jueves, 30 de abril de 2015

GHIO: EVOLA EN LOS EEUU

EVOLA EN LOS EEUU



Al parecer, por las noticias que hemos recabado, no solamente en América del Sur la doctrina evoliana ha florecido encontrando eco en diferentes países de nuestro medio, sino también lo ha hecho en América del Norte en donde desde hace un par de décadas Gianni Stucco, una persona de origen italiano, ha efectuado importantes traducciones de las principales obras de Evola en lengua inglesa permitiendo de este modo que su doctrina pudiese ser conocida también en tal región del planeta. Ahora bien, debemos destacar que gracias a tal tarea de difusión también en los EEUU se ha establecido un debate respecto de cuáles aspectos de la doctrina evoliana pueden representar un aporte para el medio de tal país. Y en dicho sentido es que podemos mencionar un reciente texto traducido a nuestra lengua escrito por el Sr. Michel Bell y que se titula El concepto de raza en Julius Evola y que ha aparecido en internet (http://www.counter-currents.com/2015/03/el-concepto-de-raza-de-julius-evola/).
El Sr. Bell parte en su artículo de la formulación del interrogante en relación a cuáles sectores pueden hacerse eco de la doctrina evoliana y al respecto resalta el hecho de que en los EEUU, del mismo modo que en la Alemania del nacional socialismo, período en el cual Evola escribió gran parte de su obra, existe un sector conservador que rinde culto a la raza blanca a la cual le asigna primacía sobre las restantes, apareciendo también en su medio, en especial entre grupos conocidos como el Ku-klux-klan, un notorio rechazo sea por los judíos como por la raza negra. Pero el defecto en que incurren tanto los racistas yanquis como en su momento sucediera entre los nazis, es el de haber reducido el fenómeno racial a un crudo determinismo de carácter biológico olvidando la existencia del elemento espiritual, el cual no sería el mero producto de aquel factor. Que así como es constatable que no todo individuo de raza blanca se convierte forzosamente en Mozart, podría también decirse que en tanto la corrupción de lo óptimo es lo pésimo, no estaría negada la posibilidad de que cuando la raza blanca decae tengamos que en la misma acontezcan expresiones de decadencia que ni siquiera son hallables entre las grupos más primitivos y atrasados. Se recuerda al respecto que gracias a la prédica evoliana el nacional socialismo alemán pudo evolucionar de un cerrado determinismo que hacía de lo germánico ario de pelo rubio y ojos azules la raza superior por excelencia, a una postura  en el cual en cambio fue la concepción del mundo el factor prioritario y esencial. Que el concepto de raza espiritual tiene que ver con aquella dimensión más profunda del hombre que es el espíritu en cuyo seno es en uno mismo y no en un determinado grupo racial en donde se produce la elección entre adherir a valores superiores y trascendentes o por el contrario hundirse en las miasmas más sórdidas de la modernidad, con independencia ello de la raza a la cual se pertenezca y al color de piel que se posea. Fue así como se tiene presente que movimientos como las SS lamentablemente tan sólo en los finales de la Segunda gran contienda, superando el crudo determinismo racista, aglutinaron a personas de todas las etnías en función de un orden superior.
En tal sentido se nota en el Sr. Bell un intento de reconducir a los sectores racialistas blancos de los EEUU a concepciones evolianas a fin de despojarlos de su crudo materialismo biologista y acercarlos así a valores espirituales, imitando de este modo la tarea efectuada en su momento por el maestro italiano en el medio alemán. A no ser que hallamos aquí dos impedimentos esenciales. El primero de ellos es el relativo al elemento racial que pretenden rescatar tales grupos y al respecto habría que decir que no han sido iguales los aportes dados por la raza blanca en Alemania que los brindados en cambio en los Estados Unidos. El blanco germánico se caracterizó por haber cultivado valores superiores de carácter netamente espiritual en disciplinas tales como el arte y la filosofía, cosa que no encontramos en la raza blanca norteamericana que en cambio se ha destacado por el cultivo del más crudo materialismo capitalista, reputando en forma calvinista al éxito en tal esfera como el verdadero signo de su superioridad.  A su vez el rechazo del blanco por el negro en los EEUU, ha hecho ver muy bien Evola, se ha debido más a una situación psicológica de amor y odio que a una verdadera y propia defensa de los valores estrictamente espirituales y autóctonos de la raza blanca occidental. Hizo notar muy bien el maestro italiano que, si bien el yanqui ha rechazado al negro al cual previamente esclavizó, tal actitud se ha mantenido meramente en la superficie porque en el fondo ha asumido su propia espiritualidad y modo de ser producto a su vez de una raza que fue desarraigada. En modo tal que por ejemplo si los ritmos musicales africanos pudieron tener en el medio en que se desenvolvieron inicialmente un sentido religioso de vinculación con lo sacro, tales cosas se fueron perdiendo totalmente en el cautiverio, esto es en el seno de la sociedad norteamericana en donde el blanco terminó asumiéndolas justamente en sus aspectos más exteriores y secundarios hasta convertirlos en su música y ritmo predilecto. Y podrían encontrarse otros ejemplos más proporcionados por Evola de un blanco negrificado propio del estado en que se encuentra el norteamericano que ha tomado del negro sus mismos caracteres espirituales producto a su vez de una situación de decadencia al haber sido arrancado del lugar en donde los mismos recababan algún sentido.
La otra cuestión es tener en claro que el racismo en Evola fue una cosa sumamente circunstancial y, tal como lo expresa en una de sus principales obras, El Camino del Cinabrio, resulta ‘absolutamente falto de sentido en la actualidad el querer asumirlo como problema’. Si Evola condescendió a formular el tema del racismo fue únicamente para lograr influir en el medio cultural en donde se desenvolvía en donde el mismo había tenido en ese entonces, estamos hablando del período prebélico, una cierta importancia, con la finalidad de poder rectificarlo respecto de la actitud particularista y moderna en que había incurrido. El sentido del concepto raza formulado en tal obra de ningún modo podría haber sido sostenido por Rosenberg o Günther, principales exponentes de la doctrina racista nazi. Raza en el sentido que le daba Evola en su debate con tal ideología representaba más bien una “concepción del mundo, un universal a priori, una idea platónica” que resulta en lo esencial independiente del grupo étnico al cual se pertenezca, aunque la misma pueda manifestarse en manera diferente de acuerdo a los mismos, por lo cual nada más lejos que el concepto de raza elegida propio del nazismo, que también es hallable en otro sentido en el sionismo más cerril. Pero una vez que el nazismo ha concluido con la derrota del 45 nuestro autor insiste en considerar que resulta absurdo y contraproducente seguir insistiendo en tal tema, en especial al tenerse en cuenta que los caracteres positivos o negativos que podían encontrarse en determinadas razas como la aria y la judía, ya están presentes en cualquier lado con independencia de la etnía a la que se pertenezca. Y no hay que ser excesivamente suspicaz para percibir que el actual alemán no tiene nada hoy en día del famoso ario creador de culturas superiores que podía aun reivindicarse en el seno del tercer Reich. Y más aun es hasta más hallable tal carácter superior en etnías que por no ser europeas o blancas, es decir por no haber sido aun contaminadas por la corrupción de lo óptimo, han en cambio mantenido su adhesión a valores superiores, como el caso de los africanos de Al Shabaab o los semitas del Estado Islámico y de Al Qaeda. Y reiteramos que esto se agravaría más aun si se quisiese aplicar principios de racismo espiritual prebélico entre los racistas blancos norteamericanos, tal como nos propone el Sr. Bell.
Por último no debe extrañarnos el habernos enterado que el Sr. Alcántara, notorio falsificador del pensamiento evoliano, y defensor del nacionalismo europeo de Marine Le Pen y otros, haya asumido con entusiasmo la nota del Sr. Bell en tanto nos insiste en decir que solamente los europeos como él pueden llegar a desarrollar la sustancia divina que mora escondida en su seno, cosa que en cambio le está vedada a semitas y negros. Indudablemente cada vez resulta más real y actual el dicho de que Dios ciega a quienes quiere perder.

