lunes, 27 de julio de 2015

GHIO: UNA ANTÍTESIS NUEVA

UNA ANTÍTESIS NUEVA




No dejan de sorprendernos nunca los desenlaces cada vez más novedosos y sorprendentes que asume el proceso democrático en su fase terminal en la que nos toca vivir. Bien sabemos que en la Argentina, que es un país en múltiples aspectos arquetípicos para el mundo entero, en tanto ha dejado desde hace tiempo de ser un mero reflejo de lo que en otras partes pasa primero, ha existido históricamente  -durante los últimos cien años por lo menos- un embate desaforado y a veces incluso violento entre dos fuerzas que se presentaron como antitéticas, aunque en el fondo –y hoy se lo demuestra de manera notoria- nunca lo fueron en tanto que ambas en una manera u otra han aceptado por igual que la verdad es una cosa inmanente a algún tipo de factor sea social como histórico y han discrepado simplemente respecto de la entidad y amplitud que tenía el mismo. Una de estas dos fuerzas ha sido el liberalismo en la forma clásica, que surgiera a partir de la revolución francesa y la otra, también procreada por dicho acontecimiento, ha sido el populismo, al que podríamos calificar en el fondo también como un liberalismo, pero de carácter más urgente e inmediato; siendo por lo tanto éstos los dos modos en que se ha expresado siempre nuestra democracia. Tal antítesis dialéctica puede encontrarse en la obra esencial que representa la base de todo nuestro sistema político y filosófico que es el Dogma Socialista de Esteban Echeverría, texto escrito en la primera mitad del siglo XIX que sirviera de base filosófica a nuestra Constitución y que asigna al concepto de ‘socialista’ un significado diferente del que adquiriera posteriormente con el tiempo. En este caso la reflexión de Echeverría versa sobre la democracia y considera que, si bien la misma es el gobierno del pueblo, resulta indispensable distinguir entre este último y la masa. El primero es un conglomerado de seres educados racionalmente en el cual los instintos y caprichos se encuentran modelados por tal función superior, en cambio la masa es aquel conjunto de individuos que, en tanto no son racionales y carecen de educación, son fácilmente conducidos por tiranos o caudillos que los determinan a actuar de acuerdo a sus intereses. La solución de Echeverría era que la democracia no podía aplicarse con todo el mundo, sino que debía confundirse con el mismo proceso educativo en modo tal que con el tiempo las personas en su totalidad pudiesen llegar a practicarla en tanto hubiesen sido capaces de hacer primar en sí el factor racional por sobre el emocional e instintivo. Este sistema entró en crisis en el momento en el cual el populismo, con el radicalismo irigoyenista primero y con el peronismo más tarde en las diferentes variantes que hemos conocido a lo largo de la historia, alcanzó a hacerse con el gobierno. El populismo, del mismo modo que el liberalismo clásico, considera que es cierto que la verdad emana del pueblo en cuya voluntad deben depositarse todas las grandes decisiones del Estado, pero da un paso más y que consiste en considerar que no existe esa diferencia con la masa a la cual apuntaba Echeverría. Más aun esa verdad tiene más que ver con el instinto que con la razón pues en el pueblo existiría un impulso secreto hacia la justicia que en cambio no hallaríamos en los seres cultos e ilustrados. La famosa frase peronista ‘Alpargatas sí, libros no’ es una clara alusión a tal concepto.
Ahora bien, los liberales no se resignaron a tal dogma populista y durante mucho tiempo se le sublevaron, incluso con revoluciones sumamente violentas, habiendo sido la más cruda de todas la Libertadora, respecto de la cual se cumplirán en estos días 60 años de su realización. De acuerdo a las mismas existían ciertos principios que ellos denominaban democráticos que no podían se conculcados en manera alguna aun si se hubiese tratado de una mayoría electoral la que lo aceptase y que por lo tanto no podía identificarse la Democracia con el mero ejercicio electoral indiscriminado, pues sólo podían participar de la misma los que creyesen firmemente en éstos. Fue así como el populismo peronista fue proscripto por esa revolución. Pero en razón de la endeblez de tal postulado, en tanto que muchas veces los límites entre lo educado y aquello que aun no lo era resultaban difíciles de determinar, esta actitud no duró ni siquiera veinte años pues al poco tiempo se volvió a tal práctica antes prohibida y nuevamente dicha vertiente reconquistó el Estado. Es cierto que luego se intentó corregir tal error en 1976, pero finalmente todo concluyó con el retorno de tal sistema el cual fue incrementándose cada vez más hasta llegar a nuestros días en donde su victoria puede reputarse ya como absoluta.
Todo este prolegómeno lo decimos justamente porque días pasados no dejó de sorprendernos el hecho de que aquella fuerza que se presentaba como lo contrario del peronismo y como la ‘gorila’ o heredera de la revolución antiperonista ha terminado asumiendo sus mismas banderas populistas y ello no solamente en el hecho de que haya rescatado sus ‘logros’ de gobierno, sino porque ha asumido su misma concepción pragmática y oportunista de la existencia, es decir, tal como antes criticaba Echeverría, confundir la verdad con la mera cantidad. El principal ideólogo de tal fuerza ha manifestado textualmente que ‘Si el pueblo argentino dice que la virgen es una atorranta, entonces es una atorranta hasta que se demuestre y decida lo contrario’.  Es decir, de manera cruda y categórica, tenemos aquí la aceptación de la máxima populista de que la verdad es igual al número y que carece de cualquier valor que lo trascienda.

Habiendo concluido así la dialéctica existente entre liberales y populistas los cuales, tal como era de esperarse, han terminado poniéndose de acuerdo, de lo que se trata ahora es de volver a practicar la antítesis verdadera, es decir entre aquellos que creen en que la verdad es inmanente al pueblo, esto es la Democracia, o los otros que en cambio sostienen que lo trasciende, y que es Dios y no el pueblo la fuente de la misma. Que la soberanía sobre el pueblo se ejerce a través del Estado el cual forma a la nación y no a la inversa.
Hoy en el mundo esto último ha comenzado a ponerse en práctica en otra latitud y en el seno de otra religión a partir de la constitución del Estado Islámico cuya meta es la refundación del antiguo califato disuelto por la misma revolución moderna inspirada en los principios democráticos emanados de la revolución francesa. En estas tierras la alternativa al populismo liberal y moderno es el Estado católico cuya función es también reconstituir el antiguo imperio cristiano.

