lunes, 28 de junio de 2010

EL GRAN DILEMA ARGENTINO: ¿ES EL PERONISMO LA CAUSA O LA CONSECUENCIA DEL FRACASO DEL SISTEMA?


Resulta a todas luces indudable que el peronismo es y ha sido en la historia argentina un verdadero cáncer y que difícilmente pueda ser igualado en casos de corrupción, mafia y violencia, superando con creces hasta la imaginación más ingeniosa e inverosímil en cuanto a los desaguisados cometidos. Tal es la conclusión que se saca, además de nuestro cotidiano testimonio, de la lectura de la obra de Marcelo Acuña, El corralito populista, editada hace un par de años, en la cual no nos dice nada que sea verdaderamente nuevo, sino que en todo caso sirve para refrescarnos un poco la memoria respecto de los inverosímiles robos y destrucciones a los que ha estado y está siendo sometido el país en los últimos años de gobiernos peronistas de todos los matices que se hubiesen podido conocer. Desde el ‘ortodoxo’ y fascista con Perón, Isabelita y López Rega, hasta el liberal de ‘derecha’ con Menem, para llegar finalmente a su expresión de izquierda con los Kirchner. En todos los casos, a pesar de las diferencias ideológicas conocidas, nos hemos topado con una serie de lugares comunes tales como los casos sumamente resonantes de corrupción e ineficiencia pública, así como de violencia e intolerancia política. Es de destacar sin embargo que el autor tiene la virtud por otra parte de no reducir solamente al peronismo tales fenómenos sino que también le achaca un mal similar aunque en grado menor a los otros partidos denominados opositores, entre los cuales especialmente se destaca el radicalismo en sus dos últimas experiencias históricas que también fueran sumamente catastróficas y en las cuales, si bien no con las facetas extremas denotadas con el peronismo, también nos hemos topado con casos similares de corrupción y violencia.
Sin embargo la gran falencia de la obra es que al autor, que se declara como un gran defensor del sistema liberal capitalista inaugurado por la Revolución Francesa en el mundo, ni siquiera se le cruza por la cabeza la posibilidad de que el peronismo no sea como él dice la negación de los principios democráticos y republicanos que él defiende, sino por el contrario una consecuencia natural de la aplicación de los mismos aunque con matices peculiares que son propios de nuestra idiosincrasia. De la misma manera que los tantos liberales que han abonado nuestro suelo a lo largo del tiempo él considera que tales principios sustentados por la mayoría de nuestros ‘próceres’ son y han sido extraordinarios y que habrían dado resultado en todos los países en donde se aplicaron (luego veremos en qué forma), pero lo que ha fallado ha sido cierta característica propia de la naturaleza argentina, la que a través del peronismo se ha mostrado reacia en llevarlos a cabo y que sigue perseverando en el error a pesar de todos los buenos ejemplos que la estarían rodeando por el mundo entero.
Nosotros al respecto pensamos que es exactamente al revés de lo que él dice: el peronismo es una consecuencia, no una anomalía respecto del sistema democrático que comenzara a implementarse en nuestro país con sucesivos altibajos a partir de mayo de 1810 y del cual acaban de cumplirse los 200 años.
La democracia se basa en un error esencial que es el concepto de igualdad entre los seres humanos tomándose para ello como patrón de medida al comerciante burgués que hiciera la Revolución Francesa. Como éste tiene por meta en la vida la satisfacción de las necesidades de su vientre es decir el ‘bienestar’, careciendo por lo tanto de cualquier visión de la trascendencia, y como tal cosa es una actividad que le insume la totalidad de su existencia pudiendo así, de ser librado totalmente a sus apetitos ilimitados, llegar a acumular para sí todos los bienes de la tierra sin preocuparse de los demás, es necesario que exista alguna institución que le ponga límites y que se encargue de recordarle que, en tanto hay otros, ‘su libertad termina donde empieza la de su semejante’. De allí es donde surge el eje principal de la doctrina republicana de gobierno. En tanto los hombres son por igual imperfectos y egoístas, tal como lo es la burguesía y su cría el proletariado, es indispensable ponerle límites al poder pues de lo contrario se haría absolutamente con todo y se convertiría en tiránico. Pero hay en tal formulación una contradicción de fondo. Un poder limitado no es poder, sino impotencia, pasando exactamente lo mismo con la libertad. Si a la libertad se le pone un límite deja de ser tal para convertirse en coacción. Los hombres no son iguales como predica el liberalismo y así como las personas se dividen en cuanto a su nivel mental y cultural y no se puede obligar a alguien de una condición superior a compartir una mesa con quien sólo puede ver los programas de Tinelli, de la misma manera es absurdo pensar que todos deban valer por igual un voto o que deban tener los mismos ‘límites’ a su libertad, es decir los mismos derechos. Debe considerarse pues que en tanto los hombres no son iguales, constatación ésta que salta a simple vista, además del burgués que solamente piensa en los bienes materiales, existen seres superiores a ellos, aristocracias para las cuales lo espiritual es el valor supremo y lo que es más que vida representa la meta de su