lunes, 28 de septiembre de 2015

GHIO: DERECHA Y TERCERA VÍA

DERECHA Y TERCERA VÍA



Días pasados fuimos invitados a hablar en un centro cultural de una localidad suburbana de Buenos Aires en donde, ante un auditorio principalmente de jóvenes, se nos pidió, luego de haber concluido nuestra exposición, si podíamos extender por escrito algunas de nuestras reflexiones sobre el tema de la dicotomía izquierda y derecha vista de la óptica tradicional y evoliana. He aquí la primera de nuestras reflexiones.


Los que participan de la opción conocida como de la tercera vía parten de un error sustancial de carácter doctrinario consistente en aceptar las reglas de juego que la modernidad, es decir el sistema actual que nos esclaviza, ha impuesto en materia de ideologías y posturas políticas.
Se supone falsamente que, en tanto el liberalismo sería la derecha y el marxismo la izquierda, y en la medida que se trataría de partes por igual de un sistema con el cual hay que contrastar, debería sostenerse el viejo slogan de que ‘no somos ni de izquierdas ni de derecha’. Ante lo cual lo primero que habría que decir es que tales atribuciones de izquierda y de derecha que hoy se efectúan no pertenecen al orden normal de lo que las cosas son, sino el producto de una serie de distorsiones de la realidad a las cuales nos tiene acostumbrado el mundo moderno. Para éste, en tanto entidad unidimensional que rinde culto a la historia y por lo tanto a lo que es meramente temporal y mutable, regiría en todas partes el relativismo y no existirían significados unívocos de las cosas, sino que los mismos tendrían que ver con las circunstancias que suceden que, en tanto vertiginosamente cambiantes, estarían vinculadas con modas y caprichos, es decir con cuestiones más accidentales que con esencias propiamente dichas. De acuerdo a la cosmovisión que comparten de manera fanática y acrítica todos los integrantes del mundo moderno en unanimidad, en el universo no regiría un orden fijo de las cosas sino algo así como un caos creador que lo modificaría absolutamente todo pero de manera automáticamente benéfica sucediendo tal cosa aun con el significado de las mismas palabras, en modo tal que hoy día solemos presenciar que ideologías políticas que fueron habitualmente y con razón reputadas como de izquierda, tales como el liberalismo o el bolchevismo comunista, han pasado a convertirse sin más y con el tiempo como en expresiones de derecha en tanto defensoras del statu quo en un universo al que se reputa cambiante absolutamente, es decir en tanto representantes del gobierno o del grupo de personas que se encuentra detentando el poder y que no serían suficientemente mutables en función del proceso que se estimula. Y a su vez, en razón de este culto por lo accidental en donde la moda y lo novedoso resulta lo más aceptable de todo, de la misma manera que sería muy bueno ser joven y tremendamente malo ser anciano, sucede que también no haya prácticamente nadie que hoy en día quiera recibir el nombre de derecha y que inmediatamente corrija al que se lo achaca como si se tratase de un insulto recibido y diga que en todo caso se trata de una persona de centro o moderada. Es decir que la realidad es que las ideologías modernas en el fondo son todas de izquierda puesto que es lo propio de tal concepción del mundo (recordemos que moderno es lo relativo al modo, es decir a lo que cambia y muta con el transcurso del tiempo), discrepando tan sólo en el temperamento con el cual se quiere adherir al mismo, es decir que se puede ser moderado en la aceptación del movimiento o en cambio impulsivo e impaciente en cuanto a su consumación: en esto en el fondo se encontrarían las diferencias entre las distintas ideologías modernas. Por lo cual y como una primera aproximación podemos decir que el movimiento que se titula a sí mismo como de tercera vía o tercera posición en última instancia concuerda con la modernidad en reputar a la derecha como una cosa mala y despreciable y si bien pareciera hacer lo mismo con la izquierda sin embargo, justamente en tanto es moderno en el fondo, ha habido casos muy conocidos por nosotros de personas de tal corriente que no han hesitado finalmente en reputarse como de izquierda o afines con ciertas formas de tal ideología, tales como los nacional comunismos, los eurasianismos o los fascismos abiertamente de izquierda y montoneros. Y podríamos agregar también que tales movimientos son también democráticos pues aceptan sin más el dogma de la soberanía popular y que la mayoría de ellos participan de actos electorales organizados por el sistema.