Marcos Ghio

30/02/15

lunes, 27 de abril de 2015

GHIO: “LA SANGRE ES MÁS DENSA QUE EL AGUA”

ANTICIPANDO EL CUARTO ANIVERSARIO

LA SANGRE ES MÁS DENSA QUE EL AGUA”


 Se cumple en estos días el cuarto aniversario de la muerte heroica de quien sin lugar a dudas fuera el hombre más importante que nos ha dado hasta ahora el siglo que se inicia.
Osama Bin Laden rompió con los dos mitos principales sobre los que se sustenta la modernidad: el mito de la omnipotencia del dinero, sin el cual ninguna acción importante puede hacerse y el del poder geopolítico que del mismo emana y respecto del cual el individuo no representa nada concebido en forma aislada. De acuerdo a los mismos el hombre es en sí mismo un ser intrascendente si no está protegido y regido por una instancia superior que permita comprenderlo y darle sentido a sus acciones.
Bin Laden demostró un 11S de 2001 que era posible efectuar una acción victoriosa por sí mismo y a través de una organización que creó tras más de una década de lucha y sin contar con recursos económicos significativos. Ante ello la modernidad, que, tal como dijéramos, no puede ni le resulta conveniente en modo alguno desprenderse de sus mitos, se esforzó durante todos estos años por elaborar un relato encargado de explicarnos que, en última instancia y a pesar de ciertas apariencias que nos querían mostrar lo contrario, se trataba de acciones obedientes a tales entidades superiores, expresadas bajo la forma de algún gobierno o de una gran potencia económica de las cuales Bin Laden habría formado parte de manera forzosa.
En lo que sigue, y como mejor homenaje a su figura, trataremos una vez más de demostrar la falsedad de tales mitos y relatos basándonos esta vez en extractos que aparecen en un texto titulado ‘Los Bin Laden’ y cuyo autor Steve Coll es un prestigioso periodista norteamericano al cual no se le puede achacar en manera alguna simpatía hacia el jihadismo ni nada que se le asemeje.
Dentro del contexto de tales leyendas elaboradas, una de las historias que más han circulado ha sido la de que Bin Laden era en el fondo un seguidor de los EEUU ya que por su familia se encontraba asociado a la del ex presidente George Bush por razones económicas, habiendo sido integrante y agente de la CIA por lo cual habría operado a favor de tal potencia, sea combatiendo en Afganistán en contra del comunismo ruso y sus emisarios en tal país, como luego en una operación más sofisticada habiendo participado en la organización de los famosos megaatentados del 11S y luego de otros, los cuales habrían representado justificativos, sea para los EEUU como para su socio Israel, para invadir el mundo y consolidar su poder mediante su presencia agresiva en el oriente en donde se encuentran importantes recursos económicos y petroleros. Vayamos pues por partes.
1º Lo primero y principal que en esta obra se demuestra es que Bin Laden desde su temprana juventud fue anti norteamericano y antisionista. Nunca estuvo en los EEUU, no hablaba inglés y siempre fue un permanente luchador en contra de tal imperio. 2º Respecto de su familia, si bien es cierto que hacía negocios con los Bush y era de gran poderío económico, la misma lo terminó apartando por sus ideas y, luego del atentado, puso en claro que no tenía nada que ver con ellos terminando finalmente por desheredarlo.

1)    Formación doctrinaria de Bin Laden en su juventud
Pero vayamos a los comienzos de su historia ¿Qué pensaba Bin Laden en 1973 cuando apenas no contaba aun con 20 años en ocasión de la guerra árabe israelí en donde los EEUU actuaron en forma abierta a favor de este último país? Veamos: “Creemos por las escrituras del Profeta, que tendremos que combatir a los judíos en su nombre y en esta tierra (Palestina)… Y también a los EEUU quien se ha involucrado y ha comprometido a su pueblo una y otra vez… estableciendo una línea de abastecimiento aéreo desde América hasta Tel Aviv con la que suministró armas y tropas que decantaron el desenlace de la batalla, de modo que ¿cómo no habremos de combatirlos a ellos también? Las naciones que se unan a la trinchera judía no pueden más que culparse a sí mismas”. (op. cit. pgs. 207.208).
Pero su actitud antinorteamericana y antisionista se radicalizará más todavía a partir de la invasión israelí del Líbano en 1982 la que sería decisiva en su decisión posterior de lanzarse a una lucha incondicional en contra de los EEUU. “Todavía recuerdo aquellas angustiosas imágenes de sangre, de mujeres y niños masacrados… En ese momento estallaron en mí multitud de ideas… que provocaron la imperiosa necesidad de combatir las injusticias y la firme determinación de castigar a los opresores. Al mirar todos esos bloques destruidos en Líbano se me ocurrió pagar al opresor con la misma moneda, destruyendo bloques de edificios en los EEUU para que probara su propia medicina… Ese día tuve la certeza de que la opresión y el asesinato intencionado de mujeres y niños inocentes es una táctica premeditada de EEUU” (ibid. Pg. 258).  
Es decir que resulta claro por sus manifestaciones que Bin Laden desde sus comienzos en la vida política alentó siempre un sentimiento contrario a los EEUU y a su socio Israel por lo que resulta poco verosímil la idea de que haya querido agenciarse para ellos tal como dicen sus detractores.