existencia. Estos seres minoritarios, en tanto son superiores al resto, no solamente no deben ser limitados en el ejercicio de su poder, sino que se les debe solicitar que gobiernen al resto de la comunidad en tanto son capaces de hacerlo consigo mismos en la medida que han podido hacer primar en sí lo que es superior. A diferencia exacta de lo que pregona el liberalismo para el cual todos serían por igual libres en tanto su libertad estaría limitada, -aunque por otra parte bien sabemos que todo ello se trata de una auténtica impostura, en tanto termina convirtiéndose en la libertad del zorro libre en el gallinero libre-, la única verdadera libertad es la que no posee límites de ningún tipo y ella solamente puede ser ejercida por uno solo, el monarca, es decir aquel que en cuanto a su naturaleza, del mismo modo que Dios en el cielo, es superior a todos los demás. El resto por participación de tal principio lo es en cambio por grados de perfección. Ser libre es pues la capacidad de ejercer las propias posibilidades, las que, en tanto se es desigual, varían de acuerdo a las personas.
Ahora bien es de destacar que en el sistema republicano de los controles mutuos al ejercicio del poder es donde curiosamente se suceden los peores casos de corrupción política, pues a pesar de que sea posible aceptar que el peronismo argentino haya sido un ejemplo incomparable en la pertinacia en la corrupción, tal fenómeno aparece en todas partes y a veces en donde uno menos se lo espera y en los regímenes con mayores ‘tradiciones republicanas y democráticas’, pensemos por ejemplo en las famosas tangentes italianas o en los diferentes escándalos financieros que han salpicado hasta al mismo Vaticano y en todas las que lentamente comienzan a brotar a medida que las grandes crisis económicas del sistema las pongan en evidencia o hagan que las personas les presten atención en el momento en que su situación se ha convertido en insoportable. Y ello es por una sencillísima razón, no es que fallen los controles, lo que fallan son las personas y los principios que se sustentan. En tanto son burgueses los que gobiernan siempre buscarán la manera de que sus egoísmos encuentren el modo de sortearlos o convertirlos en imaginarios. Debe existir en cambio un sistema en que se acepte la desigualdad esencial del ser humano y en donde como decía Platón sean los filósofos, (por supuesto que no los actuales profesores de filosofía, sino los sabios y los que se saben gobernar a sí mismos), los que gobiernen a los demás.
Contestemos pues a lo que nos dice el autor en su obra. No es que los regímenes de Primer Mundo funcionen bien porque tienen sólidas instituciones democráticas, sino porque es que gracias a la explotación que han estado efectuando de todos los demás -y nuestras lastimosas privatizaciones son un ejemplo extraordinario de ello- es que ellos han podido gozar de un sistema de bienestar privilegiado. No es que allí la clase política no robe ni sea corrupta, sino que como lo que se le roba al resto del mundo es mucho, hay para todos, pero hasta llegar forzosamente a un límite, tal como está sucediendo en nuestros días. No es que la gente no sepa que hay corrupción política, sino que la tolera en la medida que a ellos se les permite participar también del ‘bienestar’. Cuando esto se termine entonces sucederá como aconteció aquí con la crisis del 2001 en donde ya se sabía desde hacía tiempo que los políticos eran ladrones. En Italia explotó el caso de las Tangentes cuando se terminó con el comunismo ruso. Cuando la gente percibió que no había más peligro de que viniera un sistema que le pudiese interrumpir el ‘bienestar’ porque éste había desaparecido hasta en Rusia misma, entonces resolvió deshacerse de su clase política delincuencial. Ésta de todos modos supo hacer su metamorfosis y cambiar de nombre y de fisonomía, pero ahora es lo mismo o peor que antes.
A todo esto debemos agregar que este sistema letal y contrario a todo buen sentido está sistemáticamente destruyendo el medio ambiente. Pues como se trata de tener siempre más y como hay que hacer funcionar el sistema productivo ‘para que la economía crezca’ se satura de necesidades superfluas de consumo a la población, lo cual significa más destrucción de la naturaleza para producir cosas inútiles en su gran mayoría o generar necesidades ficticias respecto de cosas de las cuales no solamente se puede prescindir, sino que sería además bueno que se lo hiciera (1).
Como corolario digamos que el origen del mal hay que hallarlo en la Revolución Francesa. Aplicando la táctica indicada por Evola en Los hombres y las ruinas de confundir los principios con los representantes de los mismos, la clase burguesa dirigida por un conjunto de ideólogos inescrupulosos, supo convencer al resto de la comunidad de que como el monarca era malo era también malo el principio de la aristocracia, sino que todos eran iguales y que el problema se resolvía controlando mejor al gobernante en el ejercicio de su poder. Es decir convenció a los demás que no había necesidad de gobierno sino sencillamente de una buena administración encargada de poner límites a la libertad de todos a fin de que no hubiese conflictos de intereses. Nos trajo así este verdadero cáncer del cual el peronismo es apenas un resultado y no una interferencia respecto de un principio.