Absolutamente opuestas a todas estas posturas modernas, llámense de izquierda, de falsa derecha o centro, o de tercera vía en todas sus distintas manifestaciones, es el pensamiento tradicional evoliano (1). Para el mismo derecha e izquierda, más que modos o modas políticas relativas e intercambiables, son dimensiones metafísicas contrastantes y de carácter absoluto y unívoco. Aceptar las calificaciones y descalificaciones antes mencionadas es sucumbir al culto propio de la modernidad. Desde la óptica tradicional por izquierda debe entenderse algo mucho más vasto y abarcativo de lo que hace en cambio el punto de vista moderno: se trata del mundo del caos y de lo que no tiene forma, es decir de la materia, de aquello que en cuanto pura potencia marcha en manera irreversible y acelerada hacia la nada o a la autodestrucción, a no ser que una forma se le imprima y ordene otorgándole un sentido propio. La adoración de la materia y de sus expresiones, tales como el tiempo, el cambio y el movimiento es lo propio de la izquierda. Se trata en el fondo de una expresión religiosa (en tanto fundada en una fe) de carácter materialista (de mater= madre y por lo tanto lo relativo al matriarcado comprendido como la sociedad igualitaria y comunista) que rinde culto a aquello que es sin forma, por lo tanto a la masa votante y a su principio propio que es la igualdad y a su manifestación política consecuente que es la democracia, sistema éste compartido también por todas estas distintas ideologías de manera por demás fanática, en modo tal que así como un teísta cree que Dios es la única realidad buena y verdadera, para el materialista ésta es la democracia, siendo todas las demás formas de gobierno concebidas como experimentos fallidos, o en todo caso fenómenos del pasado que, a través del ensayo y error de carácter evolutivo, nos han conducido a este mundo magnífico y cada vez más perfectible que es la democracia.
Derecha en cambio es lo relativo al cosmos, al orden,  a la jerarquía y por lo tanto a la desigualdad pues es un hecho irrebatible mostrado por la misma experiencia que donde existe humanidad es donde encontramos más desigualdad que en cualquier otro orden de la naturaleza. La primera y principal de las desigualdades es, tal como decía Platón, entre quienes son capaces por naturaleza propia de gobernarse a sí mismos y los que en cambio precisan que sean otros los que lo hagan,  teniendo por lo tanto como propio la forma de gobierno aristocrática e imperial, la cual, es bueno decirlo, fue la que existió siempre en la humanidad, salvo y con distintos altibajos en los últimos 200 años de subversión moderna extrema y de izquierdas, es decir de aquello que los clásicos calificaron como le edad del hierro en su fase más sombría y crepuscular o el Kaliyuga. Puede decirse sin lugar a dudas que el pensamiento tradicional es de derecha en el sentido estricto de la palabra porque significa jerarquía y por lo tanto niega de manera absoluta el dogma esencial en que se funda el mundo moderno en todas sus variantes variopintas, sea liberales como marxistas o de la autodenominada tercera vía (2). Desde un punto de vista tradicional lo que distingue a la izquierda de la derecha es que mientras que la primera cree en el dogma de la igualdad y por lo tanto en que la soberanía proviene del pueblo o masa votante, la derecha en cambio sostiene el principio de que la soberanía viene de lo alto, de Dios expresado en la figura del jefe, caudillo, califa o emperador, de acuerdo a las distintas formas en que se ha expresado la Tradición, el cual debe encontrarse rodeado por un consejo de sabios, los filósofos de los cuales hablaba Platón, es decir el sistema aristocrático y no democrático de gobierno.