Marcos Ghio

27/07/15

RAMÍREZ: EL MAL EJEMPLO DE GRECIA

EL  MAL  EJEMPLO  DE  GRECIA



     Si bien no se relaciona directamente con la guerra de civilizaciones, el caso de la crisis financiera y económica de Grecia sirve para extraer conclusiones que se pueden aplicar a muchos países, y de ejemplo a la forma en que no hay que proceder para luchar contra el gran enemigo: el mundo moderno.
     Grecia es un país de alrededor de 11 millones de habitantes con una superficie de 132.000 kms. cuadrados y ubicado en una posición geográfica de indudable valor estratégico. El primer ministro Alexis Tsipras llegó al gobierno con el partido Syriza, sigla de la Coalición de la Izquierda Radical, compuesto por socialdemócratas, marxistas-leninistas, trotzkistas, maoístas, ecologistas de izquierda, eurocomunistas y otros de la misma raza. La deuda pública heredada de gobiernos anteriores, se volvió insostenible y se prometió al pueblo no aceptar planes de ajuste propuestos por la “troika” (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea) representante de los intereses financieros, económicos y políticos de la Unión Europea. Como es natural en esa fauna izquierdista hubo amplio despliegue de retórica antiimperialista, de desbordes verborrágicos, de patriotismo, de voluntad popular, de anticapitalismo. Se convocó a una consulta popular que dio amplio triunfo al gobierno. El proceso griego despertó la simpatía de muchas fuerzas de centro-izquierda y de no pocos nacionalistas en todo el mundo.
     Pero he aquí la sorpresa para los que no conocen ni sospechan la magnitud del poderío de la usura mundial. A los pocos días de la consulta popular Tsipras aceptó en su totalidad las imposiciones de los usureros y financistas representados por la “troika”. Inmediatamente el parlamento griego aceptó las imposiciones triunfando de esa manera los que en el mundo moderno son verdaderos vampiros de la sangre de los pueblos. Inmediatamente llegó el rescate financiero para salvar a los bancos y para que Grecia comenzara a pagar deudas. Por supuesto ello será con los respectivos intereses. Se sigue prestando para pagar deudas.
    De todo esto se pueden extraer valiosas conclusiones.  En principio se demuestra la inutilidad de la democracia para enfrentar tales situaciones ya que para encararlas se necesita otra tipo de gobierno.
     También queda de manifiesto que para enfrentar a la globalización materialista y financiera de los que pretender instalar un gobierno mundial, la única alternativa valedera es el desarrollo de una mundialización de signo opuesto, de carácter espiritual y tradicional, con fuerte enraizamiento en la tierra y que no esté limitada por fronteras nacionales. El estado-nación ya está periclitado para resolver estos problemas.
     Se necesitan también la formación de elites de carácter tradicional, viril y guerrero, verdaderas aristocracias que orienten a los pueblos en lugar de esas asociaciones ilícitas como son los partidos políticos.
     Queda demostrado el fracaso de todos aquellos que pretenden reemplazar una situación económica y social con otra propuesta también económica y social partiendo de estructuras del mundo moderno: democracia, elecciones, partidos políticos, constitucionalismo e hipócritas derechos humanos. Toda la vana vocinglería antiimperialista y toda demagogia populista son totalmente inútiles para combatir al moderno Leviatán.
     Muchos pretenden justificar la rendición de Grecia en el hecho de que se trata de un país pequeño con pocos habitantes. Este argumento es falso. Lo que faltó en Grecia es la voluntad de lucha. ¡Cómo va a tenerla en medio de tantos socialdemócratas e izquierdistas! La voluntad del hombre que sabe lo que quiere es la fuerza más poderosa del universo, como así lo demuestra otro estado pequeño y con pocos habitantes como es el Estado Islámico.

San Carlos de Bariloche, 20 de julio del 2015.

JULIÁN  RAMÍREZ


         

lunes, 20 de julio de 2015

RAMÍREZ: LOS DOS ASPECTOS DE LA RELIGIÓN

LOS  DOS  ASPECTOS  DE  LA  RELIGIÓN



     En la guerra de civilizaciones en curso, es decir, entre la civilización tradicional, hoy manifiestamente representada por el fundamentalismo islámico por una parte, y por la otra la civilización moderna, representada por el conjunto del mundo sometido a lo material, económico, laico, democrático y puramente inmanente, el tema de la religión ocupa un lugar decisivo y esencial.
     No se puede combatir a la modernidad ni rebelarse contra ella sin un claro convencimiento de la existencia de una realidad sobrenatural, suprarracional y trascendente, y ello nos lleva inmediatamente al plano religioso. La religión, por lo menos, siempre es algo más que la chatura gris y mediocre de la vida puramente inmanente de la sociedad moderna y significa un buen punto de partida para los que puedan alcanzar un nivel espiritual superior y de orden metafísico.
     La religión tiene dos aspectos, el primero y esencial es el vínculo con la divinidad, el segundo y subordinado al primero es el de actuar como vínculo entre los hombres. De esta manera la religión es Tradición e informa toda la estructura estatal, social, institucional, usos y costumbres.
     No ha habido civilización que no haya sido fundada sobre una religión, constituyendo a tal efecto una anomalía lo que sucede con la civilización moderna que ya carece de ella, lo cual nos anticipa su derrumbe, que no será automático sino en la medida en que esté organizada la elite que lo lleve a cabo.
     Nosotros, los hispanoamericanos, los que pretendemos luchar contra el mundo moderno, nos enfrentamos con un profundo drama. Nuestra religión histórica, el catolicismo, está dirigido por una iglesia que a lo largo de los siglos ha ido perdiendo su vocación tradicional y trascendente, y hoy se encuentra reducida a una simple actividad de asistencia social, predicadora de la democracia y de los derechos humanos, de un pacifismo llorón y sumiso e integrada a la modernidad. Este catolicismo pervertido no nos sirve. No nos queda más remedio que afrontar la situación al margen de todos sus representantes sacerdotales y en contra de ellos. Un catolicismo heroico, viril y guerrero debe ser construido basándonos en nuestras propias fuerzas.
     Pero, ¿hay algo que pueda servir de sostén y punto de partida? A este respecto hay un hecho visible y manifiesto en todos nuestros países, nos referimos al culto mariano. Desde México hasta la Argentina el culto a la Virgen María tuvo y tiene una amplia difusión, exteriorizándose  en visibles y constantes manifestaciones de fe que mueve multitudes y está muy enraizado en nuestra América más profunda. Pero para ello habría que superar sus tendencias femíneas y consoladoras, de simple devoción y de sumisión. Así podría servir para empresas de más alto nivel heroico y guerrero. No olvidemos que la transitoria recuperación de las Islas Malvinas por parte de la Argentina fue puesta bajo la advocación de la Virgen del Rosario, todo ello traicionado por la jerarquía de la iglesia y por el mismo Papa Juan Pablo II.
     En otras partes del mundo la religión sigue estando dormida o tal vez haya desparecido. El Papa Benedicto XVI llegó a decir que Europa estaba descristianizada y en esto coincidimos. Los intentos de algunos grupos en ese continente de crear una suerte de neopaganismo no superan los límites del mundo moderno. En la India, China y Japón no se advierten síntomas de reacción.
     La ventaja que en esta cuestión tiene el mundo islámico es que su religión se mantiene presidiendo a la sociedad e informando sus instituciones, usos y costumbres.
     De todas maneras desde nuestra Hispanoamérica, si verdaderamente queremos enfrentar al mundo moderno y dejarnos de ensayos e improvisaciones, la cuestión religiosa está en primer plano.

San Carlos de Bariloche, 6 de Julio del 2015.

JULIÁN  RAMÍREZ
    

        

RAMÍREZ: SIN ENEMIGOS A LA IZQUIERDA

SIN  ENEMIGOS  A  LA  IZQUIERDA

   

    La reciente visita del Papa Francisco a Ecuador, Bolivia y Paraguay da lugar a algunas reflexiones acerca de la moderna orientación de la Iglesia Católica. Dentro de todas sus manifestaciones nos detendremos a analizar la que nos pareció la más clara y contundente: su alocución ante el II Encuentro Mundial de Movimientos Populares en Santa Cruz de la Sierra el pasado 10 de julio, convocatoria hecha por el mismo Papa, como también lo fue el primer encuentro celebrado en Roma el pasado 28 de octubre del 2014.
     En ambos encuentros y en la alocución de Francisco se ponen de manifiesto el alineamiento de la Iglesia con claras tendencias del mundo moderno: el privilegio y exclusivo tratamiento que se da a las cuestiones económicas y sociales en perjuicio de los principios tradicionales y de una concepción sobrenatural del mundo y de la vida.
     No ignoramos las injusticias materiales que el predominio de la modernidad y el liberalismo cometen en nuestra Hispanoamérica: indigencia, salarios de mera subsistencia, falta de viviendas dignas y de asistencia médica, carencias materiales de todo orden y de la mínima educación, y junto con ello el saqueo generalizado de nuestros recursos materiales, usura, narcotráfico y una pseudocultura que conduce a la degradación del hombre, y como si fuera poco el reinado de su majestad la democracia. Pero otra cosa muy distinta es caer en el moderno neomarxismo y aferrarse a puras cuestiones economicistas, cuando sabemos muy bien que esos reales problemas no podrán ser resueltos con otro programa económico, sino a través de una política orientada e iluminada desde lo alto, es decir por la Tradición.
     Para el Papa hay que desarrollar los movimientos populares, que según él expresan “la necesidad urgente de revitalizar nuestra democracia tantas veces secuestrada.” En ellos habría que buscar una alternativa. “Los verdaderos protagonistas  son los humildes, los explotados, los pobres y los excluidos”, dice el Papa, reiterando así los contenidos populistas, neomarxistas y demagógicos tan frecuentes entre nosotros por obra de los gobiernos democráticos que tenemos que sufrir, y que nunca resuelven ningún problema.
     Mientras por un lado la Iglesia no tiene una “receta” - dice Francisco- alienta el protagonismo de esos movimientos populares, multitudinarios y confusos, carentes de una elite superior y organizada compenetrada de una visión de lo sobrenatural. “El futuro está en manos de los pueblos” asegura Francisco. Algo así como decir “animémonos y vayan”, cosa bastante irresponsable, y propia del batallón de empujadores.
     Tampoco estuvo ausente la prédica pacifista y antibelicista, y así nos dice: “Hoy vemos con espanto como en medio oriente se persigue, se tortura y se asesina a muchos hermanos nuestros por su fe en Jesús.” El Papa “olvida” que esos perseguidos lo son por su complicidad con las agresiones del mundo moderno, a quién en el fondo adhiere Francisco, y no por sus creencias religiosas.
     No faltaron tampoco los pedidos de perdón por los “crímenes contra los pueblos indígenas durante la llamada conquista de América” tergiversando así la historia, desconociendo la realidad imperial de Hispanoamérica, y fomentando el indigenismo de claro cuño marxista.
     Como no todos son palos reconozcamos nuestro acuerdo con dos dichos del Papa; el primero es que “este sistema no se aguanta”, y el segundo, estamos en la “tercera guerra mundial en cuotas”. En relación a esto último convendría aclarar que Francisco se encuentra en el bando de la modernidad y contrario a los luchadores por la Tradición como es el fundamentalismo islámico.
     De todas maneras queda claro que con estas actuaciones la Iglesia no tiene enemigos a la izquierda, y no en balde muchos exponentes del marxismo y del progresismo  han alabado al obispo de Roma.