(1) Un ejemplo típico de la irracionalidad de este sistema lo tenemos en la reciente campaña de estímulo del consumo de la población incentivándola mediante planes de cuotas bajísimas a comprar plasmas en ocasión de la realización del mundial de futbol. Es de destacar aquí dos cosas. La primera que hubiera sido mucho más útil que todo ese dinero que se invierte en producir dichos aparatejos se lo hubiese empleado para construir viviendas tan necesarias para la población o para abaratar los precios de los artículos de primera necesidad que hoy se encuentran por las nubes. La segunda es que simultáneamente con la destrucción de la naturaleza aquí señalada tenemos también la de lo que queda de las mentes de las personas. Pues éstas luego de un campeonato que durará un mes tendrán que ver las alienantes imbecilidades que propala la televisión, convertida ya en un medio de perversión de las personas. Indudablemente para que un sistema tan contrario al sentido común pueda existir es necesario contar con un público votante de un nivel que solo puede hallarse en el mundo animal. Es de destacar por último que esta medida y otras similares son implementadas por un gobierno peronista ‘de izquierda’ integrado por varios marxistas declarados. Esto es pues otro ejemplo de que sea la burguesía, como el proletariado, clases por igual económicas, en el fondo tienen principios similares.

Marcos Ghio
28/06/10

lunes, 21 de junio de 2010

Un especial agradecimiento


No podemos menos sino agradecer el denodado esfuerzo que en la web realizan personas de ideología nazi, en un sentido del que luego hablaremos, las que de manera espontánea se preocupan de colaborar con nosotros en la vasta tarea periodística y judicial que estamos emprendiendo en contra de representantes sionistas del sistema encargados de vincular las ideas de Julius Evola y de nuestro Centro con el antisemitismo nazi. Entre las varias aparecidas en escena queremos especialmente señalar a una de ellas, en donde su anónimo autor, si bien nos confiesa incompetencia para efectuar un estudio de alcance sobre las relaciones de Evola con la ideología nazi que él sustenta, sin embargo nos dice aun esquemáticamente cosas sumamente esenciales y que desde una vereda opuesta compartimos plenamente.
a) En primer término que Evola no es un autor materialista como en cambio el nazismo biológico que él sustenta. Esto es en verdad un aporte muy importante especialmente viniendo de alguien de tal facción pues tiempo atrás alguno de ellos había manifestado en cambio lo contrario, que era muy moderno y por lo tanto muy materialista, asociándolo incluso con Carlos Marx (1). Que por lo tanto no considera como el nazismo biológico y tal articulista que sea el color de la piel aquello que determine lo que uno es. Señalemos de paso que para el aludido Bach y Miguel Ángel por ejemplo fueron tales por haber pertenecido a la raza blanca, de la cual por otro lado también participa la mayoría de los judíos, sin poder explicarnos por qué los que también forman o formaron parte de la misma, que pueden contarse en miles de millones, jamás llegaron ni lejanamente a tales alturas. Que, tal como veremos, mientras que el nazismo que imperó con Hitler en el poder confundió lo ario con lo germánico y consideró a todos los restantes pueblos que no lo eran como razas inferiores, el actual es en cambio más democrático ya que lo asocia con la totalidad de la raza blanca. Y en tal cambio sustancial puede percibirse la influencia norteamericana de un Rockwell o de los diferentes exponentes del Ku kux klan, así como también pueden explicarse las profundas afinidades que hoy presentan los grupos nazis con el sionismo israelita que es también racista en el sentido de ellos (2).
b) Que Evola estuvo lejos sea del nazismo como del fascismo, aunque en este último caso comete ciertas imprecisiones que seguidamente corregiremos.
c) Que Evola habría sido más antisionista que antijudío, lo cual es verdad ya que él diferenció siempre entre un judaísmo apegado a sus tradiciones sagradas del que es en cambio profano y cuyo antecedente hay que encontrarlo en el momento que pasó de la soberanía de los reyes a la de los profetas y sacerdotes, como en el caso último del fariseísmo. Esta expresión final en su desarrollo último es la que hoy propiamente se manifiesta a través del sionismo que, tal como veremos seguidamente, en la actualidad está estrechamente asociado con el nazismo biológico incluso en su racismo blanco. Por ello los nazis biológicos si bien son antijudíos, no son en cambio antisionistas.
Pero para tratar de esclarecer estos problemas esenciales y a fin de evitar ciertas confusiones vayamos a esclarecer ciertos puntos fundamentales.