(1)   Usamos la palabra evoliano como aditamento de tradicional debido a que este último término ha padecido una serie de confusiones semánticas asimilándoselo muchas veces con el folklore o con el integrismo católico güelfo que se encuentra en nuestras antípodas.
(2)   Por tercera vía debemos entender actualmente a todos estos grupos de origen europeo identitarios sea los pro-rusos como los que no lo son, pero que en el fondo comparten por igual la devoción moderna por la democracia, la que practican electoralmente toda vez que se le presenta la ocasión. Esto se debe principalmente a la influencia nefasta que ha tenido la Iglesia católica (no el catolicismo como religión que debe ser distinguido de su expresión güelfa) que nunca y en ninguna de sus encíclicas, aun en épocas mejores de la actual como la del Sillabus, condenó explícita y frontalmente a la democracia, sino que abrió las puertas a la posibilidad de la existencia de una democracia buena y digerible.

Marcos Ghio

27/09/15

RAMÍREZ: EJES ESTRATÉGICOS DE LA TERCERA GUERRA MUNDIAL

EJES  ESTRATÉGICOS  DE  LA  TERCERA  GUERRA  MUNDIAL



     Han sido el Centro Evoliano de América, la Agencia Informativa Kaliyuga y la publicación El Fortín los primeros en Occidente y desde el 11-9-01 en referirse al tema de la tercera guerra mundial, guerra que enfrenta dos concepciones antitéticas del mundo y de la vida, al espíritu tradicional contra el mundo moderno. Desde entonces y paulatinamente otras voces, como por ejemplo la del Papa Francisco,  también se han alzado para hablar de la tercera guerra mundial, pero lo han hecho sin claridad, sin referirse a los contendientes en lucha y menos aún en qué bando se ubican los opinantes, aunque sospechamos y con razón que lo hacen del lado de los defensores de la podrida democracia, de la civilización en desintegración, de los falsos derechos humanos y en contra de lo que llaman la “barbarie y del medievalismo”. Los aspectos doctrinarios de esta guerra han sido ya tratados varias veces en estas páginas y audiciones, por lo que ahora queremos referirnos a los ejes estratégicos. La estrategia, como se sabe, son los medios que se aplican para ganar la guerra.
     En primer lugar están las acciones en los distintos frentes de guerra en Asia y África en los cuales el fundamentalismo islámico ha obtenido notables éxitos que ya los medios de comunicación no pueden ocultar, mal que les pese a las legiones de publicistas y periodistas venales y corruptos.
    En segundo lugar está el tema de llevar la guerra al territorio enemigo. EE.UU. y otras potencias bombardean mediante bárbaros ataques aéreos poblaciones civiles, sostienen gobiernos títeres y tratan de organizar ejércitos mercenarios. ¿Por qué entonces el fundamentalismo no tiene derecho a contraatacar en el territorio enemigo mediante acciones de guerra mal llamadas terrorismo? A esto apunta el reciente llamado de Ayman Al-Zawahiri de solicitar a los “lobos solitarios” que efectúen ataques en EE.UU. y en los países agresores.
     En tercer lugar, formaría parte de una estrategia global la cuestión de las migraciones hacia Europa. Esto puede constituir una formidable arma contra el enemigo moderno. No nos detendremos en la cuestión humanitaria, que tantos lloros hipócritas provoca en todo el mundo, y en donde vemos que los mismos que dicen que van a acoger refugiados  bombardean poblaciones civiles en Siria e Irak. Consideraremos la cuestión en forma fría y desde la “realpolitik”.
    Esas masas inmigratorias, en virtud de su religión y cultura, contribuirán sin quererlo a la desintegración europea, continente que ya carece de religión, según lo expresó el entonces papa Ratzinger. Los grupos identitarios que pululan en Europa recibirán un duro golpe, lo mismo que los que intentan recrear una religión neopagana. Europa se ha manifestada enemiga del fundamentalismo islámico de manera que lo que causa daño a ese enemigo es un arma estratégica en esta tercera guerra mundial. Algunas mentes lúcidas de ese enemigo lo han dicho con claridad. Así el ministro de RR.EE. de Francia, Laurent Fabius, expresó hace pocos días: “Si todos estos refugiados vienen a Europa o a otros países, el Estado Islámico habrá ganado la partida.” Por su parte el ministro alemán de RR.EE. dijo:”El tema nos produce dolores de cabeza…tenemos la preocupación de si va a durar si las cifras son como en este momento.” No lo dude Sr. Ministro, esto va a durar y se incrementará.
     Finalmente como otro eje estratégico digamos que el Estado Islámico en Libia ha clausurado los bancos hasta tanto se adapten a la “sharia”-ley religiosa -  e invitado a sus trabajadores a que los viernes concurran a las mezquitas a pedir perdón por trabajar con intereses, es decir con la usura. Frente a Libia, del otro lado del Mediterráneo, Grecia cae sometida por los usureros. La lucha contra la usura es una bandera mundial válida no solamente para los musulmanes sino también para quienes no lo somos, y ahí tenemos una preciosa arma para utilizar en nuestros países íberoamericanos todos ellos de rodillas ante el poder financiero internacional y nacional.

San Carlos de Bariloche, 14 de septiembre del 2015.

