lunes, 28 de abril de 2014

RAMIREZ: PREFERIMOS EL HIERRO AL ORO

PREFERIMOS  EL  HIERRO  AL  ORO

    
    Preguntado el dictador romano Sila si prefería el oro o el hierro, contestó que elegía el hierro porque con él podía mandar y dominar a los que poseían el oro. Dos mil años más tarde, Julius Evola escribía: “El poder político…deberá afirmarse  en plena independencia respecto de cualquier poder que se vincule a la riqueza. No riqueza, pues, sino algo más: el poder sobre la riqueza.”. Es innegable la relación entre ambos conceptos: la Tradición no es de ayer sino que es de siempre. Es ajena al devenir, es eterna.
     Ahora bien, ¿ a quiénes se debe mandar, quiénes son los dueños del oro y las riquezas?  La respuesta está ante nuestros ojos: se ha enseñoreado del mundo moderno una perversión como nunca hubo, nos referimos a la usura,
     Por usura entendemos el interés que se cobra por un préstamo dinerario, sea ese interés del 1% o del 100%. El hombre moderno, en cambio,    considera usura el cobro de un interés excesivo, porque cree que es normal que el dinero de por sí rinda intereses. ¡ A tanto se ha llegado en esta civilización en estado terminal, de considerar como normal lo que es anormal! Esta actividad, en general. fue condenada por las religiones tradicionales.  En el caso de la civilización occidental la Iglesia Católica desde el concilio de Nicea en el año 415 de nuestra era, condenó la usura y así lo hizo, en general, hasta la encíclica Rerum Novarum del papa León XIII en 1891, en  donde se la condena como “devoradora”. Desde entonces , la Iglesia, siguiendo con su decadencia ha callado sobre el tema.
     Hoy tenemos un mundo moderno en el cual el capitalismo dejando ya sus orígenes mercantiles e industriales está totalmente dominado y sometido
a las finanzas, cuyo verdadero nombre es usura.
     Como pulpo con innumerables tentáculos la usura se he convertido en poder y gobierno mundial y desde el FMI, el Banco Mundial, el BIR, los círculos Bildenber, el Conseil for Foreign Relations, las reuniones en Davos, el Banco Central Europeo, los bancos centrales de diversos países, la Reserva Federal de EE.UU. y vastas redes de bancos y financieras, orienta y dirige la política económica mundial. País que necesite dinero tiene que caer en sus redes y someterse a sus exigencias.
     Los movimientos tradicionales tienen mucho que decir al respecto. Para la Tradición el Estado debe estar por encima de toda consideración económica ya que ésta es una actividad subordinada a la política y la política subordinada a lo metafísico. La Tradición no se asigna a ninguna escuela o ideología económica pero esto no significa indiferencia o mirar hacia otro lado como hacen muchos que pretender ser tradicionalistas. Hemos conocido varios de ellos: defensores de la religión, de la Patria, de la familia, de las FF.AA., antidemócráticos y antimarxistas, todo lo cual indicaría una tendencia hacia valores de una derecha tradicional, pero sin embargo sobre el tema financiero y económico callan o miran hacia otro lado hasta el punto que parecen conservadores liberales en esta materia. No quieren saber o no saben que la propia religión católica durante siglos condenó la usura y esto forma parte de nuestras mejores tradiciones. Algunos creen que ocuparse de esos temas es cosa de marxistas olvidando que la lucha contra la usura es patrimonio de las religiones tradicionales. Se nota particularmente en el fundamentalismo islámico que al aplicar la “sharia” proscribe la usura como contraria a la fe.
Los movimientos tradicionales, para empezar, deben pues levantar la bandera de la suspensión del pago de la deuda pública y del control de todo movimiento financiero puesto que ello es mandato de la Tradición, de la religión y de la propia dignidad y honor.
      De esta forma avanzaríamos hacia el frente cristiano-islámico en una común lucha contra el enemigo usurero.

