lunes, 24 de noviembre de 2014

GHIO: LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL CONTRA EL FASCISMO


DE LA TRAGEDIA A LA COMEDIA
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL CONTRA EL FASCISMO




Alguien dijo con razón que la historia se repite siempre, siendo la primera vez bajo la forma de tragedia y la segunda, puesto que se trata de una circunstancia de imitación y reiterativa, bajo la de la comedia.
En el período histórico que abarca entre 1933 y 1945, el comunismo ruso denostó virulentamente al nazismo alemán calificándolo como un agente del capitalismo en su fase más agresiva de expansión universal y lo consideró por lo tanto como un instrumento más del mismo sistema que lo tenía también a los EEUU como su exponente. Más tarde cuando las circunstancias bélicas llevaron a que Rusia y EEUU se encontraran en una misma trinchera luchando en contra de un enemigo común que resultó el tan denostado nazismo, el bolchevismo no se resignó para nada en su aparato propagandístico a reputarse a sí mismo como parte de un mismo proceso en el cual junto a los capitalistas norteamericanos e ingleses representaba una simple faceta. Manifestó en cambio que todo era el producto de las ‘contradicciones dialécticas del sistema’ y que si Alemania era combatida como un enemigo por parte de un sector del capitalismo, en el fondo, en tanto no se le había impedido avanzar en la conquista de territorio de la ‘gloriosa Unión Soviética’, habría así actuado en connivencia con éste en la finalidad última de debilitarla y destruirla. Es decir que, a pesar de que la realidad demostraba una evidencia en contrario, la propaganda bolchevique persistía en decirnos que EEUU y Alemania en el fondo eran lo mismo y que su fin era expandirse, a partir de un simulado conflicto entre ellos, para terminar con la única dictadura del proletariado existente en el planeta. La realidad por supuesto demostró todo lo contrario, que Rusia y EEUU, tras ganar conjuntamente la guerra e incluso permitiendo este último su expansión por media Europa, demostraron de tal forma cómo eran lo mismo en lo esencial; pero aun con tales evidencias ello no fue suficiente como para hacer entender a los crédulos que existen en abundancia en el planeta que Rusia no es el gran enemigo de los EEUU y que son metafísicamente iguales en su materialismo, tal como con razón proclamara Heidegger en pleno período bélico. Y esto se demostró más tarde en el hecho mismo de la desaparición por lo anacrónico del sistema de la dictadura del proletariado cuando la misma crepitó y terminó desintegrándose con la simple caída de un muro y de una en nada violenta manifestación popular, contrastante todo ello con las verdaderas masacres, matanzas y demoliciones a las cuales fuera sometido el nazismo alemán con la finalidad de hacerlo desaparecer.
Los tiempos pasan pero, tal como decimos, la estupidez y credulidad siguen vivas aunque los protagonistas puedan ser diferentes. Hoy en día el nazismo ya no es más europeo, sino islámico. Ya lo calificó así el ex presidente Bush al denominarlo como el ‘fascismo islámico’ al cual hay que combatir con todos los medios al alcance, incluso los propagandísticos. Y nuevamente se acude a los mismos procedimientos de siempre. Está la opinión pública ‘imperialista’ que cree en los EEUU, pero está también la ‘antiimperialista’ que mientras que ayer exaltaba a la ‘gloriosa Unión Soviética’ hoy en cambio cree en la más fantasmal y menos tangible Eurasia, en razón justamente de la segunda etapa que vivimos de comedia y decadencia. Es decir una vez más se trata de Rusia pero con un nuevo ropaje, aunque con la misma nomenklatura. A las dos opiniones públicas se las convence de nuevo con discursos distintos pero similares en sus fines. En los dos casos se dice que hay que combatir hasta el final al fascismo, esta vez el islámico, hoy representado por dos organizaciones temibles para ellos, que son Al Qaeda y el Isis. Pero nuevamente la justificación no es la misma en ambos casos. En el de los imperialistas pronorteamericanos, se trata una vez más de la lucha de la democracia contra la antidemocracia, de los defensores derechos humanos y del bien universal contra los seres irracionales y bestiales que los niegan, y en el de los remozados euroasiáticos se trata como siempre de la lucha entre el imperialismo y el antiimperialismo que a diferencia de antes hoy se exhibe con argumentos distintos de los de la defensa de los ‘intereses históricos del proletariado y el socialismo’, en razón de los fracasos estrepitosos anteriores y de los nuevos tiempos. Tal como antes, se dice que el fascismo, si bien en la superficie confronta con el capitalismo democrático, en el fondo está al servicio del mismo. Se acude incluso para ello a sugestivas y fantasiosas teorías del montaje en razón de los nuevos tiempos cibernéticos que hoy se viven, por las cuales en realidad, si bien el fundamentalismo islámico contrasta con los EEUU, en el fondo finge hacerlo para con esa excusa destruir a los regímenes antes llamados ‘progresistas’ y hoy ‘nacionales’ que le pondrían a los yanquis terribles obstáculos para dominar al planeta. Se llega incluso a decir como entonces que así como Alemania al invadir a Rusia y destruir su capacidad productiva favorecía en el fondo a los EEUU, dejando una tierra arrasada fácilmente conquistable, ahora pasaría lo mismo con el Isis pues, al ocupar las instalaciones petroleras de Siria e Irak y por tal causa al producir actos de represalia por parte de los norteamericanos, en el fondo lo que éstos habrían buscado sería destruir también la capacidad productiva de esas naciones ‘antiimperialistas’. Esta imbecilidad se complementa también con el hecho de que ahora sin tapujo alguno se llega a decir que en realidad quienes forman parte del fundamentalismo son agentes encubiertos del sistema enemigo, causando verdadera sorpresa y dejando boquiabiertos al constatar cómo tales ‘agentes’ se inmolan en combate o son torturados y asesinados por los mismos que los contratan. La diferencia con la propaganda ‘antiimperialista’ actual y la de la época de Stalin es que éste nunca se atrevió a decir que Hitler fuera un agente de los norteamericanos*, en cambio en la actualidad se llega a decir, sin que se les frunza el ceño, que Bin Laden y Bagdadi reciben o recibieron un sustancioso sueldo de la CIA o del sionismo. Pero esta verdadera comedia se completa al constatar que hoy hay nazis abiertos y confesos que se hacen eco de tal publicidad. Personas como Adrián Salbuchi** en la Argentina, redactor permanente de la Agencia de noticias rusa RT, en un reciente artículo que no tiene desperdicio por lo delirante convoca con tales argumentos a combatir al Isis con todos los medios a nuestro alcance. Es decir que en nombre de un pretendido antiimperialismo hace lo mismo que los imperialistas. Tal como ayer Rusia y los EEUU combaten contra un mismo enemigo, el fascismo, pero utilizando una vez más argumentos diferentes pero, en razón de que estamos en tiempo de comedia, acuden esta vez a nazis para sus fines de propaganda.

·        De todos modos ha circulado muchas veces la información de que Hitler era un agente de los judíos ya que al haberlos combatido con vigor les permitió luego victimizarse y terminar constituyendo el Estado de Israel. Más allá de que no sabemos aun si tal entidad terminará realmente favoreciendo los intereses históricos del judaísmo o por el contrario, tal como dicen varios ortodoxos, lo perjudicará aun más generando nuevos resentimientos en su contra y persecuciones en un futuro, consideramos sustancialmente errada tal aseveración. Que la derrota del líder alemán haya favorecido los intereses del sionismo no quiere decir en manera alguna que éste haya sido su agente. Las dos acciones pueden perfectamente haber acontecido en manera independiente la una de la otra. Es el mismo argumento que se utilizó para decir que como EEUU, tras los atentados del 11S, invadió Afganistán y luego también Irak entonces Bin Laden, que pergeñó tal hecho, habría sido un agente de los mismos.
·        En honor a la verdad y puesto que el Sr. Salbuchi se nos ha quejado por todas las notas que le hemos dedicado descuidando a otros, debemos decir que no es el único nazi o de una postura afín que se ha declarado como un ferviente seguidor de los rusos y de sus sortilegios propagandísticos. En América tenemos también a revistas como Ciudad de los Césares que están en la misma perspectiva y en Europa a personas como Mutti y hoy también a Alain de Benoist que se han manifestado como sostenedores de Eurasia hasta haber llegado a considerarla como el sustituto de Occidente. Por lo cual se trata de un fenómeno muy extendido, aunque el caso de Salbuchi no deja de ser pintoresco. Resulta ser que el mismo se ha declarado como un fanático adversario del gobierno kirchnerista en la Argentina, pero a su vez él trabaja en una agencia de noticias rusa que ha sido puesta en el aire por la televisión oficial adicta a tal régimen. El periodista Lanata en su momento hizo notar con mucha razón tal incongruencia, pero Salbuchi, en vez de explicar tal situación, quiso aprovechar la circunstancia de haber alcanzado alguna notoriedad para desafiar al aludido a un debate. El mismo con toda razón se negó a hacerlo pues antes de ello Salbuchi tenía que explicar lo que se le requería, cosa que nunca hizo.

Marcos Ghio

24/11/14

lunes, 17 de noviembre de 2014

RADIO AGENCIA KALI-YUGA Y CENTRO EVOLIANO DE AMÉRICA

RADIO AGENCIA KALI-YUGA Y CENTRO EVOLIANO DE AMÉRICA


INFORMAMOS A NUESTROS HABITUALES OYENTES Y LECTORES QUE LOS DOS EMPRENDIMIENTOS AFINES ENCARGADOS DE RELATAR LO RELATIVO A LA GUERRA DE CIVILIZACIONES Y A LA DIFUSIÓN DEL PENSAMIENTO TRADICIONAL VUELVEN CON DIFERENTES INNOVACIONES.
1) LA RADIO VUELVE A FUNCIONAR, LUEGO DEL RECESO, TODOS LOS MARTES DE 19 A 20 HORAS. A DIFERENCIA DE LOS PROGRAMAS ANTERIORES SE CONTARÁ CON LA PRESENCIA DE DIFERENTES PANELISTAS QUE SE ALTERNARÁN EN SUCESIVAS AUDICIONES.
EL DÍA 18/11/14 A LAS 19 HORAS EN LA ARGENTINA (HEMISFERIO SUR) Y 24 HORAS DE GREENWICH SE EMITIRÁ EL PROGRAMA Nº 101 DE LA EMISORA RADIAL DE ESTA AGENCIA CUYO SITIO ES:
http://kaliyuga.listen2myradio.com/
TEMAS A TRATAR:
1) LA GUERRA DE CIVILIZACIONES. EN LAS ÚLTIMAS DOS SEMANAS. LOS FRENTES DE SIRIA E IRAK Y LA NUEVA SITUACIÓN EN UCRANIA.
2) JUAN MANUEL GARAYALDE EXPLICARÁ ESPECIALMENTE LA REALIDAD ACTUAL RUSA. ASIMISMO AMPLIARÁ EL ESPECTRO CRISTIANO DEL FRENTE TRADICIONAL CON EL ISLAM FUNDAMENTALISTA.
3) SE PROCEDERÁ A LA LECTURA Y ANÁLISIS DE UN TEXTO DE JULIÁN RAMÍREZ.
Como siempre en estos temas se contará con la presencia de nuestros colaboradores permanentes: Marcos Ghio, Mahdí Al Afghani y Julián Ramírez integrantes del Frente Cristiano Islámico.
SE INFORMA TAMBIÉN QUE GRAN PARTE DE LOS TEMAS TRATADOS PUEDEN SER LEÍDOS EN MAYOR AMPLITUD EN NUESTRO BLOG.
http://agenciainformativakaliyuga.blogspot.com.ar/
RECORDAMOS QUE SEA ÉSTE COMO LOS PROGRAMAS ANTERIORES PUEDEN SER ESCUCHADOS EN LA SIGUIENTE PÁGINA:
http://www.ivoox.com/escuchar-radio-kali-yuga_nq_25694_1.ht…
II- PÁGINA DOCTRINARIA DEL CENTRO EVOLIANO DE AMÉRICA.
DEBIDO A QUE HA SIDO DADA DE BAJA NUESTRA TRADICIONAL PÁGINA WEB SE INFORMA QUE ESTAMOS FUNCIONANDO EN EL SITIO DE NUESTRO BLOG QUE ES:
http://centroevolianodeamerica.blogspot.com.ar/
SE HAN EDITADO NOTAS SOBRE LOS DISTINTOS TEMAS:
1) EL PERONISMO DESDE LA ÓPTICA DEL PENSAMIENTO TRADICIONAL.
2) DISTINTOS TEXTOS DE JULIUS EVOLA SOBRE EL COMUNISMO

martes, 11 de noviembre de 2014

GHIO: KIRCHNER Y CARL SCHMITT

LA ESTUPIDEZ IGNORANTE Y EL NAZISMO DE KIRCHNER


Antítesis absoluta.