JULIÁN  RAMÍREZ


viernes, 11 de septiembre de 2015

14 AÑOS DE GUERRA DE CIVILIZACIONES

14 AÑOS DE GUERRA DE CIVILIZACIONES
























El siglo XXI comenzó con un movimiento de reversión respecto del rumbo impreso a la humanidad a partir de la revolución francesa. Luego de dos siglos de secularismo y de negación metafísica, caracterizados por la destrucción de los imperios para ser sustituidos por democracias y de la imagen divina del hombre para emparentarlo en cambio con un chimpancé, un 11 de septiembre de 2001 un grupo pequeño de mártires demostró la gran parodia en que se cimentaba el mundo moderno. Que en tanto no era cierto que la realidad física se tratara de lo único existente, tampoco lo era que la modernidad fuese un régimen invulnerable y omnipotente pues era posible causarle grandes daños con una insignificante organización en tanto que Dios lo era todo; es decir que el hombre era superior a la máquina y al animal pues a diferencia de éstos era capaz de producir héroes en su seno.
Más tarde y luego de 14 años de guerra provocada, la situación ha sido la siguiente. El imperio oriental o califato disuelto por las democracias a partir del tratado Skypes-Pikot de 1916 ya ha comenzado a reconstituirse. Poco a poco van desapareciendo allí las republiquetas masónicas creadas a similitud de lo acontecido en el continente americano y en los Balcanes. Libia, Siria, Túnez, Marruecos, Argelia, Yemen, Irak, Afganistán, poco a poco comienzan a disolverse para reagruparse bajo la forma superior de Estado en donde Dios y no el pueblo sean la fuente de la soberanía. Frente a tal proceso regresivo la modernidad reacciona, pero a través de sus valores caducos. En tanto para ésta la vida representa el valor supremo y tras haber experimentado en carne propia lo que significa morir en la guerra, hoy acude para defenderse al empleo de sus armas sofisticadas creyendo una vez más que son superiores al hombre. De allí que en esta guerra acuda a bombardeos masivos,de la misma manera que lo hiciera en la Segunda guerra mundial, aunque esta vez se topa con un enemigo para el cual la supravida lo es todo y la muerte heroica una gracia recibida en tanto es el camino para ingresar al Cielo. El segundo procedimiento es la guerra psicológica a través de la propaganda modeladora. Del mismo modo que para explicarnos nuestro pretendido origen animal acuden a 'pruebas' que refutarían nuestra dimensión trascendente, las diferentes tesis montajistas elaboradas por la modernidad tienen por fin explicarnos también con 'pruebas' que del mismo modo que Dios no existe tampoco hay héroes capaces de destruirla, sino simples operadores o agentes de la única realidad existente. Pero tal como dijera el maestro Evola, así como los fósiles encontrados pueden servir para explicar el origen animal del hombre, también pueden hacerlo con su tesis contraria, es decir para explicarnos la decadencia y caída acontecida respecto de un origen divino y superior en relación al cual la modernidad es su secuela. De la misma manera todas las 'pruebas' que hoy se esgrimen y producen sirven también para mostrarnos la desesperación que les genera conocer la realidad que los atormenta tanto: que Dios existe pues hay héroes que lo testimonian.
Los hechos últimos son los siguientes. El mundo moderno se desespera para evitar la reconstitución de los imperios pero se encuentra en desventaja respecto de tal lucha en tanto que Dios a través de la figura de los héroes no está de su lado y Rusia y Norteamérica, en tanto fueron derrotados en Afganistán e Irak, tienen que acudir por igual solamente a bombardeos para sobrevivir. No encuentran a esta altura del partido a figuras serviles que hagan la guerra por ellos como en otros tiempos entusiasmándolas con la democracia, los derechos humanos o  la utopía comunista.

martes, 8 de septiembre de 2015

RAMÍREZ: OCCIDENTE: DE LA DECADENCIA A LA DESINTEGRACIÓN

OCCIDENTE: DE  LA  DECADENCIA  A  LA  DESINTEGRACIÓN


    

