jueves, 20 de febrero de 2014

EVOLA: SOBRE EL FEMINISMO

I-                   LA MUJER TRATA DE VALER LO MISMO QUE EL HOMBRE
Por Julius Evola

El episodio que comentaremos sirve como un síntoma de lo que está sucediendo hoy en día. Recientemente tuvimos ocasión de escuchar una audición radial en la cual participaba un notorio periodista, Miguel Galdieri, quien presentaba a nuevos poetas. Entre ellos había varias poetisas. Pero Galdieri manifestó entonces que la palabra ‘poetisa’ ya se encontraba superada. Así como se reconoció como una cosa conveniente denominar ‘embajador’ a la señora Luce, de la misma manera explicó que él llama arquitecto y no arquitecta a su sobrina y que por lo tanto no iba a hablar de ‘poetisas’, sino de poetas, poniendo a un lado tales ‘sofismas gramaticales’.
El asunto nos sorprendió sobremanera puesto que Galdieri es de una región del país en la cual en materia de sexos, si Dios así lo quiere, aun no se es ‘modernos’. No entraremos para refutarlo preguntándole si al ver a una joven del estilo de Sofía Loren en un reducido traje de baño al lado de un hombre que se encuentra en orden con su condición, reputase que toda diferencia entre los sexos se reduzca a un mero sofisma gramatical totalmente soslayable. Permaneceremos en cambio en el campo de las denominaciones para señalar diferentes equívocos.
Es posible, y agregaríamos deseable, que al denominar a la Sra. Luce embajador y no embajadora, no se hayan temido tanto susceptibilidades feministas, sino que se haya tenido simplemente presente el hecho de que en el uso corriente del lenguaje ‘embajadora’ significa la mujer del embajador y no una mujer que cumple con la función de embajador. Pero nadie hasta ahora ha pensado en denominar profesor a una profesora o doctor a una doctora. Sin embargo es justamente en el campo de las profesiones en las cuales el acceso a la mujer es un hecho relativamente más reciente, que por una especie de complejo de inferioridad se tiende a masculinizar el título: existen abogadas que por ejemplo consideran algo desagradable y discriminatorio no ser llamadas ‘abogados’.
En realidad, para subrayar tan sólo la cualidad ‘neutra’ de ciertas profesiones, sería necesario que nuestra lengua tuviese, del mismo modo que la alemana, un artículo neutro, junto al masculino y el femenino. Puesto que si fuese en cambio con intención que por ejemplo se habla en masculino de la profesión de ‘abogado’ en vez que ‘abogada’, es evidente que en el fondo se arriba a lo opuesto de la tesis feminista: es decir, se sigue considerando como masculina la esencia de algunas ocupaciones, sean éstas ejercidas también por las mujeres.
El tan trillado ‘problema de la mujer’ es un asunto muy antiguo, que en forma equivocada hoy se considera superado. Para toda persona dotada de una adecuada capacidad de discernir algunos puntos tienen que permanecer firmes. Todo ser humano se compone de dos partes. La una externa, racional, social, práctica; la otra profunda, esencial. La una podría definirse como su máscara, la otra como su rostro. La primera se trata de algo en gran medida construido y adquirido. La misma se define con dotes ‘neutras’ y generales. La segunda es la naturaleza propia de cada uno, su verdadera personalidad. En los individuos, una u otra parte de su ser puede ser en mayor o menor medida desarrollada. Pero ello no se encuentra sin relación con el tipo de civilización en la cual ellos viven.