1) Evola y el fascismo de Mussolini


Como bien dice nuestro articulista, Evola no fue fascista y por lo tanto no estuvo afiliado a dicho partido. Pero habría que agregar algo más: durante la primera época del fascismo Evola fue un importante opositor al sistema, aunque obviamente no desde una postura de izquierda y moderna como era el caso del antifascismo, sino desde la Derecha en un sentido tradicional. ¿Qué era lo que Evola le criticaba a tal movimiento? Justamente que era una revolución a medias pues si bien manifestaba su intención de terminar con el sistema sin embargo se aliaba con aquellas instituciones que habían permitido el triunfo de las ideas masónicas y liberales en Italia, tales como la Iglesia y la Monarquía saboyana (3), así como con sectores de la gran burguesía. Fue a causa de sus severas críticas a la firma del Concordato con el Vaticano que la revista que él dirigía en ese entonces, La Torre, fue clausurada por el régimen. Es cierto que hubo un período de mayor acercamiento, en especial a partir de 1938 cuando se promulgaron las famosas leyes raciales, las que fueron una consecuencia de su aproximación con el nacional socialismo de Alemania. En ese entonces Mussolini intentó a través de Evola promover un racismo que no otorgase primacía a lo ario-germánico como el de su aliado, el cual en razón de ello se ubicaba en una situación de superioridad con respecto a la raza meridional y latina (4) representada por Italia. La obra de Evola La raza del espíritu, en la que se despojaba al racismo de cualquier contenido étnico nacionalista y moderno, lo mismo que El mito de la sangre, fueron textos de gran aliento y por esta razón fue que Mussolini lo recibió a Evola un par de veces. Pero, tal como nos manifiesta en sus escritos, tal acercamiento quedó prácticamente en la nada debido los influjos que recibiera el Duce desde el ámbito sea de los sectores abiertamente pro-nazis como los de la revista La Difesa Della Razza, así como del clero que no le perdonaban su oposición abierta al Concordato y porque además repudiaban una doctrina que compitiera con ellos en materia de metafísica.
Las cosas serán sumamente diferentes durante el conflicto bélico. A raíz de la defección de la monarquía italiana por la que se ordenó la detención de Mussolini y la declaración de la guerra a Alemania, cambiándose abruptamente de bando, Evola se mantuvo en cambio fiel al fascismo a pesar de haber sido en su momento un opositor y de que éste sostuviese ahora dos principios regresivos, tales como el socialismo y la república. Es de destacar que hasta último momento, tal como nos relata en sus diarios, le sugirió al hijo del Duce con quien dialogaba que no era conveniente derogar la monarquía sino decretar la caducidad del monarca por felonía y su sustitución por un regente, que debía ser en este caso el Duce, lo cual no fue aceptado, pero aun así mantuvo hasta el final su adhesión a tal república en razón de que la misma sustentaba valores legionarios que debían ser rescatados ante el estado de disolución moral en que había caído su país.

