viernes, 1 de enero de 2010

RESPUESTA A LA NOTA DE ADRIÁN SALBUCHI RELATIVA A MI PERSONA

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No voy a esperar dos meses como Salbuchi para contestar a su carta, sino que lo voy a hacer ahora mismo a fin de no olvidar lo que tengo que decir.
1- Más allá de que yo, en mi nota anterior, no he entrado en calificaciones ideológicas respecto de S., ni que tampoco he dicho que sea de la misma doctrina de la Red Voltaire, quiero referirme a su análisis respecto de aquello que, según él, son actitudes distintas a asumir ante los medios de prensa del sistema. Mi contradictor afirma que mientras que él, con más sentido de la acción que yo, acepta ensuciarse las manos publicando artículos en los mismos (y nos da una interesante lista de publicaciones en donde suele editar notas en diferentes idiomas) yo en cambio, en tanto viviría en un ‘Olimpo intelectual’, me negaría a hacerlo. Le voy a contestar que ello no es así en mi caso particular. En tanto mi función es la de difundir ideas estoy dispuesto a hacerlo en cualquier medio que me lo ofrezca, sin importarme su ideología, siempre que, como bien dice S., ello sea ‘sin censura’. Lo que sucede es que el argumento habría que plantearlo de manera diferente y habría que preguntarse por qué el sistema acepta publicar las notas de Salbuchi y no las mías. Y ello tiene una respuesta muy sencilla: porque lo que éste escribe es afín con lo que piensa el sistema y en cambio lo que escribimos nosotros no lo es en manera alguna.
2- Pero por otro lado tenemos que S. afirma que ello no sería así en tanto que, mientras que él no lo hace, yo en cambio aceptaría las distintas ‘versiones oficiales’ respecto de la guerra en contra del fundamentalismo islámico y de los atentados contra la colectividad judía de Buenos Aires. Por lo cual una vez más no se entendería, si es que como acabo de decir no me niego a publicar en los medios del sistema, éste en vez de hacerlo conmigo lo hace en cambio son los textos de Salbuchi. Yo creo que en gran parte la explicación de su confusión se encuentra en gran medida en el carácter peronista que él asume públicamente -y también en esta nota- en cuanto a su ideología. Bien sabemos que es propio de un peronista la actitud esquemática de dividir el mundo entre los que son de su bando y los que no lo están, es decir los ‘antiperonistas’, en cuyo contexto entraríamos todos los que no compartimos la anterior postura. Sin embargo hemos visto cómo en nuestro país el sistema nos ha gobernado sea a través del peronismo (Menem, Kirchner, etc.), como del antiperonismo (Alfonsín, De la Rúa, etc.). Y ello ha sido por la sencilla razón de que ambas posturas no son antitéticas, sino que comparten puntos de vista similares en cuanto a su adhesión a la democracia y al dogma de la soberanía popular y el igualitarismo. Ahora bien, cuando S. manifiesta que por no compartir su discurso sostenemos la ‘versión oficial’, incurre en el mismo esquematismo antes mentado. Su error es no darse cuenta de que, así como el sistema nos gobierna a través de partidos distintos y hasta contrapuestos, no existe un solo discurso oficial, sino varios en función de las personas a las cuales éste va dirigido. Y así como el peronismo es el mensaje democrático que el sistema dirige a las clases bajas, el antiperonismo, en sus distintos matices, es el que lo hace en cambio con las clases medias, a todos los cuales no se puede convencer con un mismo discurso. En relación a los EEUU e Israel, que son las naciones involucradas en los hechos que aquí estamos analizando, existen dos tipos de posturas diferentes por parte de las personas y por lo tanto también deben formularse mensajes distintos. La de aquellos que están de acuerdo con ambos o en todo caso son indiferentes respecto de sus tropelías y la de los otros que siempre van a ser sus adversarios en tanto que están determinados por una actitud de rechazo. Es indudable que el discurso respecto de éstas no puede ser el mismo. A un simpatizante del sionismo hay que emitirle un mensaje que victimice a Israel, pero en cambio a uno que está en su contra hay que brindarle otro que, aun atacándolo, arribe a los mismos resultados del primero. Se trata en ambos mensajes de execrar al fundamentalismo islámico. Pues bien, sea en el mensaje pro-sionista, como en el que sostienen personas como Salbuchi hay por igual una actitud de rechazo hacia el accionar de dicha corriente. En el primer caso se la condena por terrorista y asesino, en el segundo por ser agente del primero. En los dos es por lo tanto representado como algo malo y negativo que en modo alguno admite una adhesión a su causa. Ésta es pues la principal razón por la que los artículos de S. se publican en los medios del sistema. Pero además en los discursos de éste hay un agregado que también lo convierte en agradable para éste. Cuando S. y otros montajistas nos señalan la gran capacidad de simulación que tienen EEUU e Israel en modo tal de hacer pasar como errores lo que en cambio serían grandes astucias, hay en el fondo una exaltación implícita del poder militar y de inteligencia de éstos, los cuales nunca se equivocarían y si algo les sale mal es porque ellos mismos se lo produjeron. Si bien aun no ha emitido ningún mensaje al respecto ya suponemos lo que va a decir en relación al reciente atentado de Navidad. El hecho de que la CIA estuviese informada con anticipación por el padre del fallido atacante que era simpatizante de Al Qaeda o que se hubiese interferido un mensaje de la sucursal yemenita de la organización manifestando que un nigeriano iba a producir un atentado, no es interpretado por S. como una deficiencia en el sistema yanqui, sino como una prueba (que por otro lado ellos mismos habrían producido) de que estaban armando un montaje para aterrorizar al mundo y justificar nuevas acciones de guerra. Todo lo cual es por otro lado una verdadera locura en cualquier sentido que se lo quiera analizar. Desde el punto de vista económico no se entiende por qué una nación que se encuentra en crisis tenga que incrementar hasta límites inauditos sus inversiones en materia de seguridad aérea. Por otra parte tampoco se percibe que un mundo aterrorizado quiera más acciones militares, cuando hasta ahora ha sido exactamente lo contrario lo que ha sucedido. El terror ha generado en cambio entre la población una actitud de derrotismo y de deseos de que se termine con todas las guerras, por la que no sería de extrañar que en corto tiempo en nuestro mundo masificado y consumista se enarbole la consigna de que ‘mejor fundamentalista antes que muerto’.
