sábado, 23 de enero de 2016

GHIO: SUERTE PERRA

SUERTE PERRA



Quizás la Argentina hoy sea lo que para Tocqueville era Norteamérica respecto de Europa en el siglo XVIII: el lugar donde las cosas pasan primero. Acá se inventó el corralito que luego pasó a Europa. Hoy con Macri tenemos la estupidez institucionalizada, pero con la peculiaridad de que, a diferencia de otros fenómenos similares, como el de Berlusconi en Italia, esta vez tiene un cerebro que la planifica y que ex profeso banaliza la función pública con la finalidad de crear 'un presidente creíble' para los tiempos que corren.
Esto viene al caso porque días pasados apareció sentado en el sillón presidencial -y para colmo exhibido como un mérito- el perro personal de Macri de nombre Balcarce, lo cual representaba todo un signo de los tiempos de decadencia en que hoy vivimos en donde los valores más sagrados son rebajados a las dimensiones más insólitas. Pero lo increíble del caso es que esto, respecto de lo cual podría haberse pensado en un primer momento en un simple desliz o una imprudencia, es en cambio hecho a propósito y con una finalidad bien precisa. Veamos los argumentos que nos da el promotor de imagen presidencial, el ecuatoriano Durán Barba quien es a todos luces el gran responsable de que hoy tengamos a este presidente.
-¿Qué representa para usted fotografiar a un perro en el sillón presidencial?
-Que no nos tomamos en serio. Nada hay más importante que reírse de sí mismo. (Es decir que hoy en día es bueno y rentable pues otorga votos el ser frívolo)
Yo siempre me reí del poder. Y me gustan los mandatarios que son capaces de reírse del poder y de sí mismos. Si ponemos a Balcarce cuando Mauricio es presidente, estamos diciendo "no nos la creemos, no somos dioses. Balcarce viene acá y está perfecto, somos seres humanos comunes". Es el mensaje más profundo de la campaña de Mauricio.
(Es decir, como estamos en democracia, el que gobierna es uno más y de los tantos, no un ser superior capaz de transformarnos, sino alguien que refleja todo aquello que de grotesco tenemos en nosotros mismos y que, si rigiera la normalidad, nos preocuparíamos por esconder ante los demás y no exhibir)
Macri es un ser humano común. Tiene un perro, adora a su hija, se lleva bien con su mujer, le gusta bailar, se enoja, se entristece.
-Balcarce podría ser también otra forma de demagogia. "Soy como ustedes, tengo un perro".
-No. La primera cosa que le digo a un candidato cuando lo asesoro es: no mientas nunca y sé lo que eres. Mauricio me dijo: "odio dar discursos" (quien odia la palabra odia también el pensamiento). "Bueno -le respondí- entonces no los des (muéstranos en cambio a tu perro)".
Sin palabras. El ciclo se cierra.