    Los acontecimientos que se están produciendo en Europa dadas las masivas migraciones de pueblos de Medio Oriente y África nos remiten a un tema tratado por el historiador inglés Arnold Toynbee ( 1889-1975) en su extensa obra en doce tomos “Estudio de la Historia”. Toynbee no es santo de nuestra devoción, sus teorías son de neto corte historicista y naturalista, tratan de un estudio comparado de todas las civilizaciones, tanto las fenecidas como las actuales, de su nacimiento, crecimiento, auge, apogeo, colapso y desintegración, pero podemos rescatar algunos temas tales como la importancia fundamental que otorga a las religiones, y en el caso que queremos tratar, a la desintegración de las civilizaciones.
     De la decadencia de Occidente, cabeza de la civilización moderna, ya nos hablaron Spengler, Guénon y Evola, desde distintos puntos de vista. Toynbee, defensor del imperio británico y de sus aliados occidentales, no se atrevió a hacerlo e incluso fue optimista con relación al futuro de Occidente. Pero es interesante su planteo de la desintegración de todas las civilizaciones fenecidas, y al respecto indica varios de los signos y procesos que las acompañan. Uno de ellos es la migración de pueblos de otras civilizaciones hacia la civilización en desintegración, como ocurrió durante la decadencia del imperio romano, que fue paulatinamente invadido, pacífica o violentamente, por pueblos ajenos a su religión y cultura.
     Y esto nos trae al presente. Europa, madre del Occidente excristiano, se ve invadida por poblaciones de otro origen, de otra religión y de otra cultura. Lo expresó claramente el primer ministro húngaro Orban hace pocos días: “No son 150 mil inmigrantes y refugiados los que algunos quieren dividir en cuotas. No son 500 mil, una cifra que he escuchado en Bruselas, sino que son millones y después decenas de millones, porque el flujo de inmigrantes no tiene fin.” Y prepara tropas para enviar a la frontera con Serbia.
     Como siempre los medios internacionales deforman la realidad y no van al fondo del tema y lo disfrazan de una cuestión humanitaria o que la causa es el fundamentalismo islámico que  desarrolla guerras en varios lugares de medio oriente, África y Afganistán. Sin restarle alguna importancia a estas cuestiones digamos que lo fundamental y lo que se calla es que nos encontramos en presencia del paso de la decadencia a la desintegración de Occidente. Lo que Toynbee estudió en otras civilizaciones es hora de aplicarlo a la civilización occidental.
     Una Europa sin religión, materialista, consumista, hedonista, sin fuerzas creadoras, que durante siglos asoló al resto del mundo y lo contaminó con las más subversivas ideologías ahora se encuentra confundida e impotente para hacer frente a la realidad de la presencia de pueblos que sí tienen una religión y la viven en su vida cotidiana, pobres y miserables, pero animados de fuerzas espirituales y vitales que significan superioridad sobre los europeos. Incluso en el plano demográfico sus índices de crecimiento son mucho más elevados que los de los europeos, lo que augura el crecimiento de una ola que sumergirá al viejo continente.
     Y este tema de las migraciones hacia Europa, no empezó en estos días. La cuestión se viene arrastrando desde hace muchos años cuando aún no había guerras a las que culpar del hecho, pero Europa careció y carece de las elites tradicionales que avisoraran lo que estaba ya pasando. En vez de combatir al mundo moderno convivieron con él, reaccionaban contra los inmigrantes pero no sabían en nombre de qué reaccionaban. Dónde hacia falta guerreros había y hay decadentes burgueses y femíneos llorones. Ahora ya es tarde, no hay soluciones a la vista. Que Europa siga con su malhadado destino acompañada de sus hijos los yanquis que también tienen de qué preocuparse.
     En lo que respecta a nosotros, los hispano-luso-americanos, aprendamos del refrán que dice:”Cuando veas a tu vecino las barbas afeitar, pon las tuyas a remojar”, especialmente Argentina y Brasil, países con grandes espacios pocos habitados como son respectivamente la Patagonia y la Amazonia.
San Carlos de Bariloche, 7 de septiembre del 2015.
JULIÁN  RAMÍREZ


RAMIREZ: FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO: ANTES QUE NADA LO ESENCIAL

FUNDAMENTALISMO  ISLÁMICO: ANTES  QUE  NADA  LO  ESENCIAL


     