Existen en efecto civilizaciones que dan preeminencia a todo lo que es práctico, exterior, cerebral, adquirible, no cualitativo. En tal civilización es fatal que por una hipertrofia del aspecto ‘máscara’ (de la individualidad externa) en detrimento del ‘rostro’ (la personalidad verdadera) siempre menos en la misma sean requeridas las cualidades condicionadas por el propio ser más profundo, de aquello que hace en modo tal que un determinado ser sea propio de aquel ser y no de otro; en suma, justamente lo que es relativo a la ‘personalidad’. En tal contexto masificador también las diferencias entre los sexos se convierten como irrelevantes y secundarias. Ahora bien, la civilización moderna es justamente de este tipo, y justamente por ser de tal tipo las mujeres han invadido casi todos los campos. En efecto, debido a tal primacía de lo práctico, lo cerebral, la estandarización y tecnificación de casi todas las ocupaciones modernas, ya no se ve por qué éstas deben ser más monopolio de los hombres. Considerando lo que se requiera para ello también las mujeres con un poco de buena voluntad y aplicación, pueden ponerse a la par. Es justamente lo que está sucediendo, en especial en aquellos países en donde el verbo de la democracia absoluta reina en forma soberana.
Pero en cuanto al significado interno de estas ‘conquistas’ femeninas, no nos debemos ilusionar: representa un significado de renuncia. Ya en lo relativo al feminismo se ha dicho justamente que el mismo no ha realmente combatido por los ‘derechos de la mujer’, sino que en cambio, sin darse cuenta de ello, por el derecho de la mujer de hacerse igual al hombre, es decir por el derecho de la mujer a desnaturalizarse, a traicionarse a sí misma. Resulta curioso que la mujer moderna no haya para nada entendido que en el hecho de no soportar y considerar como casi ofensivo el ser considerada como ‘solamente mujer’, la misma ha demostrado un verdadero complejo de inferioridad, ella misma ha pronunciado inconscientemente un juicio injusto y negativo sobre la femineidad: lo cual es lo opuesto a toda verdadera reivindicación relativa a lo que ella es, justamente, en cuanto mujer y no hombre. Y un reflejo residual de esta actitud errada y renunciataria se lo tiene justamente en el rechazo a que las denominaciones de las mismas profesiones, en sí mismas ‘neutras’ estén en cambio en femenino, es decir recuerden de cualquier manera el hecho de ser mujer, en vez de estar en masculino.
Para ser anacrónicos como somos nosotros, mientras que se continúe en esta línea, más que dirigirnos hacia una sociedad más ‘evolucionada’, se va hacia una civilización de los ‘sin casta’, los parias: puesto que así deberían ser llamados por analogía, aquellos que no son más fieles a sí mismos, a su propia naturaleza más profunda, a la que siempre le corresponden funciones específicas y vocaciones no permutables. No se entiende que es en el ser, en ambicionar ser tan sólo mujer y no en cambio descendiendo al plano en donde las diferencias son borradas o no son más solicitadas, que la mujer puede valer exactamente lo mismo que el hombre, e incluso más, por la misma razón que un campesino fiel a su tierra que cumple plenamente su función es superior a un príncipe incapaz de realizar la propia.
Todo esto es una cuestión de sensibilidad: de una sensibilidad que hoy tiende cada vez más a desaparecer.
(Roma, 1955)