2) Evola y el nazismo


Más radical ha sido sin duda la oposicón de Evola al nazismo y a la figura de Hitler respecto de la cual tuvo y reconoció públicamente una cierta negación. Sin embargo, como su crítica era, una vez más desde la Derecha y no desde la izquierda, lo que pueda haber criticado del nazismo es sumamente diferente de lo que hiciera la opinión hoy impuesta. Del mismo modo que él también fue capaz de señalar cosas positivas y rescatables así como intentar desde su posición de prestigio intelectual de promover en su seno ciertas líneas rectificatorias.
Empezando con la denominación de tal movimiento, ‘nacional socialista’, respecto de lo cual él obviamente tenía objeciones que hacer a tales corrientes decididamente modernas. Con respecto a la primera, digamos que el socialismo representaba una postura subversiva pues tendía a sustituir a la persona por la sociedad y la masa. Pero sin embargo tal denominación era aceptable si se expresaba como una reacción hacia el individualismo liberal, aunque su peligro, representado en tal caso por el marxismo leninismo, era que, confundiéndose ilícitamente al individuo con la persona, se confluyera hacia una sociedad totalitaria y de masas tal como la existente en la Rusia comunista.
Y con respecto al nacionalismo, movimiento surgido con la Revolución Francesa con la finalidad de destruir el ecumenismo medieval, solamente podía ser rescatado en tanto se reivindicase del pasado a aquellos momentos y figuras que representasen lo contrario de tales principios modernos que intentaban implantarse universalmente por el mundo. Lo repudiable del mismo era el particularismo extremo que en Alemania tenía exponentes significativos en el movimiento Romántico y en el idealismo filosófico. Era de Fichte la frase de que ‘lo alemán es para nosotros sinónimo de verdad y de justicia’. Tal nacionalismo extremo se manifestaba en el nazismo a través del movimiento racista biológico para el cual la superioridad de lo alemán estaba constituida principalmente por su naturaleza física que era lo que había determinado sus posteriores creaciones.
De acuerdo a Evola el nazismo podía superar tales limitaciones si rectificaba sus dos orientaciones originarias.
Hubo un momento de esperanza cuando se produjo la primera rectificación en 1934 al depurarse su ala izquierda representada por las SA de Rohm y los hermanos Strasser que buscaba la alianza con la URSS en contra del occidente liberal, tratando de constituir así un socialismo de corte sovietizante y comunistoide. Se ensalzó así la idea del socialismo entendido como comunitarismo y la alianza y no la lucha de clases.
Faltaba lo más difícil de todo cual era la rectificación del espíritu nacionalista particularista y moderno inserto en la tradición germánica con el romanticismo y cuyos principales exponentes eran los miembros de la escuela racista biológica representada principalmente por Rosenberg y Günther. Esta corriente será nefasta para los mismos intereses de Alemania y ello se lo verá expresamente en la fallida invasión a Rusia. Cuando los alemanes entraron a territorio soviético fueron recibidos con flores por la población que creyó ver en ellos a auténticos liberadores del comunismo. Se constituyó rápidamente, con el general Vlasov a la cabeza, un Ejército ruso anticomunista multitudinario. Pero el nazismo en ese entonces, debido a las influencias nefastas antes mentadas, trató por igual a todos los rusos desde un punto de vista exclusivamente biológico. Como éstos eran eslavos (no importaba si comunistas o no) e incluso se hacía una analogía con la palabra ‘esclavos’, debían ser tratados como tales, es decir como una raza inferior que estaba condenada a obedecer. De esta manera se le hizo un extraordinario favor a Stalin quien muy hábilmente supo tocar la vena nacionalista de su nación dejando a un lado por un tiempo su consigna de que ‘los proletarios no tienen patria’.
Muy tardíamente, cuando la guerra estaba ya por terminar se comenzó a rectificar esta nefasta idea de la superioridad racial del alemán cuando la organización SS de Himmler comenzó a ser concebida en plena contienda como una orden a la que para pertenecer lo que importaba no era la raza a la que se pertenecía sino la concepción del mundo que se sustentase. Fue así como hubo divisiones de todas las razas. Junto a alemanes lucharon árabes, hindúes, y hasta negros africanos. Esto, que no era otra cosa que ratificar el principio evoliano de raza del espíritu, es decir de una raza que se actualiza y se descubre en lo más profundo de sí como una concepción del mundo que se posee y defiende, como decíamos, sucedió demasiado tarde como para haber podido rectificar el rumbo de los acontecimientos y enmendar los graves errores cometidos.

