miércoles, 13 de julio de 2016

IRAK Y MALVINAS. ANALOGÍAS Y DIFERENCIAS

IRAK Y MALVINAS. ANALOGÍAS Y DIFERENCIAS



Recientes acontecimientos relativos a la guerra de Irak y a la epopeya malvinense nos hacen recordar ciertas analogía existentes entre ambos hechos.
De la misma manera que a Galtieri en 1982 con Malvinas, EEUU engañó a Saddam Hussein haciéndole creer que no iba a actuar en su contra en caso de invadir Kuwait. La excusa fue hacerlo inducir a un error por el cual se pusiese fin a su carrera política una vez que la fuerza imperialista invadiera su país en represalia por el hecho. Pero lo que dio resultado en Malvinas, en donde el jefe militar Galtieri fue relevado del cargo por sus pares y en forma casi inmediata se produjo el ingreso a la era democrática en el año siguiente, no pudo suceder en forma inmediata en Irak pues Saddam contaba con más apoyo interno que Galtieri. Fue así como en la Argentina en donde la democracia se pudo imponer más fácilmente se pasó luego por las siguientes etapas. 1) El período versificador con el radicalismo de Alfonsín que durara 6 años hasta 1989 (con la democracia se come y se educa) para pasar luego al
2) Período del saqueo y disolución representado por las dos décadas peronistas (la perdida y la ganada) con Menem y los Kirchner en donde el país pasó a tener un tercio de su población por debajo de la línea de pobreza y con una importante cantidad de sus recursos remitidos a las arcas del primer mundo para garantizar así su bienestar.
En Irak la democracia resultó más difícil de lograr y tuvo que imponerse con una segunda guerra esta vez de invasión hasta su misma capital y la ejecución de su líder Saddam implantándose desde 2003 tal sistema colonial el que a tientas dura hasta nuestros días. Por supuesto que tal como ha develado recientemente el informe Chilcott se cumplió también con el objetivo de tomar posesión de gran parte del petróleo de tal país es decir el período del saqueo fue inmediato sin necesidad de acudir primero al verso alfonsínico.
Pero hay otra diferencia sustancial que es bueno resaltar aquí. Tanto en Argentina como en Irak hubo reacciones en contra de la democracia concebida como el peor de los sistemas posibles y como el medio apropiado por el cual las superpotencias expolian a los países emergentes. El movimiento carapintada en Argentina con Rico y Seineldín realizó varias intentonas militares en algunos casos con posibilidades de éxito, sin embargo y principalmente por la influencia del clero y del nacionalismo güelfo que lo inspiró, aunque sin por ello exculpar su responsabilidad, ambos líderes terminaron pactando con los diferentes expresiones del peronismo entregando en forma traidora sus movimientos. Seineldín a Menem, al cual calificó de patriota, y Rico a Duhalde primero y luego a los Kirchner.
El movimiento antidemocrático en Irak se encuadró bajo las banderas del fundamentalismo islámico, del mismo modo que el carapintada lo hiciera bajo la égida del catolicismo, pero las diferencias en ambos casos fueron notables. Al Zarqawi y Al Bagdadi, los dos líderes de la resistencia antidemocrática, a diferencia de sus pares argentinos nunca se rindieron, nunca entraron a formar parte del sistema y sigue uno de ellos luchando hasta la muerte pues con el sistema no se pacta. Quizás la diferencia entre ambos contextos es que aquí no hay papa güelfo ni crías nacionalistas que malorienten hacia el peronismo lo que es una sana reacción del pueblo en contra de sus sanguijuelas, es decir hacia el sistema lo que son protestas naturales y sanas en su contra.

viernes, 8 de julio de 2016

RAMÍREZ: 9 DE JULIO DE 1816: SE CONSUMA LA DESTRUCCIÓN DEL IMPERIO

9  DE  JULIO  DE  1816:  SE  CONSUMA  LA  DESTRUCCIÓN  DEL  IMPERIO


Clérigos y comerciantes declaran nuestra 'independencia'
    