II-                SEGUNDO FEMINISMO: LA MUJER QUIERE VALER MÁS QUE EL HOMBRE

Días pasados hacíamos notar en otra nota que la actual mujer que hoy en día ejerce el cargo de presidente de la república en la Argentina, muy conocida como paladín (o paladina) de los derechos femeninos, ha enfatizado en la necesidad de ser denominada presidenta y no presidente como alguno le solicitaba. A diferencia de la ‘embajadora’ que suele ser la esposa del embajador, el nombre que se le daba a la esposa del presidente varón no era presidenta, sino primera dama, por lo cual haber asumido en tal caso esta denominación no significa que la Sra. Kirchner haya querido desvalorizar con ello la función femenina y ‘discriminarla’ así como inferior, tal como se manifestaba en el feminismo acotado por Evola, sino que tal medida en vez representa un síntoma claro de que ha habido un cambio notorio en tal movimiento.
Evola conoció solamente una forma de feminismo, aquel que decía que la mujer quiere llegar a ser igual que el hombre. Ahora ha surgido uno nuevo que curiosamente parece estar de acuerdo con lo que dijera el Maestro cuando manifestara que “el mismo no ha realmente combatido por los ‘derechos de la mujer’, sino que en cambio, sin darse cuenta de ello, por el derecho de la mujer de hacerse igual al hombre, es decir por el derecho de la mujer a desnaturalizarse, a traicionarse a sí misma.” Justamente el nuevo feminismo hoy dice que haber sostenido tal igualdad ha sido en verdad una trampa que nos ha impuesto un tipo de sociedad sustentada en valores ‘machistas’ (palabra ésta muy emparentada fonéticamente con fachista), la cual de esta forma ha logrado disolver lo propio de la mujer y someterla de una nueva manera haciéndole creer que es libre cuando en vez lo que ha hecho ha sido asumir pasivamente las pautas y principios de una sociedad construida por los varones.
Este feminismo es en el fondo supremacista, considera que la mujer no es igual, sino que es en el fondo superior al hombre y que el mundo puede sobrevivir y perdurar solamente si se aparta de los valores propios de lo masculino para asumir en cambio los femeninos. Supone así una lucha dialéctica entre hombre y mujer o entre valores femeninos y masculinos. Los primeros dan primacía a la naturaleza, a la paz, a la vida, los segundos en cambio dan primacía a la cultura, a la guerra, y por lo tanto a la muerte y la destrucción de nuestra especie. Pero habría que destacar al respecto que paradojalmente tales valores femíneos no fueron creados propiamente por mujeres sino por hombres que han expresado tales cosas. Fue Engels quien en su obra El origen de la Sociedad, la familia y el Estado sostenía la primacía y superioridad de la sociedad matriarcal por sobre la patriarcal, siendo el comunismo un retorno hacia la misma, considerado como un orden sin guerras y de paz vacuna. Pero no solamente desde la izquierda se ha notado esta exaltación de la superioridad femínea. Autores como Miguel Serrano, en su obra Manú o el hombre que vendrá, hacen notar también la superioridad de la inteligencia femenina sobre la masculina, considerándola más desarrollada y como parte integrante del nuevo tipo de ‘superhombre’.
Esta nueva forma de feminismo, que Evola no padeciera en su tiempo, sin embargo era anticipada en su texto Rebelión… relativo a la lucha entre matriarcado y patriarcado como origen de las civilizaciones. A diferencia de Engels, Evola considera que la civilización patriarcal es anterior a la matriarcal y que el matriarcado sobreviene como una caída y no como una superación. Que lo propio de tal sociedad originaria era sostener lo que es más que vida como superior a la mera existencia material y física. Que la guerra tenía tal sentido heroico de superación. Que en este tipo de sociedad la mujer alcanzaba tal dimensión superior a través del accionar del hombre, por lo cual femenino y masculino eran concebidos tradicionalmente como dos formas diferentes de relacionarse con lo superior, uno de manera directa y otro indirecta.
Finalmente digamos que la rebelión que esta nueva modalidad de feminismo efectúa en contra de la denominada ‘sociedad machista’ no es propiamente en contra de lo patriarcal sino en contra de una sociedad que, en tanto moderna, ha degradado a un plano exclusivamente material la función viril.

M.G.

20/02/14

lunes, 17 de febrero de 2014

EVOLA  PESIMISTA  Y  DISCÍPULOS  OPTIMISTAS

    
  En la nota anterior de la semana pasada habíamos señalado que Evola aconsejaba atender a las circunstancias y al tiempo en que había redactado sus libros, pero manteniendo siempre lo esencial, o sea las categorías de la Tradición y no distraerse en lo contingente. Señalábamos también la nueva perspectiva que Evola adoptaba ante el tema de la raza a partir de 1945. A partir de esta fecha se desborda totalmente la corriente de la modernidad y los hechos se acumulan en forma aplastante: “guerra fria”, que nunca fue guerra, entre EE.UU. y la URSS, que plantean dos falsas alternativas, ya que ambas forman parte de la modernidad y metafísicamente son lo mismo aunque la URSS ahora se llame Federación Rusa. Se afirma el dominio del capitalismo usurero y financiero sobre el mundo, guerras de Corea y de Vietnam, falsa independencia de los países africanos que se orientan hacia una influencia marxista,  revolución comunista en Cuba que fogonea a los movimientos guerrilleros; en Hispanoamérica se alternan democracias socializantes con dictaduras militares y liberales, mayo francés, en los países árabes cunde el nacionalismo laico y moderno y en todo este marco se va instalando la cultura progresista, agnóstica y atea.