1º Los distintos tipos de estupidez


El siglo XXI ha significado respecto del anterior el pasaje, en nuestro medio cultural y político, de lo que Evola y Schuon llamaban la estupidez inteligente a algo mucho más patético y dañino cual es la estupidez ignorante. Entendemos por la primera un tipo de estupidez que, si bien como tal no alcanza a comprender o se escabulle de las cosas esenciales, sin embargo suele camuflarse detrás de un cierto manto de información que la hace a veces ingeniosa e incluso interesante, tal el caso de ciertos periodistas cultos y leídos con los cuales se podía hasta llegar a debatir. Ahora con el transcurso de los tiempos y de la decadencia la estupidez se ha profundizado convirtiéndose en desinformada e incluso fantasiosa. Y esto podría explicarse también por el hecho de que como vivimos en una época de vanidades y en tanto los intelectuales emplean la mayor parte de su tiempo en exhibirse ante el público, a falta de dedicación en las lecturas, suelen inventar las cosas suponiendo siempre que la mayoría que vive en forma apasionada la era de la imagen no lee ni está al tanto, lo cual muchas veces suele ser cierto.
Ahora bien, respecto de la estupidez ignorante las hay de dos tipos, la de aquellos que son tales y abiertamente lo confiesan y la de los otros en cambio que nunca lo dicen pues están convencidos de que jamás van a ser descubiertos. En el primer caso tenemos el famoso ejemplo del catedrático peruano Faverón quien escribiera una larga nota denostando a Julius Evola no son antes haber tenido la honestidad intelectual de confesarnos no haberlo leído nunca. No ha pasado así en cambio con el argentino Pérez Sebreli quien en un best seller que lleva ya las 14 ediciones manifestó respecto del mismo autor que existía en su país un Centro de Estudios que difundía sus ideas y que como tal había ‘convencido’ al nazi Biondini de que era la reencarnación de la divinidad hindú Kalki. Tiempo atrás pude dar con el aludido a quien no veía desde al menos 20 años e intenté aclararle que si era cierto que se había convertido en adepto al reencarnacionismo no tenía el derecho de mezclarlo en tal aventura al pensador italiano quien en varios de sus escritos había condenado tal doctrina como una verdadera y propia falsificación. Me contestó asombrado que no solamente seguía siendo católico, sino que el término Kalki que utilizaba no tenía referencia alguna con la divinidad aludida, en tanto que se trataba de un mero pseudónimo periodístico.
Digamos al respecto, para explicar un poco más este fenómeno de decadencia, que es una característica propia la de acudir a la mentira, a veces incluso sin tener razones para hacerlo casi como teniendo un gusto estético por la misma. Nunca pude entender el trasfondo psicológico de tales falsificaciones ni de otras tantas, y lo he intentado explicar como una obsesión morbosa por querer ser originales y despertar curiosidades en la gente, de lo cual es singular testigo hoy en día la televisión que consumimos con ese fenómeno tan adentrado en nuestro medio que es la ‘tinelización’ o ‘forticización’ * de nuestra cultura determinada esencialmente por el gusto exacerbado por lo escabroso.
Claro que los ejemplos antes aludidos, si bien pueden resultarnos sintomáticos, en el fondo son inofensivos, el problema en cambio sucede cuando la estupidez ignorante tiene la capacidad de producir verdaderas conmociones e ideas fijas capaces de generar cambios en el país, en especial en las conductas de las personas a quienes las mismas afectan. Iremos a un caso muy puntual al respecto y es el que se refiere a la segunda parte del título de esta nota. Tiempo atrás una serie de medios, tales como la revista Noticias, Crítica e incluso el diario La Nación entre otros, iniciaron una seguidilla de notas, las que se continúan aun en nuestros días, intentando a través de las mismas explicar este fenómeno tan singular cual es el carácter abiertamente confrontativo demostrado por la pareja presidencial el que se caracteriza por su afán de estar buscando siempre nuevos enemigos a los que atacar con la finalidad de incrementar y consolidar su poder. Fue así como alguien trajo a colación la existencia de otro matrimonio de intelectuales que viven en Europa que habría influido notoriamente en aquellos, nos referimos específicamente al compuesto por el ex trotskysta argentino Ernesto Laclau y por la belga Chantal Mouffle quienes escribieron una serie de obras, alguna de las cuales sería libro de cabecera de nuestra pareja presidencial. Pero el tema no termina allí: indagando en los contenidos de las mismas alguien hizo notar que si bien tales autores provienen del marxismo, en tanto se reputan como postmodernos y por lo tanto postmarxistas, habrían intentado introducir en tal doctrina algunas modificaciones y autores que no le resultan en nada ortodoxos, tales como el alemán Karl Schmitt, respecto del cual también se resaltó que fue alguien que se afiliara al partido nazi en 1933. Comenzaron entonces las elucubraciones. En primer lugar se señaló que Schmitt del mismo modo que Kirchner concibe la política como una incesante confrontación entre amigo y enemigo. En La Nación (2/06/10) Álvaro Abos sostuvo también de cosecha propia que para el pensador alemán, de la misma manera que en Kirchner ‘la política no se trata de meras discrepancias de opiniones, sino que concebía al miedo como factor indispensable de cualquier triunfo en tal terreno’ (?), así como ‘la confrontación permanente que es lo que practica Kirchner’ es propia del nazismo de Schmitt respecto del cual nos agrega como un consuelo relativo al final que le podría esperar que ‘fue detenido dos años por los Aliados cuando ocuparon Alemania en 1945’. En la misma línea escribe también Beatriz Sarlo (La Nación, 29/07/10) la que insiste en señalar esta adscripción de Kirchner al ‘decisionismo’ del ‘nazi’ Schmitt y a través de la mediación de una pensadora de izquierda como Chantal Mouffe cuyo libro “El retorno de lo político’ sería ‘obra de cabecera de la actual presidenta’. La cosa no termina allí, la revista Crítica hizo entonces la deducción consecuente de toda esta seguidilla de notas formulando el silogismo siguiente. El matrimonio presidencial está influido por otro matrimonio de postmarxistas seguidores de Karl Schmitt. Karl Schmitt era nazi. Por lo tanto Kirchner es un nazi. Y acompañaba la nota con un fotomontaje del ‘pingüino’ haciendo el saludo romano. Demás está decir lo peligrosas que han resultado para el país todas estas elucubraciones en especial en alguien tan pendiente de la opinión pública como el actual presidente en ejercicio. Estamos en condiciones de decir respecto del fragor que ha obtenido este conjunto de notas que la reciente aprobación de la ley de matrimonio homosexual que lo tuviera a éste como a uno de sus principales promotores fue un intento vano por querer demostrar su anti-nazismo a quienes lo acusaban falsamente de lo contrario. En efecto salta a simple vista que alguien que es nazi en ningún momento aprobaría una ley que favorece a los homosexuales.
Lamentamos en todo esto haber llegado demasiado tarde. No era necesario arribar a tales extremos. Prescindiendo del hecho elemental de que Schmitt no era nazi, sino en todo caso un conservador revolucionario, lo cual es una sutileza que nuestros estúpidos ignorantes difícilmente puedan entender, demostraremos en lo que sigue lo siguiente. 1) Que el Schmitt que puede haber leído Kirchner a través del matrimonio argo-belga nada tiene que ver con el Schmitt verdadero. 2) Que el pensamiento de este último era lo opuesto exacto a lo practicado por el matrimonio pingüino, 3) Que por lo tanto no solamente Kirchner no es ‘nazi’, sino que por la praxis que le detallaremos es abiertamente ‘antinazi’, si es que por tal cosa nos estamos refiriendo al pensamiento del eminente jurista alemán.

2- Los intelectuales trotskystas en el peronismo

Partamos pues del matrimonio de intelectuales posmarxistas que influiría en el presidencial argentino. Para ello hay que remontarse a los mismos orígenes del peronismo. Perón, de acuerdo a su famosa política oportunista de los anticuerpos, solía tener en su movimiento, a fin de contrarrestar los distintos extremos, junto a intelectuales adscriptos notoriamente a la extrema derecha fascista a otros que en cambio pertenecían abiertamente a la izquierda marxista. En su caso particular no podía contar con el apoyo de los comunistas stalinianos en tanto que éstos determinados aun por las consignas de la última contienda formaban parte del Frente Popular con todas las distintas expresiones del liberalismo proyanqui. En cambio sí pudo hacerlo con algunos trotskystas, como el caso de Abelardo Ramos quien escribiera panegíricos respecto de la experiencia peronista en el periódico Democracia bajo la firma de Diego Almagro. Continuó luego con su actitud también con otros gobiernos del mismo signo, concluyendo sus días como embajador de Menem, al cual acompañaron también otros trotskystas conversos como Raventos y Jorge Castro entre tantos. Lo peculiar de su caso es que, a pesar de tantas décadas de prédica ‘antimiperialista’, Ramos terminó apoyando a un gobierno peronista que sostenía relaciones carnales con los EEUU.
Ernesto Laclau es otro intelectual perteneciente al mismo grupo de ‘izquierda nacional’ que inspirara el antes aludido, sin embargo su ecuación existencial ha sido sumamente diferente. Radicado en Europa hizo carrera universitaria en Inglaterra en donde enriqueció su dialéctica trotskysta con otros autores de moda tales como Lacan y al parecer también el ‘nazi’ Karl Schmitt. Pero en el fondo, a pesar de parecer pintoresco, carece de cualquier originalidad. Su obra La razón populista es un verdadero ladrillo saturado de farragosos léxicos lacanianos y postmodernos y que se podría condensar en tres renglones, los cuales por otro lado no contradicen en nada las diferentes apologéticas que sobre el populismo peronista hiciera su maestro Abelardo Ramos. Quien indudablemente lleva mejor puestos los pantalones en la difusión de las ideas es su pareja Chantal la cual ha escrito una obra titulada “El retorno de lo político” que al parecer Alberto Fernández (el de bigote más fino) le habría obsequiado a Cristina y de la cual ésta no habría podido separarse nunca, pues señalemos que la belga además de marxista es también feminista. Prescindiendo de estos detalles risueños podemos decir que el texto, lejos de ser una obra sistemática, es un rejunte de distintos artículos, tal como confiesa la misma autora, en donde en relación al autor alemán se repite lo mismo varias veces. Haciendo honor a su nombre, Chantal explica que ella rescata un Schmitt que no contradiga a la democracia y al liberalismo, es decir un Schmitt que solamente puede existir en su imaginación ya que estas dos temáticas, en especial la segunda, han sido el factor determinante de toda su obra la cual puede sin más ser caracterizada como un verdadero tratado de filosofía política en contra del liberalismo. Más absurdo todavía es querer equiparar la dupla amigo-enemigo con la dialéctica marxista de la lucha de clases. Su esposo ha llegado a decir que el valor de Schmitt se encuentra en mantener vivo el conflicto dialéctico que proponía Marx ante las posturas que tienden en cambio a derogarlo con el proceso de globalización, por lo que se convertiría nada menos a sus ojos que un revitalizador del marxismo, cuando nuevamente es todo lo contrario. La dialéctica de la lucha de clases es la antítesis absoluta de la dupla amigo y enemigo sostenida por el germano y más aun de la teoría de la Revolución Permanente de Trotsky que es el trasfondo último de las elucubraciones de la pareja de intelectuales. Existen brillantes escritos del autor alemán denunciando al marxismo como un instrumento de guerra y disolución interior formulado en aras de la destrucción de una nación estimulando las luchas entre sus partes integrantes.
Pero para ello pasaremos aunque sea sintéticamente a reseñar lo esencial del pensamiento del alemán demostrando así que no tiene nada que ver con los aludidos post-trotskystas y menos todavía con Kirchner.