miércoles, 13 de enero de 2016

GHIO: CARTA ABIERTA AL CORONEL SEINELDIN

EVOLIANOS Y NACIONALISTAS II
CARTA ABIERTA AL CORONEL SEINELDIN



Ha llegado el momento para develar ciertos hechos del pasado. Allá por 1985, mientras vivíamos en la Patagonia en donde habíamos constituido un movimiento nacionalista que publicara el mensuario El Fortín, nos conectamos en la ciudad de Buenos Aires con un sacerdote que fungía como jefe espiritual de una logia nacionalista que, de acuerdo a sus dichos, tenía entre sus miembros a varios militares en actividad. Sus palabras fueron aproximadamente las siguientes. “Éste es el segundo round de un combate. El primero lo perdimos en la guerra de Malvinas, ahora es el round de la democracia que nos fue impuesta, pero el tercero es el nuestro. Contamos con el 10% de la oficialidad que nos responde, lo cual es suficiente para que sobrevenga la revolución una vez que el sistema haya agotado sus cartuchos”. 
Pasaron dos años de esa reunión cuando en la semana santa de 1987 estalló el primer conato militar con el movimiento carapintada de Aldo Rico el que, si bien terminó entregando las armas, obtuvo por parte del gobierno de ese entonces una serie de concesiones para la corporación militar puesto que la debilidad de la democracia le impedía doblegar a ese movimiento. Más tarde, y debido en gran medida a su acción, el presidente Alfonsín fue derrotado estrepitosamente en una elección en ese mismo año y comenzó entonces el proceso de caída irreversible de ese régimen. Por todo lo cual pensamos que era en verdad cierto lo que se nos había dicho y nos disponíamos a celebrar los nuevos tiempos para la Argentina. Pero henos aquí que, a pesar del desprestigio generalizado de la democracia, en su nueva sublevación en Monte Caseros en enero de 1988, Rico se rinde a las pocas horas de haberse decidido a una nueva acción y para colmo sin haberse disparado un solo tiro, como si acaso hubiese recibido una orden secreta de no actuar. Preocupado por este inesperado fracaso, le pregunté al aludido sacerdote qué era lo que había pasado y entonces se me contestó aproximadamente lo siguiente. “No nos debemos preocupar pues esto ha sido apenas un escarceo, como una prueba para algo más importante que tiene que venir. En Panamá, como agregado militar, se encuentra el coronel Seineldín, un hombre que nos responde totalmente y que es un verdadero caudillo militar. No lo hemos querido hacer intervenir para preservarlo, pero, cuando llegue el momento oportuno, lo hará y ya el round será nuestro definitivamente”. Y así fue como se cumplió también este pronóstico. En diciembre de ese mismo año, cuando el desgaste del régimen de Alfonsín estaba llegando a sus estertores, Seineldín desembarcó en Campo de Mayo y sublevó ese regimiento ante la prácticamente totalidad de apoyo del cuerpo militar. No hubo una sola pueblada en su contra del lado civil, tal como sucediera en cambio en Semana Santa; el camino estaba pues allanado para la conquista del poder. Y así fue como una nutrida columna de tanques marchó por la avenida General Paz encaminándose -se suponía- hacia la Casa Rosada respecto de la cual se comentaba que estaba apenas defendida por unos 40 granaderos. Todos pensamos en ese entonces que se estaba consumando la revolución, pero henos aquí que de repente la columna giró en su dirección y se dirigió en cambio hacia el regimiento de Villa Martelli, en donde el coronel se estacionó y se dijo que era para negociar.  Se abrió entonces una vasta expectativa. 'Debemos esperar, se decía, pues se trata aquí de un estratega por la que se intenta actuar con prudencia en una época en la cual los EEUU han amenazado con enviar los marines en caso de que crepite la democracia'.
Unos días más tarde acontecería otro hecho importante. El trotskysta Ejército Revolucionario del Pueblo (bajo el nombre de Movimento todos por la patria) tomaba por asalto un regimiento en la localidad de La Tablada. El mismo fracasó, pero se dijo que era un intento para evitar la revolución nacional e instaurar el socialismo sacando del medio al nuevo Kerensky, Alfonsín. Pero después de esto, que preanunciaba una situación de guerra civil, sucedió algo curioso: todo se terminó de golpe. Ni el nacionalismo militar se plantearía tomar el poder por las armas ni tampoco lo haría más la izquierda revolucionaria. ¿Qué era lo que había pasado? Pues bien en ese año 1989, se había producido en el mundo el inicio de la caída de la Unión Soviética, primero con la derrota de Afganistán en febrero y luego