San Carlos de Bariloche, 13 de julio del 2015.


JULIÁN  RAMÍREZ

GHIO: A PROPÓSITO DE LA SUSTITUCIÓN DE UN MONUMENTO

A PROPÓSITO DE LA SUSTITUCIÓN DE UN MONUMENTO

ULTRA ANNI SOLISQUE VIAS
(MÁS ALLÁ DE LOS CURSOS DEL AÑO Y DEL SOL)*


El sustituto de Colón

Parece ser, de acuerdo a una versión no desmentida, que la reciente sustitución  del monumento de Cristóbal Colón por el de la prócer (¿o ‘procera’?) Juana Azurduy no habría sido una idea propia de la actual presidenta, sino una sugerencia que le habría formulado el fallecido Hugo Chávez a quien la misma le prestaba una especial atención. Al haberla visitado éste en su despacho en la Casa Rosada y tras haberse asomado a la ventana que da a la plaza que tiene el nombre del descubridor de nuestro continente, habría manifestado su asombro respecto de que estuviese allí -y para colmo dando la espalda, con la mirada dirigida hacia el mar y con el dedo apuntando hacia Europa- quien según él representaría el comienzo de un pretendido proceso de genocidio padecido por los pueblos nativos, por lo que habría sido éste quien le habría sugerido efectuar el acto aquí aludido.
Demás está decir que tales conceptos fueron luego ratificados en el discurso efectuado días pasados en el acto de inauguración de la sustituta estatua. Allí se insistió en el carácter europeo de Colón, en el dedo apuntado hacia aquella latitud, en la espalda que le daba al edificio del gobierno del pueblo y por lo tanto a la nación toda, representando ello una señal de la dependencia aun inconclusa y siguiendo a su vez a tal relato el verso remanido del genocidio y de los padecimientos producidos en nuestra historia por parte de los colonizadores primero, como luego por los ‘represores’ que habrían sido, en la personificación esta vez del navegante genovés, los grandes hitos dialécticos que debían ser erradicados. Que esto quedaba corregido con el nuevo monumento en tanto que el mismo representaba a una nacida en lo que hoy es Bolivia, y por lo tanto aludía a un territorio en donde se habría producido lo peor del genocidio antes mentado. Y agreguemos finalmente que, rectificando el pretendido error anterior, la nueva estatua aparece ahora mirando hacia la Casa Rosada y que se encuentra acompañada a su vez de una serie de elementos que mencionaremos. Pero antes que nada queremos acotar que, tras haber visitado especialmente el monumento luego de su inauguración y habiendo podido acercarnos hacia lugares del mismo que aun no están a la vista del público, hemos podido constatar que no es verdad que hayan desaparecido las figuras humanas dirigidas hacia el mar y por lo tanto hacia el continente europeo, tal como se achacaba antes. En vez de la mirada señera del navegante aparecen esta vez, con rostros airados y en expresión de bronca vociferante, un conjunto de representativos de los aludidos pueblos originarios los cuales expresan de este modo gestos de enemistad y resentimiento hacia la epopeya española en América, manifestando así el monumento un claro signo de adhesión al indigenismo. A su vez la imagen de la aludida Azurduy merece una par de reflexiones. En primer lugar el hecho de que se haya elegido a una mujer como figura representativa de nuestro pasado histórico y sin lugar a dudas de escasa relevancia, tiene que ver con el rumbo que actualmente están tomando los acontecimientos en nuestra sociedad en su fase más avanzada de degradación democrática. El feminismo, junto a la promoción abierta y manifiesta de la homosexualidad, hoy son las expresiones más crudas del mismo. Como ejemplo de ello y en coincidencia con tal acto, podemos recordar que días pasados la presidenta manifestó, en una cena de homenaje a las fuerzas armadas, que esperaba muy pronto tener a una ‘generala’ como jefa suprema de las mismas. Señalemos además que, luego de la democracia y de la consecuente pacificación de tal institución esencial, convertida poco menos que en una inofensiva asociación de boys scouts, la presencia de mujeres en dicha fuerza se ha incrementado de manera notoria. De este modo la estereotipación del feminismo, en especial en la fase actual supremacista, por la que se concibe la superioridad de la mujer sobre el hombre, aparece bajo figuras diferentes, todas las cuales están presentes en el mismo monumento. El demetrismo, es decir el culto a la mujer concebido en superioridad por su condición de reproductora de la especie, asociado ello a la veneración de la Pachamama o Madre Tierra, aparece en la imagen de la prócer llevando un niño sobre sus espaldas y a su vez el amazonismo, es decir la mujer guerrera que se subleva en contra de los valores patriarcales, lo hallamos en el hecho de que la estatua lleve de manera desafiante una espada en una mano. Lo llamativo del caso es que la blandee con la izquierda y no con la derecha, tal como hubiera sido lo normal.  Esto a nuestro entender resulta un claro signo de primacía de tal vía, es decir de lo siniestro (sinistra=izquierda en latín), de lo inhábil, de lo retorcido, siendo ello un símbolo de los tiempos actuales en donde ser de izquierda es reputado como un hecho sumamente positivo mientras que en cambio ser de derecha conlleva todos los calificativos más reprochables.
Pero no podemos dejar esta nota sin rendir como corresponde un homenaje a Cristóbal Colón, el sustituido, y explicar las razones últimas de su exclusión. En sus burdos rechazos hacia tal figura la presidenta ha captado a la perfección el sentido último de la misma: representa justamente lo opuesto a la democracia. La epopeya de la conquista de América iniciada por Colón significó el proceso largo y heroico de inclusión de estas tierras en la más gloriosa institución que conociera la historia, el Sacro Romano Imperio Germánico, heredado por Carlos V y Felipe II, que incluía vastas latitudes y estaba signado por valores estrictamente espirituales y no materiales y matriarcales como ahora y que se eclipsara abruptamente tras la misteriosa destrucción de la Armada Invencible y el consecuente predominio británico de los mares y a posteriori de ello en nuestro continente hasta nuestros días en un proceso de decadencia extrema y galopante que concluyera con la derrota de Malvinas y el consecuente clima democrático en que hoy se vive. El Imperio no vino a producir un genocido o a capturar riquezas como fin principal, tal como afirman sus detractores -aunque es verdad que las riquezas de América sirvieron para sostener las guerras en contra de las fuerzas centrífugas que intentaban disolverlo-, sino a sustituir a figuras parecidas que ya había en este continente, el Inca en el Sur y el Azteca en el Norte, que se encontraban en proceso de descomposición. Del mismo modo que el cristiano- germánico-español, éstos representaban a figuras solares y cuando rigieron en su plenitud suplantaron el culto de la Pachamama por el del sol o Quetzaoacl, como signo de irrupción victoriosa de lo trascendente y de lo que es más que mera vida por sobre lo que es simple reproducción vermicular de nuestra especie. Pero a la llegada de los españoles se encontraban en proceso de decadencia y por tal razón aquellos fueron reputados como liberadores por parte de pueblos que habían perdido aquella luz superior que los iluminaba y que padecían en cambio el primer genocidio que se conociera en nuestro suelo, en especial con la ilimitada producción de sacrificios humanos de carácter ritual, generados por la desesperación de tal proceso. Fueron éstos los que vieron en el Imperio español la luz necesaria para una vida superior en momentos en los cuales se apagaba la que hasta entonces había y no casualmente fueron las tribus aborígenes de América quienes más se opusieron al proceso de ‘independencia’. Y no es de extrañar tampoco que hoy en día, mientras que en las estatuas aparecen figuras grotescas protestando por un pretendido genocidio, del otro lado de la plaza en cambio acampen descendientes de aborígenes reales reclamando por los derechos conculcados por sus ‘libertadores’.
Colón miraba hacia el infinito, hacia el sol y hacia Europa es cierto, pero no hacia la actual sino hacia la del Sacro Imperio, hacia lo que se encuentra Ultra anni solisque  vías ; la democracia lunar, de izquierdas y telúrica mira en cambio hacia lo efímero y finito, es decir hacia los conglomerados mercantiles del mundo entero, incluso los de la misma Europa actual.