2)    Participación en la guerra de Afganistán contra los rusos
La apologética moderna suele decirnos que Osama participó de la guerra de Afganistán contra los rusos integrando las huestes de la Legión Árabe que recibía dinero y armas de la CIA y que su participación fue decisiva en tal contienda. La realidad, tal como se documenta en la obra aludida, es muy diferente. Dicha legión de árabes era un grupo sumamente reducido y si bien en algún momento solicitaron auxilio a los norteamericanos, no a través de Bin Laden sino de su jefe Azzam, éstos no se lo brindaron en momento alguno alegándose que no querían entrar en conflicto con los mujaidines afganos que eran la expresión mayoritaria y fue por lo tanto a ellos y no a Bin Laden a los que se entregaron armas para hacer frente a los rusos. Al respecto son de Osama estas palabras dirigidas a su jefe Abdullah Azzam en 1986 ante la negativa de los norteamericanos de venderles misiles Stingers para combatir a los rusos. “Los estadounidenses nos arrebatan el dinero y se lo dan a los judíos para que maten a nuestros hijos en Palestina con él” (289).

3)    Un agente de la CIA, pero que era espiado por tal organización
Pero el otro mito que se derrumba es el relativo a que haya sido agente de la CIA. En la obra no solamente se rebate tal afirmación, tal como también ha sido efectuado por otros autores, sino que incluso se hace saber que fue espiado por ésta a partir de la década del noventa. Michel Scheuer quien dirigió la unidad de rastreo de Bin Laden atestigua que se efectuaron sobre su persona frecuentes interceptaciones de sus llamadas satelitales. (pg. 463)*

4)    Un funcional a Israel, pero que no quería a los judíos
Es de destacar que una de las denostaciones principales que se hacen de la figura de Osama es la de que habría sido sumamente funcional a los judíos. Veamos lo que se relata a partir de las manifestaciones Al Bahri quien fuera su guardaespaldas. “Las declaraciones públicas de Bin Laden  dejaban claro que como muchos saudíes suscribía la opinión de páginas antisemitas como Los Protocolos de los sabios de Sión… En la sobria biblioteca de Osama, ese tipo de tratados se intercalaban con textos coránicos tradicionales.” (459). Y agregaba textualmente el mismo Osama: “Los judíos son enemigos de los fieles, de Dios y de los ángeles; los judíos son enemigos de la humanidad; fomentan la inmoralidad en este mundo; los judíos son embusteros, dicen algo pero quieren decir exactamente lo contrario. … ¿Quién está detrás de la desintegración de la vida familiar y los valores? El judío… Todas las tragedias que sufren los musulmanes son causadas por los judíos.” (478)

5)    Un exasperado ‘amor’ por los EEUU
El 20 de octubre de 2001 la agencia Al Jazeera le efectúa a Osama el único reportaje que se conoce respecto de su accionar del 11S. Extractamos de allí las partes esenciales que aparecen en la obra.
P. Qué ocurre con el asesinato de civiles inocentes?
R. Para los estadounidenses y otros pueblos cultos es muy extraño hablar del asesinato de civiles inocentes. Me refiero a quién dijo que  nuestros hijos y civiles no son inocentes y se puede permitir que se derrame su sangre. Cuando nosotros matamos a sus civiles, el mundo entero nos increpa y EEUU empieza a presionar a sus aliados y marionetas, pero no sucede lo mismo cuando pasa con nosotros y en número mucho mayor… Los seres humanos tienen un fuerte instinto a decantarse por el poderoso sin saberlo, de modo que cuando hablan de nosotros están convencidos que no vamos a contestarles…
Nosotros no pretendíamos matar a niños, sino atentar contra el mayor centro del poder militar del mundo, el Pentágono… Y con respecto al World Trade Center los que fueron atacados formaban parte del poder económico.
P. ¿Qué opina Ud respecto del choque de civilizaciones?
R. No cabe duda al respecto de que tal choque es una cosa clara demostrada en el Corán… Los judíos y los EEUU se han inventado un cuento de hadas que transmiten a los musulmanes y por desgracia hay gobernantes locales que se la creen… La paz que ellos venden a los musulmanes es para prepararles a ir al matadero… Quien afirme que existe la paz permanente entre nosotros y los judíos no cree en lo que se dijo a través de Mahoma; la batalla es entre nosotros y los enemigos del Islam y continuará hasta el juicio final.” (522-23).
En una oportunidad se le preguntó si tenía algo que decirles a los norteamericanos y éstas fueron sus palabras:   “Os instamos a ser gente con modales, principios, honor y pureza. Que rechacéis los actos inmorales de la fornicación, la homosexualidad, las drogas, el juego, la usura… Sois una nación que permite actos de inmoralidad y consideráis que esos actos son los pilares de la libertad personal… ¿Quién ha olvidado los actos inmorales cometidos por el presidente Clinton en la sala oval? Después ni siquiera ha tenido que rendir cuentas, sólo considerasteis que ‘había cometido un error’, y después todo pasó sin castigo… Sois una nación que explota a las mujeres como productos de consumo o instrumentos de publicidad, instáis a los consumidores a que las compren… Luego decís que apoyáis la liberación de la mujer”. (pg. 559).

6)    De cómo un ‘multimillonario’ se despide de sus riquezas
Otro de los inventos de mayor envergadura que se han difundido para el desprestigio de su figura ha sido el de que se trataba de un multimillonario por lo cual su accionar, lo mismo que el de su pretendido socio el presidente Bush, habría sido en última instancia para ganar dinero. La obra nos demuestra que fue muy poco el dinero que pudo acumular en comparación a las riquezas que tenía su familia y que la totalidad del mismo fue destinado para su causa. Y además de ello lo principal es que fue desheredado cuando se enteraron de que representaba un grave peligro para su estabilidad en razón de las guerras en las que se había comprometido. En una ocasión el periodista paquistaní Rahimullh Yusufzai le preguntó qué opinión le merecía el hecho de haber sido desheredado y qué sentía por no ser más rico. Contestó con una ironía. “Mi corazón es rico y generoso”.
Y ante la insistencia de haberse quedado casi sin dinero, éstas fueron sus contundentes palabras: “La sangre es más densa que el agua”.


* Es interesante destacar aquí, tal como lo hemos señalado en otras oportunidades, que toda esa legión de periodistas venales que han acusado a Bin Laden de ser agente de la CIA nunca aportó prueba alguna de ello a pesar de que muchas veces se les solicitó hacerlo. Pero su gran deshonestidad intelectual ha hecho que aun en nuestros días, a pesar de haberse demostrado lo contrario, sigan diciendo sin que se les mueva una ceja que Bin Laden trabajó para dicha organización.