San Carlos de Bariloche, 15 de abril del 2014.
JULIÁN  RAMÍREZ








RAMÍREZ: REFLEXIONES ACERCA DE LA IDENTIDAD ÍBERO-INDO-AMERICANA

REFLEXIONES  ACERCA  DE  LA IDENTIDAD  ÍBERO-INDO-AMERICANA


     Entendemos por identidad el conjunto de las características que son propias de un pueblo o de un conjunto de pueblos. En este caso nos referiremos a los pueblos íbero-indo-americanos a los cuales pertenecemos, pero no a todas sus características, sino a aquellas que Julius Evola ha señalado como la elección de las tradiciones.
     En nuestro vasto continente los íbero-indo-americanos ocupamos una superficie de 20 millones de kilómetros cuadrados, sin contar la proyección antártica, con una población en crecimiento,, de 600 millones de personas. La región del mundo más alejada de los grandes conflictos mundiales típicos del hemisferio norte, con toda clase de recursos materiales y con acceso a los dos más grandes océanos y amplia variedad de climas. No tenemos conflictos étnicos, somos un continente mestizo, con  predominio de la religión católica y con unidad idiomática ya que tanto el castellano como el portugués son lenguas afines y nos entendemos sin inconvenientes.  Todo esto haría las delicias de un geopolítico,  pero  no sirve para nada sino somos capaces de ponerlo al servicio de una idea superior y tradicional  por sobre lo material y económico. Vemos así como nuestros gobiernos preocupados exclusivamente por lo económico y financiero crean el Mercosur, el Alba, el Pacto Andino, la Unasur, la Celac, etc. siguiendo el mal ejemplo de la Ubión Europea cuyo horizonte materialista no tiene  ninguna perspectiva más allá.
     Cabe entonces indagar en la historia que antecedentes tradicionales  pueden ser tomados como guía para dar fundamentos firmes a lo puede  llegar a ser un formidable estado.
     Lo primero que se presenta es el origen imperial de nuestros pueblos, pero no cualquier imperialismo moderno, sino imperios tradicionales: maya, azteca, inca, español y portugués, que si miramos atentamente hay aún presencia de ellos en instituciones, legislación. usos y costumbres. Esos imperios todavía se consideraban como representantes de Dios o de los dioses en la tierra, todo lo contrario de los estados modernos qu no aspiran a ir más allá de las cosas materiales.
     Otra identidad de nuestros pueblos es la religión católica. Creemos con René Guénon que la religión tiene dos aspectos; uno es el estrictamente religioso. el exotérico, el vínculo con la divinidad; el otro es el social, el vínculo entre los hombres y la sociedad. En este último aspecto el catolicismo ha sido parte decisiva en la formación del tejido social de nuestros pueblos y que está siendo perjudicado por la penetración del protestantismo. Refiriéndose a nosotros decía el presidente yanqui Teodoro Roosevelt: “ Mientras estos pueblos sean católicos no los conquistaremos.” Evidentemente el viejo del “gran garrote” sabía de qué hablaba.
     Lamentablemente la Iglesia Católica  hace tiempo se ha apartado del catolicismo heroico, viril y guerrero, si es que alguna vez lo tuvo, y menos ahora con el “francisquismo”. De todas maneras no nos queda más remedio que construir un catolicismo gibelino al margen de todas las estructuras eclesiales, incluso de los integristas en disidencia con Roma, ya que siguen siendo güelfos.
     Otro aspecto a considerar es el cultural el cual hay que conservar pues ello hace a nuestra identidad, por ejemplo, rl idioma que día a día se ve invadido por palabras extranjeras.  A través del idioma nos expresamos y nos entendemos pero si las palabras cambian se produce una confusión semántica que destruye el tejido social. La pseudo cultura rockera es otra de las invasiones culturales qoe nos afectan y contra la cual hay que tomar posiciones. Desde hace más de 200 años la Europa moderna nos ha enviado toda clase de subversiones y que han tenido origen en ese continente: racionalismo, masonería, iluminismo, jacobinismo, democracia, liberalismo, marxismo, evolucionismo, positivismo, psicoanálisis, racismo y ahora, por último, geopolítica y euroasiatismo. Por favor, que no nos envíen más. Debemos limpiar la mente y el corazón de todas esas sugestiones que obscurecen y enturbian nuestra vida. Es preferible estar desnudos ante el futuro que vestidos con esas alienaciones. Ser sujetos y no objetos.

San Carlos de Bariloche, 22 de abril del 2014.

JULIÁN  RAMÍREZ



GHIO: EVOLA O GUÉNON

PENSAMIENTO TRADICIONAL
EVOLA O GUÉNON (en disyunción exclusiva)









Si el pensamiento tradicional quiere alcanzar su más plena coherencia debe hoy en día librar la batalla esencial en contra de la metafísica de René Guénon cuya esencia es fundamentalmente discrepante con lo sostenido por Julius Evola. Al respecto y antes de comenzar a enumerar los puntos de vista contrastantes entre ambos señalaremos que este texto se encuentra en sintonía con una obra juvenil del mismo Julius Evola que editaremos en tiempo cercano en ocasión de rememorarse los 40 años de su fallecimiento. La misma contiene las críticas que el mismo efectuara a Guénon en 1925, cuando apenas contaba con 27 años de edad y que luego, por circunstancias que se señalarán oportunamente, quedara trunca en su desarrollo ante una serie de reconvenciones efectuadas por nuestro autor. A continuación señalaremos tales puntos esenciales de discrepancia.

1)    ¿Qué es lo moderno en Evola y en Guénon?

De acuerdo a la doctrina evoliana del dualismo de civilizaciones, moderno y tradicional son dos modos distintos de ser por parte del hombre, los cuales pueden encontrarse en todos los tiempos pudiendo arribar a constituir dos tipos de civilizaciones en tanto que sea uno u otro el que tome primacía. Sin duda alguna que en la era actual nos encontramos viviendo en el seno de una civilización moderna y, de acuerdo a esta última constatación, a primera vista pueden concordar los dos autores en tanto aceptan ambos en sostener que mientras que la moderna es una civilización decadente e involutiva en tanto ha puesto su centro en el devenir, la tradicional en cambio lo ha ubicado en el ser y en lo que no cambia.
Sin embargo, si ahondamos en los pensamientos de ambos, notamos la existencia de una diferencia esencial que estriba en que para Guénon el mundo del ser y del devenir, el moderno y el tradicional, no discrepan en el fondo entre sí sustancialmente en tanto que ambos forman parte de momentos necesarios y fatales de la manifestación cósmica por lo cual los mismos escapan totalmente a la voluntad y libertad del hombre. Este fatalismo se basa a su vez en un monismo metafísico cuando no panteísmo por parte de Guénon. Para éste, a diferencia de Evola, los fenómenos históricos, en tanto no son sustancialmente diferentes del proceso cósmico en su conjunto, acontecen en forma repetitiva e irreversible. En tanto no existe por lo tanto en la historia novedad, los hechos que acontecen en la misma son cíclicos en modo tal que se desarrollan siempre de acuerdo al mismo ritmo cuaternario con que acontecen los sucesos de la naturaleza física e incluso pueden ser también previstos en cuanto a su perentoriedad. Tal como hemos señalado en otra ocasión, en su obra Formas tradicionales y ciclos cósmicos, en coherencia con tal forma de pensar, Guénon anticipa con suma exactitud el final de un ciclo en tanto considera que la historia, de la misma manera que en la naturaleza física, es un fenómeno reiterativo. Por tal motivo mundo tradicional, edad de oro, y mundo moderno, edad del hierro, no son antitéticos en el fondo, sino que forman parte todos ellos de un mismo proceso fatal y necesario.