3) Hostis e Inimicus

No puede soslayarse en manera alguna en el análisis de la fundamental obra de Karl Schmitt y en especial de su brillante texto El concepto de lo político, la situación histórica en la cual ésta fue escrita. La obra fue elaborada en las postrimerías del Tratado de Versalles y de las diferentes crisis vividas como consecuencia del mismo por su país Alemania. Tras la intervención norteamericana en Europa y con la implementación balcanizadora promovida por el presidente Wilson, Alemania fue sometida a un status de paria. Lejos de efectuarse un Tratado de Paz en el cual se convenían condiciones justas entre las partes tal como aconteciera siempre luego de las guerras concluidas, se le impusieron al vencido condiciones vergonzosas y humillantes tratándose a tal país como un verdadero criminal al que se culpabilizaba por todas las muertes producidas por la contienda. Esto es lo que explica el trasfondo de la reflexión schmittiana respecto del amigo y enemigo como categorías propias de la política. El pensamiento liberal motorizado principalmente por los EEUU, aunque contando a su vez con la adhesión de las diferentes masonerías inglesa y francesa, quería resolver las cuestiones políticas aplicando categorías propias de otra esfera, la de la moral. Al respecto S. señala por vez primera que dicho proceso de confusión ha comenzado a través de un fenómeno consistente en un verdadero empobrecimiento de los distintos lenguajes de nuestros tiempos en donde se utiliza una misma palabra para referirse a dos cosas muy distintas cuales son el enemigo público y el privado, lo cual en las lenguas clásicas no era así. Pues en la antigua Roma existían dos términos diferentes para referirse a las dos cosas, hostis e inimicus, uno era el enemigo público y otro el privado. La palabra hostis ha desaparecido de las lenguas romances quedando sólo el remanente como adjetivo (hostil) pero no existiendo más el sustantivo. Solamente el inglés aun conserva los dos términos (enemy y foe), pero habiéndose perdido lo significados originarios. Y ambos conceptos son sustancialmente diferentes. El hostis es el otro, aquel que como nosotros quiere ocupar un lugar en el espacio y con el cual en algunos casos cuando el conflicto se agudiza es posible llegar a una guerra, lo cual es una cosa normal y de ninguna manera condenable en sí mismo en tanto obedece a una realidad cual es la existencia de la diversidad en el hombre. Desde tal perspectiva aceptar la existencia del hostis es aceptar la diferencia y que el otro, del mismo modo que nosotros es un ser que no tiene por qué ser ni bueno ni malo sino alguien que despliega su potencia. Al otro en tanto enemigo político no tengo por qué odiarlo, en todo caso lo que tengo que hacer es combatirlo para evitar que ocupe mi lugar.
Vayamos a casos concretos de nuestra historia. La Argentina confrontó a lo largo del tiempo con su vecino Chile por la posesión de determinados espacios geográficos, pero ello no tuvo por qué significar que se tuviese que odiar por ello a los chilenos. Es más hasta era posible admirar a nuestro enemigo (como hostis) por su capacidad en saber defender sus derechos, cosa que en cambio no sucedía necesariamente con nuestros gobiernos. O aun en el caso de enemistades internas. Rosas y Lavalle se combatieron mortalmente, pero ello no fue obstáculo para que cuando el segundo fue vencido que el primero concurriera a su campamento a dialogar y hasta compartir un mate en admiración recíproca. Es obvio que una situación similar no existiría respecto de un enemigo privado. Nosotros no admiraríamos nunca a un violador por la manera como realiza su faena, aunque haya podido hacerlo con mucha entrega en su causa. El enemigo privado puede ser convertido en criminal por lo que hace y respecto del mismo pueden existir el castigo y la culpa. El enemigo político en cambio en la medida que es el otro, es un par con el cual incluso se puede llegar a una guerra, pero no tenemos por qué odiarlo ni repudiarlo. En todo caso si es vencido se lo considera como aquel al cual la suerte de las armas le ha sido adversa y que esa situación también podía haber sucedido con nosotros. Por ello la paz y la amnistía son las medidas normales en los tratados que se hacen con el enemigo contra el cual se ha luchado. La paz no es concebida así como lo opuesto de la guerra, sino como la consecuencia normal a la que ésta nos conduce. Con la modernidad y en especial con sus dos ideologías gemelas, el liberalismo y el marxismo, ha sucedido la confusión entre las dos esferas, la privada y pública. El enemigo político deja de ser el otro, para convertirse en el culpable y en algunos casos el criminal. Julien Freund, uno de los mejores discípulos de Schmitt, solía dar como ejemplo de un político moderno y liberal a Robespierre. “Casi nunca habla del enemigo sin añadirle los epítetos de infame, criminal, vicioso, inmoral, etc.”, es decir moraliza la política, confunde las esferas. Es indudable entonces que mientras que la política sea calificada en términos morales las actitudes frente al enemigo se tengan que convertir en verdaderas confrontaciones y guerras totales. Nüremberg ha sido una demostración plena de esta mentalidad. Luego de la victoria, lejos de firmarse un verdadero tratado de paz con el vencido, se lo convierte en criminal por decreto, se lo juzga como tal y se lo ejecuta como si se hubiese tratado de un delincuente (de allí el término ‘criminal de guerra’ que era desconocido en la Antigüedad en donde las guerras eran juzgadas con categorías políticas y no morales). Justamente lo sostenido por Schmitt es lo opuesto exacto de lo que sus detractores le achacan al querer adjudicarle a éste por ignorancia lo que Kirchner actualmente es o practica. Su teoría política no es confrontativa tal como ellos sostienen, sino un medio adecuado para encontrar la paz. Al que está enfrente mío no hay que demonizarlo y querer destruirlo como si se tratara de un criminal, sino respetarlo y reconocerlo como el otro con el cual se pude ser severo, pero nunca injusto en manera tal de confundir las esferas pública y privada.

4) Kirchner y Karl Schmitt

Confundir a Kirchner con Karl Schmitt no es solamente el equivalente de mezclar la Biblia con el calefón, sino el de llegar a creer que quemando las Sagradas Escrituras se pueda obtener agua caliente. Justamente si Schmitt viviera lo tendría a Kirchner como un paradigma de lo que no debe hacerse en tanto confusión de la esfera pública con la privada.
En la actualidad la República Argentina es el país de la tierra que sigue aplicando la lógica de Nüremberg, es decir la de juzgar hechos que pertenecen a la esfera política utilizando categorías morales. Hubo aquí una guerra civil y los contendientes de la misma deben ser considerados con categorías propias de una ética de guerra y juzgados por los códigos militares elaborados al respecto. Un militar que mata no es un asesino como un violador o asaltante, sino alguien que ha cumplido con un acto de servicio. Esta disyunción entre lo político y lo moral es lo que no aplica actualmente el gobierno de Kirchner que juzga los hechos de una guerra con cánones burguesas y civiles, es decir contrarios a lo que dijera Karl Schmitt. Esta demonización que él ha realizado de su adversario al cual ha llegado a aplicar varias condenas a perpetua es además producto de un segundo hecho psicológico y privado que es dable señalar aquí como corolario de esta nota.
Así como Kirchner se ha sentido hace poco en la obligación de demostrarse a sí mismo y a los otros que no es nazi en tanto aprobó el matrimonio de los homsexuales hoy en día quiere demostrarnos que no ha sido un colaboracionista de los militares durante el gobierno del Proceso mostrándose implacable con éstos a través de su enjuiciamiento. Como estamos en una esfera privada y no pública se trata entonces de explicarlo psicológicamente. Presenciamos aquí un fenómeno conocido como el de la compensación. Su ejecutor pretende borrar de su memoria varios años de claudicación generando así una nueva guerra de la que pretende salir victorioso. Una vez más esta idea de la guerra permanente del bien contra el mal o de la burguesía contra el proletariado, podrá ser liberal o marxista, pero nunca schmittiana a pesar de toda la alharaca efectuada en contrario por la estupidez ignorante.