a fin de ese año con la caída del muro de Berlín. El jefe del grupo trotzkysta dirá más tarde: “Si nosotros hubiésemos sabido que la URSS iba a ser derrotada un mes más tarde en Afganistán, no hacíamos lo de La Tablada”, puesto que Moscú era el apoyo esencial que tenía ese grupo. Pero los sectores militares nacionalistas efectuaron también un razonamiento similar. Al haber desaparecido el contrapeso soviético, EEUU se había convertido en la potencia universal con capacidad de imponer su voluntad en todas partes, por lo tanto lo correcto era no contrastar con éste sino buscar su amistad buscando a un político que pudiese ser potable para ambos. Fue sí como se revocó la experiencia revolucionaria y se adoptó abiertamente la salida electoral. Rico fundó un movimiento que sostenía en su plataforma ‘interactuar en el Mundo Uno’, es decir en el mundo gobernado por los EEUU. Y Seineldin quien ya había tomado como mentor doctrinario a un político norteamericano del partido Demócrata, Lyndon Larouche, apostó abiertamente por la candidatura presidencial de Menem a quien calificara de ‘patriota’, mientras que éste como retribución le prometía la jefatura de las Fuerzas armadas y el ascenso a general. Acá recuerdo todavía a ese sacerdote explicándome que en el fondo Menem no era tan malo y que su único defecto era que ‘le gustaban las putas’. A lo cual recuerdo que en su momento le contesté que ése era un inconveniente demasiado grande pues quien vive en función de las mujeres tarde o temprano se termina convirtiendo él también en mujer. Tal como era de imaginar el ‘nacionalismo’ de Menem, bajo el 'amparo' de los norteamericanos y de las putas, se redujo a cuestiones totalmente intrascendentes y formales, como por ejemplo haber traído el cadáver de Rosas al país, pero al mismo tiempo haber manifestado que teníamos que estar en relaciones carnales con los EEUU, aunque desde ya en forma pasiva como la mujer en la cual se había convertido. Era de imaginar que Seineldin, al cual no se lo ascendió a general ni tampoco por supuesto se le otorgó la comandancia en jefe, rompiera el idilio que había establecido con tal gobernante, pero lo curioso fue que lo hizo haciendo declaraciones claramente contrarias a su figura ingresando a un terreno vedado por el reglamento militar por lo cual fue detenido. ¿Se lo imagina alguno de Uds. al gral. Pinochet haciendo declaraciones en contra de Allende antes de dar un golpe de Estado? Bueno esto es lo que hizo el payasesco coronel con la finalidad de engañar respecto de su conversión al antimenemismo. Era indudable que desde una cárcel mal podía ponerse al frente de una sublevación. Pero aun así lo curioso fue que esta intentona -para llamarla de alguna manera- sucedió en 1991 justamente cuando él se encontraba preso. Lo insólito del caso fue que el militar a cargo de la prisión lo dejó en libertad en el momento de producirse dicho ‘golpe’, pero él se negó a salir de la cárcel produciendo de este modo el fracaso de la última intentona militar que hubo en la Argentina a las pocas horas de haberse producido. Nos encontramos pues lisa y llanamente con un traidor que trabajó en forma expresa en contra de los intereses de la nación. Sin embargo esto que fue evidente pudo ser camuflado por la actitud de víctima que el aludido estuvo sosteniendo durante un largo tiempo en tanto pasó prácticamente sus últimos días en prisión. Aunque es bueno resaltar que se trató de una cárcel privilegiada, en un chalet con piscina, que no tiene ninguna correlación con la que hoy padecen muchos militares argentinos condenados por violación a los derechos humanos. 
El colmo de los colmos fue que, a pesar de todos sus fracasos, siguió queriendo dar cátedra a los argentinos aprovechando su situación de ‘preso’ y henos aquí que en el 2002 cuando nos encontramos con otra quiebra de la democracia que hubiese sido definitiva de haber habido en ese momento un movimiento cívico militar revolucionario al que había ayudado a destruir el aludido militar, lanzó una proclama invitando entre otras cosas a renovar la democracia y explicando por otro lado lo que ya sabíamos que no quería derrocar al gobierno de Menem cuando se sublevó. Bueno en ese entonces fue que publicamos en El Fortín una carta pública repudiando su figura, la cual a su vez estuvo acompañada por la nota del amigo Julián Ramírez titulada ‘Somos evolianos’ que ya fue reproducida aquí. En la misma fijamos claras y definitivas distancias con el nacionalismo argentino. Esto es lo que ahora volvemos a publicar.