* Definición del imperio de Carlos V

Marcos Ghio

20/07/15

miércoles, 15 de julio de 2015

EVOLA: EL TERCER SEXO

   EL TERCER SEXO



                                     

No hay duda de que el incremento de la homosexualidad y la avanzada de lo que ha sido denominado el “tercer sexo” constituyen un fenómeno característico de los tiempos últimos, constatable no tan sólo en Italia.
Por lo que se refiere a la homosexualidad o, más precisamente, a la pederastia, hay que resaltar, como rasgo particular, que la misma no se restringe más  a ambientes pertenecientes a las clases superiores, de artistas, de estetas, de cultores decadentistas de perversidades y de experiencias que se encuentran afuera de lo normal, sino que es un fenómeno que ha invadido también al denominado “pueblo simple” y a las clases superiores, quedando tan sólo preservados de ello en una cierta medida los sectores medios.
No es la circunstancia aquí de profundizar respecto del problema de la homosexualidad tomada en sí misma. Hemos tenido ocasión en otra obra nuestra (Metafísica del sexo) de estudiar sistemáticamente toda posible forma del eros, no limitándonos a las “normales” y dirigiendo la atención también sobre las que fueron propias de otras épocas y del área de otras civilizaciones. Sin embargo en aquel libro la homosexualidad fue pasada casi en silencio. Ello es porque, partiendo del concepto mismo de la sexualidad, también en su sentido más amplio y ajeno a cualquier prejuicio social, no resulta fácil esclarecer el fenómeno de la homosexualidad. El mismo ingresa esencialmente en el campo de la “patología”, “patología” en una acepción amplia y objetiva, que no debe definirse en oposición a aquello que, de acuerdo a los conceptos corrientes de la moral burguesa, sería lo “sano”. Encuadraremos sucintamente el tema, distinguiendo dos aspectos en el mismo. El segundo nos remitirá al plano sociológico y, en cierta manera, al mismo orden de consideraciones mencionadas en el capítulo anterior.
En nuestra obra  antes citada hemos partido de la idea de que toda sexualidad “normal” deriva de los estados psicofísicos suscitados por la oposición, como si se tratase de dos polos magnéticos, entre dos principios, el masculino y el femenino. Decimos “masculino” y  “femenino” en modo absoluto, entendiendo con los mismos dos principios en el fondo de orden metafísico, antes y más que biológico, los cuales en los distintos  hombres y mujeres pueden estar presentes en grados sumamente diferentes. En efecto, en la realidad existen tan pocos hombres y mujeres “absolutos” del mismo modo en que podría existir el triángulo abstracto de la geometría pura. Existen en vez seres en los cuales predomina la cualidad hombre (los “hombres”) o la cualidad mujer (las “mujeres”) sin que por ello la otra cualidad se encuentre totalmente ausente. La ley fundamental de la atracción sexual, ley presentida ya por Platón y por Schopenhauer, luego de manera precisa formulada por Weiniger, es que la atracción sexual en sus formas más típicas nace del encuentro de un hombre y de una mujer tales que la suma de las partes de masculinidad y de femineidad contenidas en cada uno dé en su conjunto un hombre absoluto y una mujer absoluta. Nos explicaremos con un ejemplo: el hombre que fuese tres cuartas partes hombre y un cuarto mujer hallará su complemento sexual natural en una mujer que fuese tres cuartas partes mujer y un cuarto hombre; puesto que entonces la suma sería justamente un hombre absoluto y una mujer absoluta los que se unen. Esta ley vale para todos los erotismos intensos, profundos y “elementales” entre los dos sexos; no se refiere a las formas decadentes, aguadas, burguesas y solamente “ideales” y sentimentales del amor y de la sexualidad.
Y bien, tal ley permite también individualizar los casos en los cuales la homosexualidad es comprensible y “natural”: son los casos en los cuales el sexo, en dos individuos que se encuentran, no está muy diferenciado. Tomemos por ejemplo el caso de un hombre que tan sólo en el 55% sea “hombre”, y en lo demás sea “mujer”. Su complemento natural sería un ser que sea “mujer” en un 55% y 45% “hombre”; pero un ser semejante, de hecho, se diferencia poco del hombre, y puesto que se debe considerar no sólo el sexo exterior, físico, sino también (si no sobre todo) el interior, el mismo podrá ser justamente un “hombre”, y lo mismo valdrá para el caso de la mujer. A estas poco diferenciadas “sexualidades” se le podría hacer corresponder el concepto del “tercer sexo”, si bien, tal como se ve, se trate tan sólo de casos-límite. Así quedaría esclarecida la génesis y la base de las relaciones entre pederastas o entre lesbianas como fenómenos “naturales” derivados de una especial y congénita conformación y por la misma ley que, dada una conformación diferente, conduce a las relaciones intersexuales normales. En estos casos, pero sólo en éstos, tiene poco sentido estigmatizar la homosexualidad como una “corrupción” (puesto que, para seres como los mencionados, las relaciones denominadas “naturales” serían no naturales, es decir contrarias a su naturaleza) y, también, creer en la eficacia de cualquier profilaxis o terapia, si no se piensa (como es razonable no pensar) que con medidas de tal tipo se logre modificar aquello que en biología se denomina el biotipo, la constitución psico-física congénita. Si se quisiese formular un juicio moral ante la correspondiente situación de hecho en estos casos-límite, debería decirse que lo más condenable es la pederastia, puesto que en la misma en una de las dos partes el hombre como “persona” es degradado, es usado sexualmente como una mujer. No así es el caso de las lesbianas; si es verdad que, como decían los antiguos, tota mulier sexus, es decir, si la sexualidad es el subsuelo esencial de la naturaleza femenina, una relación entre dos mujeres no se nos aparece como tan degradante: siempre y cuando no se trate aquí de la caricatura grotesca de una relación heterosexual normal, sino de dos mujeres por igual femeninas, pero con una de ellas masculinizada degenerativamente que asuma el papel del varón con relación a su compañera.
Si este encuadre general no explica todos los casos de homosexualidad, ello deriva del hecho de que una gran parte de los mismos entra en otra categoría, en la categoría de las formas anormales en el sentido específico, determinadas por factores extrínsecos, ante los cuales el juicio puede ser diferente. Si se tuviese que dirigir una mirada de conjunto al fenómeno tal como se presenta en la historia y en otros pueblos, es en un orden de consideraciones diferentes que deberíamos hacerlo. Queremos decir que no se trata más de fenómenos que se explican con la ley de la atracción sexual suscitada por una forma cualquiera de la polaridad del principio masculino y del principio femenino (tomados en sí, aparte de su diferente dosis en los distintos hombres y mujeres vivientes). Por ejemplo, la pederastia del mundo clásico constituye un fenómeno aparte. Se sabe que Platón ha buscado referirla al factor estético. En tal caso es evidente que no puede hablarse aquí de una atracción erótica en sentido estricto. Se trata en efecto de casos en los cuales la facultad genérica de embelesamiento y de ebriedad que habitualmente se despierta, sobre la base de la polaridad de los sexos, ante un ser de sexo diferente, es en cambio activada por otros objetos que sirven a aquella facultad como simple apoyo u ocasión. Por lo cual Platón ha hablado del eros como de una forma de “entusiasmo divino”, de manía, afín con otras formas que no tienen nada que ver con el sexo, que se separa siempre más del plano corpóreo, por no decir carnal. En efecto, él establece una progresión en la cual el embelesamiento y el eros despertados por un efebo no representan sino el grado más bajo, puesto que en los otros grados es la belleza espiritual lo que los suscita, y se asciende hasta la idea de la belleza pura, abstracta y supraterrenal. Hasta cuál punto un tal “amor platónico” homosexual (que en su grado más bajo, al no tener como objeto una mujer, sería más “puro”, pues no tendría evidentemente finalidades genéticas) haya en verdad justificado la praxis efectiva de la pederastia antigua, es otro tema.  En el caso de la romanidad de la decadencia, no puede dudarse de ello para nada.
La teoría platónica ha tenido una contrapartida en ciertos ambientes islámicos. Sin embargo ella sería difícil en ser referida a la pederastia sumamente difundida, por ejemplo, entre los Turcos, en donde en su ejército, (por lo menos ayer: véase lo referido por el coronel Lawrence) parece que valiera casi como una insubordinación para el soldado el no prestarse a los deseos de su superior. Por lo demás, en este caso parece que haya actuado a veces otro factor ajeno a la sexualidad en sentido propio; en una confesión nos ha sido referido (siempre en el área turca) de la ebriedad suscitada en el pederasta activo por un “sentimiento de potencia”. Fondo este último muy poco claro, debido al número de las formas en las cuales una libido dominandi puede ser ejercida y satisfecha también en relaciones normales con mujeres. La pederastia en Japón plantea un problema análogo.
En general, todos estos fenómenos no se explican como casos-límite de la ley antes indicada de la complementariedad sexual, puesto que es ajeno a ellos la condición de un sexo poco diferenciado en ambas partes. Entre pederastas una parte puede ser por ejemplo acentuadamente viril (es decir con un alto porcentaje de la cualidad “hombre”) en vez de tenerse una relación entre dos exponentes ambos del “tercer sexo”, cual forma intermedia híbrida.
El fenómeno antes mencionado de la diversión del eros que convierte en posible el despertar afuera de las condiciones normales de la atracción sexual (la bipolaridad de los sexos con su relativo magnetismo) y en un cierto sentido también el fenómeno de su tranferencia, o transfert, sobre un objeto diferente (fenómeno ampliamente aceptado por el psicoanálisis), pueden pues valer como una explicación adicional de la homosexualidad. Además, se debe agregar otro orden de consideraciones.


