nuestro'.
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