Marcos Ghio

Buenos Aires, 1/08/10

GHIO: ROSAS O PERÓN

ROSAS O PERÓN: TRADICIÓN O MODERNIDAD EN AMÉRICA 


                                                          Pocas semejanzas

Tal como magistralmente lo demostrara Julius Evola, no existen sino dos maneras diferentes de vincularse con la realidad y consecuentemente dos formas posibles de civilización: la tradicional y la moderna. La primera de ellas es la que se encuentra afincada en los valores del ser y de lo permanente y que considera a esta existencia que captan nuestros sentidos como un medio, como un modo de manifestarse de lo real, siendo su sentido último el de representar el camino que se le presenta al hombre para alcanzar lo superior.
Lo opuesto a ello es justamente la civilización moderna, la cual en vez ha puesto su centro existencial en lo que cambia permanentemente, en el mundo del devenir, y en los valores que al mismo le corresponden, siendo entre éstos, al hallarnos sumergidos en la etapa más decadente, la economía el superior a todos, representando pues el destino al que fatalmente deberían someterse todas las personas.
De ambas civilizaciones emanan consecuentemente dos maneras opuestas de concebir y comprender la política y la función del Estado. Mientras que para la moderna el Estado es comprendido meramente como aquel organismo encargado de asegurar el bienestar de los habitantes que componen una nación, siendo así su función la de ser un mero instrumento de la misma, cuya entidad e intensidad varía de acuerdo a las diferentes ideologías, y estando de esta manera la política subordinada a la economía, lo opuesto exacto de ello es lo que acontece en la concepción tradicional.
Para el hombre de la Tradición, la función de gobierno no se reduce al acto administrativo, tal como sucede en la actualidad en donde, cuando quiere ensalzarse a un gobernante, se lo califica como un buen administrador; sino que su cometido esencial consiste en formar a la persona, elevarla de su condición de mero individuo, otorgarle un significado espiritual y trascendente. Por ello, de acuerdo a la óptica tradicional, la política nunca fue separada de la religión y de la metafísica y en ella la economía, del mismo modo que su actividad propia, la administración, fueron comprendidas siempre como manifestaciones abiertamente subordinadas y secundarias, que de ninguna manera debían desviar a la comunidad de lo que constituye su meta esencial, cual es la de alcanzar lo que es más que mera vida. No es por lo tanto aquí la nación la que determina al Estado, sino a la inversa es éste el que forma a la nación. Ningún poder desde esta perspectiva puede erguirse por encima del mismo; análogamente a lo que acontece en una esfera cosmológica, él es la causa primera que no es causada y que encuentra en sí únicamente el origen de su soberanía. Un Estado que no es absoluto, sin un poder ilimitado, sin un carisma que proviene exclusivamente de su función eminente, no es propiamente Estado, sino una mera caricatura de éste, tal como es en la actualidad el estado moderno, organismo paradojalmente sumamente inestable pues su poder emana no de un principio superior inherente a él mismo, sino en última instancia del respaldo otorgado por lo humores de la opinión pública, la cual es variable y modelable por los organismos que cotidianamente la forman y determinan. Por supuesto que no se trata aquí de entidades espirituales, sino de simples “canales televisivos” subvencionados por empresas económicas poderosas que la dirigen y juegan en función de sus intereses materiales. En la democracia moderna es pues en sentido estricto verdadero que la economía, representada por quienes poseen el dinero, dirige a la política a través de las sugestiones cotidianas (llámese rating o encuestas) con que se induce a la masa a votar o a repudiar a determinados candidatos. El slogan democracia = plutocracia cada día que pasa resulta ser más cierto e irrebatible.
Pero señalemos que los modernos suelen contestar nuestras críticas al “menos malo de los sistemas posibles” manifestando que nosotros somos “antihistóricos” y anacrónicos por sostener sistemas políticos ya “superados” y que por lo tanto marchan a contramano de la “Historia”. Nosotros les contestamos simplemente que entre nosotros no hay conflicto de mayor o menor racionalidad científica, como ellos pretenden, sino simplemente de religiones antagónicas. El moderno cree fervorosamente que es la historia (que incluso a veces pone con mayúscula como si se tratara de un dios) la que debe determinar la voluntad del hombre y que por lo tanto por encima de éste existe un destino superior que lo rige, el que en algunos casos se expresa también a través de otros fetiches, tales como raza (nazismo), sexo (freudismo), clase social (marxismo), la misma historia (historicismo), etc. Nosotros en cambio, a contramano de la modernidad en su conjunto, sostenemos la libertad plena del hombre, siendo éste el señor del propio destino. Que es verdad que la circunstancia condiciona, pero nunca lo determina. Que por lo tanto no son los hechos los que juzgan la validez de las ideas, sino exactamente lo contrario. He aquí en donde estriba nuestra gran antítesis.
Pero digamos sin embargo que si aun tuviésemos que juzgar la validez de una doctrina por su “historicidad”, tal como nos proponen apodícticamente los modernos, habría que determinar primero si la misma lo hace en función meramente de lo que ahora es y antes no era o en cambio de lo que, si bien ahora no es, sin embargo lo ha sido durante más tiempo. En pocas palabras: si una cosa es verdadera y correcta porque existe actualmente o si en cambio lo es porque, aun no siendo ahora, ha existido durante mucho más tiempo. Tales serían pues las dos historicidades posibles. Al respecto digamos que el fanatismo de los modernos, quienes obviamente no se formulan tales problemas ya que ellos con fe obtusa creen a rajatablas en el “Progreso” y en la “evolución” y que todo tiempo nuevo es por lo tanto mejor que lo anterior (ésta es pues su religión esencial, no es que ellos sean irreligiosos, agnósticos, etc. como pretenden hacernos creer), les ha impedido constatar el hecho de que la concepción tradicional es, incluso en América, milenaria, y la democrática y moderna, la que vivimos en su mayor pureza en nuestros días, posee apenas poco más de un siglo de duración, habiendo a su vez padecido una serie de altibajos históricos, por lo cual no ha podido nunca ser vivida en su perfección plena, tal como nos prometen sus apologistas más exaltados (“con la democracia se come, se cura, etc.”).
Los distintos imperios precolombinos, como el mochica y el inca por ejemplo, existente el primero más de mil años antes de la llegada de los europeos a nuestro continente, nos muestran cómo existiera tal concepción sagrada y tradicional del Estado en estas mismas tierras, en consonancia con un fenómeno universal hallable en las más distintas civilizaciones milenarias. El gobernante, tal como se trasunta de una constatación de los símbolos hallables en la tumba del Señor de Sipán en Perú, en una misma tradición que encontramos en otras civilizaciones, sea orientales como occidentales, era comprendido prioritariamente como el encargado de conducir a sus gobernados hacia los caminos del Cielo y no como el dispensador del “bienestar”, uno más de los tantos, habitualmente el más vivo y astuto. La misma idea con caracteres culturales distintos se manifestó durante la Colonia, en la cual, en especial en el período de la dinastía de los Austria, quienes eran virreyes debían forzosamente pertenecer a una Orden religiosa y guerrera, la de Calatrava, de la que formara parte nuestro Juan de Garay, el fundador de Buenos Aires. Allí tampoco la política estuvo subordinada a la economía, como en cambio acontece en esta anómala civilización que hoy vivimos, sino que quien gobernaba tenía la función eminente de elevar y transformar.
Y aun en nuestro período de la independencia la figura de Rosas, quien gobernara nuestro país durante buena parte de la primera mitad del siglo XIX, expresa las características plenas de un gobernante tradicional.
La cercanía histórica de dicho gobierno en nuestro suelo nos confiere un privilegio excepcional, permitiendo sentar las bases para estructurar en estas tierras un movimiento político con tales caracteres que obedezca a tal antecedente inmediato. El tradicionalismo en la Argentina es sinónimo de rosismo, que es la manera histórica más reciente como aquél se nos manifestara.
Valgan aquí una serie de indicaciones necesarias respecto de tal política específica. Ante quienes con un impulso moderno manifiestan que Rosas fue democrático porque fue elegido por el pueblo, recordemos que su acceso al poder no fue el producto de una elección entre partidos políticos como ahora, sino que, luego de haber asumido la función de gobierno fue luego plebiscitado por la inmensa mayoría de Buenos Aires, siendo tal acto más que una delegación de poder, como se entendería ahora, una solicitud explícita de la población de ser gobernada. Por ello el poder que se le reconoció fue absoluto.
Si bien no existe una apologética rosista durante la función de un gobierno en el cual la dura lucha y otras circunstancias menores no le otorgaron el tiempo suficiente para justificarse, los mejores panegiristas del mismo han sido paradojalmente sus enemigos, como Sarmiento, quienes nos han pintado como disvalores lo que son en cambio los principios esenciales de un Estado tradicional. En su obra Facundo él nos hace notar cómo el rosismo significó la unión de lo religioso con lo político, cuando en los templos se veneraba a la figura del Restaurador y de su esposa junto a la de los grandes santos de la religión. Como en su acto de expulsión a la Compañía de Jesús por socavar la espiritualidad del Estado, repitiera la antigua lucha entre güelfos y gibelinos, a través de su rechazo por la intromisión del clero en las funciones de un gobierno que, por ser tal, no podía aceptar ninguna forma de condicionamiento. Además Sarmiento criticaba correctamente a Rosas porque se ocupaba de gobernar más que de administrar y que en vez de fomentar el desarrollo del capitalismo, se interesaba, en modo medieval, por posesiones territoriales independientemente del valor económico intrínseco que éstas poseyesen. Ello lo ratificó luego cuando fue gobierno al establecer tal crudo contraste cuando manifestara que “la Patagonia era un desierto que no valía un barril de pólvora”. Rosas en cambio consideraba que el territorio era la proyección de un Estado y que cuanto más profunda era la idea que éste manifestaba, más vasto debía ser el mismo. Lejos se hallaba del concepto moderno de Unidad Latinoamericana, o MERCOSUR. La unidad debía fundarse en un principio espiritual y no en una comunidad de intereses económicos. Por ello su meta más inmediata era la restauración de las fronteras del antiguo virreynato, es decir recrear la antigua idea imperial existente en nuestro continente desde antes de la llegada de los españoles.
La actitud “antihistórica” de Rosas se perpetuará por 25 años más luego de su caída, en el exilio europeo, sosteniendo con énfasis la unidad superior entre las grandes monarquías europeas en contra de la subversión democrática y socialista, es decir de la modernidad. Es cierto pues que Rosas estuvo en contra de la “Historia”, pero de la que querían imponernos los modernos; ante la misma se trataba de contraponer otra, con principios totalmente diferentes.
A los historicistas pues les contestamos: no es que nosotros desdeñemos la historia como ellos nos achacan; nuestra actitud ante la misma es meramente distinta. Para ellos el pasado vale tan sólo en cuanto es el anticipo del presente, siempre que el mismo les sea favorable. No hay pues para ellos dos historias distintas, sino una sola unidimensional y unidireccional; la que no responde a su perspectiva es reducida a la nada con el anatema de “prehistoria” (es decir, en este caso el vasto período milenario por nosotros relatado) negándole de esta manera a sus adversarios el atributo de históricos, o de “antihistoria” cuando niega sus principios, o en el peor de los casos falsificando aviesamente el contenido de aquellos períodos molestos e inconvenientes para sus esquemas, con la finalidad de negarle entidad a aquello con lo cual se discrepa.
Este último caso es el que queremos mencionar aquí en relación al pretendido acople de la figura de Juan Manuel de Rosas, un caudillo tradicionalista, con la de Juan Perón, un caudillo en cambio de neto corte moderno. Unir a ambas figuras, además de representar un acto de burda falsificación histórica, representa como querer mezclar el agua con el aceite.
Y al respecto digamos que no casualmente ha sido un gobierno peronista el que trajo sus restos al país luego de un largo ostracismo histórico, pero ello fue tan sólo con la intención de fraguarlo y para confiscarlo ilícitamente para la postura moderna, de la cual su líder es un claro exponente. Por ello no nos debe resultar para nada sorprendente que se lo haya querido reunir con Sarmiento, sea en los íconos de nuestra moneda como incluso en la denominación de las calles.
Expongamos al respecto, para los distraídos o simplemente desinformados, los precisos pensamientos antirosistas de Perón, los que por sí solos nos permitirían sostener la necesidad de que Rosas sea vuelto a traer a nuestro suelo, pero en serio y no en su imagen tramposa y fraguada.
“El hombre ha creído que él produce la evolución; sin embargo estimo que está equivocado. En realidad el que produce la evolución es el determinismo histórico (remarcado en el texto) que viene manejando a la humanidad desde que comenzó a existir. El hombre apenas creó un sistema periférico, para poder acompañar a esa evolución, pero vive sometido al determinismo o al fatalismo histórico en su evolución” (J. Perón, Los Estados Unidos de América del Sur, pgs. 101 y 102).
Es decir, a la manera moderna, Perón considera que el hombre es producto de un medio que le resulta externo, que por lo tanto él no hace la historia, sino que es hecho por ésta. En segundo lugar vemos como este movimiento fatal está determinado por una evolución o progreso que conduce a la humanidad desde lo que es peor a lo que es mejor. Existió el sistema feudal, pero luego vino el capitalismo que fue mejor ¿y qué nos espera ahora? Por supuesto que el socialismo, del cual Mao tse tung en China representara, en el momento en que escribía, a la figura más arquetípica para Asia (pg. 105) reservándose para sí en cambio el rol de líder socialista para América Latina. Sus discrepancias con el marxismo, del que insiste en diferenciarse tan sólo en tanto resulta un “socialismo apresurado” es que, a diferencia de éste el justicialismo en cambio “trata de ponerse de acuerdo con la evolución que el hombre no domina pues es obra de la naturaleza y del fatalismo histórico”. El justicialismo representa pues “un sistema para servir a esa evolución y colocarse dentro de ella” (pg. 112). Por lo tanto mientras que el capitalismo liberal es retardatario y el comunismo apresurado, el peronismo en cambio todo lo hace “en su justa medida y armoniosamente”, pero en última instancia todos van detrás de un mismo fin, el progreso o evolución de la humanidad. Por supuesto que para ello también hay que crear un gran mercado latinoamericano, como ha hecho Europa, considerando que de esta forma se contrarresta la influencia norteamericana, cuando Europa, lo mismo que Japón, son verdaderas colonias de los EE.UU., en tanto han asimilado su espíritu “competitivo” y materialista, modelo que se nos propone seguir a nosotros.
Es decir, se trata aquí de lo opuesto exacto de lo que sostenían Rosas y la Tradición.