Sr. Coronel:
                  Habiendo recibido en mi casilla de e-mail el facsímil de una carta de su redacción dirigida al actual presidente Duhalde y con un pedido de opinión y eventual adhesión a los contenidos de la misma, procedo seguida a formularle mis puntos de vista.
       Ud., como todos nosotros, se sensibiliza con la crisis que padece actualmente la nación argentina y alerta también sobre la existencia de un severo peligro de disgregación en nuestras propias puertas, promovido por el poder financiero internacional. Este diagnóstico, que indudablemente es cierto, sin embargo encuentra de su parte un conjunto de soluciones que, lejos de evitar el mal del cual nos avisa, por el contrario agudizan el problema y son las que permiten verdaderamente su ejecución en las etapas finales en las que nos encontramos.
    Ud. nos efectúa una crítica del sistema democrático representativo que oprime a los argentinos, pero sin embargo en todo su escrito hay un esfuerzo permanente en querer demostrarnos que, a pesar de todo lo que pueda decirse en su contra, está con la democracia y que se diferencia sustancialmente de los militares golpistas de 1976. Incluso en varias oportunidades menciona las palabras elite y dictadura como desvalores a ser evitados y combatidos. Así nos hallamos con que Ud. sostiene no la sustitución de la actual democracia, sino su perfeccionamiento por otra de carácter directo y no partidista, basada en el ‘pueblo’, el cacerolazo y las asambleas populares, no diferenciándose al respecto su análisis de lo formulado por representantes de la izquierda como Zamora y Carrió (al parecer no casualmente Ud. manifestó en público simpatías por esta última).
   Al respecto quiero decirle que se equivoca sustancialmente, concordando manifiestamente en esto con el papa Wojtyla y con la dirigencia política en general, en su creencia de que la democracia se cura con más democracia. Cuando la realidad ha demostrado hasta el hartazgo que ha sido justamente dicha forma de gobierno el instrumento utilizado por el poder mundial para someternos, desarticulando nuestro sistema político, sembrando en la comunidad el sofisma y el engaño consistente en hacerle creer que las simples mayorías circunstanciales pueden ser soberanas y dadoras de legitimidad a los diferentes gobiernos, como si la verdad tuviese que ver con el mero factor cuantitativo.
   Por otra parte quiero hacerle notar que no es declarándose democrático como Ud. logra, como militar, hacerse creer ante la opinión pública como contrario ante el tristemente célebre gobierno instaurado por su misma corporación en 1976. Todo lo contrario, si Ud. presta atención a cuáles fueron los objetivos últimos que impulsaron dicha revolución militar, verá que el principal de ellos era el de instaurar en el país “una democracia sana y estable”, es decir lo mismo que Ud. nos plantea ahora, pues los militares de aquella época pensaban también que una democracia enferma puede curarse con una sana, lo cual es una incongruencia porque es dicho sistema una anomalía en tanto el pueblo (el demos) nunca puede ser sujeto de gobierno. Por lo tanto Alfonsín, Menem y De la Rúa no fueron lo opuesto del Proceso, sino la consecuencia del mismo, de la misma manera que su pensamiento democrático no se opone en su sustancia al de los actuales políticos que dice combatir.
   No es casual al respecto que Ud. que tuvo en sus manos el privilegio del cual carece la mayoría de nosotros, la posesión del poder de fuego, encabezó sublevaciones militares tan sólo para hacerlo llegar a Menem al poder y luego para consolidarlo. Así pues, cuando éste pactaba con Ud. y le prometía nombrarlo al frente del ejército, Ud. lo calificaba como ‘un argentino que piensa patrióticamente’ y ordenó a sus seguidores que lo votaran en las elecciones. Luego cuando se dio cuenta de lo que casi todos ya sabíamos, aun sin haber estado en las primeras planas de la política, se sublevó en su contra tras haber transcurrido el primer año de su gobierno. Pero henos aquí que, de su puño y letra, nos enteramos ahora de que dicha sublevación no era para nada ‘un golpe de estado antidemocrático’, es decir que una vez más nos manifiesta que no se sublevó para derrocarlo a Menem, lo cual podría haberlo absuelto del duro juicio de la historia y haber dado justificación a su movimiento, sino tan sólo para cambiar la cúpula de su ejército, e decir para que dicho gobernante lo tuviera a Ud. o a alguno afín como a su comandante en jefe, tal como le había prometido. Pero lo más grave es que Ud. al rendirse rápidamente a las pocas horas de haberse iniciado dicha fallida y farsesca sublevación, ayudó así a consolidar a dicho gobierno, por lo cual no ha sido errado considerarlo como el Tejero argentino, con la diferencia de que este último siempre sostuvo un ideario antidemocrático y Ud. en cambio –tal es como se define a sí mismo- es nada más que un militar democrático.
   Y ya que entramos a hablar de su fallida intentona del 3 de diciembre, debo también decirle que me ha causado una profunda indignación que Ud. reprochara el fracaso de la misma a personas vinculadas a su ex camarada Aldo Rico, quienes le habían prometido liberarlo de la prisión en la que Ud. se encontraba en ese entonces y que, al no haber ido, hicieron fallar la intentona. Sin querer defenderlo a este último, respecto del cual nos hallamos en las antípodas pues se trata también de un militar demócrata, aunque a diferencia de Ud. en actividad, debo decir que esto que nos dice ahora no es lo que manifestara en el relato testimonial que figura en el libro escrito por su colaborador, el mayor Abete, que nos diera hace años y que Ud. nunca desmintiera. Allí reconoce que, en el momento de estallar la sublevación, fue dejado en libertad por el comandante militar de la prisión en que se hallaba y que al no haberlo ido a buscar esas personas a las que alude, entonces decidió volverse a la prisión. Tal como verá, el relato es muy distinto y sólo encuentra explicación en su deschave demócrata. Tal como muy bien nos afirma, nunca quiso poner en peligro las instituciones democráticas. Si Ud. hubiera sido un militar verdaderamente revolucionario se habría venido aunque sea en ómnibus a Buenos Aires y se hubiera puesto a la cabeza de la rebelión sin haberse rendido sin siquiera combatir como hizo, lo que pretende ahora camuflar achacándole la culpa a otros.
   Resumiendo, Sr. Coronel, por todo lo que he dicho no solamente rechazo uno por uno los conceptos vertidos por su carta a Duhalde, sino también opino que el mejor beneficio que puede hacerle al país es seguir estando preso en su confortable ‘celda’ con piscina. Ya defraudó a unos cuantos, como para que siga haciéndolo con otros menos avisados y más crédulos. Su mítica figura, ese lamentable hecho con el que debemos toparnos cotidianamente, sólo encuentra explicación en las profundas causas del fracaso argentino. Porque lamentablemente a Ud. lo apoyan todavía personas con formación suficiente como para darse cuenta de su nefasta y fallida actuación. La funesta influencia del catolicismo güelfo, del cual Ud. calurosamente participa en sus enfáticos apoyos al papa Wojtyla, ha generado en aquellos que deberían tener la capacidad para entender un fideísmo pasivo y obtuso, por el que se cree siempre a pesar de todo. Así como hubo personas que en la época de Alfonsín creyeron que la Argentina se salvaba cuando a Ud. lo hubiesen ascendido a general, hoy las hay aquellas que creen más modestamente que todo va a cambiar cuando Ud. salga de la prisión. Prisión que por otra parte Ud. mismo se buscó con declaraciones intempestivas por las que pudiese estar preso y con las excusas que ahora esgrime para no haberse puesto al frente de una sublevación que Ud. mismo convocara. Y por más que se esfuerce en que lo percibamos como diferente de los militares del Proceso, Ud., a pesar de todo, siegue siendo el emblema de esa paralizante fe en lo militar que ha acompañado en su fracaso a los diferentes procesos argentinos del siglo pasado, lo cual ha tenido a su vez como correlato el fenómeno de civiles adulones y obsecuentes que fueron siempre los preferidos de los gobiernos militares.
   La Argentina sólo llegará a ser una gran Nación el día en que en su seno surja una camada de personas capaces de pensar a la intemperie, alejadas de amparos y de consuelos, que comprendan que sólo nosotros mismos y no el Fondo Monetario o espadas salvadoras seremos los gestores de nuestro propio destino.
    Atentamente.
        