     Frente a este panorama Evola comprende que ya es imposible alguna restauración tradicional. Vislumbró alguna posibilidad de un reagrupamiento de derecha tradicional lo que motivó sus textos “Orientaciones” y “ Los Hombres y las Ruinas” pero que no lograron su objetivo. Es entonces cuando escribe “Cabalgar el tigre”, 1961, libro destinado a los pocos que han asumido plenamente la Tradición pero se encuentran con la imposibilidad de llevar adelante alguna acción positiva.
     Dos años más tarde se publica la primera edición de “El Camino del Cinabrio” en cuyo capítulo XIV Evola descarta expresamente toda posibilidad de una acción positiva. “Cabalgar el tigre” es un libro destinado exclusivamente a orientaciones interiores y se recomienda la “apoliteia” y se descarta toda acción exterior en pro de la Tradición.  No obstante ello Evola,  fiel a lo Superior, afirma que toda esa manifestación de la modernidad no afecta para nada al mundo  de la Tradición y acepta la posibilidad de la existencia de centros iniciáticos del islamismo (“El Camino del Cinabrio” pág. 217).
     Evola fallece en 1974 con esa visión totalmente negativa de toda posibilidad restauradora de la Tradición.
     Pero por esos caminos misteriosos o providenciales que tiene la historia el 11-9-2001 se produce la acción de guerra contra las Torres Gemelas, y así, de golpe, se manifiesta en forma visible y contundente la Tradición que se encontraba oculta a los ojos de los profanos.
     Ahora las cosas cambian, ahora se puede apoyar y defender algo positivo. Ahora es posible la lucha por lo Superior y Trascendente. El alud de la modernidad y del Kaliyuga encuentra un límite, ahora podemos ser optimistas, la Tradición se visualiza y desde el reino del Ser se asienta entre nosotros.
     Desde el 11-9-2001 hay que retomar las orientaciones del Maestro en sus grandes obras y alejar la visión de que nada puede hacerse.

     San Carlos de Bariloche, 11 de febrero del 2014.