    El próximo 9 de Julio se cumple el 200º aniversario de la declaración de la independencia argentina, razón por la cual hemos creído oportuno hacer algunas reflexiones sobre el tema, cuestión que no solamente atañe a los argentinos sino también al conjunto de los pueblos hispanoamericanos, dada la analogía y similitud del mismo proceso histórico de decadencia del que hemos sido todos actores y víctimas.
     La historiografía oficial en la que hemos sido educados, tanto de origen liberal como marxista, o progresista, o nacionalista, es unánime en señalar como hecho central de nuestra historia la emancipación de Hispanoamérica respecto de la monarquía española. Esa cuestión es intocable y no debe ser cuestionada, se la acepta con servil acatamiento y obtuso patrioterismo, prolongando así la dependencia ideológica a las tinieblas con que el mundo moderno somete a nuestros pueblos. Es pues obra de desintoxicación de las mentes el revisar tal supuesta "independencia" y rescatar principios tradicionales que ayudarán también a rescatar la idea de Imperio para todos los hispanoamericanos y orientarnos hacia la única alternativa posible en medio de la desintegración de la modernidad.
     La brevedad de la nota no nos permite entrar en detalles sobre los años confusos que se vivieron en la Argentina con posterioridad al 25 de mayo de 1810, fecha en que un golpe de estado derrocó al virrey Cisneros e instaló una junta de gobierno, pero trataremos de algunas cuestiones claves que marcan el proceso supuestamente independentista.
     En 1816 se instala en la ciudad de Tucumán el Congreso Nacional que el 9 de Julio declara la independencia de las Provincias Unidas de América del Sur. No asisten las provincias del Litoral y la de la Banda Oriental, hoy día república del Uruguay, que ya habían declarado la "independencia" un año antes, y sí lo hacen las provincias del Alto Perú, hoy Bolivia.
     La declaración de la "independencia" se hace con relación a la monarquía española, pero 10 días más tarde sufre un agregado que dice " y de toda otra dominación extranjera". Ocurre que por lo menos gran parte de los congresistas deseaban la ruptura de vínculos con España pero no con la aceptación de una monarquía de otro país. Ese agregado fue aceptado a regañadientes, pero no impidió las instrucciones "reservadas" y "reservadísimas" a los negociadores para aceptar como rey a Pedro VI monarca de Portugal y Brasil. Esto hubiera tenido como consecuencia el tutelaje británico, país que siempre orientó la política portuguesa y la manejó a lo largo de los siglos; el tratado de Methuen entre Portugal e Inglaterra es del año 1703 y es el tratado político en vigencia más antiguo de Europa. El enemigo histórico y tradicional de los ingleses fue siempre España, y no era simplemente un enfrentamiento político, sino la confrontación de dos ideas: la tradicional sustentada por España y la moderna sostenida por Inglaterra. Esta es la verdad que se pretende ocultar detrás de rencillas, enfrentamientos, revoluciones, golpes de estado, diplomacia, "independencias" y constituciones.
     Nuestros mal llamados "próceres" estaban intoxicados con las ideas de la revolución francesa y en su mayoría eran masones y, como se sabe, la masonería fue y es una institución al servicio de los intereses británicos, y por lo tanto consciente o inconscientemente trabajaron para esos intereses.
     Gran Bretaña durante esos años, estuvo haciendo un doble juego: por un lado era aliada de España en la guerra contra Napoleón; por otro lado veía con simpatía los movimientos emancipadores hispanoamericanos y movía a sus diplomáticos y comerciantes para alentarlos.
     Desde el 25 de mayo de 1810 se favoreció el libre cambio con Gran Bretaña en perjuicio de la actividad económica local. Los comerciantes ingleses aportaban recursos monetarios para sostener a nuestros gobiernos que por su parte los favorecían. La mentalidad liberal y pro-británica se había enseñoreado de nuestra clase política desde Buenos Aires hasta Caracas.
     Emanuel Malinski en su notable obra "La guerra oculta" señala como una gran subversión a la emancipación de las colonias hispanoamericanas, que sin duda fue una obra maestra de la política británica.
     El imperio español estaba en decadencia y sus gobernantes habían prevaricado en el cumplimiento de sus obligaciones, pero como bien dice Julius Evola, cuando un principio tradicional es desvirtuado por el mal desempeño de sus gobernantes, la solución no está en descartar el principio, como hace la subversión, sino en instalar a personas dignas de sostener los principios tradicionales. Nuestros "libertadores" siguieron la corriente subversiva: desalojaron lo que aún conservaba aspectos tradicionales como era la monarquía hispánica y la reemplazaron por una veintena de republiquitas bajo la tutela británica a la que más tarde se agregó la yanqui. Se destruyó el Imperio y así hemos llegado a la situación presente. Los 200 años de "independencia" no deben ser festejados con patrioterismo banal e hipócrita, sino con reflexión para extraer conclusiones para el futuro.
     Todos estos desgraciados acontecimientos que terminaron con la anarquía y desaparición de toda autoridad nacional en 1820, eran contemplados por un personaje que años más tarde restauraría principios tradicionales y evitaría la desintegración de lo que quedaba de las Provincias Unidas de América del Sur: el Brigadier General don Juan Manuel de Rosas. 

Bariloche, 4 de Julio del 2016.

JULIÁN RAMÍREZ.