2)    El hombre y Dios de acuerdo a Evola y Guénon

De acuerdo a la metafísica guénoniana, que se funda en el Vedanta hindú, el hombre propiamente como tal no existe, sino que es real en tanto comprendido en la misma esencia de Dios o Brahma; afuera del cual  todo lo que existe es ilusorio. Evola, que había escrito un texto filosófico esencial denominado Teoría y fenomenología del individuo absoluto, objeta esta postura y, sin apartarse del pensamiento hindú, encuentra en el Tantra una objeción a tal aserto recordando las oportunas argumentaciones efectuadas. El único que podría decir que el mundo es ilusorio es Brahma mismo y no el hombre, en este caso Guénon, pues de ser así también sería ilusoria tal manifestación. A no ser que el maestro francés se crea ser el mismo Brahma para decir tal cosa y aquí entraríamos en un burdo autoritarismo que le achaca insistentemente a Guénon al cual acusa de escabullirse incesantemente del debate amparándose en tal postura formulada en manera dogmática.
Pero a pesar de todo su carácter rimbombante este aserto guénoniano encierra un vicio que es en el fondo lo propio de la modernidad a la cual en última instancia el autor francés, no obstante todas sus críticas, no ha sido capaz de superar. Subsumir la individualidad humana a la esencia de una realidad concebida como algo superior que la comprende, en este caso Brahma, es lo propio de la mentalidad moderna que para Evola tiene su origen en el Matriarcado. Se trata de la civilización de la madre que se caracteriza por comprender al hombre como una parte de un todo al cual debe subsumirse, siendo en este caso el sujeto reducido a la especie de la que proviene y participa a través de los procesos reproductivos. Y a tal respecto el matriarcalismo moderno, cambiando habitualmente de nombres, tiene varias expresiones. La Especie en cuanto todo superior al individuo al que determina ha pasado a ser Brahma en Guénon, pero si en vez de Brahma, decimos Idea, lo tenemos a Hegel, si decimos Economía  o clase social, lo tenemos a Marx, si decimos Inconciente colectivo lo tenemos a Freud y al psicoanálisis en su conjunto, si decimos Raza lo tenemos a Rosenberg, etc. En esto pues estriba lo moderno en su esencia, a pesar de todas las terminologías discrepantes empleadas.
En concordancia pues con el existencialismo cuyo origen verdadero debe hallarse en Nietzsche, aunque, tal como viéramos en su momento, superándolos ampliamente, Evola sostiene que el hombre es libre por esencia y lo divino es una cosa que éste debe realizar en sí y por sí. No existe nada superior a él mismo que lo determine en sus acciones ni que lo comprenda. Yo mismo, pero en tanto me he elevado a la condición de Yo superior y espiritual, soy el dueño y señor de mi destino. Por lo tanto retornando atrás a los procesos históricos antes mentados, en tanto Yo soy el sujeto que realiza la historia, no ha sido fatal que la humanidad incurriera en la Edad del Hierro, de la misma manera que no lo será tampoco que sobrevenga una Edad dorada. No es cierto que el Kaliyuga tenga un tiempo anticipado de finalización; soy yo mismo el que resuelve cuándo y cómo se concluirá o se iniciará un ciclo nuevo.
Se entiende entonces que si todo es Brahma y el mundo moderno en última instancia una ilusión, de poco y nada vale la acción rectificadora en el seno del mismo. Queda así en claro porqué para Guénon la contemplación tiene primacía sobre la acción, el Brahman sobre el Kshatriya. ¿De qué vale la acción si todo ya ha sido escrito antes? Se trata simplemente de identificarnos con la esencia superior para salir justamente de tal ilusión y poder así entender y anticipar los hechos que ya están escritos en la conciencia de Brahma; para ello debemos alejarnos de los embates inútiles del devenir.
Exactamente al revés opina Evola. El mundo del devenir no es lo opuesto al mundo del ser en tanto sea ilusorio, sino que debe comprenderse como aquella esfera de la realidad en donde se produce la positiva manifestación del absoluto a través de una acción de doblegamiento del mismo. Desde dicha óptica Evola y cristianismo no entran en contraste entre sí. El dios que se hace hombre es también el que rectifica la historia. Cuando éste irrumpe en ella ésta deja de ser un proceso fatal y necesario. En tanto positiva manifestación de Dios y ámbito en el cual se desarrollan sus planes, el devenir histórico es diferente del que acontece en cambio en la mera naturaleza física. Cosmos e Historia son dos cosas distintas, del mismo modo que Hombre y Dios aunque los mismos pueden y deben colaborar entre sí. Yo no soy una ilusión de Brahma sino un colaborador de éste. Hombre y Dios no quedan anulados ni comprendidos el uno en el otro, sino que se solicitan y necesitan recíprocamente. Dualismo y no monismo metafísico es lo que caracteriza al pensamiento evoliano.

3)    Secuelas de lo guénoniano

Como expresión de lo moderno pero llevado a un plano propio del pensamiento tradicional en donde éste queda confundido y disuelto, el guénonismo ha tenido varias manifestaciones en los tiempos actuales las cuales terminaron profundizando aquellas diferencias que tuvieran en vida los dos grandes Maestros de la Tradición. Adeptos guénonianos a la masonería insisten en considerar que si el hombre no recibe una iniciación, en este caso la que ellos proporcionan, el mismo está condenado a la nada o al mundo de la ilusión, cuando no al mismo satanismo; de allí sus duros embates en contra de Evola que negaba tales prácticas burocráticas. Sin llegar a tales extremos, pero siguiendo una idea similar de dependencia, tenemos hoy en día a un movimiento que se califica como euroasiático y que dice reivindicar también la Tradición. Pero incurre una vez más en el determinismo, en este caso de la geografía. Sin la adhesión a algún ‘espacio’ o potencia política, que es para ellos Rusia, el hombre no es tampoco nada. Y si no se llega al extremo de usar la palabra satanismo para denostarlo, se incurre en un procedimiento similar al considerárselo agente forzoso de una fuerza enemiga. Una vez más está presente el espíritu moderno. No existe el ser humano en la historia, sino los grandes procesos fatales y necesarios. La voluntad ha quedado aniquilada por alguna deidad superior que le ofrece comprenderla y confortarla en tanto que afuera de la cual se encuentra amenazada con la nada, el infierno o la ilusión.