JULIÁN  RAMÍREZ

    INSISTEN  SOBRE  LO  ABSURDO


     
En 1972 Julius Evola publicó la reedición de su último libro, titulado “El Camino del Cinabrio”.dos años antes de su muerte y traducido por Ediciones Heracles, Bs. As. en 1998. Esta obra tiene gran importancia porque constituye una guía que nos da  Evola de su vasta producción bibliográfica a lo largo de 40 años. En la introducción nos advierte que se trata de “libros escritos por mi en diferentes períodos, de modo tal, que si no se considera su ubicación en el tiempo, ellos podrán dar la impresión de divergencias…” ( pág. 11).
     Y esto viene a cuento por la existencia de grupos que  falsificando el pensamiento evoliano, deformándolo en su claridad y borrando las diferencias entre lo esencial y lo accesorio, pretenden mostrarnos un Evola racista biológico, aferrado a la superioridad de la raza aria o indoeuropea.
     El tema de la raza fue tratado por Evola entre los años 1937 y 1941 sosteniendo siempre la superioridad de la raza del espíritu por sobre la raza del cuerpo, Además sostuvo que se trataba de un paréntesis en un plano contingente; o sea que la cuestión de la raza tal como se la consideraba en aquellos años, no era algo esencial ( pág. 155 ob. cit.).
     Ahora bien, finalizada la segunda guerra mundial en 1945 Evola liquida  finalmente la cuestión racista y así nos lo dice en la obra citada, pág. 161: “ …después de la segunda guerra mundial yo tenía que afirmar lo absurdo que significaba insistir sobre el problema < hebraico> o , desde un punto de vista superior: justamente a causa del hecho de que el comportamiento negativo atribuido a los judíos está ya presente en gran parte de los < arios>, sin que para éstos últimos exista, como en los primeros, rl atenuante de una predisposición hereditaria.”
     Los grupos a los que hemos hecho referencia al principio de esta nota actúan en Europa como ser en “Septentrionis Lux” y “Traditio et Revolutio”, “ Legiao vertical” en Portugal y muchos otros en otros países, y como dice Evola, insisten en lo absurdo.
     Los indoeuropeos ya no se interrogan “acerca de los valores supremos, con lo que es más que vida” ( pág. 159 ob. cit.).
     “La raza del espìritu se refleja y revela en las diferentes actitudes de los sujetos frente a lo sagrado, al destino, al problema de la vida y de la muerte, en la concepción del mundo, en las religiones…( pág.  159).”
     No hace falta ninguna imaginación para comprender que el indoeuropeo está totalmente alejado de estas consideraciones y aún más, es contrario a ellas.
    Y lo peor, esos grupos basándose en la falsa superioridad racial de los arios atacan duramente al fundamentalismo islámico que es precisamente quién hoy dia y en forma manifiesta apunta a lo que es la raza del espíritu. De esta manera, en los hechos, se asocian al otro racismo biológico que es el sionismo, para quien es judío el hijo de madre judía. Como vemos, ambos determinismos, racistas y biológicos, niegan la libertad del hombre para realizar su realización espìritual  y lo atan a lo físico , material y corpóreo.
San Carlos de Bariloche, 4 de febrero del 2014.