     Aun a riesgo de ser monotemáticos, como algunos nos imputan, insistiremos en el hecho más notable de los últimos siglos: nos referimos a la aparición del fundamentalismo islámico en sus distintas manifestaciones, sea el Estado Islámico como las otras variantes, es decir, Al Qaeda, Al Nusra, Al Shabaab, Boko Haram, movimiento Talibán, uigurs en China, emirato islámico del Cáucaso, “lobos solitarios”, etc., y esperamos que sean muchas más.
     Contra todos ellos se ha desencadenado la totalidad del mundo moderno, y a esta altura de los tiempos, sin excluir a nadie.
     A poco que se piense en ello nos encontramos frente a un hecho casi milagroso y extraordinario, en el cual no solamente intervienen los factores humanos, sino que tenemos que pensar en una conjunción con fuerzas de lo alto y lo trascendente.
     Todo esto ha provocado la confusión en muchas mentes que arrastradas por el mundo del devenir, de lo superficial, lo banal, han perdido toda idea de lo que significa lo esencial frente a lo contingente y, en virtud de la materialización de la modernidad, caen en aquello de que “lo esencial es invisible a los ojos”.Este es el punto que queremos tratar. Lo esencial es lo permanente, lo que no cambia, lo que hace que una cosa sea lo que es, y este es el aspecto decisivo que diferencia al fundamentalismo islámico en general y al Estado Islámico en particular del resto del mundo moderno: nos referimos a la concepción del Estado que es totalmente antitética entre ambos mundos.
     El mundo moderno, a través de sucesivas caídas ha terminado en un Estado dominado por la subversión democrática, la demagogia populista, lo laico y profano, la voluntad del pueblo, el desorden, y por querer referirse a lo humano, en la deshumanización. Al decir de Nietzsche, se ha matado a Dios.
     La fatal separación entre el poder político y la autoridad espiritual en que cayó Occidente  a partir de los siglos XII y XIII, terminó desnaturalizando lo que es el Estado Tradicional, y esta concepción terminó contaminando a casi todo el mundo, y decimos a casi todo el mundo porque gracias a Dios la Tradición vuelve a manifestarse en el Estado Islámico y el resto del fundamentalismo islamista. Vuelve a aparecer en forma visible, lo que siempre fue, es y será y estaba oculto: el estado tradicional, en el cual el poder político y la autoridad religiosa son una única cosa. De los de más o menos 120 estados actualmente existentes, el islámico es el único que posee bases tradicionales y que son el verdadero sustento del verdadero estado. Esos fundamentos tradicionales, ocultos a los ojos del hombre moderno, son el sustento de la política, de la economía, de la ciencia, de la tecnología y de la cultura en general, sin la Tradición todo eso se descarría y se atomiza en el caos de la modernidad.
     Esto es lo que muchos no quieren ver y critican al fundamentalismo islámico con argumentos totalmente contingentes, superficiales y banales que no hacen a la esencia de las cosas, porque el hombre moderno ha perdido toda noción de lo que es esencial y de lo que no es esencial.
     Lo que decimos no significa que no tengamos que hacer críticas al fundamentalismo islámico, como ser su exclusivismo religioso, que lo limita en su proyección mundial, pero antes que nada debemos privilegiar lo esencial y eso es lo principal. Es un arma de la subversión, de los tontos, de los ignorantes y de aquellos de mala fe, que no ven más allá de sus ojos, el centrar las críticas en lo secundario, lo superficial y lo contingente. Al dicho volteriano de mentir, mentir y mentir, nosotros oponemos el decir insistentemente la verdad, porque ella quedará.

San Carlos de Bariloche, 31 de agosto del 2015.

JULIÁN  RAMÍREZ


RAMÍREZ: SOMOS DE DERECHA

SOMOS  DE  DERECHA


     