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Anteriormente hemos considerado la constitución de los individuos en lo referente al sexo (su “sexualización”, el variable grado de su ser hombres o mujeres) como tratándose de una cosa preformada y estable. Ahora, es necesario referirse al caso en el cual, en vez, ciertas mutaciones se convierten en posibles por efecto de procesos regresivos, favorecidos eventualmente también por condiciones generales del medio ambiente, de la sociedad y de la civilización.
Como premisa es necesario formarse una idea más exacta respecto del sexo en los siguientes términos. El hecho de que sólo excepcionalmente se sea hombre o mujer un cien por cien, pero que en cada individuo subsistan residuos del otro sexo, tiene relación con otro hecho muy conocido en biología, que el embrión en un primer momento no se encuentra diferenciado sexualmente, que el mismo originariamente presenta las características de ambos sexos. Es un proceso sucesivo (que, por lo que parece, toma su comienzo a partir del quinto o del sexto mes de la gestación) el que produce la “sexualización”: entonces las características de un sexo prevalecen y se desarrollan siempre más, en cambio las del otro sexo se atrofian o pasan a un estado de latencia (en el campo puramente somático, se encuentran residuos del otro sexo en las tetillas presentes en el hombre y el clítoris en la mujer). Así pues, tras el cumplimiento del desarrollo, el sexo que posee el individuo masculino o femenino debe ser considerado como el efecto de una fuerza predominante que imprime su propio sello, mientras que la misma neutraliza y excluye las posibilidades originariamente subsistentes del otro sexo, en especial en el campo corpóreo, fisiológico (en el campo psíquico, el margen de oscilación puede ser aun mayor).
Ahora bien, se puede pensar que por regresión este poder dominante del cual depende la sexualización se debilite. Entonces, del mismo modo que políticamente en la sociedad al debilitarse toda autoridad central las fuerzas de lo bajo, anteriormente refrenadas, pueden liberarse y reaflorar, de la misma manera en el individuo se puede verificar una emergencia de los caracteres latentes del otro sexo y, por ende, una tendencial bisexualidad. Así nos hallaremos nuevamente ante la condición del “tercer sexo”, y es obvio que estará también presente un terreno particularmente favorable para el fenómeno de la homosexualidad. El presupuesto es pues un decaimiento interior, un menoscabo de la “forma interna” o, para decirlo mejor, del poder que da forma y que no se manifiesta tan sólo en la sexualización, sino también en el carácter, en la personalidad, en tener en manera general un “rostro preciso”.
Entonces se puede entender por qué  el desarrollo de la homosexualidad, también en estratos populares y eventualmente en formas endémicas, sea un fenómeno vinculable lógicamente a aquellos, en razón de los cuales el mundo moderno se presenta como un mundo regresivo. Y así es como somos remitidos al ámbito de las consideraciones desarrolladas en el anterior capítulo.
En una sociedad igualitaria y democratizada (en el sentido más vasto del término), en una sociedad en la cual no existen más castas, ni clases funcionales orgánicas, ni Órdenes; en una sociedad en la cual la “cultura” es una cosa nivelada, extrínseca, utilitaria, y la tradición ha dejado de ser una fuerza formativa viviente; en una sociedad en la cual el pindárico “sé tú mismo” se ha convertido en una frase vacía y sin sentido; en una sociedad en la cual tener un carácter vale como un lujo que sólo el estúpido se puede permitir, mientras que la labilidad interior es la norma; en una sociedad, en fin, en la cual se ha confundido lo que puede estar por encima de las diferencias de raza, de estirpe y de nación con lo que efectivamente se encuentra por debajo de todo esto y que tiene pues un carácter informe e híbrido, en una tal sociedad actúan fuerzas que con el tiempo no pueden no incidir en la misma constitución de los individuos, con el efecto de afectar todo lo que hay en ellos de típico y de diferenciado, aun en el plano psico-físico.
La “democracia” no es un simple hecho político y social; es un clima general que con el tiempo no puede no tener consecuencias regresivas sobre el mismo plano existencial. En el dominio particular de los sexos, puede sin más ser propiciado aquel decaimiento interno, aquel debilitamiento del poder interior sexualizador que, tal como dijéramos, es la premisa para la determinación y difusión del “tercer sexo” y, con el mismo, de muchos casos de homosexualidad, de acuerdo a lo que las costumbres actuales nos presentan en ciertas maneras que a veces no puede dejar de asombrarnos. Por otro lado, una consecuencia es la visible banalización y primitivización de las mismas relaciones sexuales entre los jóvenes de las últimas generaciones (en razón de la menor tensión debida a la menor polaridad). Incluso ciertos extraños fenómenos que, por lo que parece, anteriormente eran sumamente raros, como los del cambio físico de sexo –hombres que se convierten somáticamente en mujeres y viceversa – estamos llevados a considerarlos de la misma manera y a referirlos a causas no diferentes; es como si las potencialidades del otro sexo, contenidas en cada uno, hubiesen adquirido, en el clima actual general, una excepcional posibilidad de emergencia y de activación, a causa del debilitamiento de la fuerza central que, también biológicamente, define al “tipo”, hasta llegar a desplazar y a cambiar el sexo con el cual se había nacido.
Allí donde lo que hemos expuesto hasta ahora haya resultado convincente, también en este caso sólo se trata de registrar la presencia de un signo de los tiempos y de reconocer la completa inanidad de cualquier medida represiva de base social, moralista y conformista. No puede mantenerse unida la arena que escapa entre los dedos, por más pena que se nos quiera dar. Se trataría más bien de remitirse hasta las causas primeras de las cuales todo lo demás, en los múltiples dominios, comprendido el de los fenómenos aquí considerados, no es sino una consecuencia, y allí actuar, allí producir una mutación esencial. Pero ello equivale a decir que el principio de todo debería ser la superación de la civilización y de la sociedad actuales, la restauración de un tipo diferenciado, orgánico, bien articulado de organización social gracias a la intervención de una viviente fuerza central formativa. Ahora bien, una perspectiva de tal tipo se aparece siempre más como una pura utopía, puesto que se encuentra en el sentido exactamente opuesto al del que va actualmente el “progreso” en todos los campos. Al que interiormente no pertenece y no quiere pertenecer a este mundo le queda por lo tanto tan sólo constatar las relaciones generales de causa y efecto que escapan a la obtusidad de nuestros contemporáneos y registrar con tranquilidad todas las consecuencias que según una lógica bien reconocible se desarrollan sobre el suelo de un mundo en disolución.