Marcos Ghio

lunes, 14 de abril de 2014

RAMIREZ: LOS PRINCIPIOS TRADICIONALES FRENTE A LO CONTINGENTE

LOS  PRINCIPIOS  TRADICIONALES    FRENTE  A  LO  CONTINGENTE


     
    Hoy día se ha distorsionado tanto el sentido superior de la palabra “política” que para el común de las personas significa negociar, buscar el consenso y hacer concesiones, cuando no de actividad deleznable y casi delincuencial, esto último con una base razonable dadas las conductas y actividades de lo se llama la clase dirigente y sus partidos.
     Pero hoy queremos ocuparnos de la primera actitud: la que considera normal que los políticos negocien, sean dúctiles, hábiles y maleables y atiendan a lo que se considera equivocadamente que es la “realidad“.  ¿Pero de qué realidad se habla? En el lenguaje moderno se considera tal a lo material, lo físico, lo corpóreo. Se ignora totalmente el aspecto sutil e invisible de una realidad superior, se ignora lo sobrenatural, lo metafísico y lo religioso, y es expresamente este aspecto superior de la realidad lo que nos recuerda siempre la Tradición.
     Son los principios tradicionales los que deben guiar la gran política, la que a través del Estado Tradicional une el Cielo con la Tierra. Cuando estos principios están ausentes toda referencia apunta a lo contingente, es decir, a lo que no existe por sí mismo sino que depende de otro.
     Vemos así como la política moderna tiene como puntos de referencia  a la economía, el nacionalismo, la raza, la geopolítica. el consumismo y el hipotético bienestar del pueblo a quien se promete poco menos que el paraíso en la tierra. Todos estos puntos de vista son esencialmente naturalistas y por lo tanto contingentes y productos del devenir histórico. Por el contrario la Tradición nos remite a lo que es válido en todo lugar, para todos y para siempre y esto es lo que está ausente en la política del mundo moderno, en una civilización que ha perdido toda visión de lo alto y día a día se sumerge en el caos y el desorden.
     Hoy se alaba al político exitoso, pragmático, maniobrero, que se mueve siempre en la coyuntura, y que no atiende a principio alguno, sometido siempre a lo que él cree que es la realidad. En mi país, la Argentina, tuvimos un político que ha dejado mucha escuela: me refiero al general Perón tres veces electo presidente de la república, que nunca se cansaba de repetir que  “la única verdad es la realidad”. Para él la realidad era el mundo fáctico que lo rodeaba, la guerra fría, la economía y trataba de mantener un equilibrio que llamó tercera posición que de ninguna manera superaba  las falsas alternativas del mundo moderno. Su fracaso fue rotundo puesto que respetaba las pautas generales de la modernidad, pero su repetida frase de que la realidad es la única verdad hizo escuela en sus seguidores y en muchos que no lo eran.
     Hay personas que en principio aceptan las verdades tradicionales pero se enredan con el mundo moderno cuando creen que la democracia, las elecciones y los partidos políticos son un marco de “realidad” insoslayable al cual hay que respetar y someterse. Consciente o inconscientemente transan con la modernidad y pierden tratando  de juntar votos con la creencia de que pueden disputarle al enemigo la voluntad de masas totalmente dominadas por los medios de comunicación y las influencias deletéreas del medio cultural.
       La Tradición nos propone otra cosa. En primer lugar una actitud principista de no transar ni negociar, una dureza bárbara e intransigente contra el espíritu burgués conciliador y femíneo. Muchos  dirán que somos maleducados y fanáticos. Pero eso es lo que necesita el mundo moderno. Gente convencida y no mediocres verborrágicos.

San Carlos de Bariloche, 8 de abril del 2014.


JULIÁN  RAMÍREZ 

lunes, 7 de abril de 2014

EVOLÍTICAS IV

COMENTARIO DE UN TEXTO DE TERRACIANO, Evola en el tercer Milenio

 Continuamos aquí con la tarea emprendida en este medio con la finalidad de refutar las distintas deformaciones que se han efectuado de la obra de Julius Evola, autor el cual,  a pesar de la claridad con la cual ha expuesto su pensamiento, ha dado lugar a distintas distorsiones, varias de ellas formuladas bajo la intención capciosa de ‘actualizarlo’.