Marcos Ghio

Buenos Aires, 31-8-03







GHIO: EL PSEUDOFASCISTA VINCIGUERRA

EL PSEUDOFASCISTA VINCIGUERRA



Acaba de salir por internet un escrito titulado El antifascista Evola (http://antagonistas.blogia.com/2009/103001--el-antifascista-evola-por-vincenzo-vinciguerra.php) firmado por un tal Vincenzo Vinciguerra y que ha sido traducido del italiano y reproducido en diferentes páginas ‘alternativas’ españolas, en el cual se pretende explicar que no solamente Evola no era fascista, sino que en realidad se trataba de un antifascista.
Creo yo que, antes de adentrarnos en el tema para aclarar dicha problemática, habría que esclarecer primero si Vinciguerra es o no realmente fascista o si en cambio lo que nos formula es una falsificación aviesa de dicha doctrina, tal como trataremos de demostrar.
Dice al respecto Vinciguerra tratando de criticarlo a Evola por no ser fascista.
El fascismo no ha considerado jamás a la revolución francesa, tan odiada por Evola, como un hecho negativo, sino que la considera como un hito significativo para la afirmación de un mundo nuevo
Dice en cambio Benito Mussolini: “Nosotros representamos la antítesis neta, categórica, definitiva del mundo de la democracia, de la plutocracia, de la masonería, es decir de todo el mundo emanado de los inmortales principios del 89’”, es decir de la Revolución Francesa. (Discurso del 7 de abril de 1926).
Y con respecto al ideal principal de la misma: “El fascismo niega que el número, por el solo hecho de ser tal, pueda dirigir a las sociedades humanas; niega que este número pueda gobernar a través de consultas periódicas; afirma la desigualdad irremediable y fecunda de los hombres, los que no pueden ser nivelados a través de un hecho mecánico y extrínseco como es el sufragio universal…
Y también: “El fascismo rechaza en la democracia la absurda mentira convencional del igualitarismo político y el hábito de la irresponsabilidad colectiva y el mito de la felicidad y del progreso indefinido”, todos ellos propios de la Revolución Francesa. (Mussolini, Ideas fundamentales).
Agrega Vinciguerra:
Tampoco el fascismo negó la revolución bolchevique continuidad de la revolución de 1789 en donde el proletariado deseoso no solamente ya de igualdad sino decidido a la conquista de la supremacía.
El fascismo no condenaba las dos revoluciones precedentes, se colocaba de hecho a sí mismo como la tercera y definitiva revolución” Es decir como la continuidad de las mismas y no como su negación.
Dice Mussolini:
“Nosotros negamos el fundamento del socialismo que es el materialismo histórico. Nuestro movimiento es espiritualista, por encima de los intereses egoístas de las clases sociales se encuentra el interés supremo de la Nación. Nosotros negamos la lucha de clases y sostenemos en cambio la colaboración pacífica de las clases como medio para el mejoramiento de la nación no sólo a nivel económico, sino principalmente espiritual”.(Ibid.)
Y también: “Negamos decididamente la base del socialismo científico o marxista, su doctrina del materialismo histórico según la cual la historia de las civilizaciones humanas se explicaría tan sólo como la lucha de intereses entre los diferentes grupos sociales y con el cambio de instrumentos de producción… es absurdo considerar que tales factores sean los principales; el fascismo cree todavía y siempre en la santidad y el heroísmo, es decir en acciones que no están para nada motivadas por la economía. Al negar el materialismo histórico por el cual los hombres serían meros objetos de la historia que aparecen y desaparecen a merced de las fuerzas productivas que se agitan en lo más profundo de la misma, se niega también la esencia del marxismo que es la lucha de clases… El fascismo rechaza el concepto de felicidad económica propio de las ideologías emanadas de las revoluciones francesa y rusa..” (Ibid. Punto 5)
Es decir que exactamente al revés de lo que Vinciguerra dice, el Fascismo condenaba a las dos revoluciones anteriores y consideraba a la suya no como una consumación de éstas, sino como una superación de las mismas, a las que consideraba antitéticas. Marxismo y liberalismo, en tanto expresiones de clases económicas, burguesía y proletariado, eran ideologías materialistas y el fascismo en cambio era espiritualista. He aquí el abismo fundamental existente.
Es de entender que a partir de esta distorsión grosera que Vinciguerra hace de la doctrina de Benito Mussolini, deba consecuentemente distorsionar todo lo que Evola ha dicho sobre el fascismo en su obra.
Señalaremos los puntos esenciales y prescindiremos de las acusaciones que lanza al boleo contra un montón personas de las que Evola no tiene ninguna responsabilidad respecto de lo que puedan haber hecho si es verdad lo que Vinciguerra nos dice.
Dice el aludido:
Durante el Ventenio fascista, Evola no representó un punto de referencia cultural y político. Fue uno de tantos que pasó su existencia de estudioso sin menoscabo ni alabanzas.
La realidad. Evola durante el período del Ventenio intentó corregir el rumbo burgués que se intentaba dar a tal movimiento especialmente a través de la firma del Concordato con el Vaticano. Sostenía la necesidad de que el fascismo no se subordinara al clero güelfo que lo terminaría traicionando, tal como sucedió y planteaba una revalorización del mito de la Roma imperial en antítesis del sometimiento a tal institución que ya había demostrado con creces su carácter moderno. Es de esa época la revista La Torre, cerrada por tal causa y su fundamental escrito Imperialismo Pagano que tendrá un gran éxito editorial en Alemania.
Dice Vinciguerra:
Evola no se adhirió a la República social italiana. La aventura del último fascismo, el más auténtico y sincero, Evola no la compartió prefiriendo dejar a otros la afirmación de ese espíritu legionario del que tanto gustará hablar en años posteriores.
La realidad. Dice Evola: “Mientras que por un lado yo adhería absolutamente al factor militar, combativo y legionario del fascismo de Saló, sin embargo no podía alimentar reservas respecto del carácter solamente político, social y republicano del mismo”. ( Más allá del fascismo, 2ª Ed., pg. 258). Y hay todo un relato minucioso respecto de su accionar en ese período habiendo sido uno de los primeros italianos en ver en libertad a Mussolini luego del operativo llevado a cabo por Otto Skorzeny. Es decir que, si bien podía tener ‘reservas’ respecto de ciertos principios producto del rencor de Mussolini hacia la monarquía que lo traicionó, no dejaba de prestar su absoluta adhesión a dicho régimen.
Agrega Vinciguerra respecto del proceso que se le substanció bajo la acusación de querer refundar el Partido Fascista.
Arrestado por exceso de celo e insolvencia cultural de los funcionarios del Departamento político de la Policía de Roma en el mes de abril de 1951 al considerarle el ideólogo del grupo “Imperium” que cometía atentados con explosivos firmándolos como “Legión negra”, Julius Evola confiará su defensa al abogado antifascista Francesco Carnelutti, y se jactará ante los jueces de ser un “no fascista” no queriendo todavía presentarse, cortesía suya, como “antifascista ni como víctima del fascismo”.
El abogado Carnelutti, si bien era antifascista, efectuó una extraordinaria defensa técnica que le permitió a Evola obtener su libertad. Defendió principalmente la libertad de pensamiento y expresión, principio compartido por Evola. Es una estrategia común de carácter judicial buscar abogados que no sean de la propia ideología para obtener resultados favorables. En la Argentina por ejemplo Walter Beveraggi Allende, cuando fue acusado de antisemita por la Delegación Israelita, nombró como defensor a un abogado de origen judío sin que por ello nadie del estilo de V. lo acusara por ello de tal.
Con respecto al punto siguiente relativo a su defensa en el juicio, dice V.
Evola dice que defiende “ideas fascistas” no en tanto son “fascistas”, sino en la medida en que retoman una tradición superior y anterior al fascismo, en cuanto pertenecen al legado de la concepción jerárquica, aristocrática y tradicional del Estado, concepción poseedora de una carácter universal y que se habría mantenido hasta la Revolución francesa”.
En otras palabras, Evola deja claro que él, ¡por amor de Dios!, no tiene ideas fascistas, defiende ideas preexistentes al fascismo y no es culpa suya si éste las ha reactualizado.
Para aclarar el panorama ante las confusiones que siembra V. digamos que Evola manifestaba que las ideas fascistas que él defendía no eran exclusivas del fascismo, sino que pertenecían a la gran tradición política europea. Por lo cual el valor que ha tenido el fascismo ha sido el de haber respetado y continuado esta gran tradición negada por el movimiento subversivo surgido a partir de la Revolución Francesa aunque con antecedentes precisos en la Reforma Protestante, el iluminismo y el racionalismo entre otras manifestaciones modernas. Estos principios eran la primacía del Estado sobre la nación, es decir lo opuesto exacto a lo sostenido por el liberalismo y el comunismo, el carácter espiritual y metafísico del Estado y el destino trascendente de la vida humana. Todo lo cual no tiene absolutamente nada de ambiguo y se encuentra en perfecta sintonía con el pensamiento de Mussolini que indudablemente V. desconoce olímpicamente.
Pero a todo esto V agrega su cuota de mala fe suponiendo que las personas que lo leen no tienen a mano el texto de Evola. Así pues le hace decir los siguiente: “En realidad las posiciones que he defendido y que defiendo, como hombre independiente... no son las denominadas “fascistas” sino las tradicionales y contrarrevolucionarias”.
Cuando en realidad lo que nuestro autor ha dicho es en cambio:
“Rechazo la acusación de defender ideas propias del fascismo, sino tan sólo ideas que únicamente en el fascismo y no en otra parte pueden ser hoy reencontradas” (Ibid. Pg. 267). Como vemos una diferencia para nada insubstancial.
Por lo cual queda refutada totalmente la conclusión que extrae el autor de que
mediante un lenguaje ambiguo pero igualmente comprensible, Julius Evola se proclama no fascista, a-fascista, antifascista decimos nosotros.
Todo lo contrario Evola sostiene ideas que se encuentran en el fascismo, pero que no son invenciones de éste, sino que pertenecen a una tradición anterior y es esto lo que hace grande a tal movimiento y no la distorsión que quiere introducirnos V.