(El Arco y la clava, pgs. 23-33, Ediciones Heracles)

lunes, 6 de julio de 2015

RAMÍREZ: EL FEMINISMO CONTRA LA TRADICIÓN

EL  FEMINISMO  CONTRA  LA  TRADICIÓN

    

     El pasado 3 de junio se realizaron en la Argentina, y en varios lugares de Uruguay y Chile, marchas y concentraciones en protesta contra los feminicidios y el mal trato a las mujeres. Las convocatorias a estas movilizaciones tuvieron amplia difusión en los medios de comunicación a través de la acción del gobierno nacional y de los movimientos marxistas, progresistas y feministas.
     Por supuesto que somos contrarios a todo asesinato y mal trato contra las mujeres, pero aquí vemos que entre bastidores, en forma no visible, se mueven otras cosas, y nos queremos referir especialmente al tema de la guerra oculta.
     Como nos dice Julius Evola en un capítulo de “Los hombres y las ruinas” debemos presumir la existencia de la guerra oculta cuando se producen hechos en los cuales 2 más 2 en vez de resultar cuatro, el resultado es 5, 6 ó 7; es decir, una magnitud que excede lo que sería un resultado normal. En estos hechos que sucedieron el resultado ha sido de una magnitud muy superior a  los  pocos feminicidios ocurridos, que como dijimos más arriba, deben ser totalmente rechazados y repudiados, así haya sido uno solo.
     El caso es que se ha aprovechado la cuestión para ampliarla aun nivel muy superior como ser las violentas y desaforadas críticas contra la “sociedad patriarcal”, el “machismo”, el “sometimiento de la mujer” desde hace innumerables siglos, y otras consignas vocingleras y demagógicas contra el “oscurantismo”, el “medievalismo” y la religión, todo esto a cargo de movimientos marxistas, progresistas y feministas, sin excluir a los LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales).
     Consciente o inconscientemente los participantes en estos actos han contribuido a un ataque contra principios tradicionales que es precisamente lo buscado y querido por los promotores de la guerra oculta, para que la sociedad moderna derribe los vestigios que van quedando de la sociedad tradicional.
     En la sociedad tradicional se reconocía la distinta naturaleza del hombre y de la mujer, nada de igualdad, simplemente eran diferentes, y cada sexo cumpliendo su propia ley. En la sociedad tradicional el principio que la inspiraba y que tenía hegemonía en lo referente al estado, a la política y al orden social en general, era la virilidad espiritual. Esa virilidad espiritual era la que daba forma y orden al conjunto, sobreponiéndose al caos y al desorden, la Tradición era equilibrio y armonía. La mujer, conforme a su naturaleza, tenía su propia esfera de acción totalmente diferente a la del varón, no existía esa falsa y utópica igualdad a cuya prédica son tan afectos los modernos.
     La hegemonía de esa virilidad espiritual hoy día funciona mal, y en vez de restaurarla para su justo desempeño, la tarea de la subversión consiste en reemplazarla por lo totalmente negativo, o sea, por la feminización de la sociedad. Lo mismo sucedió cuando las monarquías estaban en manos de decadentes y prevaricadores, en vez de rectificar su mal desarrollo, se las reemplazó por la democracia, es decir, algo peor. Por eso el accionar de algunos hombres que habiendo perdido toda visión de lo sobrenatural han caído en la bestialidad tratando a las mujeres como cosas, sirve de pretexto para atacar el principio de la virilidad espiritual a la que se rebaja calificándola de “machista”, medievalista y oscurantista. Se confunde premeditadamente lo que es accidental y accesorio con lo esencial, algunos hechos con los principios.
     Solamente el restablecimiento de los principios tradicionales permitirá que cada sexo cumpla con su verdadera naturaleza, diferente y complementaria al mismo tiempo, el hombre será varón y la mujer recuperará su feminidad, la que está en vías de perder en la falsa igualdad de la modernidad.

San Carlos de Bariloche, 8 de junio del 2015.

JULIÁN  RAMÍREZ
    

      

RAMÍREZ: EL ESPÍRITU ES LA MÁS FUERTE DE LAS FUERZAS

EL  ESPÍRITU  ES  LA  MÁS  FUERTE  DE  LAS  FUERZAS

    

    El título de esta nota pertenece a “El problema de la decadencia” artículo de Julius Evola publicado por EdicionesTeseo, Bs. As., 1997, junto con otros artículos bajo el nombre de “Jerarquía y democracia”.
     En ese artículo Evola nos dice: “Allí donde el espíritu, concebido como la tradición lo quiere, es decir como la más fuerte de las fuerzas, hubiese estado realmente presente, al mismo no le habrían faltado los medios en más o en menos invisibles, directos o indirectos, para alcanzar una superioridad técnica o material.”
     Esto viene a cuento porque hay mentalidades modernistas y materialistas preocupadas por determinar de dónde el Estado Islámico y los otros movimientos islámicos fundamentalistas obtienen sus recursos materiales, y al efecto elucubran las hipótesis más absurdas. Esos divulgadores de fantasías y mentiras, ajenos a todo lo sobrenatural, ignoran la fuerza espiritual de la cual son portadores los heroicos yihadistas. Esa fuerza espiritual les otorga una inmensa superioridad en el campo de batalla frente a soldados para quiénes solo existe lo material y huyen despavoridos entregando su material bélico, abandonando campos petrolíferos, pueblos y ciudades. La fuerza espiritual se transforma pues en proveedora de lo técnico y material, y a ello debemos agregar las influencias invisibles de lo alto que mueven el sacrificio heroico de los mártires.
     El espíritu en su más profundo sentido tradicional, no es algo que está navegando por los cielos, como lo interpretan modernas corrientes “espiritualistas”, y religiones que separan al cielo de la tierra, sino por el contrario, adquiere su verdadera dimensión enraizándose en el estado, en la guerra, en la política y en las instituciones, e infundiéndoles de esta manera, el crisma sagrado de lo trascendente.
     Las civilizaciones que a lo largo de la historia han caído y han sido vencidas por la fuerza militar y material se encontraban en una situación de abandono de los principios tradicionales y con un déficit espiritual que las carcomía. Así ocurrió, por ejemplo, con las civilizaciones americanas y con la India. Con las primeras bastaron unos pocos centenares de heroicos guerreros armados con algunos arcabuces y montados en unos pocos caballos; para conquistar la India fueron suficientes algunos regimientos ingleses. En ambos casos faltó totalmente una resistencia espiritual.
     La civilización islámica también atravesó un período d algunos siglos de decaimiento espiritual y de pérdida de valores tradicionales por lo cual sucumbió ante la superioridad material de las potencias colonialistas, pero supo reaccionar y a partir de la Hermandad Musulmana, ya avanzado el siglo XX, y fracasado el nacionalismo moderno, laico y promarxista, reemprender el camino de la Tradición. Ese reencontrarse con la potencia espiritual es lo que tiene confundidos a muchos, que sumergidos en la cueva de Platón, ignoran lo que es la luz.
     Esperamos que la potencia espiritual lleve a la concreción de una gran estrategia de carácter universal, que supere los límites de la “umma” ( la comunidad de los creyentes), pues es la única forma de derrotar a la globalización materialista que hoy pretende gobernar el mundo.
     Señores marxistas, progresistas, nacionalistas, religiosos güelfos, identitarios europeos, prorrusos, prochinos y geopolíticos,  terminen con tanto macaneo. Es hora de que por lo menos empiecen a sospechar que la fuente de los recursos del fundamentalismo islámico se encuentra en la perenne, eterna e inagotable fuerza espiritual de la Tradición.