Marcos Ghio

27/04/15

jueves, 9 de abril de 2015

EVOLA: INTRODUCCIÓN A 'CRISIS DEL MUNDO MODERNO' DE RENÉ GUÉNON



En tiempo cercano se reeditará en nuestra lengua la fundamental obra de René Guénon, Crisis del mundo moderno. Esta vez la misma contará con la introducción de Julius Evola que saliera en su versión italiana por el mismo traducida. Es interesante destacar aquí cómo en esta introducción Evola, a diferencia de Guénon, se manifiesta pesimista con respecto de la superioridad que podría denotar el Oriente en materia de civilización tradicional respecto del Occidente. Y en todo caso si de lo que se trata es de asumir una concepción crudamente cíclica habría que decir que Oriente está hoy ingresando con más impulsos que el mismo Occidente degradado en aquello que hace a la más sórdida decadencia de la modernidad, cosa por la que este último ha transitado desde hace más tiempo y por lo tanto se encontraría más cerca del final que el Oriente tan mistificado por Guénon. Está pues clara aquí la idea de que en el mundo oriental, especialmente por lo que acontece en países como la India y en China (y agregaríamos también el Japón) es decir el universo del budismo y el brahamanismo la tradición se ha perdido al menos en la superficie, quedando quizás recluida en pequeños círculos carentes de cualquier influencia en el devenir histórico y social. Sin embargo tal cosa no habría acontecido totalmente en el mundo árabe musulmán, el cual solamente se encontraría, en el momento en que Evola escribío este texto, en estado de desorden el cual podría llegar a revertirse, tal como a nuestro entender acontece en nuestros días con fenómenos tales como el fundamentalismo.