3) Evola y Nietszche frente al problema judío

Nadie pone en duda de que exista un problema judío y la realidad de nuestros tiempos con las matanzas producidas cotidianamente por el Estado de Israel son un ejemplo claro. Pero hay dos maneras posibles de tratarlo. Existen ciertas posturas antisemitas que por su extremismo declarado terminan haciéndole el juego al mismo enemigo que dicen combatir. Esto lo vio con claridad Nietzsche cuando enfrentó con dureza a los movimientos antisemitas de su tiempo a pesar de manifestarse abiertamente como contrario al judaísmo. Él consideraba con agudeza que la raza judía era una raza fracasada ya desde el mismo momento en que hacía 2000 años había sido derrotada sin haber podido conseguir nunca reconstituirse como Estado al no aceptar su situación. Pero que lo que más la habría favorecido era la persecución y por reacción generarle en su seno un nacionalismo, tal como hoy se encuentra representado por el movimiento sionista que Nietzsche no alcanzara a conocer pero que previera lúcidamente en su crecimiento gracias a la acción obtusa llevada a cabo por los antisemitas extremistas. Contrastando con Wagner para quien el judío debía ser convertido a la religión cristiana, política que era en ese entonces también la de la Iglesia, él decía que aunque resultare paradojal lo mejor era no hacerles nada, dejarlos transcurrir que ellos solos se iban a terminar eclipsando. Más aun dejarlos que se integren a la sociedad y que actúen en ella como un factor de corrosión y destrucción. El nuevo orden que habría de surgir, el superhombre, solamente podía operarse con la destrucción del hombre viejo en lo cual el judío habría de cumplir una importante función. Dejando de lado ciertos detalles secundarios y discutibles como el de la doctrina del superhombre, lo que podemos sin lugar a dudas reconocer es que Nietzsche tuvo razón en contra de Hitler quien sería más tarde el representante de ese antisemitismo que él combatiera en vida. Gracias a la persecución que el nazismo les hiciera a los judíos, el sionismo halló razones suficientes para constituir el Estado de Israel. Se necesitaba pues de un movimiento que problematizase hasta los extremos la existencia de un problema judío para que éste hallase su resolución en la existencia de un Estado.
Esta afinidad con el sionismo contrastante con la profunda enemistad hacia el judío fue incluso testimoniada con hechos puntuales no sólo en el nazismo sino aun en el mismo fascismo. Esto fue evidente antes de que estallara la guerra. En 1934 Mussolini se reunió con representantes del movimiento sionista internacional que pensaban realizar un congreso en un principio en Roma, el que luego por razones prudenciales se resolvió hacer en Basilea y Mussolini allí manifestó textualmente: “Yo me considero sionista”. (5) Y se ha sabido también que importantes dirigentes del sionismo como Zapotinsky y Weiszmann tuvieron reuniones con integrantes del gobierno nazi con la finalidad de discutir conjuntamente el establecimiento de un Estado judío en ese entonces en Madagascar. Fue al parecer el desacuerdo del gobierno francés de Pétain lo que impidió llevar a cabo tal proyecto.
Pero si con estas reuniones el mismo no se pudo llevar a cabo fue gracias a los campos de concentración y a los judíos perseguidos y muertos durante la guerra que el sionismo encontró la excusa adecuada para convencer a su colectividad y al mundo entero de que era indispensable encontrar un territorio en donde estar para evitar futuras persecuciones. El nazismo y el fascismo pues si bien fueron antijudíos, sin embargo no fueron igualmente antisionistas y ello hoy es una cosa que se ha hecho ya evidente con los apoyos recíprocos que reciben integrantes de ambas ideologías.
Lo ideal hubiera sido pues seguir la política indicada por Nietzsche, no perseguirlos, no convertirlos en víctimas, en lo cual son expertos, dejarlos incluso integrarse a la propia comunidad, sin por ello dejar de estar alertas respecto de las influencias negativas que pudiesen generar.
Evola iría un paso más adelante sugeriría que un Estado tradicional debería ayudar al judío a retornar a su propia tradición y por lo tanto el mal principal que habría que combatir sería el sionismo que es la expresión nacionalista y secularizada del judaísmo clásico.