San Carlos de Bariloche, 15 de junio del 2015.


JULIÁN  RAMÍREZ

RAMÍREZ: NECESIDAD DE UNA GRAN ESTRATEGIA

NECESIDAD  DE  UNA  GRAN  ESTRATEGIA

    

    Decía Aristóteles que en el comienzo está hecha la mitad del camino. Algo análogo apuntaba Santo Tomás de Aquino cuando expresaba que un pequeño error al principio puede transformarse en un gran error al final. Y decimos estas cosas porque no dejamos de ver con creciente preocupación algunos hechos que se manifiestan en el curso de la guerra de civilizaciones en el campo de los que defienden el espíritu tradicional, es decir, hoy día, en el fundamentalismo islámico.
     Una guerra como la que hoy se libra contra el conjunto del mundo moderno necesita sin más una idea universal. El mundo moderno se compone de un conjunto de fuerzas materiales, bélicas, técnicas, de medios de comunicación, con  las que someten a las grandes masas de población cuya mente está prisionera por todas las sugestiones que reciben permanentemente de las centrales modernistas.
     Contra este moderno Leviatán que pretende instaurar el gobierno mundial, y llevarnos a una situación parecida a la de la novela de Orwell “1984”, solo cabe, y ya lo hemos expresado en otras notas y aquí lo reiteramos, una idea tradicional de carácter universal.  Contra el imperialismo mundial, el Imperio Tradicional.
     Desde el glorioso 11-9-01, el fundamentalismo islámico ha llevado a cabo una notable guerra que se ha extendido a muchas regiones del mundo y que hoy día nadie puede ignorar, pero ha llegado el momento en que hagamos una recapitulación para observar su futuro desarrollo, y desde nuestro humilde lugar tan alejado de los campos de batalla tratar de orientarnos en los futuros desarrollos. Lo hacemos con el ánimo de criticar desde la misma trinchera luchando contra el mismo enemigo, puesto que la guerra contra la modernidad debe ser sostenida cualquiera sea su resultado.
     El fundamentalismo islámico debe superar la limitación que le impone sostener el exclusivismo de su religión. Si bien reconocemos que cada religión debe mantener su relativa exclusividad ello no debe llevarnos al extremo de negar la participación que en la Tradición tienen las otras religiones. Por supuesto que esto no debe confundirse con los vulgares encuentros de religiones propiciados por los últimos papas y con un manifiesto espíritu de acordar con el mundo moderno y predicar un pacifismo llorón y las “bondades” de la democracia. Pero es justo reconocer que hasta el presente el fundamentalismo islámico ha predicado para la “umma”, es decir, para la comunidad islámico de los creyentes, como si se ignorara que en el mundo el Islam es una religión minoritaria y hay varias otras religiones que ocupan considerables espacios, aunque, también reconozcamos, que hasta hoy día, no manifiestan ningún espíritu de lucha contra la modernidad. Pese a ello creemos que es necesario un claro llamado a todos aquellos que en el mundo, cualquiera sea su religión, creen en la existencia de lo sobrenatural, de lo divino y lo trascendente. Es hora de aunar fuerzas y de minar las bases del enemigo en su propio terreno.
     Las guerras no se ganan solamente en el campo de batalla sino que es necesaria y hoy más que nunca una profunda acción doctrinaria, propagandística, moral, y psicológica para ayudar así a los que se juegan en los campos de batalla y derrotar al enemigo en sus propios reductos. Y eso hay que empezar a hacerlo lo antes posible, antes que el árbol nazca torcido y el buen comienzo se transforme en algo con un error incurable.
     Recordamos los errores de origen del Tercer Reich, su exclusivismo nacionalista y su racismo biológico, que por un tiempo no fueron obstáculo para sus arrolladoras victorias militares, pero que finalmente minaron la posibilidad de una gran estrategia. Las correcciones que se intentaron al final llegaron tarde. Los errores iniciales se transformaron en la derrota. Desde el Frente Cristiano Islámico queremos hacer nuestro aporte a la victoria final.

San Carlos de Bariloche, 22 de junio del 2015.

JULIÁN  RAMÍREZ  
    
    

      

RAMÍREZ: HISPANOAMÉRICA Y LA GUERRA DE CIVILIZACIONES

HISPANOAMÉRICA  Y  LA  GUERRA  DE  CIVILIZACIONES

    

    Estamos en pleno desarrollo de la tercera guerra mundial cuyo claro inicio fue la acción de guerra que destruyó las Torres Gemelas el 11-9-01. Desde entonces la lucha entre el espíritu tradicional y el mundo moderno se manifestó visiblemente en la civilización islámica cuyos guerreros siguen ampliando su acción en diversos teatros de operaciones dentro de los países y regiones de religión y cultura islamista.
     Dentro de este panorama, ¿qué papel nos cabe a los hispanoamericanos? ¿Debemos limitarnos a mirar, observar y conversar sobre esto, o por el contrario, iniciar el camino a partir de nuestro propio ámbito religioso, cultural e histórico y así sumarnos a la guerra de civilizaciones del lado de la Tradición y contra la modernidad?
     A esta cuestión trataremos de dar respuesta aunque nos queden más interrogantes que afirmaciones.
     Hay dos regiones en el mundo que constituían grandes imperios, el Islam y el Hispánico. Ambos fueron desintegrados por propia decadencia interna y por las agresiones del mundo moderno. El islámico está reaccionando, y eso lo vemos a diario, pero el hispanoamericano está dormido, y de lo que se trata es de despertarlo y reconstruir el Imperio, versión occidental del Califato en el Islam.
     El Imperio es una entidad de carácter espiritual intermediario entre el cielo y la tierra, es supranacional, no nacionalista. Agrupa nacionalidades, no estados-nación. Así era el Imperio Hispánico, una unidad superior, vinculada a una dimensión espiritual. Su destrucción lo despedazó en una veintena de republiquitas dominadas por el colonialismo anglosajón, la masonería y las oligarquías locales. Hoy se habla mucho de la unidad “latinoamericana” por boca de ideólogos de claro signo progresista y neomarxista, pero su propuesta es mentirosa puesto que no supera el marco económico, y a lo sumo no irá más allá de lo que intentan los europeos con su falso mensaje totalmente de orden material, económico y financiero.
     Hay están el Mercosur, la Unasur, la Celac, el Alba y otras entidades que pese a su demagogia antiimperialista lo que se busca en el fondo es integrarse al orden mundial de las finanzas y la usura. Todo esto es la negación de la idea de Imperio. El Imperio debe estar presidido por una idea espiritual que informe a todo el cuerpo social, y esto es precisamente lo que está ausente en todas las iniciativas de los gobiernos  hispanoamericanos y de la burocracia internacional que han creado.
     Ahora bien, si hablamos de una idea espiritual lo primero que viene a nuestra mente es la religión, y en nuestro caso hispanoamericano, el catolicismo. Pero es impresionante la caída de nivel a que ha llegado la Iglesia Católica, hasta un punto que ya es irrecuperable, totalmente compenetrada con el mundo moderno, propagandista de las grandes subversiones de la democracia y los derechos humanos, con una prédica pacifista y femínea y contraria a todo lo viril, heroico y guerrero.
     ¿Cuál debe ser pues la actitud del hombre que ha comprendido la existencia de una realidad sobrenatural y que sabe que lo que verdaderamente es vida viene después de la muerte, y que estamos en este mundo para lograrlo?
     La respuesta nos la da Julius Evola en “Orientaciones”. Allí nos dice: “Pero tal como están las cosas, es decir, dado el nivel mediocre y, en el fondo burgués y mezquino, al que ha descendido hoy prácticamente todo lo que es religión, para nuestros hombres podrá bastar la pura referencia al espíritu…para infundir fuerza a nuestra fuerza, para presentir que nuestra lucha no es solo una lucha política, para atraer una invisible consagración sobre un nuevo mundo de hombres y de jefes de hombres.”