En tanto que de este espacio participan representantes del pensamiento evoliano sea europeo como americano, propongo aquí un debate a llevar a cabo sobre lo sostenido en un texto de Carlo Terraciano titulado Evola en el Tercer Milenio, el cual fuera difundido tiempo atrás por el Centro de Estudios Euroasiáticos.
En primer lugar, para los no lo posean, paso a transcribir el texto marcando en azul las partes del mismo que me resultan significativas y seguidamente a ello analizaré lo que me parece de mayor importancia.
 EVOLA EN EL
TERCER MILENIO
Carlo Terracciano
(Nota de la Redacción: este artículo se escribió en el verano de 2005 con motivo del
60 aniversario de la victoria aliada de 1945)
“Hacer bien visibles los valores de la verdad, de la realidad y de la Tradición a quien,
hoy, no quiere “esto” y confusamente busca “lo otro” significa contribuir a que no en
todos prevalezca la gran tentación, allí donde la materia parece ser ya más fuerte que el
espíritu”.
“En todo caso sólo podría salvar a occidente un retorno al espíritu tradicional, en una
nueva consciencia unitaria europea...Esta es la verdadera cuestión”.
Julius Evola, Rebelión contra el mundo moderno.
Tiempo de aniversarios, tiempo de conmemoraciones.
Pero entonces también tiempo de consultas y de propósitos para este tercer
milenio d.C. ya comenzado con la guerra y con la sangre, entre invasiones, torturas y
atentados que anuncian choques epocales de pueblos y continentes.
El 11 de Junio de 1974 Julius Evola, presagiando el fin inminente, hizo que le
llevaran de la cama a su escritorio; aquel escritorio que durante años se había convertido
en su trinchera, la línea del frente, desde que quedara paralizado en Viena en 1945,
resurgiendo de los escombros de los bombardeos aliados.
30 años han pasado y los invasores de entonces están todavía en acción: en
Afganistán, en Irak, en Oriente Medio, en toda Eurasia y por todo el planeta.
En este Junio tiene lugar también el aniversario del desembarco de Normandía,
el sesenta aniversario, así como el de la ocupación de Roma por parte de los
angloamericanos, fechas celebradas por los vencedores y por los gobiernos
colaboracionistas.
Entonces fue toda Europa la que perdió, también esos franceses e ingleses que
hoy “festejan la liberación”. La guerra civil europea además de millones y millones de
muertos, de la destrucción material, de la pérdida de los imperios coloniales y de la
centralidad de Europa en la política mundial, ha determinado la ocupación permanente
del continente, ¡que se perpetúa desde hace más de medio siglo!
Y con el derrumbamiento de la URSS y la victoria estadounidense en la
Tercera Guerra Mundial, la llamada “guerra fría”, hoy es la misma Rusia la que se ve
amenazada en sus fronteras y en su misma integridad territorial, después de haber
perdido el imperio.
Los “liberadores” se han quedado, ya no se han ido, han implantado sus bases
militares en los países europeos, los partidos colaboracionistas del ocupante en los
parlamentos nacionales y en el de la Unión Europea.
Más bien, pese al fin de la división europea de Yalta y la disolución del Pacto
de Varsovia, la OTAN no sólo no se ha disuelto a su vez, sino que ha extendido su
presencia al este y hasta las repúblicas bálticas de la ex-URSS.
11 de Junio-11 de Septiembre.
Dentro de tres meses, otra repetición, otras celebraciones.
El ataque a los símbolos económicos y militares del imperialismo americano,
con independencia de cómo se hayan llevado a cabo verdaderamente los hechos y de lo
que haya sucedido entre bastidores, ha representado para la administración Bush el
pretexto para atacar impunemente países inermes, con la sustancial indiferencia del
mundo entero, cuando no incluso haciendo fila ante el vencedor en el papel de
mercenarios serviles y sobre la base de cálculos tan cínicos como errados. El caso
italiano es emblemático al respecto.
Pero en este 2004 también tiene lugar una ulterior repetición, ligada esta a la
figura del gran pensador de la Tradición.
Han pasado 70 años exactos desde la publicación de su obra fundamental, la
suma de su pensamiento sobre el “mundo de la Tradición” y el “mundo moderno”:
precisamente "REBELIÓN CONTRA EL MUNDO MODERNO”.
Un texto que ha tenido numerosas reediciones y muchas vidas: en el sentido de
que varias generaciones de lectores lo han descubierto y redescubierto, en los años
treinta, en los años cincuenta y después del tristemente célebre 68.
Y todavía hoy, en los albores del nuevo milenio, ante los trágicos
acontecimientos de nuestros días redescubrimos en él por enésima vez toda su validez y
actualidad a la hora de dar un sentido a los acontecimientos, una respuesta y una guía
también política ante el aparente triunfo del Mundialismo, de la globalización, del
capitalismo, del imperialismo americano, del sionismo.
Y no sólo.
Porque “Rebelión...” no es un libro de ayer o de hoy, sino de siempre, al
menos en los aspectos tradicionales y sapienciales, en su morfología de la historia, en el
análisis de las Civilizaciones, en la visión metafísica de conjunto.
En este sentido la visión tradicional en la interpretación de Evola representa un
“Mito capacitante”, es decir, una Realidad superior “capaz” de indicar a cada uno (al
menos a quienes ya tienen dentro de sí mismos las cualidades requeridas) las vías de
realización tanto personal como política.
Para algunos este libro representó algo mucho más profundo y duradero que
una ocasional lectura, aun siendo erudita y veraz.
Fue para muchos, hablando al respecto, un momento catártico, un cambio total
de perspectivas, un acontecimiento destinado a marcar las elecciones de toda una vida.
Mientras uno lo leía se abrían horizontes inexplorados, iluminados por la luz