     En el mundo moderno en que vivimos es notable como se cambia el sentido de las palabras y su recto significado, muchas veces se lo hace en forma inconsciente o por las costumbres y usos de la sociedad que nos rodea, pero también hay una influencia de fuerzas que actúan en forma consciente e inducida para obtener fines bien precisos.
     Tenemos el uso en el plano político de las palabras “izquierda” y “derecha”.  La primera que en su origen tuvo el significado de lo subversivo, lo siniestro, lo malvado, hoy día es un término respetable, que significa lo progresista, lo humanista, lo culto. Por el contrario la “Derecha” es lo demoníaco, lo bajo, lo retrógrado, lo reaccionario. Todo eso se debe al triunfo, en la modernidad, del marxismo cultural, que hoy día es aceptado incluso por personas que no tienen idea de lo que se trata.
     Nosotros, por nuestra necesidad y convicción de nadar contra la corriente del mundo moderno, vamos a reivindicar la palabra “Derecha”, y desde ya declaramos, con orgullo, que somos de Derecha.
     Dicha palabra, desde siempre, tuvo el significado de lo correcto, lo noble, lo superior. Forma parte del lenguaje común decir: “se trata de un hombre derecho”, “hacer las cosas por derecha”, “andar derecho” y otras similares. En el lenguaje del pueblo todavía se conserva el antiguo significado, y ese significado tradicional y conforme a la filología y a la etimología de la palabra lo vamos aplicar a la política.
     Merced a la difusión del marxismo cultural, al pensamiento único y a lo que se da en llamar “lo politicamente correcto”, hoy casi nadie se atreve a decir que es de Derecha. El marxismo y el progresismo usan la palabra para referirse a los liberales, que tampoco aceptan que se los mencione como derechistas. Prefieren llamarse de centro, por lo cual debemos darles las gracias, así la palabra “Derecha” no se contamina con esos defensores del orden mundial financiero y usurero y de privilegios materiales. Y en última instancia, aunque parezca grotesco, los liberales son también subversivos y de izquierda, como se los consideraba en el siglo XIX,  y dignos herederos de la Revolución Francesa.
     Tampoco coincidimos con aquellas personas que bien intencionadas y con posturas próximas a las nuestras, dicen que no son ni de izquierda ni de derecha. Con esta afirmación, aunque no lo quieran, coinciden con la izquierda en calificar de derechistas a los liberales, cuando estos últimos rehuyen ese calificativo y con razón, como hemos explicado más arriba.
     Las palabras tienen un alma, y la, palabra “Derecha” tiene un profundo sentido que debemos recuperar. La Derecha, la verdadera, se identifica con la Tradición, con lo aristocrático, con lo noble, con lo superior, con lo antidemocrático, lo antimarxista, lo antiliberal y lo antipopulista. Todo lo demás forma parte del mundo del devenir, de lo que hoy está y mañana no.
     Ser de Derecha significa haber vencido al enemigo interior y estar así preparado para vencer al enemigo exterior. Ser de Derecha es estar de pie entre las ruinas del mundo moderno, vigilantes y atentos para la ofensiva. Aprovechemos entonces que el calificativo  “Derecha” ,felizmente, se encuentra vacante, sin que haya movimiento alguno que lo quiera asumir y hagámoslo nuestro.
     Pertenece a un gran tradicionalista, Juan Donoso Cortés, el dicho de que es la época “de las afirmaciones soberanas y de las negaciones absolutas”. Pues bien, estamos en esos tiempos, con la situación mucho más agravada, sin que quede espacio para imaginar diversas alternativas. Digamos entonces, y con orgullo: ¡Sí señor, soy de Derecha!


San Carlos de Bariloche, 24 de agosto del 2015.

JULIÁN  RAMÍREZ

     

RAMÍREZ: EN BÚSQUEDA DE LA CONVERGENCIA

EN  BÚSQUEDA  DE  LA  CONVERGENCIA


     

      Hoy día es muy poco lo que se puede hacer en el plano de una política superadora de la modernidad si no se parte de una visión universal. La guerra de civilizaciones en curso- tercera guerra mundial-  entre el espíritu tradicional y la civilización moderna, el primero manifiestamente representado por el fundamentalismo islámico en sus diversas expresiones, y la segunda por el conjunto de la sociedad moderna materialista, economicista,  consumista, y sus expresiones ideológicas tales como el liberalismo, el marxismo, el progresismo y la democracia, día a día va adquiriendo mayores dimensiones.
     Frente al descomunal poder material, tecnológico y bélico de la modernidad – cada día más unificada -, los que militamos en el campo de la Tradición debemos también buscar coincidencias para así ofrecer un frente común al moderno Leviatán.
     Los que provenimos de la civilización occidental ex cristiana lo estamos haciendo a partir del Frente Cristiano Islámico. Los que somos católicos tenemos que hacerlo con absoluta prescindencia de la Iglesia Católica ya integrada al mundo moderno y lo mismo tendrían que hacer los cristianos de otras confesiones, cuyas iglesias también han seguido el camino de la modernidad.
     Es un camino difícil pero los que pretenden seguir de pie tienen que aceptar esta única alternativa so pena de enterrarse cada día más en el pantano de la mediocridad y la destrucción espiritual.
     Pero ahora veamos que ocurre en el campo del fundamentalismo islámico al que los tradicionalistas evolianos apoyamos y defendemos. No abriremos juicio sobre las diferencias entre ellos que ellos mismos deben resolver; pero creemos que es necesario que adopten una gran estrategia de orden mundial. Es correcto en general su accionar en los países islámicos, pero el Islam es una parte minoritaria en el contexto global, no alcanza, en el mejor de los casos al 20% de la población global. El restante 80% ha sido moldeado por otras religiones y otras culturas y no se convertirán al Islam.
     El fundamentalismo islámico mantiene frente al resto del mundo una actitud de exclusivismo y de férreo dogmatismo religioso que puede perjudicar su  valerosa causa al hacerse incomprendido para el resto del mundo. Ese 80% de la humanidad dominado por los monopolios de los medios de comunicación es una fácil presa del enemigo moderno para desinformar y desprestigiar al fundamentalismo islámico, que con su mensaje exclusivista y dogmático, sin quererlo, le da armas al enemigo.
 Expresiones tales como decir que la única opción que tienen los yanquis es convertirse al Islam, o “recuperar Al-Andalus para el Islam”, o hacer flamear la bandera del Estado Islámico en el Vaticano, o calificar de “cruzados” a los imperialistas agresores. Las guerras durante la época de las cruzadas –siglos XI, XII y XIII- tuvieron fundamentos religiosos por ambas partes. Este tipo de expresiones, que indican un exclusivismo religioso de carácter absoluto, no favorecen para nada la legítima guerra santa en marcha, y podríamos agregar otros ejemplos de esto.
    Julius Evola ha escrito con razón refiriéndose a la unidad trascendente de las religiones: “Si bien cada forma religiosa tiene el derecho de revindicar un cierto exclusivismo en el área de su pertenencia, sin embargo la idea de esta superior unidad…debería ser reconocida por sus representantes más calificados.” (“Los Hombres y las Ruinas”, pág. 132, Ed. Heracles, Bs. As.).
     Aunque solo fuera a los efectos de una gran estrategia esta idea debería ser asumida por el fundamentalismo islámico. La aparición de otros frentes de rebelión contra el mundo moderno en otras religiones y culturas daría un golpe mortal a la modernidad. Esta es la convergencia que debemos buscar. La restauración de la Tradición en una sola parte del mundo no es suficiente, debe ampliarse a todos lados.
     Entretanto debe quedar firme nuestro apoyo a los heroicos mujahidines, cualquiera sean las alternativas, ya que estamos en la misma trinchera.