San Carlos de Bariloche, 29 de junio del 2015.


JULIÁN  RAMÍREZ 

GHIO: DEL DOMINGO DE GLORIA AL ‘MIÉRCOLES DEL PLACER’

LOS ÚLTIMOS 33 AÑOS DE HISTORIA

DEL DOMINGO DE GLORIA AL ‘MIÉRCOLES DEL PLACER’ 



Días pasados un amigo de Brasil nos manifestaba su asombro ante los desencadenamientos últimos que en la Argentina asumía el proceso democrático, en especial luego de haber presenciado escenas del patético ‘Miércoles del placer’ ofrecido en la Facultad de Ciencias Sociales, a la que se conoce vulgarmente por el segundo nombre, puesto que cada vez tiene menos que ver con el primero. Para aquellos que no están al tanto del tema el asunto fue el siguiente. En una cátedra denominada ‘Cuestiones de sexo y género’ (o algo parecido), un grupo de lesbianas y prostitutas, que al parecer participarían de la misma, efectuaron escenas de sexo explícito o pornografía, pero no en un aula cerrada, tal como hubiera tenido que ser en caso de haberse tratado de un ‘contenido académico’, sino en los mismos pasillos de la facultad y a la vista de todo el mundo, luego de haberse publicitado vastamente el evento, por lo cual bien podía haber concurrido público curioso en general y de todas las edades. Luego de este hecho realmente asombroso acontecido en una entidad pública, rentada por todos nosotros, fue interesante comprobar las respuestas y críticas dirigidas desde el espectro en que se divide nuestra plural democracia. Tras haber previamente puesto bien en claro que quienes critican a la pornografía son ‘pacatos’ y desconocedores de un fenómeno que sería, según ellos, universal, la izquierda que hoy nos gobierna en todos los niveles y que, tal como veremos seguidamente, es la consecuencia natural y dramática de nuestra aplastante derrota en la guerra de Malvinas, objetó el evento con los siguientes argumentos. Para los trotskystas que dirigen el Centro de Estudiantes de esa facultad se trató de un atentado en contra del pluralismo y la democracia, no por haber conculcado elementales normas de pudor y decencia, sino por simples cuestiones de higiene, en tanto que ‘les orinaron y mancharon con semen (parece entonces que había algún varón en el evento) los volantes y las mesas que ellos utilizan para adoctrinar’, es decir que ellos también se cuidaron especialmente por no aparecer como conformistas; en cambio la otra izquierda, la oficialista y menos osada que la pornográfica o la trotskysta, consideró que no estaba mal el evento, en la medida que era una expresión más del pluralismo democrático, pero que lo cuestionable era hacerlo en público y no en un aula cerrada. 
Ante lo cual y para evitarnos confusiones, los protagonistas del hecho nos dieron inmediatamente una explicación. Por boca de la lesbiana de Cataluña, especialmente venida al país para participar del espectáculo, junto a su grupo y con todos los gastos de viaje y estadía pagos (por todos nosotros), de nombre Uko, quien se hizo muy famosa por haberle introducido un micrófono en el cuerpo a su compañera de escena, pero eso sí, ‘artísticamente’, pudimos saber que lo que ellos practicaban no era simplemente pornografía, sino postpornografía. Es decir un fenómeno parecido a lo que hoy acontece con la modernidad en su actual expresión ‘post’. Así como la postmodernidad no es la negación, sino la puesta a tono y profundización de aquellos principios que se encontraban latentes en la modernidad, aquí acontece lo mismo en materia de sexualidad en tanto que esta última, en especial luego de Freud, había convertido al sexo en la energía primaria que debe desplegarse por todas partes por representar, en tanto principio de placer, el eje principal de lo que significan la vida y el progreso. Por lo tanto el mismo no debe ser ‘reprimido’ en modo alguno, sino por el contrario llevado a todos los niveles de la existencia, en especial en aquellos que por prejuicio o timidez no habían sido aun invadidos por tal forma benéfica. Lo cual es profundizado por el post que quiere llevar hasta sus consecuencias finales y últimas lo formulado por el fundador del psicoanálisis: en tanto la sexualidad es la energía primaria del fenómeno de la existencia, todo, absolutamente todo debe ser sexualizado, no debiendo existir más la barrera entre lo público y lo privado, entre el hombre y la mujer, entre el ser humano y las demás cosas que lo rodean, los cuales deben dejarse llevar plenamente por tal fuerza superior y formativa. La imagen de un video de ‘ecosex’ difundido por el postporno es ilustrativa al respecto. Se ve allí a un hombre varón bien constituido y ‘ario’ teniendo sexo y entrando en orgasmo con la misma naturaleza a la que se califica también como madre y que, en tanto sexualizada, se convierte en objeto de estímulo y deseo y con la que se siente tan identificado en modo tal de disolverse en ella en forma extática y como si se tratase de una misma cosa. Previamente a tal imagen es una mujer la que hace lo mismo. El sexo deja así de ser una actividad efectuada entre dos personas que representan polaridades opuestas y diferenciadas para convertirse en cambio en una potencia impersonal bajo la forma de una especie de mística uniformadora y masificada en donde los sujetos y las mismas diferencias de género quedan disueltos. Un fenómeno parecido y subsidiario lo presenciamos en las actuales danzas modernas, en especial en la música electrónica, en donde los participantes se agitan incesantemente con independencia de quienes los puedan acompañar en la ocasión. En tales danzas es el ruido incesante y monótono el que atrapa al participante manteniéndolo en un estado de posesión que en algunos casos, debido a su intensidad, ha llegado incluso a su muerte. Ha desaparecido así el carácter activo del yo, lo mismo que en tales expresiones extáticas de música, habitualmente acompañadas de estupefacientes, la sexualidad se convierte en un pasivo dejarse llevar y poseer por una fuerza anónima y superior a nosotros que nos controla y gobierna.
A esta altura del relato resulta claro -y volviendo al inicio de la nota- que, en tanto lo óptimo se corrompe, la consecuencia no es lo simplemente malo, sino lo pésimo. La Argentina tuvo su oportunidad superlativa, su gran domingo de gloria por el cual, a diferencia de otras naciones de América, se le presentó la oportunidad de derrotar al mundo moderno representado por el colonialismo británico y los valores por éste incorporados a nuestro acervo y territorio reconstituyendo en manera viril y no pasiva, extática y matriarcal, lo que fuera el antiguo imperio hispanoamericano. En la guerra de Malvinas, salvo una pequeña excepción que no viene al caso mencionar, toda América estuvo detrás de tal osada decisión argentina de querer romper con una claudicación centenaria hacia nuestra historia al aceptar convertirnos en un rosario de republiquetas modernas, democráticas y competitivas. Lamentablemente el espíritu femíneo de la rendición, el pañuelo blanco agitado dramáticamente por el miedo que conllevaba la acción de morir combatiendo hasta el final, primaron en ese entonces y los resultados finales no se habrían de hacer esperar con el tiempo. El virus democrático, representado por el principio materialista y matriarcal, avanzó luego a pasos agigantados en todos los niveles, tras haberse quebrantado abruptamente el principio viril. Hubo algún conato de resistencia representado por los movimientos militares carapintada que en otras partes de América prosperaron mejor, aunque, por haberse apartado prontamente de su origen, terminaron en manera degenerada en la forma del chavismo, que no es sino un modo de populismo peronista aun más desembozado y vergonzante que el de su predecesor. Finalmente en la Argentina los que se rindieron en Malvinas terminaron de hacerlo con los diferentes gobiernos democráticos a los que incluso llamaron a votar en algunos casos. No es de extrañar entonces que aquellos que prefirieron la vida y la paz hoy se vean plasmados en tales expresiones de mística panteísta post sexualizada en donde la vida y la Madre naturaleza en la que el sujeto arriba a disolverse lo es todo, en vez que la gloria, el heroísmo y el honor  militar.

Marcos Ghio

6/07/15