INTRODUCCIÓN A 'CRISIS DEL MUNDO MODERNO' DE RENÉ GUÉNON


En la plenitud de su sentido la palabra ‘revolución’ comprende dos ideas: en primer lugar el de una rebelión en contra de una determinada situación; pero en otro sentido se trata de una idea de retorno, de conversión, por lo cual en el antiguo lenguaje astronómico la revolución de un astro significaba su retorno al punto de partida y su movimiento ordenado alrededor de un centro. Y bien, tomando el término ‘revolución’ en este sentido, puede decirse que en el mundo actual son pocos los libros que sean de manera tan resuelta ‘revolucionarios’ como los de René Guénon. En efecto, en ningún otro autor es tan decidida e inatenuada como en él la rebelión en contra de la moderna civilización moderna de carácter materialista, cientificista, democrática, profana e individualista. Pero, al mismo tiempo, en ningún otro autor de nuestros tiempos es tan precisa y consciente la exigencia de un retorno integral a aquellos principios que, por encontrase por encima del tiempo, no son ni de ayer ni de hoy, sino que presentan una perenne actualidad y un valor perenne de carácter normativo, constituyendo los presupuestos inmutables para toda grandeza humana y para todo tipo superior de civilización. Este segundo punto diferencia netamente a Guénon de todos aquellos que, desde hace un cierto tiempo, se han entregado a denunciar el ‘ocaso del Occidente’, la ‘crisis de la cultura moderna’ y así sucesivamente,  temas éstos que, luego del derrumbe acontecido con la segunda guerra mundial, se vuelven a presentar con renovada fuerza. En efecto todos ellos, sean Spengler, Massis, Keyserling. Benda, Ropps, Ortega y Gasset o Huizinga, vanamente se podría hallar un sistema de puntos de referencia que justifique y convierta en integral su crítica; las suyas no son sino reacciones confusas y parciales: a pesar de su carácter reaccionario y anacrónico. Y no hablemos luego del nivel sobre el cual se encuentran las denominadas tendencias ‘contestatarias’ contemporáneas con sus diferentes corifeos, partiendo de Marcuse y de Horkheimer. De todo esto no es el caso en Guénon. Es por tener una conciencia de lo que es positivo, pero en un sentido superior y normal que él ataca las diferentes formas del espíritu moderno. Y en él no se trata de ‘filosofía’ y de posturas en mayor o menor medida personales, sino de concepciones que se remiten a una tradición en el sentido más alto y universal del término. Se trata de todo un mundo que él vuelve a evocar como medida, mundo del cual el Occidente ya desde hace tiempo ha olvidado no solamente la dignidad, sino casi la misma posibilidad de existencia. Así en Guénon hay una acusación y al mismo tiempo un testimonio. Y en cuanto al estilo de él emanan totalmente todos aquellos elementos que permiten aparecer como ‘brillante’ e ‘interesante’, como para poder conquistarse al público corriente compuesto de literatos y de ‘intelectuales’. El punto de vista que él pretende defender no es el de la ‘novedad’ y de la ‘originalidad’, sino el de la verdad pura e inatenuada; y ésta es la razón no última por la cual, a pesar del nivel infinitamente diferente, Guénon, aun teniendo entre nosotros un número no irrelevante de lectores, no es conocido y leído como los autores antes mentados. Aquello que él dice de válido, es bueno repetirlo, no es un producto del pensamiento, sino que corresponde a lo que habría podido decir un hombre de los tiempos denominados por Vico como ‘heroicos’, un representante de una ‘conciencia de lo alto’: respecto de la cual no hay nada que discutir, sino que se trata de reconocer o rechazar, de decir que sí o que no.
La obra desarrollada por Guénon en una serie de libros es vasta y orgánica, y aquí no es el caso de asumir sus temas principales. Procediendo de un constante punto de vista, que es el ‘metafísico’ propio del ‘tradicionalismo integral’, la misma re refiere a los dominios más variados: símbolos, mitos, tradiciones primordiales, interpretación de la historia, morfología y crítica de las civilizaciones, iniciación, fenómenos religiosos y pseudoreligiosos, esoterismo, ciencia tradicional del ser humano, doctrina de la autoridad espiritual, etc. Todo esto que se encuentra en la obra que Guénon ha desarrollado con una preparación sin igual y con un método nuevo en tanto que es decididamente antimoderno, por tener como constante objeto la ‘tercera dimensión’ de una realidad que el lector percibirá que no ha conocido anteriormente, sino tan sólo de manera superficial. La presente obra es quizás aquella que a la mayoría puede servir como introducción al estudio de los otros libros de Guénon, en modo tal de conducir gradualmente a aquel que se siente con vocación para tener contactos directos con el mismo ‘espíritu tradicional’. Un cuidado especial por parte del autor ha sido el de no descuidar nada de lo que en lo relativo a sus principales ideas pudiese hacer surgir malentendidos. Sin embargo es posible que por la naturaleza misma de sus concepciones y por la necesidad de usar palabras lamentablemente influidas por un uso corriente diferente, en una lectura no atenta algún punto de este texto se preste a equívocos, los que es buenos que sean prevenidos aquí. En segundo lugar, aparte de los principios generales, hay formulaciones que convierten en oportunas algunas reservas, no siendo las únicas posibles partiendo de los mismos puntos de referencia, es decir de los de la Tradición. Para el primer punto, no será inútil subrayar que si Guénon declara que su punto de vista es ‘metafísico’, al término ‘metafísica’ no debe dársele el significado corriente otorgado por la filosofía moderna. Guénon usa al mismo tiempo en forma recurrente los términos ‘intelectualidad’ ‘élite intelectual’, ‘intuición intelectual’: esto tampoco nos tiene que llevar al equívoco, del mismo modo que no debe hacerlo cuando habla de ‘principios’ en un sentido que muchas veces podría hacernos pensar en el racionalismo. La elección no siempre muy feliz de tales términos no debe desviarnos de lo esencial. La referencia debe en realidad hacerse respecto de un orden esencialmente supraracional. El hablar de ‘intelectualidad’ puede justificarse tan sólo para hacer alusión con una analogía a una forma de participación, de realización y de contacto con contenidos superiores que posean caracteres de lucidez, de claridad, de ‘conocimiento’ en oposición a todo lo que es irracionalismo, confuso misticismo, intuicionismo instintivo y vitalista. En el sentido guénoniano, el orden ‘metafísico trasciende toda facultad simplemente humana: pero es real y nos podemos integrar al mismo cuando se sigan aquellas vías de superación de la condición humana en general que toda gran tradición ha siempre conocido y que nada tienen que ver con las especulaciones filosóficas y las divagaciones ‘espiritualistas’. Aquello que Guénon denomina ‘intelectualidad pura’ es una facultad a la cual le es dado, entre otras cosas, captar en una evidencia directa la unidad fundamental y trascendente de las enseñanzas, de los símbolos y de los principios que en las diferentes tradiciones históricas y en los diferentes pueblos han revestido formas variadas y a veces en apariencias incluso contrastantes. El tradicionalismo de Guénon es pues diferente  de aquello que comúnmente se entiende por tradición: se encuentra respecto de la misma en las mismas relaciones en las cuales lo universal se encuentra respecto de lo particular, lo idéntico y esencial respecto de las variedades contingentes de la una y la otra expresión. Al punto de vista de Guénon le es propia la valorización de una tradición que aun si fuese augusta, no por ello la misma tiene importancia por lo que tiene de cerrado y de particularista, sino por aquello que en la misma remite a un contenido metafísico presente también, en otras formas, en una mayor o menos integralidad, a toda otra tradición digna de tal nombre. Se trata de un tradicionalismo ‘esotérico’ y no empírico.
Un punto que en Guénon reclama sea clarificaciones como reservas se refiere al problema de las relaciones entre la contemplación y la acción. También el término contemplación puede generar un equívoco; dado su sentido corriente, a pocos puede sugerir aquello de lo cual se trata, es decir la positiva vía de retraimiento en la realidad metafísica, a la cual se ha hecho mención. Se pensará en vez en formas religiosas, alienadas respecto del mundo y la oposición declarada por Guénon entre contemplación y acción quizás reforzará el equívoco. La afirmación de la primacía del ‘conocimiento’, de la ‘contemplación’ y de la ‘intelectualidad’ por sobre la acción es en Guénon explícita. ¿Puede la misma valer sin reservas? De acuerdo a nosotros, tan sólo en la medida en que lo que es inferior y que debe ser subordinado sea la acción desconsagrada y materializada, aquella que puede definirse más bien como agitación y fiebre que como acción verdadera en cuanto a su ser privado de cualquier luz, de cualquier sentido verdadero, de cualquier principio: en suma, se trata aquí de la acción tal como ha sido concebida por el Occidente moderno. Pero desde el punto de vista de los principios la cuestión es más compleja y las posturas sostenidas por Guénon, sea en éste como en otros libros, se resienten más de su ‘ecuación personal’ que de deducciones unívocas recabadas de la doctrina tradicional integral. Para esclarecer este punto, que resulta esencial también para las relaciones entre el Oriente y el Occidente, hay que recordar que los dos símbolos de la contemplación y de la acción han estado siempre en relación, en forma respectiva, con el elemento sacerdotal y con el guerrero o regio. Ahora bien, es doctrina tradicional, admitida por el mismo Guénon, que en su origen los dos poderes, el sacerdotal y la realeza guerrera, eran una misma cosa. Tan sólo en forma sucesiva se arribó a un separación e incluso a una oposición. Pero si ello es así, sea el uno como el otro término, sea al sacerdocio como a la simple realeza, sea al ‘brahman’ como al ‘kshatram’, por lo tanto también sea a la contemplación como a