de un mediodía inmóvil y sin tiempo. Un auténtico “fulgor”.
Y te decías a ti mismo: “He aquí: esto es lo que siempre he sentido, lo que ya
estaba dentro de mí, aunque hasta ahora no tenía una percepción de ello tan clara, neta,
esencial. Yo SOY esto, pertenezco a esta Visión, en ella me reconozco y me conozco
nuevamente”.
El destino queda marcado.
Quien ha recibido a fondo la lección que Evola expresa en “Rebelión...” y en
todos los demás escritos del Maestro de la Tradición, aplicará intuitivamente sus
enseñanzas a la realidad en que se encuentra viviendo y actuando. El pensamiento
evoliano es como una brújula que permite mantener la ruta en la tempestead más furiosa
como también en los momentos de calma.
Ciertamente desde los tiempos en que apareció Rebelión contra el mundo
moderno, los escenarios han cambiado completamente. El “mundo moderno” de hoy
parece que esté no a 70 años de distancia sino a 70 siglos de aquel en el que vivió y
operó Evola; un hombre, no hay que olvidarlo nunca, que además de la actividad
intelectual supo proceder de modo práctico tanto a niveles superiores de Conocimiento
como en la política de su propio tiempo.
Y sin embargo, su análisis sigue siendo verdaderamente actual: más que
nunca.
Porque Evola, intérprete de una visión cíclica de la historia que caracteriza a
todas las civilizaciones tradicionales, de todo tiempo y lugar, conocía las líneas de
tendencia general involutiva de esta última fase del ciclo occidental.
Si, por ejemplo, las páginas dedicadas al comunismo marxista, a la URSS, al
internacionalismo proletario, han sido superadas por los acontecimientos del final del
siglo XX, las mismas , por el contrario, se pueden adaptar perfectamente a la
globalización contemporánea, al proyecto mundialista en los campos más dispares; y,
sobre todo, a América, al american way of life, al cual Evola ya había reservado
palabras de fuego.
Se trata por tanto solamente (por decirlo de algún modo...) de “actualizar”, de
reestablecer en estos, nuestros años tumultuosos, lo que Evola nos ha enseñado desde
hace 70 o 30 años más o menos.
Es todo lo que hemos intentado hacer, por ejemplo, en las páginas de Rebelión
contra el mundialismo moderno, que ya en el título quiere expresar no sólo un homenaje
al “Barón mágico” , sino que tiene la finalidad consciente y voluntaria de seguir sus
enseñanzas políticas como única respuesta posible a los desafíos de este nuevo siglo y
milenio.
Con mayor razón, ahora que tenemos ante nuestros ojos una nueva prueba de
lo proféticas que fueron aquellas páginas sobre el mundo moderno y sus últimos
destellos.
Ciertamente cada uno tiene su propia opción personal. Sus propios intereses y
su propia idiosincrasia.
Cuántos evolianos o “evolamaniacos” han justificado su falta de compromiso,
el retirarse del mundo, en nombre de un fatalismo involutivo de fin de ciclo, que es
exactamente lo contrario del compromiso impersonal y activo propio de los espíritus
guerreros.
Mejor ir a escalar montañas que vivir como... alpinistas de la cotidianeidad.
Otros, por el contrario, han creído que “cabalgaban el tigre” del mundo
moderno desatando libremente una instintividad anteriormente reprimida que ha
acabado por devorarles, precisamente lo que el propio Evola había previsto para la
amplísima mayoría de aquellos jóvenes que decían que se reconocían en su pensamiento
y que actuaban en su nombre.
Tal y como están las cosas, se puede decir que, desde el punto de vista
político, la situación hoy se ha simplificado y ha quedado netamente clara. Los frentes
están perfectamente delineados, las fuerzas en el campo están tomando posición. En
toda la masa continental euroasiática y africana, pero también en América Latina,
hombres, pueblos, gobiernos concretos, instituciones religiosas y sociales, han tomado
conciencia de la crisis irrefrenable del mundo moderno, de la caída crecientemente
acelerada de todo el planeta hacia la catástrofe final.
Y no sólo por la guerra en curso, primeras escaramuzas de la guerra global que
se avecina.
El equilibrio ecológico, la explosión demográfica, la pauperización creciente
del Sur del mundo, cuyos efectos están implicando a las masas trabajadoras tambiém
del Norte más rico pero con un “crecimiento 0”, un mercado mundial ya sin frenos, la
deuda mundial... la lista sin fin de los problemas de una Tierra globalizada son las tantas
sirenas de alarma de aquella crisis prevista y descrita por Evola y por otros pensadores
con, por lo menos, un siglo de anticipación.
Pero lo que Evola nos ha ofrecido además, con respecto a los otros vates
desventurados, es precisamente la REVUELTA contra la crisis del mundo moderno.
La posibilidad, por tanto, de vivir y de actuar EN el devastado mundo
contemporáneo, permaneciendo en pie mientras todo se derrumba y se convierte en
polvo.
La única “REVUELTA” posible hoy, la verdadera “revolución” no puede ser
otra que la que se encuentra en la etimología misma del término: re-volver, un
RETORNO A LOS ORÍGINES, vincularse nuevamente a las raíces tradicionales de
Eurasia.
Pero en una concepción cíclica como la que Evola ha explicitado, esto es
posible únicamente yendo adelante, mirando al futuro y no al pasado, aceptando la
realidad, sin escapatorias (por otra parte, imposibles) hacia lo privado, cuando no
incluso hacia un vacuo espiritualismo pseudoesotérico o, en la lógica del “cuanto peor,
mejor...pues así llegará el final del Ciclo..”
Se encuentra implícita en el pensamiento evoliano, ayer como hoy, la
superación de falsas dicotomías como las de “derecha/izquierda”, fruto envenenado del
ideologismo de dos siglos exactos, desde la Revolución Francesa de 1789 al
derrumbamiento de la Unión Soviética, 1989-91.
Las ideologías del siglo veinte están muertas y enterradas.