Marcos Ghio

Buenos Aires, 18/03/02

jueves, 7 de enero de 2016

GHIO: EL NACIONALISMO PROYANQUI

EL NACIONALISMO PROYANQUI


El nacionalismo católico argentino ha sido una corriente que ha influido en diferentes sectores de nuestra sociedad, si bien desde un punto de vista superficial y público no haya tenido una mayor participación directa en la vida pública. Ha actuado como corriente subterránea con importantes vínculos con sectores del clero y de las Fuerzas Armadas y a nivel político en especial en el seno del peronismo y de cierto sindicalismo. En esta nota, aparecida en el nº 17 de El Fortín en Diciembre de 2001, analizamos un importante aspecto de su evolución doctrinaria. Luego de una oscilación entre una postura alternativa y otra atlantista, a partir de los atentados de las Torres Gemelas tomó un rumbo abiertamente favorable a los EEUU de condena de los atentados. El mismo ya se había insinuado unos meses antes cuando algunas prominentes figuras del mismo manifestaron incluso públicamente su apoyo a la candidatura republicana de George Bush en contra del demócrata Al Gore. Hoy en día tal nacionalismo, ante la escasa fiabilidad representada por Obama, se ha manifestado a favor del ruso Putin quien expresaría esa misma postura conservadora y por lo tanto no tradicionalista y antievoliana. No sería de extrañar que se produjera una nueva voltereta ante la salida de escena del ruso en razón de sus ostensibles fracasos militares y políticos y la presencia de otro líder conservador en la figura de G. Trump. Tal como puede verse en esta primera nota, el nacionalismo en sus diferentes variantes es un fenómeno perteneciente al régimen moderno que se combate.