la acción, debe reconocérseles un mismo carácter subordinado; ambos se encuentran a igual distancia del punto originario y en consecuencia, a nivel de los principios ninguno de los dos puede reivindicar una absoluta supremacía respecto del otro, y el uno como el otro puede ser susceptible de servir de base para una obra eventual de reintegración, de superación de la antítesis, de reconstrucción de la unidad originaria que es al mismo tiempo conocimiento y acción, sacralidad y virilidad guerrera. Ahora bien, la forma mentis que era propia de Guénon cual individuo le impidió reconocer en estos términos las consecuencias de una doctrina que él también admitía. De allí el carácter para él indiscutible de la tesis por él defendida respecto de la incondicionada primacía de la intelectualidad y de la contemplación; de allí también el desconocimiento de las posibilidades  que también el mundo de la acción (comprendido sin embargo en sentido tradicional y no en el moderno) contiene para una posible reintegración. Esta limitación incide, y de manera no irrelevante, sobre todo aquello que Guénon dice respecto de los presupuestos de una posible reconstrucción del Occidente. La tradición única, aun siendo una en su esencia, admite formas variadas de expresión y de realización en correspondencia con las disposiciones específicas de los pueblos para los cuales ella debe valer. Ahora bien Guénon reconoce que en los pueblos de Occidente predomina la tendencia hacia la acción. Si ello es así, no se ve cómo él pueda afirmar que la única forma de tradición que se hizo posible para el Occidente sea la de tipo religioso (entre otras cosas, ello puede valer sólo para una época relativamente reciente y prescindiendo del carácter complejo, no simplemente ‘religioso’, gibelino, del Medioevo occidental, y sin hablar de la romanidad antigua); en segundo lugar, aparece como problemático que, nuevamente, una tradición de tipo religioso y, en forma más general, una tradición a la cual le sea propia la afirmación de la primacía del conocimiento sobre la acción unilateralmente considerada sea la única base concebible en la eventualidad de una reconstrucción del Occidente. Es evidente que, en esta eventualidad, una tradición que, aun teniendo carácter metafísico, se vinculase a símbolos de la acción sería aquella que, por ser congenial con la calificación predominante en Occidente, podría actuar en forma eficaz y orgánicamente. Aunque sobrevendría el inconveniente de que se plantearía el problema de las formas tradicionales no extinguidas que por una obra  de tal tipo podrían ser utilizadas. Tal dificultad parecería menor en la otra alternativa, gracias a la subsistencia del catolicismo. Pero los condicionamientos que el mismo Guénon ha tenido que indicar para que el catolicismo pueda abocarse a tal tarea y propiciar una reconstrucción tradicional del Occidente son suficientes como para convencerse del carácter utópico de tal planteo. Por lo demás Guénon tuvo ocasión de confesarnos que la alusión al catolicismo él se había sentido obligado a hacerla, sin por ello ilusionarse demasiado respecto de las reacciones que podrían acontecer en los ambientes católicos. Las cuales efectivamente han sido totalmente negativas, debido a la dirección que ha predominado en Occidente y que hoy luego, en el contexto del clima del ‘aggiornamento modernista’, lo son más que nunca. Esto conduce a precisar también el concepto de la élite que podría actuar como centro para una eventual reconstrucción del Occidente. El término usado por Guénon es ‘élite intelectual’. Aun estableciendo las anteriores precisiones respecto del sentido especial dado por Guénon a la intelectualidad, aun considerando sus menciones a formas indirectas, invisibles e imponderables de acción de las que puede disponer una élite de tal tipo (como ha acontecido con ciertas sociedades secretas), no se puede evitar la impresión de algo abstracto o casi restringido a estudios y a teorías. Y donde se acepte aquello que se ha dicho respecto de la oportunidad de hacer valer para el Occidente, sobre todo una tradición  que tuviese como punto de partida a los símbolos de la acción, creemos que un concepto sumamente más apropiado sería el de Orden, tomando como ejemplo a las Órdenes que existieran sea en el Medioevo europeo, como en otras civilizaciones. En la Orden puede vivir una tradición incluso iniciática, aunque conjuntamente con una formación de carácter viril, que se expresa en un preciso estilo de vida y en un contacto más real con el mundo de la acción y de la historia. Es extraño que en las referencias múltiples que Guénon hace a civilizaciones tradicionales, en éste como en otros libros, el Japón sea totalmente descuidado. Esto una vez más debe explicarse con la idiosincrasia personal de Guénon, que en todo aquello que es tradición ha sido llevado a dar la preeminencia a un ideal de tipo brahamánico y de puro conocimiento. Ahora bien, hasta el día de ayer el Japón presentaba un modelo interesantísimo. El mismo se había modernizado en lo externo, para fines defensivos y de ataque, conservando sin embargo en lo interno una tradición milenaria; esta tradición, afín bajo múltiples aspectos con la del Sacro Romano Imperio, se centraba más en los símbolos de la acción, de la casta guerrera y de la realeza que en los sacerdotales, y justamente el concepto de Orden, como una aristocracia guerrera integrada por elementos sacrales y en algunos casos incluso iniciáticos (el Zen, además del Sintoísmo), tenía allí un papel importante, en especial en la casta de los Samurái que constituía la espina dorsal de aquella tradición.
Por último vale la pena mencionar el significado que hoy en día el Oriente puede tener para el Occidente. Tal como se verá, Guénon sustituye la antítesis Oriente-Occidente por la de mundo tradicional y mundo moderno. Las formas del mundo tradicional en efecto no difieren demasiado en Oriente y en Occidente, permaneciendo todas en igual medida opuestas a las propias de la civilización moderna. Guénon reputa que por un conjunto de circunstancias tales formas se han aun conservado en Oriente, mientras que en Occidente se han perdido; de allí su idea de que un contacto con el Oriente, en donde el espíritu tradicional se mantendría aun vivo, pueda servir al Occidente no para desnaturalizarse, sino para volver a encontrarse a sí mismo, para buscar de reconstruirse en una forma tradicional. Ahora bien, habría que preguntarse en qué lugar del Oriente la tradición se encuentra aun viva: China se ha perdido, la India se está nacionalizando y europeizando con un ritmo cada vez más creciente, los países árabes se encuentran en estado de desorden *. Consideramos que en lo relativo a la herencia tradicional no debemos remitirnos a epígonos o a grupos que no controlan más la vida histórica de las diferentes civilizaciones y que estarán destinados a convertirse cada vez más encerrados a los profanos y desapegados de lo que acontece en sus mismas naciones: esto sea dicho en lo relativo a lo que se refiere al problema de los contactos y de las influencias reales y no al simple conocimiento teórico de las doctrinas sapienciales antiguas, respecto de las cuales existe ya en Occidente una literatura sumamente vasta y accesible a todos con traducciones de todo tipo.
Por lo demás, justamente sobre la base de las ‘leyes cíclicas’ recordadas por Guénon, habría que preguntarse si el mismo Oriente no esté destinado a recorrer el mismo via crucis que del Occidente aun tradicional (hablamos de nuestro Medioevo) ha conducido a las formas de la civilización moderna y más aun a recorrer quizás todo ello con un ritmo sumamente más veloz (véase por ejemplo el caso de China). Entonces habría que preguntarse si Occidente, justamente por hallarse ‘más adelante’, en el arco del descenso del ciclo, que civilizaciones como las orientales, las cuales tan sólo ahora comienzan a entrar en la crisis verdadera y propia y que sólo por esto conservan aun mayores restos del espíritu tradicional y metafísico, se encuentre más cerca del final así como también y por ello mismo del nuevo principio. No se trata por supuesto de dar cabida a ningún optimismo: pero en la medida que un grupo de fuerzas pudiese llevarse más allá de la crisis de nuestro mundo, justamente el Occidente se encontraría manteniendo una posición de vanguardia cuando el Oriente en cambio se encontrará en el punto correspondiente a nuestra crisis actual, justamente el que nosotros habríamos dejado atrás. El gran problema, que en tales términos parece pues tener un significado universal, es por lo tanto  el de las fuerzas de las cuales se podría disponer como base para una nueva conciencia tradicional del Occidente, eventualmente con la expresión concreta constituida por una élite en forma de Orden, y con todo lo que es requerido para aquella revulsión y para aquel ‘enderezamiento’ general en el campo de la concepción del mundo, de los valores y métodos de conocimiento respecto de todo aquello que dice Guénon mantienen una validez irrebatible ni se podría encontrar en lo manifestado por ningún otro escritor de nuestros tiempos.
Estas breves precisiones nuestras, procedentes de ideas que en otras partes hemos ya tenido ocasión de exponer extensamente (Sobre todo en la obra nuestra Rebelión contra el mundo moderno, Ediciones Heracles, 1995), querrían contribuir a dar una mayor eficiencia a las tesis guénonianas y a su defensa del espíritu tradicional en relación a ambientes que ante uno u otro de los puntos indicados podrían probar una cierta perplejidad. Con respecto a la edición original francesa, esta edición italiana contiene algunas modificaciones. En esto no quiera verse un arbitrio del traductor. Con Guénon hemos estado en cordiales relaciones epistolares hasta casi la vigilia de su muerte. En aquel tiempo le propusimos algunas modificaciones en el texto explicándole las razones de carácter puramente pragmático que así lo aconsejaban. Nosotros no hemos aportado sino aquellas (por lo demás de muy escaso relieve) con las cuales él se había manifestado de acuerdo.