San Carlos de Bariloche, 3 de agosto del 2015.

JULIÁN  RAMÍREZ




GHIO: PENSAMIENTO TRADICIONAL Y TERCERA POSICIÓN

PENSAMIENTO TRADICIONAL Y TERCERA POSICIÓN



En el embate de ideologías en donde suelen contrastar liberales con marxistas, desde hace tiempo viene apareciendo una corriente que pretende superar a ambos pero que en realidad no lo logra para nada, sino que por el contrario estereotipa los defectos de las dos posiciones, las que pertenecen por igual a la modernidad y a los ideales pergeñados por la revolución francesa tales como la democracia y la igualdad. Esta corriente suele llamarse 'alternativa' o de 'tercera posición' y manifiesta pomposamente no ser ni de izquierdas ni de derechas,  es decir expresa así una buena manera de manifestar que no son ni chicha ni limonada, o que en realidad confunden a la derecha con el liberalismo que es en el fondo una ideología de izquierda en tanto sostenedora, del mismo modo que el marxismo, del dogma de la soberanía popular. Acá lo que podemos decir es que los terceraposicionistas en el fondo son, como las demás ideologías, adoradores por igual de esa entidad inventada por la modernidad que es el pueblo, pero con unas pequeñas diferencias que destacaremos enseguida. Mientras que el demócrata a secas y convencido considera que cuando el pueblo resuelve diferente de lo que él piensa es porque él está equivocado y debe por lo tanto de modificarse a sí mismo tratando de interpretar con mayores esfuerzos de su mente e imaginación cuál es la verdad verdadera que el pueblo posee en su seno puesto que 'vox populi, vox Dei', el alternativo opina igual en el fondo, pero considera que existiría como una suerte de doble verdad, la del pueblo en su esencia, el que tampoco puede equivocarse nunca, y la del pueblo accidental que suele ser engañado por ciertos poderes ocultos que lo determinan por medios sutiles de sugestión. Esto nos recuerda tiempo atrás cuando vivía el líder del movimiento más nefasto que tuvo la Argentina, el cual de acuerdo a sus seguidores, los hoy alternativos, en tanto era un intérprete de la voluntad del pueblo, nunca se equivocaba y que cuando existían errores o desviaciones ello era porque sus 'asesores', es decir ese poder oculto y malo, lo engañaban. En pocas palabras los alternativos suponen que en el momento en que desaparezcan esos engañadores del pueblo a los que califican como judíos, masones u otras denominaciones parecidas, éste, en tanto es el depósito de la verdad verdadera nos traerá la felicidad al planeta.
Totalmente opuesto a tal utopía moderna es el pensamiento tradicional. Para el mismo el pueblo no es ningún depósito de la verdad, sino por el contrario del error, no es la voz de Dios, sino lo es su mensajero, el profeta o califa de acuerdo al Islam, o el emperador o pontífice según el cristianismo. Y éste de acuerdo a tal verdad recibida de lo alto es el que informa al pueblo y lo conduce hacia la misma apartándolo del error en el que naturalmente se encuentra.