4) El nazismo de hoy

Después de los resultados bélicos el mundo entero ha entrado en un estado de regresión y esto ha también acontecido con el movimiento nazi. Las dos tendencias, socialista y nacionalista, que a tientas habían logrado rectificarse, tras la derrota salieron a la palestra en toda su crudeza y con rasgos más extremistas que en el período prebélico. Así pues el socialismo nazi que con los Strasser promovía la alianza con la Unión Soviética, hoy con el nacional comunismo no solamente lo critica a Hitler por no haber seguido tal orientación, sino que abiertamente promueve que su movimiento se subordine como un verdadero títere a los intereses de Rusia (6). Pero la otra vertiente, aquella que enfatizaba en el nacionalismo racista tardíamente superado en los finales de la contienda, ha retornado al racismo más biológico y burdo haciendo una defensa apasionada de la raza blanca, ya no meramente aria como hacían los maestros del racismo germánico para los cuales lo ario no era sinónimo de blanco, pues había un crisol de razas en el medio, sino incluyendo en su seno a todos aquellos individuos que no tienen piel oscura. Este materialismo regiminoso hace no solamente que terminen apoyando al sionismo israelita pues es una pequeña resistencia blanca en medio de poblaciones semíticas de piel oscura que los quieren avasallar, sino también a Bush en vez de Bin Laden o a Zapatero en vez del Mullah Omar.



(1) Citamos al respecto especialmente al Sr. Erwin Robertson que en la revista que él dirige, Ciudad de los Césares, manifestó las cosas que aquí decimos, habiendo sido un antecedente en el mismo sentido un tal Jorge Lastarria, individuo de reconocida militancia nazi, quien en un artículo titulado Vino nuevo en odres viejos, señalaba también que Evola era en el fondo moderno y materialista y que todo lo que de metafísica había en él era utilizado en un sentido mítico en lo cual en el fondo no creía.
(2) Es de señalar al respecto dos hechos acontecidos en los últimos tiempos. El primero de ellos fue el público reconocimiento de que el régimen israelí intentó apoyar al blanco del appartheid de Sudáfrica brindándole tecnología nuclear. El segundo ha sido la pública manifestación de sectores de extracción judía ashkenazi blanca de no querer compartir las escuelas con judíos sefaraditas de piel oscura para no mezclar las razas y mestizarse.
(3) Con respecto a esta última institución, a la que el articulista por ignorancia hace adscribir a nuestro autor como un defensor a ultranza de la misma, digamos que una cosa es defender el principio monárquico como opuesto al republicano y sostener por lo tanto que el poder debe ser absoluto y sin limitaciones en tanto fundado en un carisma espiritual, y otra cosa muy distinta es defender a representantes que se han apartado y traicionado a la misma, como el caso de la dinastía Saboya. Si Evola hubiese sido, tal como dice nuestro desinformado articulista un monárquico a ultranza ¿cómo se hubiese podido explicar que apoyara a la República de Saló en contra del rey de Italia que en septiembre de 1943 se pasó del lado de los Aliados?
(4) Al respecto Alfred Rosenberg en su esencial obra El mito del siglo XX tenía capítulos contundentemente críticos hacia la herencia romana a la que calificaba como una intromisión semítica en el seno de la arianidad germánica. Rosenberg reivindicaba a los reyes bárbaros que se sublevaron contra Roma y repudiaba en cambio a aquellos que como Carlomagno adhirieron al catolicismo romano. Incluso llega a resaltar a la figura de Lutero como el gran rebelde respecto de la soberanía romana.
(5) Renzo de Felice, Storia degli ebrei italiani sotto il fascismo, Turín 1988, pg. 159.
(6) Hemos señalado como una de las tantas expresiones de este estado de genuflexión que llega a límites patológicos al español Movimiento Social Republicano, exponente en tal país de tal corriente, el cual ha hecho alabanzas públicas de las masacres que el genocida Putin ha efectuado con ciudadanos chechenios.