JULIÁN  RAMÍREZ  
LA CRISIS ARGENTINA
MONJES O POLÍTICOS


Cristina Kirchner, en un reciente discurso, ha dicho que el problema de la Argentina sigue siendo y será siempre el conflicto entre quienes, como ella, sostienen el rol principal del Estado en la economía y los liberales individualistas que reivindican en cambio la soberanía del mercado. No hizo por supuesto alusión a las costumbres pues, a pesar de tal discrepancia, en el plano político y cultural, todos, gobierno y oposición, están de acuerdo además que en la democracia, en que el despliegue de los libertinajes con que nos convidan los medios masivos de comunicación dará lugar sin más al bienestar entre los habitantes. Al respecto digamos que este disco rayado con el cual hemos sido condenados a vivir en la Argentina y podría decirse también que en el resto del mundo ya lo hemos escuchado hasta el cansancio y de la misma manera que en un vodeville en donde los actores van y vienen por el escenario con maquillajes y disfraces cambiados, pero siendo siempre en el fondo los mismos, hemos visto en forma sucesiva a un peronismo liberal y a otro socialista repitiendo cada uno sus sucesivos libretos en tiempos distintos y en reiterativos fracasos.
Como estamos afuera de toda esta monótona comparsa de gobierno y ‘oposición’, vayamos a lo que es cambio lo importante. Al respecto digamos que para poder comprender nuestra realidad habría que remontarse a los principios fundadores de nuestra nación forjada a partir de la concepción moderna que tomara a los EEUU como su modelo formativo. Fue Juan Bautista Alberdi quien, en su obra Las Bases, que fuera el sustento doctrinario de nuestra misma Constitución, criticando nuestro pasado hispano y medieval, manifestó que para que el país progresara nuestra meta debería ser tener muchos más ingenieros y economistas que monjes; es decir, más personas entregadas a lo práctico que a la contemplación de las cosas espirituales. Y esto no fue más que poner por escrito lo que antes hicieran otros que lo precedieran, como Rivadavia, con su famosa reforma religiosa por la cual fueron expulsadas de nuestra patria varias órdenes monacales con la excusa de ser excesivamente onerosas y contemplativas, como el caso de los cartujos, hoy inexistentes en nuestro suelo. Se pensaba y se decía que para obtener una gran nación había que dar prioridad a las profesiones técnicas que tuviesen que ver directamente con el desarrollo de la economía y apartarnos de los ocios espirituales que no sirven para llenar el estómago de las personas y que se encuentran muy lejos de proporcionarnos el bienestar europeo.
Hoy, habiéndose cumplido los postulados de Alberdi y Rivadavia y transitando ya en la fase crepuscular de los Kirchner tras casi dos siglos de modernidad en sus formas diferentes y ya encontrándonos casi sin conventos, no podemos menos que recordarlo a Dostoievky cuando dijera que el grado de decadencia de un Estado dependía del número de monjes que allí hubiesen, puesto que éstos resultan esenciales e indispensables para el sostén de una nación. A diferencia de nuestros políticos, en sus variables sea liberales como marxistas, es decir los dos bandos falsamente antagónicos de nuestra economía, los monjes son personas absolutamente desapegadas de las cosas materiales, en tanto que tal dimensión no es la meta del hombre que formulan. No se trata para éste de tener, sino de ser. En el universo del monje la economía no representa el destino y es por lo tanto un mundo no depredado, sin desórdenes ecológicos, en donde ni los que tienen desean acumular bienes hasta el infinito, ni el que no tiene vive atrapado por un deseo desaforado por poseer. Un monje vive con escasez de bienes, nada más que con lo imprescindible, a diferencia de los K. y ello no porque haya nacido necesariamente pobre, sino porque no tiene internalizada en sí la necesidad de acumular y ostentar. Por el contrario para ser monje hay que renunciar absolutamente a todo en función de tal vocación superior. El Budda dejó un reino próspero, una familia, una vida exitosa en función de la oración. Ningún político en cambio ha renunciado nunca a nada para llegar a la función pública, sino por el contrario la misma le ha servido para multiplicar sus bienes. Alberdi y sus sucesores no han comprendido nunca que no es ni un partido, ni una cofradía de técnicos, sino una orden lo indispensable para construir una nación perdurable que también puede llegar a ser próspera.
Puesto que no todos pueden pertenecer a una orden es imposible una sociedad compuesta solamente de monjes pues el hombre es desigual y no todos participan del mismo grado de perfección y renuncia, pero el monje es como un pararrayos del orden social. Es aquel que por su ejemplo paradigmático de renuncia ilimitada refrena los apetitos por la economía, del mismo modo que su castidad oficia de límite para un mundo que ha hecho del sexo el otro destino solidario del hombre moderno. No es de extrañar al respecto que tanto Marx como Freud, quienes atenazaran el futuro del hombre sea a la economía como a la sexualidad desenfrenada, despreciaran a los monjes.
A diferencia exacta de lo formulado por nuestros fundadores de este gran error que ha sido la Argentina liberal y marxista, los monjes son indispensables para el futuro del país. Precisamos con urgencia que se construyan muchos conventos y menos bingos, boliches, shoppings, prostíbulos, comités y unidades básicas; por supuesto ello si es que queremos la auténtica revolución, el cambio verdadero, que solamente será moral y religioso, más que político y económico.
¿Cuándo llegará el momento en que en vez de entristecernos porque ha disminuido el producto bruto nos alegremos en cambio por ello si significa que se produce menos y por lo tanto también se consume menos pues se dedica tiempo a la oración, que nos hemos vuelto frugales y queremos que la producción sirva para la vida y no nuestra vida para la producción y el consumo?