El nostalgismo, tanto el negro como el rojo, NO representa su continuación
sino su negación, si no en las formas exteriores ciertamente sí en los contenidos.
Y precisamente por cuanto nostalgismo, es decir, sentimentalismo impotente y
castrante: este sí absolutamente incapacitante y utilizado ya como forma de
acaparamiento de consensos electorales de un espacio residual y marginal de votantes.
“Antifascismo” y “anticomunismo” con el reciente añadido del
“antislamismo” son sólo palabras vacías, términos propagandísticos usados todo lo más
por los vencedores imperialistas para dominar también mentalmente a los pueblos
sometidos de ayer y de hoy.
El campo de acción antimundialista, en cambio, es el del redescubrimiento de
los Valores tradicionales, de las grandes Ideas que han movido siempre los destinos de
los pueblos, sobre directivas, también geográficas, indicadas por la Geopolítica.
La respuesta a la globalización económico-política del siglo XXI de la Era
Vulgar no se encuentra en una contraglobalización que, mientras denuncia justamente
sus desmanes, sus errores y sus horrores, se refiere ideológica e idealmente a esos
mismos presupuestos dogmáticos.
Debemos apuntar a una visón política e histórica que sea exactamente lo
contrario de la Globalización y no una Globalización de signo contrario.
La solución, como en los imperios del pasado creadores de Civilización, reside
en una política de alcance continental, en el redescubrimiento de las grandes unidades
geopolíticamente homogéneas, autárquicas y armadas; que a nivel local se traduce en un
reencontrado solidarismo comunitario y a nivel continental en un retorno a formas
imperiales (por tanto, antiimperialistas) anagógicamente proyectadas hacia una
dimensión superior, “Mítica” en el sentido evoliano: de Mito como realidad más
auténtica respecto a la manifestación histórica.
Mito fundante y, por tanto, capacitante, para la movilización en la LUCHA
DE LIBERACIÓN: nacional, social, cultural.
Si la Tradición ES Revolucionaria, y no puede no serlo, la Revolución ES
Tradicional y no puede sino ser tal.
La Tradición debe “transmitir” valores eternos en el discurrir temporal, a no
ser que pretenda transformarse en un conservadurismo antihistórico y antitradicional,
que apunte solamente a prolongar en el tiempo fórmulas vacías e instituidas sólo de
fachada, pero abandonadas por todo espíritu vital.
Esta falsa “tradición/conservación” es la de los cementerios, la de las “tumbas
emblanquecidas”, que ocultan carnes putrefactas, huesos calcificados y polvo.
La Revolución debe “retornar al... futuro”, completar el ciclo; nada que
conservar sino todo por destruir de lo que son las formas residuales y vacías del pasado,
a menos que se busque llegar a una vacía rebeldía subversiva destinada a su vez a
calcificarse en nuevas formas político-sociales “modernistas” y por tanto conservadoras
del status quo, útiles sólo para dilatar, para retrasar todavía un poco el ineluctable
hundimiento del materialismo moderno bajo el peso mismo de su hipertrofia, de su
gigantismo.
Después de la fase “atlántica”, americanocéntrica del siglo pasado, el teatro de
choque se ha desplazado nuevamente más acá del Atlántico.
Sobre la masa continental euroasiática se jugará la partida final entre el viejo
sistema mundial materialista, mercantilista, marítimo y el porvenir bajo el signo del
Suelo, la Sangre y el Espíritu.
Geopolítica y Geografía sacra, uniéndose a la lucha de Liberación continental
forman un arma potente, invencible dirigida contra el agonizante imperialismo
talasocrático.
El cual será derrotado no tanto por las armas materiales como, sobre todo,
por su propia incapacidad intrínseca de ser creador de Civilización, después de haber
sido destructor de pueblos y países.
Un ciclo se cierra, el del materialismo, el de la cantidad, el del número, el del
cientificismo, el del progresismo, el de la concepción lineal-evolucionista de la historia,
el del igualitarismo formal que se traduce en la esclavitud sustancial de hombres y
pueblos a las órdenes de una élite invertida de poquísimos banqueros y politicastros
mundialistas.
Un ciclo nuevo se abre, el del Espíritu, introducido por una “raza primordial”,
simiente de una nueva generación. El ciclo bajo el signo de la cualidad, de la jerarquía,
del carácter cíclico de la historia, de la armonía entre hombres y tierra, de la equidad
social y de la liberación continental.
No hay tradición religiosa y sagrada que no prevea en sus propios textos
canónicos el cumplimiento del ciclo con el retorno visible de una Presencia que al final
se re-manifiesta activamente en la Historia, para sellarla, cerrar un tiempo y abrir uno
Nuevo.
Y no podemos concluir más que con las palabras que Julius Evola puso como
sello de su Rebelión contra el mundo moderno, inspirándose en la tradición arya del
Vishnu-purâna:
“Cuando los ritos enseñados por los textos tradicionales y las instituciones de
la ley vayan a cesar y el término de la edad oscura se encuentre cerca, una parte del ser
divino existente por su propia naturaleza espiritual según el carácter de Brama, que es el
principio y el Fin... descenderá sobre la tierra... Sobre la tierra, restablecerá la justicia: y
las mentes de aquellos que estén vivos al final de la edad oscura serán despertadas y
lograrán una transparencia cristalina.”
Los hombres así transmutados en virtud de tal época especial constituirán casi
una simiente de seres humanos (nuevos) y darán nacimiento a una raza que seguirá las
leyes de la edad primordial (krta-yuga).
En el nombre de Evola y con el signo de la Tradición comienza la redención
de Eurasia, la lucha de Liberación del continente, de la Tierra de los Ancestros, de todos
los pueblos en todo el planeta.