Julius Evola


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domingo, 5 de abril de 2015

QUIEN SIEMBRA VIENTOS COSECHA TEMPESTADES

A PROPÓSITO DE UNA RECIENTE HOMILÍA DEL 'PAPA FRANCISCO'
QUIEN SIEMBRA VIENTOS COSECHA TEMPESTADES

En el día de ayer el jesuíta Bergoglio, conocido vulgarmente como Papa Francisco, en su homiliía de víspera de Pascuas, se quejó porque la potencias democráticas, especialmente Rusia, EEUU y Europa, hiciesen muy poco para evitar la decapitación de cristianos y la destrucción de Iglesias en Irak y el Medio Oriente. Más allá de que no se precisa a cuáles cristianos se refiere, de si se trata o no de colaboradores del régimen de ocupación extranjera a los cuales se puede haber castigado, es dable al respecto recordar el viejo dicho de que quien siembra vientos cosecha tempestades. El Papa debería tener presente que, en coherencia con su apertura modernista inaugurada por el Vaticano II, la institución que representa acompañó todas las empresas llevadas a cabo por las potencias hegemónicas del mundo (recordemos nuestra guerra de Malvinas) y en especial las recientes expediciones punitivas al Medio oriente emprendidas en su momento por el presidente Bush, las que hasta llegaron a tener el mote religioso de 'cruzadas'. A pesar de que las mismas produjeron desde sus inicios hasta el momento más de dos millones de muertos en su mayoría civiles, habiéndose incluso lanzado bombas nucleares y quimicas, no solamente dichas acciones nunca fueron condenadas por el representante del catolicismo, sino que incluso llegó a inducirse a quienes las promovieron e impulsaron a convertirse, sin arrepentimiento alguno por lo cometido, a dicha religión, tal como sucediera con el británico Blair y casi estuvo por producirse con el mismo Bush. Es el papado pues aquella institución que por sus omisiones y complicidades se ha hecho el responsable principal de que los cristianos del medio oriente sean al menos vistos de manera sospechosa.
05//04/15

viernes, 3 de abril de 2015

AL CUMPLIRSE LOS 30 AÑOS DE LA PUBLICACIÓN EL FORTÍN

AL CUMPLIRSE LOS 30 AÑOS DE LA PUBLICACIÓN EL FORTÍN



EL 2 DE ABRIL DE 1985 UN GRUPO DE HABITANTES DE LA PATAGONIA ENTRE LOS QUE ME INCLUÍA LANZÓ EL MENSUARIO EL FORTÍN, EN ESE ENTONCES BAJO EL SUBTÍTULO DE PUBLICACIÓN NACIONALISTA DEL SUR ARGENTINO. RECUERDO, ENTRE QUIENES NOS ACOMPAÑARON EN SUS COMIENZOS, A LOS CASTAÑEDA, A MARCELO VERDUGO, A RUBÉN BAUDINO, A HUGO RAMASCO Y A TANTOS OTROS QUE PERTENECÍAMOS A AQUELLA GENERACIÓN QUE HABÍA PARTICIPADO DE LA GUERRA DE MALVINAS CON LA IDEA DE QUE LA META ESENCIAL DE LA MISMA MÁS QUE LA RECUPERACIÓN DEL ARCHIPIÉLAGO PASABA POR LA DERROTA DE INGLATERRA Y DE LA CONCEPCIÓN DEL MUNDO QUE LA MISMA REPRESENTABA..
EN ESE ENTONCES LA PATAGONIA VIVÍA LOS EFECTOS DE LA DERROTA DE PUERTO ARGENTINO DE MANERA MÁS QUE MULTIPLICADA. APROVECHANDO QUE SE TRATABA DE AQUELLA REGIÓN QUE, POR HABER SIDO LA ÚLTIMA EN INTEGRARSE A NUESTRO TERRITORIO, TENÍA UN SENTIMIENTO NACIONAL AUN NO CONSOLIDADO, SE DESENVOLVÍAN ALLÍ LAS TENDENCIAS MÁS CENTRÍFUGAS Y DISOLUTORIAS. ASÍ PUES, DEL MISMO MODO QUE A NIVEL EDUCATIVO, POR EJEMPLO, ERA EL LUGAR EN DONDE SE EFECTUABAN PRUEBAS PILOTO DE DISOLUCIÓN  DE LA ESCUELA IMPONIENDO EL AUTOGOBIERNO Y LA AUTOEDUCACIÓN, A NIVEL POLÍTICO Y SOCIAL SE PROFUNDIZABA HASTA LÍMITES EXTREMOS EL PRINCIPIO DEMOCRÁTICO SEGÚN EL CUAL LA LUCHA POR LOS INTERESES DE LAS PARTES ES SUPERIOR A LA DEFENSA DE CUALQUIER PRINCIPIO QUE LAS TRASCIENDA Y QUE MÁS AUN, ESTEREOTIPANDO HASTA LOS MAYORES EXTREMOS LOS EGOÍSMOS SINGULARES, POR UNA ESPECIE DE MILAGROSA ARMONÍA PREESTABLECIDA, SE RECABARÍA COMO CONSECUENCIA EL BIENESTAR GENERAL, IDEA ÉSTA COMPARTIDA POR IGUAL POR LAS DOS IDEOLOGÍAS DISOLUTORIAS QUE INTEGRAN EL UNIVERSO DEMOCRÁTICO Y MODERNO, EL LIBERALISMO Y EL MARXISMO.  DE ESTE MODO SE HABÍA ACUÑADO ALLÍ LA IDEA DE QUE COMO LA PATAGONIA ERA LA REGIÓN MÁS RICA DEL PAÍS Y CON LA MENOR DENSIDAD DEMOGRÁFICA, DE LOGRARSE SU INDEPENDENDENCIA RESPECTO DE LA ARGENTINA SUS HABITANTES SE CONVERTIRÍAN EN LAS PERSONAS CON MAYORES INGRESOS DE TODA AMÉRICA, IMITÁNDOSE ASÍ LOS EJEMPLOS DE KUWAIT Y DE LOS EMIRATOS ÁRABES. DE ESTE MODO SE LEVANTABA ABIERTAMENTE LA CONSIGNA DEL SEPARATISMO Y DE LA CONSTITUCIÓN DE LOS ESTADOS UNIDOS DE LA PATAGONIA, APROVECHANDO QUE CON LA DERROTA DE PUERTO ARGENTINO Y CON LA DEMOCRACIA CONSECUENTE EL ESPÍRITU NACIONAL SE ENCONTRABA DEBILITADO. LA DURA BATALLA QUE LLEVÓ ADELANTE EL FORTÍN, SI BIEN LOGRÓ DESBARATAR DICHO PROYECTO AL HACERLO PÚBLICO A TODA LA NACIÓN NO PUDO IMPEDIR SIN EMBARGO QUE LOS PRINCIPIOS QUE LO INFORMABAN SE PUDIESEN CONSUMAR. LA REFORMA CONSTITUCIONAL DE 1994, AL ESTABLECER QUE EL SUBSUELO DEJARA DE SER NACIONAL PARA CONVERTIRSE EN PROVINCIAL,  ENTREGÓ ESOS RECURSOS QUE SE RECLAMABAN PARA UNA PEQUEÑA MINORÍA SIN NECESIDAD DE RECURRIR AL SEPARATISMO Y ADEMÁS DE TODO RATIFICANDO LO QUE SE VENÍA DICIENDO EN TAL PUBLICACIÓN. QUE LAS RIQUEZAS DE LA PATAGONIA AL DEJAR DE SER ADMINISTRADAS POR LA NACIÓN NO PASARÍAN A MANOS DE LOS PATAGONES, SINO DE OLIGARQUÍAS  QUE SE ENRIQUECERÍAN DE MANERA EXASPERADA. ASÍ FUE COMO CON EL TIEMPO SE PUDO CONSTATAR QUE UNO DE LOS PRINCIPALES BENEFICIARIOS DE LA REFORMA CONSTITUCIONAL FUE JUSTAMENTE UN PATAGÓN QUE, GRACIAS A LAS REGALÍAS OBTENIDAS A CAMBIO DE LOS VOTOS PARA UNA REELECCIÓN PRESIDENCIAL, PUDO CONVERTIRSE EN MULTIMILLONARIO Y PODER ASÍ SER ELEGIDO ‘DEMOCRÁTICAMENTE’ PRESIDENTE. PARADOJALMENTE CON LA REFORMA DEL 94 SE PASÓ DEL EVENTUAL SEPARATISMO PATAGÓNICO A LA PATAGONIZACIÓN DEL ARGENTINA.
A PARTIR DE 1995, ANTE LA LIMITACIONES PRESENTADAS POR EL NACIONALISMO QUE A TRAVÉS DE SUS EXPONENTES CIVILES Y MILITARES NO SUPO SALIR VERDADERAMENTE DE LA PARTIDOCRACIA. (RECORDEMOS ENTRE OTRAS COSAS LA LAMENTABLE ENTREGA DEL MOVIMIENTO CARAPINTADA AL PERONISMO DE MENEM Y DUHALDE), EL FORTÍN DEJÓ DE INTEGRAR SUS FILAS PARA ASUMIR UNA DEFINICIÓN MÁS VASTA Y UNIVERSAL, CALIFICÁNDOSE COMO EVOLIANO O TRADICIONALISTA ALTERNATIVO. SE CONSIDERÓ ASÍ QUE LA LUCHA CONTRA EL SISTEMA MODERNO Y DEMOCRÁTICO NO ES SOLAMENTE ARGENTINA SINO ABARCA AL MUNDO ENTERO. QUE DEBE CONTRASTARSE LA GLOBALIZACIÓN MODERNA CON OTRA DE CARÁCTER ANTITÉTICO FUNDADA EN PRINCIPIOS TRADICIONALES Y TRASCENDENTES. QUE POR LO TANTO ESTAMOS MÁS CERCA DE EXTRANJEROS QUE LUCHEN POR LOS MISMOS QUE DE ARGENTINOS QUE DEFIENDAN EN CAMBIO LOS PRINCIPIOS MODERNOS.
EL FORTÍN CONTINUÓ SALIENDO DURANTE TODOS ESTOS AÑOS PASANDO DEL FORMATO TABLOID A LA VERSIÓN DE PÁGINA WEB. EN ESTOS MOMENTOS, POR RAZONES ESTRICTAMENTE TÉCNICAS, SE ENCUENTRA SUSPENDIDO DESDE SEPTIEMBRE DEL PASADO AÑO AUNQUE PUBLICANDO SUS ARTÍCULOS EN EL BLOG DEL CENTRO EVOLIANO DE AMÉRICA. PERO EN TIEMPO PRÓXIMO Y POSIBLEMENTE EN ESTE MISMO MES PENSAMOS REABRIR NUESTRA PÁGINA.
QUEREMOS APROVECHAR ESTA NOTA PARA RENDIR UN CÁLIDO HOMENAJE A QUIENES FUERON SUS PRIMEROS DIRECTORES: HUGO RAMASCO Y MARCELO VERDUGO.