Hace unos dos años reapareció la revista Cabildo, publicación que fuera pionera del nacionalismo argentino. La misma, con diferentes altibajos, se había editado en su primera etapa desde la época de 1973 hasta bien adentrada la democracia de Alfonsín y Menem, habiendo cumplido en su momento con una importante función formativa de la conciencia de todas aquellas personas que rechazaban el sistema liberal partidocrático sin por ello caer en las críticas formuladas por la izquierda. Si algo positivo caracterizaba a tal publicación era que, a diferencia de otras, sabía hacer un distingo esencial entre el Occidente tradicional, representado por la civilización que tuviera su cuna en Grecia, en Roma y en el Catolicismo y que nos fuera transmitida por España y esa caricatura distorsionada que se manifiesta hoy en día arquetípicamente a través de los Estados Unidos. Lejos se estaba en ese entonces de sostener posturas conservadoras y conformistas que se redujeran meramente a aceptar hechos consumados y el pretendido ‘mal menor’, buscando el ‘amparo’ en alguno de los sectores del régimen, soslayando la existencia de profundas contradicciones con el mismo. Desde tal óptica se consideraba que los Estados Unidos no son en modo alguno la expresión contemporánea que asume el Occidente, sino que en tal territorio se ha fundado una nueva civilización la cual, debido a su especial singularidad, es además diametralmente opuesta no sólo a nuestra tradición, sino también a cualquier otra que funde sus principios en valores espirituales y no de carácter material y consumista, como es lo que sucede en cambio en Norteamérica.
Así pues tal revista, al referirse al pretendido antagonismo que en ese entonces dividía al planeta, por el que se contraponían la sociedad capitalista representada por los EEUU y la comunista por la Unión Soviética, pudo decir que ambas, USA y URSS, eran en el fondo metafísicamente iguales y que consecuentemente representaban una falsa disyuntiva y que, más aun, si había que calificar por grados a estas dos civilizaciones gemelas, en el fondo los EEUU eran peores. Se consideraba allí que, a pesar de tratarse en los dos casos de culturas materialistas y por lo tanto contrarias al principio último que informa a cualquier civilización sana y normal, la diferencia estribaba en que, mientras en el segundo el materialismo se imponía de manera coercitiva, con cárceles y checas, dando así cabida al menos a una oposición de catacumbas, en el primero en cambio el mismo terminaba brotando espontáneamente del alma del norteamericano por ser ésta una sociedad en la cual desde sus mismos orígenes y por generaciones enteras el culto del trabajo y del dinero se había adentrado tanto en las costumbres de tal pueblo que hacían por lo tanto prácticamente imposible una verdadera reacción en su seno. E decir que la diferencia esencial estribaba en que, mientras que la URSS representaba una anomalía y un desvío respecto de la civilización ruso bizantina originaria y de carácter tradicional, USA en cambio manifestaba una plena continuidad y coherencia en su devenir desde su misma constitución como confederación de Estados independientes (1), De la misma manera, en otro artículo salido en tal período se reivindicaba al fundamentalismo obviándose el hecho de que se hubiese manifestado en otra forma religiosa distinta de la nuestra y rescatándose de éste la circunstancia de que sostuviese una postura de ortodoxia y retorno a los principios raigales de la propia tradición, rechazando esa gran herejía que significaba el mundo moderno, del cual los EEUU eran su principal exponente. Se agregaba también que en nuestro país, si bien el fundamentalismo a formarse debía ser católico, en tanto manifestación reivindicatoria de nuestra tradición histórica y cultural, siendo la religión el alma de la misma, tenía sin embargo afinidades estrechas con otros que, a pesar de su pertenencia a culturas diferentes, coincidían con el nuestro en la reivindicación de valores espirituales y en su rechazo del materialismo de la sociedad moderna (2).
Es cierto sin embargo que en algunos casos la revista sostuvo una posición contraria. Por ejemplo en la declaración de principios del Movimiento Nacionalista de Restauración, un fallido intento de constituir una corriente política no partidista (posiblemente fracasado por las incoherencias que se verán a continuación), se sostenía un apoyo pleno y enfático a los Estados Unidos en su lucha en contra del comunismo, sin resaltarse en modo alguno que tal postura sólo podía tener significado si se la concebía como una simple táctica circunstancial elaborada  tan sólo en función de preservar la existencia física de quienes, con escasez de medios, luchaban por los valores de la Tradición en una época oscura ante un régimen totalitario que reprimía con gulags a quienes pensaban diferente, pero que ello no nos menoscababa en lo más mínimo respecto de nuestra posición esencialmente antinorteamericana. Esta indudable discrepancia podía también tener una explicación en el carácter contradictorio que poseía el director de tal revista, el finado Ricardo Curutchet, quien, a pesar de ciertas vetas de carácter conservador y regiminoso como la indicada, era capaz, a diferencia de alguno de sus colaboradores, de manifestar un espíritu más abierto, lo que se trasuntaba en su pluma en donde podían verse citados, además de conocidos clásicos del nacionalismo católico, a autores heterodoxo como un Cioran o un Jünger.
Pero tras la muerte del distinguido director y luego de la reaparición tardía de la revista hace un par de años, esas inflexiones del pensamiento han desaparecido totalmente dando cabida a la manifestación más cruda de tal tendencia negativa antes mentada. Es así como ahora nos hallamos abiertamente con un ‘nacionalismo’ pronorteamericano el que ha recrudecido hasta llegar a límites realmente inverosímiles que harían enrojecer de envidia hasta al mismo presidente Bush. Todo este verdadero deschave doctrinario ha podido desencadenarse gracias a los últimos acontecimientos conocidos como los atentados de las Torres Gemelas, los que entre otras cosas han tenido el gran valor de permitir poner, definitivamente y con neta claridad, ciertas cartas sobre la mesa. Aquí la revista Cabildo se declara abiertamente ‘en contra del terrorismo islámico’ (como si Norteamérica no fuera un Estado terrorista), ya que para ellos el Islam es un enemigo declarado que representa una terrible herejía que ha ocasionado varias víctimas a las naciones cristianas. Como si acaso no hubieran sido ‘cristianos’ aquellos libaneses que, en connivencia con el Estado de Israel, masacraron a miles de palestinos en los campos de refugiados de Sabra y Chatila. Lo único que lamenta es que Norteamérica pretenda nuestro apoyo cuando no lo hizo como correspondía en la guerra que sostuvimos en contra de la subversión marxista; como si tal ideología y el fundamentalismo islámico fueran cosas similares. Ellos parecieran no percibir, en su sectarismo y cerrazón, las diferencias esenciales entre ambos ‘terrorismos’, resultándoles totalmente secundario el hecho de que el marxismo es un