Marcos Ghio
21/06/10

domingo, 13 de junio de 2010

HAY QUE APOYAR A LOS AMBIENTALISTAS DE GUALEGUAYCHÚ


El tema de las papeleras y de la perseverante protesta de los ciudadanos de Gualeguaychú ha sido ya desarrollado por nosotros ampliamente en otras oportunidades, por lo que, para no ser reiterativos, nos remitimos a un artículo que publicáramos hace más de tres años.
Nuestro interés es aquí, en especial a la luz de los últimos acontecimientos, resaltar que un movimiento alternativo que no sea de izquierda, sino de derecha en un sentido estricto y tradicional (1), debería declararse sin más como anticapitalista rescatando los principios propios de las sociedades tradicionales para las cuales la economía no era el destino del hombre, en donde la vida era concebida como un medio para alcanzar una dimensión superior y que, ante el desarrollo compulsivo de la tecnología tal como acontece en nuestros días, debería sostener la defensa del medio ambiente y oponerse con todas las fuerzas a la contaminación y destrucción de la naturaleza, comprendiendo todo ello como el efecto de algo superior cual es la contaminación de la esfera espiritual en el hombre al convertírselo en una mera máquina encargada de consumir y producir. Por lo tanto la ecología, comprendida aquí como la defensa de una vida frugal y en armonía con el medio ambiente, debería ser una bandera a levantar por parte de un movimiento alternativo al sistema. Pero al respecto, debido a que competimos en materia de protesta con la izquierda, la que ya se ha apropiado de tal bandera desde hace tiempo a través del movimiento de los Verdes, debemos decir que hay dos tipos de ecologismo, uno de carácter moderno y por lo tanto convencional e izquierdista para el cual todo se reduciría a la búsqueda de tecnologías alternativas que contaminen lo menos posible dejando así intacta la mentalidad consumista y materialista y otro en cambio de carácter tradicional para el cual la contaminación del medio ambiente es tan sólo el efecto de una contaminación interior producida en el hombre por la cual se lo ha convertido en un ser puramente material y tecnológico, en tanto que para la sociedad moderna la meta de la vida es producir y consumir siempre más, lo cual proporcionaría al hombre la verdadera felicidad. Es de destacar aquí que la izquierda, especialmente la marxista, no se opone al capitalismo en cuanto a su espíritu materialista y económico, sino que solamente contrasta con sus políticas distributivas y de gestión empresarial. Más aun, ella considerará al capitalismo como algo superior a la sociedad medieval, como el producto de un progreso evolutivo y fatal que conduce necesariamente al socialismo, el cual sería un estadio superior en el proceso moderno. Esto es lo que explica que los principales regímenes comunistas del planeta, tales como China y Rusia, hoy se hayan convertido sin más en sistemas capitalistas y de mercado sin necesidad de ningún tipo de revolución en sus seno y conservando incluso el aditamento de ‘socialista’ para el mismo.
Nuestro ecologismo debe fundarse en cambio más que en una serie de consejos respecto del buen uso de la tecnología en una verdadera y propia desintoxicación por parte del hombre de todo aquel materialismo esencial que lo circunda y del cual participan por igual todas las ideologías reinantes. Debería plantearse como meta a un hombre que evitara rodearse de cosas superfluas que solamente le sirven para alienarse cada vez más; su máxima tendría que ser la frugalidad en la cual el ocio debe estar por encima del trabajo y la actividad contemplativa debe tener primacía sobre la técnica y la acción. Al respecto sigue teniendo pues vigencia la misma idea que hemos planteado en el artículo anterior escrito hace más de tres años con respecto al tema de las papeleras en el sentido de que en realidad más que pensarse en la reubicación de las mismas para que de un lugar se trasladen a otro, cambiando así el espacio de la contaminación, ya que las mismas representan siempre un peligro potencial, pues un mero y simple accidente puede producir daños irreversibles en los ríos cuya agua consumimos todos, sino lisa y llanamente su supresión en función de lo inútil que representa hoy en día esa infatuación de prensa escrita y superficial por lo general destructiva de la mente y alma de las personas. Vale aquí la misma idea con respecto al tema del analfabetismo, ya desarrollado también en aquella nota. Más que interesarnos que la gente aprenda a leer, debe preocuparnos lo que leerá. Antiguamente existían analfabetos cultos, hoy en día la gran mayoría de nuestros profesionales universitarios carece de cultura. Y ni qué decir de la gran mayoría de las personas que se satura con las imbecilidades que propalan nuestros medios masivos de difusión. Por lo cual si para editar tantas porquerías hay que contaminar los ríos tenemos argumentos de sobra para oponernos a tal destrucción del medio ambiente que es solidaria con la de las mentes de las personas.
Ahora bien desde el momento en que redactáramos aquella nota hasta nuestros días se han producido ciertos fenómenos que queremos señalar aquí. Por un lado estamos presenciando la masiva deserción de la izquierda en el apoyo a los asambleístas de Gualeguaychú en tanto que se ha mostrado cómo su adhesión a tal causa no era incondicional, sino que estaba subordinada a otras finalidades de carácter político y partidista. No cabe duda de que los apoyos recibidos en materia internacional por parte del gobierno uruguayo hacia la candidatura del presidente Kirchner en el Unasur, deben haber repercutido sobremanera para que se resignen una serie de principios ecologistas. Y algo similar ha acontecido con el líder piquetero D’Elía quien ha renunciado a su anterior adhesión a tal causa solicitando abiertamente el levantamiento del corte del puente entre las dos naciones por razones estrictamente políticas.
Nuestra consigna debe ser al respecto que ninguna conveniencia de tal tipo puede estar por encima de un problema de principios, en especial cuando lo que está en juego es el propio medio ambiente y aun nuestra misma supervivencia como nación. En esto es que se debe diferenciar también una derecha de una izquierda. Para la izquierda los intereses, llámense políticos o económicos, siempre tendrán primacía sobre los principios. Para la derecha en cambio es lo opuesto exacto.
Pero queremos agregar a este tema de las papeleras en cuanto a su efecto contaminante otro que ha pasado desapercibido en tanto que no se lo ha relacionado con el mismo. El reciente descubrimiento de petróleo en el mar circundante de las islas Malvinas por parte de los ingleses agrega una nueva cuota de preocupación en cuanto al tema ecológico. Una vez más la fiebre consumista del capitalismo asociada a la desesperación que produce la falta de petróleo en el planeta lo ha llevado en los últimos tiempos, en su búsqueda de tan vital materia prima, a abrir pozos en la profundidad de los océanos, descuidando totalmente los daños eventuales que ello pueda producir en el medio ambiente. La superficie marítima bien sabemos que es sumamente inestable en cuanto a la posibilidad de marremotos u otros accidentes difíciles de controlar, tal como lo que está sucediendo hoy en día en las costas del Golfo de Méjico en donde un pozo petrolero a dos kilómetros de profundidad no puede ser controlado y ha producido una contaminación que ha ya superado en 8 veces a la que se produjera en las costas de Alaska con el hundimiento del superpetrolero de la Exon. Lo curioso de todo esto es que los días pasan y no se ha logrado aun resolver este problema incrementándose hora a hora los índices de contaminación hasta límites inimaginables. Nos preguntamos al respecto ¿qué pasará el día en que Inglaterra, que también se encuentra desesperada por obtener petróleo ya que no lo puede sacar regularmente del Medio Oriente por sus distintas guerras, comience a querer extraerlo de las aguas territoriales de Malvinas? ¿Actuará en este caso la Argentina con la misma frivolidad con que hoy lo está haciendo con la papelera Botnia, la que está a punto de aceptar en su funcionamiento a pesar de saberse que es un foco potencial de contaminación?


(1) Lamentablemente, debido al tremendo grado de desinformación que hoy existe, señalemos una vez más que el sentido con el cual utilizamos la palabra derecha obviamente no es el de lo que habitualmente se entiende como tal, pensemos por ejemplo en sujeto como Macri o el ingeniero Alsogaray, entre tantos. Esta corriente no se diferencia cualitativamente de la izquierda en la medida que como ésta resalta el proceso moderno de desarrollo industrial, diferenciándose tan sólo en lo secundario que es lo relativo a la manera cómo se organiza la producción y se distribuyen los bienes, pero en lo esencial, cual es su materialismo y su visión economicista de la política, los hace a ambos como de izquierda. Y son también de izquierda en tanto son democráticos e igualitarios. Ser de derecha significa en cambio oponerse al sistema democrático y sostener frente al concepto de igualdad el de la desigualdad jerárquica.

Marcos Ghio
14/06/10