Por último dice V.
El fascismo fue de todo menos una “revolución conservadora”.
Seguramente V. no tiene ni la menor idea de lo que significara tal movimiento que influyera notoriamente en el nacional socialismo alemán y que no tiene nada que ver con el conservadurismo reaccionario. Lo que lo caracteriza, lo mismo que el fascismo, es que se opone por igual tanto a las corrientes liberales y socialistas que rinden culto al futuro, como al conservadurismo reaccionario que pretende meramente volver al pasado. Al respecto vale la pena recordar una vez más a Mussolini: “El hecho de que repudiemos el movimiento de 1789 (la revolución francesa que en cambio exalta V.) no significa que queramos volver para atrás a la situación que había antes”. (ibid. Pto. 9) Es decir somos conservadores en tanto resaltamos los principios perennes de la gran tradición europea, pero no reaccionarios porque queramos volver el reloj de la historia hacia atrás. La revolución consiste en la sabia aplicación de esos grandes principios a la situación del presente, tal como hiciera Benito Mussolini.
Por otra parte causa gracia que V quiera calificar a Evola como un conservador burgués cuando en realidad el burgués es él en tanto exalta una revolución como la francesa.
Marcos Ghio
Buenos Aires, 1/11/09

GHIO: PERONISMO Y CATOLICISMO

A cincuenta años de un hecho aberrante

PERONISMO Y CATOLICISMO

Horda peronista celebrando la quema de la Curia de Buenos Aires en 1955

Pronto ardió la nafta que habían echado sobre las puertas. Entraron en tumulto, gritando. Arrastraron bancos contra las puertas y la hoguera creció. Otros llevaban reclinatorios, imágenes y bancos a la calle. La llovizna caía indiferente y frígida. Echaron nafta y la madera ardió furiosamente, en medio de las heladas ráfagas. Gritaron, sonaron tiros por ahí, algunos corrían, otros se refugiaban en los zaguanes de enfrente, contra las paredes, fascinados por el fuego y el pánico. Alguien alzó en sus brazos una imagen de la Virgen e iba a arrojarla entre las llamas. Otro, un muchacho obrero, aindiado, gritó: “¡Dámela! ¡No la quemes... que me hago de unos pesos!”.... Una mujer rubia y alta, con el pelo suelto y desgreñado, con un hachón de bronce que manejaba a manera de bastón, arrastraba un bolsa que llenaba con imágenes y objetos de culto... mientras se abría paso, la muchachada le gritaba porquerías, le tiraba tizones encendidos y se reía, tratando de manosearla. En otro extremo una mujer aindiada, con un gran palo vigilaba y atizaba el fuego, como un gigantesco asado. Ahora se levantaban grandes llamaradas de la curia: ardían los papeles, los registros. Un hombre de chambergo, morocho, reía histéricamente y tiraba piedras, cascotes, pedazos de pavimento”.
Ernesto Sabato, Sobre héroes y tumbas, pg. 250.



El texto de Sabato que acabamos de reproducir representa un relato testimonial de uno de los hechos más aberrantes de la historia argentina cual fuera el incendio de la Curia metropolitana, el que fuera acompañado además por el de otros importantes templos católicos ubicados en el casco histórico de la ciudad de Buenos Aires y de lo cual hace poco se cumplieron cincuenta años sin que por supuesto ningún medio de prensa significativo le prestara mayor atención.
Mucho se ha hablado del conflicto que surgiera entre el gobierno de Perón y la Iglesia católica aunque no siempre se ha sabido dar adecuadamente con las causas del mismo. Así pues si por el lado de los exegetas del peronismo se ha acentuado en ciertos malentendidos acontecidos entre Perón y la Iglesia, así como en la perseverancia güelfa y política de esta última, para absolver a la figura de su líder, por el otro, quienes no pertenecen a tal movimiento, han encontrado las razones del conflicto en circunstancias puramente secundarias. Así pues el historiador Robert Potash, en sus muy nutridos estudios sobre el peronismo, luego de corroborar el hecho de que Perón perteneció a una revolución que levantó al catolicismo como una bandera reivindicatoria y que implantó la enseñanza de tal religión en las escuelas, considera como un conflicto de carácter estrictamente personal el que aconteciera entre Perón y la Iglesia. Las razones las encontraría en una cierta vida licenciosa en la que el mismo habría incurrido luego de la muerte de su consorte acontecida en 1952. Digamos rápidamente, que aun aceptando la existencia de la misma, en ningún momento de la historia la Iglesia ha encontrado en tales circunstancias las causas de un conflicto con el poder político. Es más, por lo general ha tolerado la existencia de ciertas debilidades en los gobernantes, siempre y cuando los mismos promovieran desde sus funciones a la religión católica.
Queda por lo tanto hacerse la pregunta fundamental. ¿El conflicto entre Perón y la Iglesia católica estuvo motivado por razones puramente políticas y de circunstancia como manifiestan tanto autores peronistas como otros que no lo son o en cambio se debió a un antagonismo de fondo que Perón tenía con el catolicismo? Como consideramos esta segunda razón como valedera, tal como lo esbozáramos en un anterior artículo en donde resaltamos el carácter moderno y antitradicional de Perón, trataremos de ampliar nuestra argumentación.
Para ello hagamos una breve alusión a lo que consideramos como elemento esencial al juzgar lo relativo al catolicismo. Julius Evola entre otros autores ha diferenciado entre este último y el simple cristianismo. Mientras que el primero se caracteriza por considerar la primacía de lo sagrado y trascendente por encima de lo meramente temporal y social, el simple cristianismo, dentro de cuyo contexto se ubican tanto diferentes expresiones del protestantismo como del catolicismo modernista y secularizado, considera a la religión como la expresión más sublime de aquello que es meramente humano y moral. Así pues para este último el mensaje cristiano se reduce a una mera tarea de asistencialismo social, tal como se expresa hoy nítidamente en las vertientes tercermundistas de la Iglesia en su tan exaltada “opción por los pobres”.
Ahora bien, yendo al fenómeno peronista podemos decir que mientras que Potash dijera que el conflicto con la Iglesia se acentuara tras la muerte de Eva Perón, la “abanderada de los humildes”, podemos decir sin lugar a duda alguna que el mismo surgió de mucho antes y que se incentivara especialmente durante la vida de ésta. Así pues es justamente en la obra Eva Perón La razón de mi vida donde se encuentran las críticas más duras a la Iglesia católica, a la que se acusa de haber olvidado los principios del cristianismo, habiendo constituido una religión de ricos y no de pobres y olvidados como en cambio lo sería el peronismo que significaba por contraste un “cristianismo vivido”, mientras que el Vaticano es en cambio equiparado con los distintos centros del poder mundial. A esa reivindicación del cristianismo en contraposición con el catolicismo se le asocian otras circunstancias no menores. Por un lado el nombramiento efectuado en 1950 del reconocido masón anticlerical Méndez de San Martín como ministro de Educación el cual con suma habilidad, en vez de derogar la enseñanza de la religión católica de las escuelas, sustituyó a los sacerdotes encargados de impartirla por docentes laicos a fin de que enseñaran el “cristianismo popular”, “justicialista”, es decir secular y moderno más afín con la masonería.
Pero el influjo moderno, del cual la masonería ha sido siempre la gran impulsora en todos los frentes, no solamente se lo verá a nivel socio-político como en el caso antes aludido, sino en un ataque directo dirigido hacia los dogmas más sagrados de nuestra religión. Así pues no debería llamar la atención el auge que durante tal período tuvieran por un lado los movimientos pentecostales con el conocido vidente yanqui Mr. Hicks ocupando espacios importantes de poder, así como la Escuela Científica Basilio, una rama importante del espiritismo que creciera vertiginosamente bajo tal gobierno, la que también en 1950 convocara a un acto bajo el lema de “Jesús no es Dios” y “El espíritu se ve”. Lo significativo del caso es que tal acto contó con la adhesión expresa del presidente de la República y de su señora esposa. Indudablemente algo sumamente más grave para un gobernante que se proclamaba católico que lo que hoy en día acontece con las diatribas de su actual heredero Kirchner en contra del obispo Baseotto, lo cual es apenas una tibia secuela de una misma orientación. Es de recordar al respecto las notas que Julio Meinvielle dirigiera en contra de tales increíbles adhesiones. Basándose en el texto de René Guénon, no traducido al castellano, El error espiritista, demostraba el carácter moderno de tal movimiento que pretendía con procedimientos propios de una ciencia dirigida hacia realidades puramente físicas tratar de explicar fenómenos pertenecientes a otra dimensión, de carácter estrictamente metafísico. En tales textos el ilustre sacerdote descree de que Perón adhiera íntimamente a tal aberración. La posterior cercanía e influencia de López Rega en sus últimos tiempos, declarado exponente de tal doctrina, así como su adhesión a extrañas sectas heresiarcas como la Iglesia Católica Americana, uno de cuyos “obispos” bendijera las instalaciones del fallido “Altar de la Patria”, ratificarían todo lo contrario. Espiritismo y cristianismo secularizado tienen en común la negación de la trascendencia y por lo tanto ratifican el carácter moderno de Perón para quien la quema de Iglesias y de la Curia no deben haber representado en manera alguna delitos dirigidos en contra del más allá.