ateísmo y un materialismo, mientras que el Islam es en cambio una concepción teísta y espiritual, por lo tanto con más afinidades con la religión cristiana, en tanto que ambos sostienen un concepto de trascendencia que en cambio no es hallable por igual ni en el marxismo ni en Norteamérica. Y es ésta justamente la verdadera explicación respecto del por qué este país no nos apoyó en la lucha en contra de la subversión marxista, en tanto que, tal como se afirmaba con claridad en la primera etapa de la revista, ambas eran concepciones gemelas y bien le convenía y le convino a USA el triunfo de tal ideología, al menos en el plano cultura, tal como ha sucedido luego de la derrota de la Argentina en la guerra de Malvinas. Por último nos agregan que nuestro país no debería integrar una fuerza conjunta para castigar a los ejecutores de tan ‘condenable atentado’, tal como lo hiciera antes en la guerra del Golfo meramente porque nuestras Fuerzas Armadas se encuentran desintegradas y a los Estados Unidos con lo que tiene le alcanza y sobra (hasta en esto se equivocaron pues no les alcanzó ni les sobró con las guerras efectuadas en estos últimos 15 años alentadas por esta gente). Lo cual nos permitiría pensar que, si las circunstancias fuesen distintas, entonces sí habría que intervenir militarmente.
Pero no solamente Cabildo se ha enrolado en tal perspectiva sectaria y pronorteamericana. La otra publicación más modesta del nacionalismo católico güelfo, y también con menos pretensiones doctrinarias pero con mayor continuidad en sus ediciones, la en otras circunstancias por nosotros mencionada Patria Argentina, que ahora ha cambiado de director siendo hoy en día capitaneada por un ex teniente coronel carapintada, ha asumido una postura muy similar. En este caso lo hace aplicando el viejo método de la interpretación conspirativa de los acontecimientos, dando por sentado que fue Norteamérica misma la que se hizo estallar las Torres Gemelas, posiblemente para justificar la acciones punitivas que emprendería más tarde por todo el mundo, soslayando la desproporción existente en tal caso entre los fines y los medios empleados, como si para matar a una mosca (en este caso Afganistán) se necesitara un rayo láser. Digamos al respecto dos cosas. En primer lugar que resulta una vieja modalidad de tal publicación la de querer achacar cualquier atentado exitoso en contra del stablishment a las mismas víctimas que lo han padecido. Ello, a pesar del aparente tenor descalificatorio y incriminante que pretendería tener tal aseveración, lo cual puede confundir al incauto respecto del objetivo último que aquí se persigue, tiende por el contrario a beneficiar a tal poder pues lo cubre con un verdadero manto de inmunidad. Quien lee las explicaciones de Patria Argentina termina pensando que son tan poderosos los EEUU e Israel por lo que se haría inútil cualquier acción en su contra pues son capaces de capitalizar a su favor todo, aun lo que en apariencias los perjudicaría. Pero lo más risible del caso son las explicaciones que pretende dar el medio en relación a tal hecho con la finalidad de abonar su tesis. Lo que resulta para ellos ‘sospechoso’ del atentado sería que los ‘suicidas’ (sic) que participaron del mismo poseían un ‘nivel cultural, técnico e intelectual medio alto, muy difícil de reclutar’. Es decir, más allá de que la calificación de ‘suicidas’ efectuada contra los héroes que dieron su vida por una causa (la misma que nos da el sistema) resulta poco menos que canallesca y de lo cual nos ocuparemos luego (Cabildo tiene una expresión más infeliz, los llama despectivamente ‘estrelladores de aviones’), parece ser, de acuerdo a tal análisis, que sólo se inmolarían por una causa aquellos que se encuentran en la pobreza extrema y que por lo tanto no tienen nada que perder, por lo cual se termina así coincidiendo con el régimen en el sentido de que no son los ideales los que determinan la conducta de las personas, sino la economía. Más cómico aun resulta manifestar que es ‘poco explicable racionalmente el atentado’ porque es imposible pensar que tales ‘suicidas’ hayan decidido tomar esa resolución luego de haber vivido tanto tiempo en los Estados Unidos ‘eludiendo todas las tentaciones propias de la liberalidad norteamericana’. Es decir que, siempre en concordancia con tal perspectiva economicista típica de un yanqui, el hombre resultaría así ser una mera marioneta del confort y del consumo. Muy seguramente podríamos pensar, de acuerdo a este curioso criterio, que si al director de este medio lo mandaran por dos años a los Estados Unidos volvería masticando chicle y hablando y comportándose como un perfecto norteamericano, pues: ¿quién sería capaz de resistirse a las tentaciones que nos proporciona la gran metrópolis del progreso y de la Prosperity?
Pero lo que merece una ampliación de nuestra crítica a las dos expresiones gráficas del nacionalismo güelfo es la insistencia con que ambas despectivamente califican como ‘suicidas’ a quienes han dado su vida heroicamente para demoler en sus símbolos a la civilización norteamericana, representando tal término un atributo moral descalificatorio que se aplica a aquellas personas que se escapan cobardemente de esta vida negándose a asumir sus responsabilidades y a seguir estando en ella a pesar de todo… más aun con los conforts y bienestares que ésta nos puede llegar a proporcionar, según la óptica de Patria Argentina. Cuando en verdad quien se ofrenda por un ideal, aun a sabiendas de que perderá su vida, no es un suicida sino un mártir. Le preguntamos al respecto a los ‘católicos’ de la actual revista Cabildo, quienes además han hecho hincapié en el carácter pecaminoso de tal conducta, si desde su óptica también los  primeros cristianos que se inmolaban dejándose devorar por los leones eran suicidas.
Tales ‘católicas’ y papísticas descalificaciones morales y religiosas permiten hacernos recordar las recomendaciones que daba el papa Wojtyla a los soldados argentinos que luchaban en Malvinas para que ‘quiseran la paz’ con los ingleses y que por lo tanto no se ‘suicidaran’ pues de tal modo corrían el serio peligro de irse al infierno.
Por último nos preguntamos: ¿No habrá sido también el miedo a convertirse en ‘suicidas’ lo que hizo que los distintos exponentes del movimiento carapintada se rindieran sucesivamente en todas las sublevaciones fallidas, en algunas de ellas a las pocas horas de haber comenzado luego de que se tropezaran con una obvia resistencia? ¿Habrán también actuado así por sugerencias eclesiásticas? Al respecto recordemos que uno de los principales líderes de tal movimiento, luego de rendirse tres veces consecutivas, salvando sí su pellejo, a diferencia de los pecaminosos ‘estrelladores de aviones’, ingresó más tarde a la política a través de la cual logró hacer una gran fortuna tras haber previamente explicado a todos que su nacionalismo era de ‘amparo’ en el ‘mundo uno’, esto es, en los Estados Unidos, no habiendo pues precisado para convencerse de ello de una ‘larga convivencia’ con la sociedad norteamericana. Esto es lo que se llama ser previsores y conocer las leyes fatales de la historia.