MARCOS GHIO

jueves, 2 de abril de 2015

COMUNICADO AL CUMPLIRSE LOS 33 AÑOS DEL 2 DE ABRIL DE 1982


EN EL DÍA DE LA FECHA SE CELEBRA UN NUEVO ANIVERSARIO DE LA GUERRA DE LAS MALVINAS DE 1982. INDEPENDIENTEMENTE DEL DESENLACE QUE LA MISMA TUVIERA Y DE LAS MOTIVACIONES DE SUS EJECUTORES DICHA EPOPEYA TIENE PARA NOSOTROS EL SIGUIENTE SIGNIFICADO:
1) QUE EN ÚLTIMA INSTANCIA, Y A MEDIDA QUE EL CONFLICTO SE FUE INCREMENTANDO, QUEDÓ ALLÍ EN CLARO QUE NO SE TRATÓ DE UNA SIMPLE LUCHA POR UN TERRITORIO IRREDENTO, SINO ENTRE DOS CONCEPCIONES DEL MUNDO CONTRAPUESTAS, LA MODERNA REPRESENTADA POR INGLATERRA Y SU CIVILIZACIÓN CAPITALISTA Y BURGUESA, CUYA RELIGIÓN FUNDACIONAL FUE EL PROTESTANTISMO Y LA TRADICIONAL, DE CARÁCTER CATÓLICO Y MEDIEVAL PARA LA CUAL LO SUPERIOR A TODO ES LA TRASCENDENCIA.
2) QUE LA GUERRA DE MALVINAS POR LO TANTO SE ENMARCA EN UN CONTEXTO SUPERIOR DE GUERRA SANTA ENTRE DOS TIPOS DE CIVILIZACIONES ANTAGÓNICAS, HABIENDO SIDO DE ESTE MODO EL ACONTECIMIENTO HISTÓRICO MÁS IMPORTANTE DEL SIGLO XX EN LA ARGENTINA TENIENDO COMO ANTECEDENTES EN NUESTRA HISTORIA LA LUCHA CONTRA LAS INVASIONES INGLESAS Y LA VUELTA DE OBLIGADO EN EL SIGLO XIX.
3) QUE LA META ÚLTIMA DEL HOMBRE DE MALVINAS ERA EN ÚLTIMA INSTANCIA LA RESTAURACIÓN DE LA SOCIEDAD TRADICIONAL E IMPERIAL QUE EXISTIERA EN NUESTRO CONTINENTE AUN ANTES DE SU INCLUSIÓN EN EL IMPERIO ESPAÑOL. Y QUE EN CAMBIO LA DE INGLATERRA, CON LA ALIANZA DE NUESTRA CLASE POLÍTICA ERA LA DEMOCRACIA.
4) LA GUERRA DE MALVINAS NO ESTÁ CONCLUIDA Y NO SE RESUELVE POR LO TANTO CON UNA MERA RECUPERACIÓN DE LAS ISLAS, SINO CON EL TRIUNFO DE LOS PRINCIPIOS QUE LA ALIMENTARON Y QUE ESTUVIERON PRESENTES EN LA GRAN GUERRA QUE SE DESENCADENÓ DURANTE DOS MESES EN CONTRA DE LA CULTURA MODERNA.