Marcos Ghio
Buenos Aires, 30-12-05

jueves, 6 de noviembre de 2014

GHIO: ACERCA DEL ENCUENTRO BUSH-KIRCHNER

ACERCA DEL ENCUENTRO BUSH-KIRCHNER
“NO SE PREOCUPE, SOY PERONISTA”



La reciente y amistosa visita del presidente Kirchner a los Estados Unidos y su tranquilizadora respuesta a Bush en el sentido de que no se preocupara por el izquierdismo que él vislumbra en nuestro Continente, con los progresistas Lula, Lagos y el populista Chávez en el poder, ya que en su caso él era por sobre todas las cosas un peronista, debería llamarnos a más de una reflexión.
Esta circunstancia me recuerda cuando años atrás, hallándome en España y ante la sorpresa de algunos respecto de por qué Menem, que era peronista podía haberlo privatizado todo y además haber dicho que se encontraba en relaciones carnales con los Estados Unidos, contesté que ello no era para nada sorprendente, sino que justamente porque él era peronista esas cosas sucedían. Y aquí hay que resaltar también que cuando el peronismo se manifiesta, tal como lo hace ahora, como un movimiento que no es ni de izquierdas ni de derechas, está diciendo estrictamente lo correcto. Nos está manifestando no solamente que se trata de un nucleamiento político que se encuentra por encima de las ideologías, sino más aun, de los mismos principios y en función en cambio de meros intereses. Desde tal perspectiva las ideologías y plataformas programáticas sirven y son utilizables sólo en la medida en que cumplen con el interés buscado. Perón por ejemplo, cuando quiso alzarse con el poder, no tuvo escrúpulo alguno en armar una guerrilla izquierdista, la que posteriormente habría de generar tanta violencia en el país, que casi hasta da cuenta de su misma vida. De la misma manera que a Menem no le preocupó en lo más mínimo aliarse con Norteamérica en contra de Irak y hasta mandar tropas al país invadido, a pesar de que en la plataforma de su movimiento figuraba como principio la “Tercera Posición”. Es decir que en todos los casos de lo que prioritariamente se trata es de alcanzar el éxito político, conquistar el poder, más allá del cumplimiento o no de cualquier principio que trascienda la mera circunstancia. Este fenómeno, que no es exclusivo de este movimiento, ha recibido a lo largo de la historia diferentes denominaciones, tales como pragmatismo, maquiavelismo o más vulgarmente, oportunismo, sin embargo ha sido una constante en el peronismo en sus más diferentes manifestaciones y todas las veces en que le ha tocado gobernar. Pero sería errado tanto atribuírselo exclusivamente a los peronistas, así como excluir del mismo al fundador de tal movimiento y sostener, como dicen neciamente algunos, que ha sido meramente un vicio de sus seguidores que han desvirtuado el mensaje sustancialmente nacionalista de su fundador. En este último caso creemos que vale aquí la misma actitud que manifestara años atrás Solzhyenitzin al referirse al comunismo ruso. Era para él errado detener las críticas meramente en la figura de Stalin, había que llegar hasta Lenin y Trotsky, y hasta el mismo Marx, es decir a los fundadores de tal movimiento. Sólo de esta manera era posible combatirlo con éxito develando su carácter de anomalía histórica porque resultaba inútil y hasta contraproducente luchar contra los efectos si no somos capaces de remontarnos a las causas. Así pues cuando por ejemplo Perón sostiene el famoso apotegma de que “la realidad es la única verdad” está sentando las bases del oportunismo político que tendrá su movimiento a lo largo de toda su historia y que todos sus distintos exponentes han ido desarrollando en mayor o menor medida. Él con esta simple frase nos está queriendo decir que hay que marchar al ritmo de las circunstancias, que debemos subordinar cualquier principio al devenir histórico, que no existe verdad alguna que se encuentre afuera del mismo. Justamente lo mismo que hacía Menem cuando predicaba las relaciones carnales con el que había ganado la batalla en 1989, pues representaba la única manera de como nos iba a ir bien.
En segundo lugar digamos también que esto no ha sido un invento tampoco de Perón en nuestra política vernácula, sino que representa el desarrollo y plasmación de una línea de pensamiento de viejo alcance. Los defensores a ultranza del peronismo no se han cansado de indicarnos que el mismo se trata de un nacionalismo. Digamos que también ello es cierto, ya que consideramos que no todo nacionalismo es bueno. Recordemos que el nacionalismo recibió un severo impulso y sustento con la Revolución Francesa e informó a todos los movimientos antitradicionales habidos en el Occidente que subordinaban los principios de tal civilización a los intereses de la propia nación, permitiendo así disolver la unidad espiritual de aquella. Dicho nacionalismo es pues burgués, relativista y oportunista y rechaza a Norteamérica y a Inglaterra, no por los principios que los mismos sustentan, sino simplemente porque han sido las naciones ganadoras y exitosas en lugar nuestro. Por lo cual el mismo sostiene que lejos de oponernos a ellas en sus fundamentos, por el contrario, habría que imitarlas en su conducta. El historiador Julio Irazusta, de extracción nacionalista, por ejemplo solía citar aquella famosa frase de un ministro británico cuando afirmaba que “en materia de política internacional, Inglaterra no tiene principios, sino simplemente intereses”, pero no se refería a ella porque estuviera mal, sino porque no habíamos sido nosotros capaces de hacerlo. Y al respecto criticaba la conducta asumida por Argentina en la guerra del Pacífico entre Chile y Perú, cuando nuestra nación, en aras de sostener principios éticos superiores, postergaba su discusión con el primer país por cuestiones limítrofes hasta que se terminara la guerra, “por no querer aprovecharse de las circunstancias”. Decía al respecto dicho autor que de esta forma, en aras de un principio abstracto, se subordinaba la defensa del interés nacional y concreto. Es decir, tal como sostiene el actual peronismo, por encima de los principios se encuentran los intereses y la conveniencia de la propia nación y movimiento.
Irazusta también hacía notar como los ingleses utilizaban las ideologías con una finalidad oportunista. Así pues, mientras que ellos promovían la libertad de comercio en los países sometidos, en el propio en cambio practicaban el proteccionismo. Es decir una vez más la ideología sirve en función de un interés. Es como una cobertura que se utiliza para engañar y hacer triunfar la propia perspectiva. En el fondo Bush, conocedor de este estilo, debe haber recordado cómo Menem que se declaraba en idilio con su nación imperial, sin embargo había cedido su petróleo y servicios públicos a empresas europeas, quitándole a Norteamérica las posibilidades de participar de los “negocios” en la Argentina. El “montonero” Kirchner, sin hablarnos de carnalidad y hasta repudiando tal concepto, ha maltratado a los empresarios europeos y en cambio ha ensalzado a los inversionistas norteamericanos. Admirado pues por la prestancia peronista del nuevo presidente argentino, Bush le habría preguntado qué planes tenía para paralizar a la izquierda en sus afanes “antiimperialistas”, justo en momentos en que se acercan las “negociaciones con el Fondo”. Al respecto Kirchner le habría contestado recordándole la famosa “teoría de los anticuerpos”, aprendida de su maestro. Utilizar las ideologías para que se entretengan entre sí en una lucha interna desgastante y así se las inutiliza respecto de lo esencial. Para ello se hará alharaca respecto de los procesos y extradiciones a militares septuagenarios por “delitos” cometidos hace 30 años, para de esta manera tener a la opinión pública perfectamente distraída.
Pero convengamos que las amplias sonrisas de Bush aparecidas en las fotos también lo eran porque ese mismo día le habían confirmado que sus soldados habían logrado matar a los hijos de Saddam, quienes antes de rendirse, lucharon hasta morir. Los hijos de Perón en cambio son otra cosa.

Buenos Aires, 27-07-03

GHIO: LA "PERONIZACIÓN" DE LA ARGENTINA

LA "PERONIZACIÓN" DE LA ARGENTINA



El reciente acto masivo de Plaza de Mayo, en el cual una verdadera multitud se concentró para vivar al presidente Kirchner, ha despertado una serie de suspicacias. En primer término se resaltó el hecho de que la inmensa mayoría de presentes estaba compuesta por personas de escasísimos recursos, que bordeaban la indigencia, a las que se invitaba a concurrir a cambio de 20$ y de comida gratis por un día. Así como también se contó con nutridas columnas de ciudadanos del interior del país que fueron además tentados con un paseo gratis a Buenos Aires que integraba un extenso feriado de cuatro días. Pero lo que más ha llamado la atención ha sido corroborar la colaboración asidua en tal organización de personas que hace apenas pocos meses se encontraban en las antípodas del actual presidente, pero que ahora se peleaban por presentarse como los más devotos de sus seguidores.
Esta falta de dignidad y coherencia en los principios que hoy se vive como una cosa natural y espontánea se ha pensado erróneamente que se trata de un fenómeno de los últimos tiempos de la política argentina, producto de sus sucesivas crisis de "corralitos" y "piquetazos" que han dado por resultado un tipo de individuo inestable y sumiso, siempre dispuestos a venderse al mejor postor antes de encontrarse en el terreno de los perdedores. Es por ello que se ha acuñado el término "borocotización", para referirse al sonado caso de un diputado electo por un partido de "centroderecha" el que, mostrando su carencia de espina dorsal, sin esperar siquiera a asumir su cargo, se pasó abiertamente a las filas de la "centroizquierda" representado por el kirchnerismo. Sin embargo habría que decir que estas actitudes de incoherencia tan frecuentes y habituales no son propias de los últimos tiempos en exclusividad, sino que tienen un remoto antecedente en nuestra historia en la figura de quien fuera el principal líder político del siglo pasado y cuya huella está presente en los sucesivos gobiernos que hemos tenido, empezando con el actual.
Tomemos al respecto un hecho histórico acontecido el 16 de septiembre de 1955. En ese entonces un movimiento cívico militar estalla en el país en contra del gobierno del General Perón. El mismo estaba destinado al fracaso debido a que no había logrado sublevar a las principales guarniciones del ejército y apenas contaba con el apoyo de la minoritaria marina. Esta última, cuando las cosas pintaban para la derrota, en un acto de desesperación, amenazó con un ultimatum de bombardeo a la ciudad de Buenos Aires. Curiosamente el presidente, con la excusa de evitar el derramamiento de sangre entre hermanos, presentó su renuncia y se exilió en la embajada del Paraguay. Los vencedores de ese entonces que se encontraron inesperadamente con el poder en sus manos argumentaron respecto de la falta de agallas del General Perón quien no tuvo el valor de resistir a pesar de tener superiodad de fuerzas. Algunos hasta lo compararon con Urquiza en la batalla de Pavón. Es interesante constatar lo que el mismo Perón manifestará respecto de tal acontecimiento. De este modo le contestará al General Aramburu, presidente de la revolución que lo derrocara: "Ud. se ha permitido decir que soy un cobarde porque ordené la suspensión de una lucha en la que tenía todas las probabilidades de ganar. Ud. no podrá comprender jamás cuánto carácter y cuánto valor hay que tener para producir gestos semejantes. Para Ud. hacer matar a los demás en defensa de la propia persona y de las propias ambiciones es una acción distinguida de valor." (8-3-1956). Es decir que en esta esquela Perón se nos manifiesta como un pacifista, como un "león herbívoro" que rechaza la violencia y que, en aras de la paz social, renuncia al poder. Sin embargo no será la misma interpretación la que dará del mismo hecho tres meses más tarde, pero no ante el General Aramburu, sino ante su delegado personal, John William Cooke, quien bien sabemos que con los años se convertirá en el adalid del peronismo de izquierda vinculado con Fidel Castro y con la guerrilla. Así le manifestaba en relación al mismo hecho: "La verdad de por qué no se accionó decididamente en contra de los rebeldes....es porque.. tanto Lucero como Sosa Molina (sus generales adictos) se opusieron terminantemente a que se entregaran armas a los obreros.. ellos defeccionaron miserablemente puesto que preferían que vencieran sus camaradas antes de que el pueblo impusiera el orden que ellos eran incapaces de guardar.. ". (12-6-1956). Es decir que mientras que a unos les decía que renunció para evitar el derramamiento de sangre entre hermanos, a otros en cambio les manifestaba exactamente lo contrario, que estaba dispuesto a derramarla pero que no lo dejaron y que por ello tuvo que renunciar. El doble discurso, el doble mensaje, la ética dual, la "borocotización" tienen pues sus antecedentes claros y fundacionales. La peronización de la política argentina es el gran mal de nuestros tiempos.