Notas:
1-     Véase Usa y Urss, un falso antagonismo, en Cabildo Nº 119, Enero de 1988. Así finalizaba el artículo: ‘En la actualidad un movimiento auténticamente revolucionario debe ser capaz de enfrentar por igual a estas dos terribles anomalías históricas, causa y efecto ostensible de la decadencia del mundo moderno, Usa y Urss, metafísicamente iguales…’
2-     2- Véase Nosotros los Fundamentalistas, en Cabildo Nº114, agosto de 1987.


Marcos Ghio

sábado, 2 de enero de 2016

RAMÍREZ: SOMOS EVOLIANOS

SOMOS EVOLIANOS

De alguna manera tenemos que adoptar un sustantivo que nos identifique y, ante la confusión semántica que cada día más y más degrada a nuestro idioma, tenemos que llamarnos netamente evolianos, para así poder diferenciarnos de los otros.
Existen varias doctrinas, movimientos o ideologías con las cuales se nos pretende relacionar en virtud de planteos de algunos problemas que rozan con el pensamiento de Julius Evola, pero que lo hacen desde distintas perspectivas, las que en definitiva son opuestas a nuestra concepción del mundo y de la vida.

NO PODEMOS LLAMARNOS NACIONALISTAS:
Llamarse nacionalistas es cargar con una herencia que no nos pertenece, es como llevar una mochila llena de plomo. Llamarse nacionalistas y al mismo tiempo tener que diferenciarse de esas corrientes es una ardua tarea. Es más fácil llamarse evolianos y partir desde otro punto de vista totalmente crítico del nacionalismo en su conjunto. El nacionalismo argentino está agotado por razones fundamentales. Una de ellas es porque sostiene la idea del Estado-Nación, visión modernista y romántica que acompañó el ascenso del Tercer Estado –la burguesía- durante los siglos XIX y XX. Esta ideología del Estado-Nación está hoy en día en crisis totalmente terminal frente al brutal desarrollo de la mundialización material y economicista. Únicamente una concepción supranacional, con raíces metafísicas y espirituales podrá oponerse a la globalización hoy en marcha. Es decir, frente a la globalización, hay que sostener otra de signo opuesto. Se impone pues una inversión de 180º- El Estado-Nación está totalmente incapacitado para hacerlo. La creación de una Orden de carácter universal podrá agrupar a su alrededor a todos aquellos que profesen una idea supranacional.

NO PODEMOS LLAMARNOS TRADICIONALISTAS:
Porque es otro término equívoco que confunde especialmente con el tradicionalismo católico el que, según Evola y con razón, es tan sólo un tradicionalismo a media que se queda a mitad camino quedándose habitualmente tan sólo con la cáscara de lo que es la verdadera Tradición en su plenitud. Cada vez que pretendamos dar una explicación al contenido de tal término, tendremos inmediatamente que diferenciarnos de los tradicionalistas católicos con toda la herencia güelfa y moderna que ello conlleva.

NO PODEMOS LLAMARNOS DERECHISTAS:
Pues a pesar de reconocer el contenido superior de la palabra derecha, que no tiene nada que ver con su deformación y caricatura actual, la misma es también ambigua como la anterior, tradicionalista, estando hoy en día totalmente identificada con los sectores del privilegio económico, financiero y material.

NO PODEMOS LLAMARNOS CONSERVADORES:
Porque en esta sociedad en la que vivimos queda muy poco o nada que conservar. Lo que está en vías de destrucción no es ya lo tradicional, sino el mundo burgués ante el avance arrollador del Quinto Estado, es decir, el reino de los parias.

NO PODEMOS LLAMARNOS NACIONAL-SOCIALISTAS, FASCISTAS O FALANGISTAS:
Porque en estos movimientos pesaron aspectos modernistas que, en última instancia, los llevaron a la derrota: en algunos el güelfismo, en otros el racismo biológico, y en todos los casos el moderno nacionalismo.

NO PODEMOS LLAMARNOS REVOLUCIONARIOS:
 Porque, estrictamente hablando, la revolución en general es hoy en día confundida con el proceso subversivo que vive Occidente desde hace siglos y que ha invadido a todo el mundo.

NO PODEMOS LLAMARNOS REACCIONARIOS:
No porque nos asuste esta palabra, sino porque representa una posición de simple reacción en contra de algo que avanza, y lo que nos tiene que caracterizar no es solamente una reacción, sino sobre todo un accionar. Se trata de lo activo y no de lo pasivo.

SOMOS EVOLIANOS:

Porque nuestra acción se nutre en sus aspectos fundamentales en el pensamiento de Julius Evola, lo cual no significa santificarlo, dogmatizarlo o congelarlo, sino, dentro de sus lineamientos fundamentales, criticarlo si fuere menester y completarlo y ampliarlo cuando sea necesario.

Julián Ramírez
El Fortín Nº 18, Abril 2002