3- Los ejemplos que nos da S. para probarnos que Al Qaeda y los talibanes serían agentes de la CIA y del Mossad, además de ser sumamente funcionales al enemigo que lo que más quiere es que no se vea a tales organizaciones como victoriosas y alternativas, están sumamente desactualizados. Seguir sosteniendo todavía que la familia de Bin Laden y Bush son amigas y que esto demostraría la funcionalidad de tal organización a los yanquis, es un argumento vulnerable por cualquier sector que se lo mire. En primer lugar que en todo caso el amigo era el papá de Osama que tenía además unos 40 hermanos, quienes en su mayoría no siguieron su orientación. Pero además que tampoco se entiende por qué Bush, si contaba a su disposición con tal ‘amigo’, dejó que éste le gane la guerra en Afganistán, Irak, Pakistán, etc. y que por tales razones se convirtiese en el presidente más impopular de toda la historia, cuando si hubiese sido como dice S. lo lógico era que lo hubiese atrapado convirtiéndose así en exitoso.
Pero además de todo habría que agregar que si en un primer momento luego de la fulminante victoria en la invasión de Afganistán y la rápida destitución de Saddam en Irak se podía quizás haber pensado en una hábil maniobra de la CIA que habría hecho el 11S para obtener tales objetivos, ahora en cambio, a la luz de los últimos acontecimientos, no se entiende por qué si se trató de una maniobra exitosa hoy en día EEUU haya dejado de ser el imperio único que era antes y deba depender para efectuar sus acciones punitivas de países de segunda línea como Irán o Venezuela que hasta se dan el lujo de humillarlos. Recordemos además que con respecto a Afganistán algún peronista había dicho que, en tanto se trataba de un país sin petróleo, se lo invadió porque en realidad el objetivo último era Rusia. Pero sin embargo hoy vemos todo lo contrario, que Rusia y EEUU junto con la Otan están colaborando para combatir al talibán. Tal como vemos la hipótesis montajista echa agua por todos los costados que se la mire y cada día que pasa es cada vez más evidente que ha sido ella misma la se ha tratado de un montaje para tener paralizadas a muchas conciencias que se oponen a los EEUU ocultándoles la existencia de aquella fuerza que, además de oponérseles, les hace frente y los derrota.
4- En fin, S. habla casi nada de lo que originó su nota, los atentados contra la colectividad judía y me despacha nuevamente como sostenedor de la ‘versión oficial’, una vez más por no compartir la suya. Me sugiere que me ponga a buscar la Traffic, cuando bien sabe que no he discutido el hecho de que pudiese haber sido una prueba inventada, sino que simplemente he dicho que tal invento no probaba como él pretende que fueron los sionistas quienes se autoatentaron. Yo sigo insistiendo en que, amén de que ello no esté ‘probado’ como él pretende, tampoco se terminan entendiendo las razones de tal hecho cuando en realidad más bien las habría para suponer lo contrario. Que de la misma manera que en Gaza el Estado de Israel insistió hasta el final haber tenido nada más que 13 muertos en dos años de bombardeos y de invasión, de la misma manera en este caso le resulta sumamente funcional la hipótesis de Salbuchi de que son invulnerables y de que cualquier acción exitosa que se les haga es porque se la produjeron ellos mismos.
5- Por último rechazo también su insistencia en calificarme como una especie de intelectual de salón porque no comparto sus análisis y en cambio él sería una persona sumamente práctica y combativa. Yo quiero señalarle la paradoja de que mientras que él publica y puede viajar sin problemas de visa a países como los EEUU, en mi caso particular además de que por las razones antes alegadas solamente puedo publicarme a mi mismo, cada vez que he debido hacer algún viaje al exterior he tenido -como es público y notorio en el caso del Perú- una avalancha de inconvenientes y persecuciones. ¡Qué raro que esto le suceda al que sostiene la versión oficial y no en cambio al que da las ‘versiones contrarias al sistema’!
Con cordiales saludos y deseándole feliz 2010.
Marcos Ghio
Buenos Aires, 1/1/10