Marcos Ghio

viernes, 7 de febrero de 2014

AYATOLLAH JOMEINI

Ruhollah Jomeini “La revolución de un hombre que cambiará la conciencia del mundo”

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Un hombre humilde, contra un mundo en apariencia bipolar donde imperaban dos filosofías materialistas, donde el espiritualismo había ya prácticamente relegado a la prehistoria intelectual de los estudiosos de Estados Unidos y Europa.
Este era el panorama que afrontó un sencillo clérigo surgido de las capas más bajas de la sociedad del entonces régimen del Shá de Persia, un gobierno hecho a imagen y semejanza de las potencias occidentales, que había prometido la felicidad en el mundo terrenal ,que había hecho de un simple trozo de papel y de la apelación a los instintos más básicos del ser humano el pilar fundamental para el sostenimiento de un gobierno corrupto tanto espiritual como materialmente.
Se hablaba por entonces en las facultades del famoso “Fin de la Historia” pregonado por el profesor Francis Fukuyama ,del ideal del crecimiento perpetuo inexorable, del avance vía estado o bien libre mercado hacia un mundo utópico que proporcionaría el paraíso en la tierra a los hombres lejos de aquel ser que muchos calificaron de superstición barata llamada Dios, el contraste con la realidad que habían vaticinado aquellos “profetas” del materialismo se desvaneció en dos fases la primera fue la desintegración de la Unión Soviética, que como ya vaticinaba Jomeini en su famosa entrevista con Gorbachov caería por la inhumanidad del materialismo marxismo y ateo que aquellos “soñadores” habían proclamado a los cuatro vientos.
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En segundo lugar y mucho más actual vemos como poco a poco aquel sueño del mercado global se ha convertido en una auténtica pesadilla, donde el hombre se ha convertido en esclavo de sí mismo , donde los valores han hecho proliferar lo que muchos expertos denominan las enfermedades del siglo XIX ( anorexia, bulimia, obsesión compulsiva compradores compulsivos etc)
Una sociedad que ha abandonado la religiosidad en Dios para suplantarla por otro tipo de religiosidad , las religiones sociales , una sociedad crédula que adora a falsos ídolos musicales artísticos e incluso criminales que se autoengaña por miedo a su autoaceptación bajo subterfugios como la libertad o la igualdad.
Libertad que se ha convertido en libertad para denigrar, para mentir para especular en los mercados y arruinar miles de familias ,igualdad que ha generado sobretodo en el papel de la mujer grandes transtornos , como la no aceptación de una misma el hedonismo exagerado el menosprecio a la verdadera dignidad de las personas que reside en el alma o el total desprecio a su figura coaccionándola socialmente para que la sociedad la aprenda a mirar, no a ver y con esto me refiero a percibir las verdaderas virtudes de un ser humano como son la nobleza la fidelidad, la dulzura o la honestidad.
El claro reflejo de esto son nuestras jóvenes y sus entornos de ocio , educadas por la televisión y por las multinacionales son bajo la falsa premisa de la libertad incitadas a ser utilizadas sexualmente en discotecas con las correspondientes consecuencias para su autoestima.
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Muchos recriminaron a Jomeini su espíritu estricto entorno al velo o la penalización del adulterio o la homosexualidad o incluso la supuesta “censura” , pero leyeron solo por encima sus enseñanzas, no fueron capaces de vislumbrar el trasfondo de ellas, que era las del ideal de un mundo más humano, un estado protector de la dignidad de los más débiles y sobretodo unas enseñanzas visionarias cuyo fruto estamos viendo actualmente tanto en el mundo capitalista donde vivimos, donde se abandonan ancianos ,se asesinan niños mediante abortos por el simple hecho de disfrutar de unas vacaciones o de un ocio mal entendido y se rompen parejas por un simple trozo de papel que puede proporcionarnos utensilios que una vez fallezcamos se pudrirán y quedarán en la nada, mientras nosotros “libres e iguales” tendremos que rendir cuentas de nuestros actos.
Este fue el mundo al que desafió un humilde pero valeroso clérigo que lejos de transformarse en un icono exclusivo del Islam se ha convertido en la conciencia de Occidente a la que por el momento nadie quiere escuchar pero a la que un día en que el holograma materialista se desvanezca deberá hacer frente.
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Guillermo Fernández González