COMENTARIO

En sí mismo el artículo de Terraciano a nuestro entender tiene escaso valor doctrinario, sin embargo ha tenido importante resonancia en los medios europeos y por tal razón lo reproducimos. Representa un intento de querer hacer coincidir casi con un fórceps las ideas de Evola con la doctrina geopolítica euroasiática de Dugin y otros que, por lo que hemos resaltado en otras oportunidades, tienen muy poco de evoliano.
1º Aparte de que Evola jamás ha hablado de Eurasia, su concepto de Tradición (con mayúscula) no es geopolítico puesto que no se asocia con un determinado espacio geográfico y cultural, sino que es de orden metafísico, por lo que es independiente de cualquier nacionalismo, llámese particular o continental, como el que nos propone Terraciano.
2º Es en tal sentido que nos parece objetable el pasaje en el cual sostiene, siguiendo en esto también la perspectiva de la Nueva Derecha, contrastar el ‘globalismo’ actualmente vigente, representado paradigmáticamente por los EEUU, con el pluralismo cultural o continental. Y esto aparece cuando nos afirma que a una globalización no la debemos contrastar con otra. Casualmente fue entre nosotros Julián Ramírez quien había acuñado la expresión contraria cuando manifestara casi textualmente. “A una globalización fundada en valores físicos y materiales debemos contrastar con otra basada en caracteres metafísicos y espirituales”. Si por globalización comprendemos un término sustituto de lo que en Evola era la ‘concepción del mundo’ y que a nivel histórico se plasmaba en un tipo determinado de civilización (que no debe confundirse en manera alguna con cultura) aquí habría que decir que existen solamente dos tipos de concepciones globales posibles: o la moderna, que hoy es representada paradigmáticamente por los EEUU, pero de la que también participan Europa, Rusia y China entre otros, o la tradicional, la cual solamente se expresa hoy en día a través de personas y grupos desparramados por el mundo en diferentes lugares y etnías.
3º Si bien Terraciano no desarrolla el tema, comparte en su nota la crítica que Dugin le efectuara a Evola en el sentido de que se había equivocado al considerar que el comunismo era la última etapa de este ciclo histórico. Nosotros en otros escritos, que obviamente nunca pudieron ser refutados, hemos demostrado que esto era un error garrafal en un doble sentido. En primer lugar que Evola no se refirió al comunismo bolchevique, el cuarto Estado, como la última etapa del ciclo histórico, sino que habló de un quinto Estado, caracterizado por nosotros como Era del Paria. En segundo lugar que también hemos demostrado que es mentira que el comunismo bolchevique, es decir la nomenklatura mafiosa que se hiciera del poder en Rusia en 1917 y se expandiera también en China, haya caído, sino que lo que ha sucedido en 1989 es que la misma se readaptó y, si bien disminuida en sus capacidades operativas, sigue estando en el poder, pues tal como proféticamente dijera Evola, refutado en cambio por sus pretendidos ‘seguidores’, tal estructura mafiosa no iba a tener escrúpulo alguno en utilizar principios ideológicos contrarios a los que sostuviera al comienzo de su ‘revolución’ con tal de perpetuarse en el poder. Así pues hemos visto como la misma pasó del internacionalismo proletario, al nacionalismo soviético en la segunda guerra, a reputar a la religión como opio de los pueblos a resaltar el componente religioso de la propia nación y actualmente, en continuidad con tal orientación staliniana, al mito euroasiático que lo tiene como ideólogos principales a Dugin y a ciertos pretendidos ‘evolianos’ como el aludido Terraciano.
4º Dejo sin desarrollar los otros puntos políticos citados por el autor de la nota para referirme sólo al principal. Terraciano, luego de haber criticado a ciertos ‘evolómanos’ por haberse recluido en la propia interioridad considerando que ya no habría más nada que hacer en la historia, la que se les habría presentado como una realidad tan lejana y trascendente para ellos por lo que lo único que cabría sería recluirse vanamente a la contemplación guenoniana de la fatalidad de los ciclos históricos, sin embargo se contradice notoriamente al juzgar lo acontecido el glorioso 11S. Sin darse cuenta él considera también, de la misma manera que los antes criticados, que el sujeto humano no puede producir nada en la historia por afuera de los grandes espacios geopolíticos que lo terminarían comprendiendo en su accionar. Por lo cual, del mismo modo que esa falange de montajistas que hemos conocido por los medios masivos de difusión desprestigiando el accionar de Al Qaeda, opina que en última instancia tal acción representó una ‘excusa’ para que el poder globalizador norteamericano llevara adelante la empresa de invadir Eurasia. No podemos dejar de acotar que ello no solamente fue rebatido en su momento por nosotros, sino que la misma realidad se ha encargado de desmentir a tales ‘analistas’. Las personas que en aquel entonces sostenían un disparate semejante (el texto fue escrito en 2005 y en Argentina hay varios que lo decían) manifestaban que EEUU había invadido Afganistán con la finalidad de establecer una base operativa para luego poder dirigirse en contra de Rusia e Irán, países a los cuales convocaban a defender y subordinarse… desde sus cómodos escritorios. Tales sujetos, sumamente deshonestos por lo demás, no han jamás reconocido el error cometido dejando sin explicar por qué casualmente hoy en día, cuando Obama quiere retirarse de tal país invadido, es justamente el Sr. Putin el que le solicita encarecidamente que no lo haga en tanto que no lo ha ‘normalizado’ aun. ¿Pero cómo, no debería estar contento con que se vayan los EEUU que lo pensaban invadir? Y ni qué decir de las estrechas colaboraciones de Irán, país que ha traicionado la herencia del Ayatollah, con las invasiones a Irak y Afganistán y ahora también en Siria. Por supuesto que no le pidamos a los difusores de circos mediáticos como los Salbuchi y Cia que nos den algún tipo de explicación, estando ahora muy entretenidos brindándonos noticias sensacionalistas sobre el avión malayo. Tengamos en claro una vez más que todas estas campañas son orquestadas especialmente para mantener a la opinión pública dormida y asombrada ante el impresionante poder de los norteamericanos, rusos y sionistas, es decir seguir manteniendo tal como reclama el sistema conductas contemplativas casualmente como las de los evolómanos antes mentados. De todos modos acotemos que de esto último no lo podemos criticar a Terraciano pues hemos sabido que ha fallecido hace unos años y capaz que de haber estado todavía vivo habría tenido la honestidad de autocriticarse.
5º Queremos agregar finalmente unas palabras respecto del carácter ‘incapacitante’ del pensamiento evoliano, tesis sostenida simultáneamente por Tarchi y por Benoist, al que calificaban así en tanto que, desde una perspectiva postmoderna y geopolítica como la que ellos plantean, no presentaba ninguna alternativa viable para la acción, no considerándose de este modo evolianos. En tal cosa en cambio Terraciano discrepa en tanto que lo considera afín a una perspectiva postmoderna, sea eurasiática o de nueva derecha y por lo tanto ‘capacitante’, aunque diga que para ello hay que ‘actualizarlo’, es decir deformarlo. Diremos que en el fondo Tarchi tenía razón demostrando en esto haberlo comprendido mejor a Evola que Terraciano. Tenía razón al afirmar que Julius, en tanto pensador antimoderno era incompatible con posturas postmodernas como las que todos ellos practican; era pues ‘incapacitante’ para el que quisiese llevarlas a cabo y nos parece extraordinario que ello haya sido así. Terraciano cree en lo contrario, pero para ello, insistimos, tiene que construirse un Evola a su medida. Un Evola inventado, como el que nos cita Dugin, o como en otro contexto los laboriosos Franz y Fritz no se cansan de construirnos en forma cotidiana.


Marcos Ghio