Buenos Aires, 26-5-06
Marcos Ghio

martes, 4 de noviembre de 2014

GHIO: EL FILÓSOFO DEL FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO

EL FILÓSOFO DEL FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO 


Días antes de ser ejecutado por Nasser

La reciente muerte digna del último gran representante del panarabismo, Saddam Hussein, profiriendo paradojalmente, en el instante final de su existencia, una invocación a seguir el camino del Islam, nos remite a otro acontecimiento similar sucedido hace unos cuarenta años.
Un 29 de agosto de 1966, el ideólogo del movimiento de los Hermanos Musulmanes de Egipto era también colgado por el gobierno del coronel Nasser acusado de “graves delitos en contra del Estado”.
La persona y pensamiento de Sayyid Qutb han originado una serie de notas y escritos especialmente en Norteamérica, luego de los atentados del 11S. Se lo considera con razón como el principal ideólogo del fundamentalismo islámico, no sólo de su vertiente sunnita, a la cual pertenecía, sino también de la chiíta. Sea Bin Laden así como especialmente Al Zawahiri han hecho varias veces alusión a Sayyid Qutb como a su maestro y aun el ayatollah Khomeini ha tenido frases elogiosas hacia su pensamiento considerando que han sido fundamentales en su formación sus análisis agudos sobre la sociedad norteamericana.
Lamentablemente no hemos podido dar con ninguna obra de tal autor, el cual ha sido traducido al inglés en 1970 por grupos islamistas radicados en los EE.UU., pero tales textos se encuentran hoy totalmente agotados. Sin embargo debemos señalar que los informes que sobre el mismo han elaborado autores como Bernard Lewis, Gustavo de Aristegui y especialmente el filósofo Paul Berman, quien publicara 10 notas sucesivas sobre su filosofía en el New York Times (1) en gran medida permiten llenar ese vacío.
Qutb fue un maestro egipcio nacido en 1906 quien adhiriera en su juventud a movimientos políticos laicistas del estilo del nasserismo. Se supone que para sacarlo del medio y convencerlo de las bondades de la sociedad occidental, el régimen del rey Faruk, muy amigo de Norteamérica, lo envió en misión especial a tal país para “perfeccionarse”. Qutb estuvo viviendo en la provincia de Colorado entre 1948 y 1951. Puede decirse sin duda alguna que su estancia norteamericana fue crucial en la formación de tal autor y significó un vuelco significativo en su pensamiento. Se conserva de él una obra en donde se recopilan sus diferentes reflexiones sobre la sociedad norteamericana titulada “América vista por un oriental”. Vayamos a un pasaje ejemplificativo de la misma. “América representa el extremo desarrollo al que puede conducir el espíritu occidental. En tal país todas las cosas, incluida la misma religión, se miden en términos materiales. Es verdad que allí existen muchas iglesias pero ello no debe entenderse como un verdadero sentimiento religioso o espiritual. Las Iglesias de América funcionan como negocios que compiten por clientes y publicidad y utilizan los mismos métodos que los comercios y cines para atraer clientes y público. Para el pastor de una iglesia, lo mismo que para el gerente de una empresa o un cine, el éxito es lo que cuenta y el éxito allí se mide por el tamaño, la grandeza, los números. Para atraer clientela, las iglesias se anuncian desvergonzadamente y ofrecen aquello que más siguen los norteamericanos: “a good time” o “fun” (un “buen rato” o “diversión”). La consecuencia es que los locales recreativos de las iglesias, con la autorización de los sacerdotes, albergan bailes en que personas de ambos sexos se conocen, se mezclan y se tocan. Los pastores llegan hasta el extremo de atenuar las luces con el fin de favorecer el frenesí de la danza. El baile se inflama con las notas del gramófono, el salón se convierte en un torbellino de talones y muslos, brazos que rodean caras, labios y pechos que se encuentran y el aire que se llena de lujuria”.
El materialismo y el hedonismo, ligado al culto desaforado por el sexo y por la mujer es lo que impactó sobremanera en él de la sociedad norteamericana y posiblemente teniendo en cuenta ese pensamiento de Tocqueville para quien “Norteamérica es aquel lugar en donde el futuro sucede primero” es que quiso a su regreso evitar su contagio en el propio país. Fue así cómo en la década del 50 será un colaborador del movimiento panarabista que lo tendrá a Nasser como su propulsor. Movimento este último que, inspirado en el turco Ataturk, pretendía restaurar las glorias de la pasada civilización musulmana. Sin embargo, luego de haber apoyado la destitución de la monarquía de Faruk, muy pronto comprendió las limitaciones que poseía tal movimiento el cual, a pesar de proclamarse antinorteamericano, en el fondo compartía con tal civilización una misma filosofía secularista y su concepto de nación y potencia no era en el fondo diferente del modelo occidental. Fue así como Qutb fue uno de los fundadores del movimiento de la Hermandad Musulmana que se caracterizó por considerar que únicamente regresando al Islam en su pureza más estricta era posible efectuar una verdadera revolución que rompiera de manera tajante con el influjo del Occidente del cual Norteamérica era su principal expresión. Qutb consideraba que para diferenciarse verdaderamente de tal civilización anómala no había que participar de ningún procedimiento propio de los occidentales por lo cual el camino elegido para su movimiento no fue nunca el electoral y “democrático”, sino la lisa y abierta insurrección armada. Ésta fue la razón por la cual Nasser lo mandó a prisión. Y esta vez, del mismo modo que en su anterior exilio a los EE.UU., la cárcel le permitió a Qutb elaborar su obra más importante denominada A la sombra del Corán en la que dará un fundamento doctrinario definitivo a su movimiento y que se podría considerar como el verdadero manual del fundamentalismo islámico.
En la misma realiza un estudio sobre las diferentes expresiones de las religiones abrámicas, el judaísmo, el cristianismo y el islamismo concebidas como sucesivas revelaciones y correctivos sobrevenidos en la historia con la finalidad expresa de establecer un vínculo que quebrara la artificial antítesis entre lo humano y lo divino, lo físico y lo espiritual, el mundo y el supramundo. Soslayando el hecho de que para Qutb la religión más perfecta sea el islamismo en la medida que ha sido el que ha sabido mejor resolver este aparente conflicto entre las dos realidades antitéticas, resulta importante señalar que para el mismo el eje de la modernidad y de la decadencia estriba en el hecho de haber separado la religión del Estado. De la misma manera que el hombre de occidente ha concebido una ciencia sin Dios, ha formulado también una política separada radicalmente de lo religioso, vinculando tal dimensión exclusivamente a la esfera de la conciencia individual. Éste representa para él el eje del conflicto del mundo moderno y lo que en última instancia explica la misma existencia de los EE.UU. como su expresión más avanzada. El proceso hacia la secularización va aparejado simultáneamente con el materialismo y el hedonismo, manifestaciones realizadas expresamente en detrimento de la dimensión espiritual y divina en el hombre. Desde esta perspectiva él vislumbra que la existencia de fenómenos tales como el pansexualismo y el culto desaforado por la mujer y por su cuerpo son los medios utilizados por el secularismo moderno para terminar con todo lo que sea verdaderamente sagrado en ser humano. Una verdadera revolución pasa pues por reinstaurar el valor religioso y espiritual por sobre el meramente material. Ante ello el error consiste en querer competir con el Occidente con sus mismas armas y valores sin darse cuenta de que al hacerlo se termina sucumbiendo a su sugestión. No debemos diferenciarnos de Occidente por un mero sentimiento nacionalista, tal como hacía el movimiento panarabista, del cual fueran sus principales exponentes en vida Nasser y Saddam Hussein, sino sustentando con vehemencia aquello que el occidental ha expulsado de su civilización, el valor de lo sagrado, la primacía de lo espiritual sobre lo material, de lo religioso sobre lo político y económico, del hombre sobre la mujer a nivel social.
Es por tal razón que, a diferencia del nasserismo y de su influjo marxista, Qutb considerará que lo que caracteriza a Norteamérica no es el hecho de ser un “imperialismo”, sino propiamente una manifestación teológica de algo más profundo: el satanismo. “Norteamérica no es simplemente un explotador o un imperialista, sino principalmente un seductor. Es “el mal de la insinuación, el que se escabulle, que se insinúa en el ámbito de los hombres” (Corán, 114: 4-5)”. Más importante que combatir la política norteamericana es combatir su cultura y religión que se expande por el mundo entero como manifestación propiamente del satanismo. Tal idea de definir a EE.UU. como el “Gran Satán”, asumida por el ayatollah Khomeini, hallará su fuente justamente en Qutb.
Son interesantes también sus reflexiones sobre el judaísmo. Qutb opina que el judío es el gran enemigo del islamismo y es la fuerza que se encuentra detrás de todos los fenómenos de secularización. De la misma manera que varios autores antisemitas, Qutb no considera casual que todas las manifestaciones subversivas exportadas por el occidente al mundo entero hayan tenido a autores judíos como sus pregoneros (los cita a Marx, Freud, entre otros y hasta lo incluye al mismo Sartre). Él piensa que su carácter proviene del hecho de que su psicología se ha formado remotamente en su pasado de esclavitud egipcia. Según él el judío apartado de su tradición mosaica siempre funcionará como un resentido. Del mismo modo que el esclavo será servil y pusilánime cuando se encuentre sometido y capcioso y deletéreo cuando tenga el poder en sus manos, tal como sucedería en nuestros días en donde el movimiento sionista, promovido desde los EE.UU. expresa esta última característica.
Qutb considera que el Islam es la única religión que ha resuelto satisfactoriamente el conflicto entre la razón y la fe, entre el mundo físico y el espiritual, pero para que ello sea posible debe sacudirse del influjo occidental y decadente. El peor enemigo es pues el que se posee adentro, en su propio seno como una oculta infiltración. Resultó así para él indispensable acabar con los movimientos laicistas y secularistas que eran los que terminaban occidentalizando a su civilización. Fue por tal razón que cuando salió de la prisión organizó un complot para asesinarlo a Nasser e instaurar un régimen islamista, siendo descubierto y condenado a muerte en la fecha que relatamos al comienzo. Años más tarde el nasserismo demostrará su impotencia al ser derrotado estrepitosa y vergonzosamente por Israel en una guerra de apenas seis días de duración. Luego los herederos de Qutb serán más efectivos en sus proyectos logrando el asesinato del sucesor de Nasser, Answar Sadat, habiendo sido Al Zawahiri el principal organizador del evento. Pero a pesar de ello el régimen laicista egipcio hoy representado por Mubarak, podrá continuar en el poder gracias al apoyo ya ostensible de los EE.UU. Ésta será la razón por la cual los herederos de Qutb considerarán que la única manera de terminar con el laicismo en el mundo islámico es atacar las causas del mismo. Debe destruirse el régimen norteamericano para liberar al Islam, de la misma manera que se lo pudiera hacer con la Unión Soviética, la otra cara de un mismo fenómeno, en Afganistán (2).
La muerte de Saddam, invocando el retorno al Islam como única solución para su pueblo, es un tardío reconocimiento hecho por un panarabista de que Qutb tenía razón.



Buenos Aires, 2-1-06

(1) Paul Berman, The philosopher of Islamic terror, New York Times, Marzo 2003.
(2) A diferencia de los medios occidentales para los cuales la Unión Soviética cayó a causa de su incapacidad por competir con el “occidente”, el fundamentalismo islámico opina que ello fue en razón de la derrota que le propinaron en Afganistán.

Marcos Ghio.