viernes, 26 de abril de 2013


COMUNICADO DEL CENTRO EVOLIANO DE AMÉRICA

MISIÓN ‘PACIFICADORA’ EN MALÍ
Ante el absoluto silencio de medios de prensa argentinos hoy entretenidos con distintos problemas relativos a rencillas políticas parlamentarias, informamos que en el día de ayer el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en unanimidad y sin el veto de Rusia y China, ha votado por la intervención militar en la república africana de Malí con la finalidad de auxiliar a la potencia militar francesa en su guerra en contra de los islamistas y la minoría étnica tuareg. Queremos destacar especialmente que la República Argentina integra desde comienzos de este año tal Consejo de Seguridad como miembro no permanente, por lo cual, al haberse votado en unanimidad tal resolución, dicho país ha dado su conformidad a dicha invasión. Sería sumamente interesante que el ministerio de Relaciones Exteriores argentino explicara cómo se compagina esta política con su permanente campaña internacional por descolonizar las islas Malvinas. Asimismo se debería informar también cuántos soldados argentinos del contingente inicial de 12600 asignados integrarán dicha fuerza ‘pacificadora’.
Marcos Ghio, presidente.
Julián Ramírez, secretario por la Argentina.

Por Walter Preziosi

lunes, 22 de abril de 2013


LAS HISTORIAS ARGENTINAS


La historia argentina, aunque bien podría serlo de cualquier otro país del planeta, puede ser sintetizada de la siguiente manera.
Desde los mismos orígenes coloniales y antes de ello, aun en ciertas regiones de América, esta sociedad fue tradicional y de castas. Se concebía aquí al orden social y político como un cuerpo orgánico en el cual cada parte cumplía con su función propia y así como aun hoy en día se reputa como un absurdo que sea la totalidad de las personas y no un cuerpo colegiado el que decide quiénes serán los médicos o arquitectos, de la misma manera acontecía y con mayor razón con cuestiones tan complicadas y sutiles como el gobierno de un Estado y lo relativo a la política internacional. Asimismo se consideraba también que el ser humano así como en su inmensa mayoría necesitaba ser gobernado, también y con mayor razón precisaba de la presencia de una institución superior y trascendente que le indicara las causas y fines por las cuales se encontraba aquí en esta vida señalándole asimismo el camino hacia una dimensión superior a ésta de carácter efímero y pasajero. Pero a partir del siglo XIX se produjeron cambios radicales y revolucionarios, aunque ya hubiesen estado preanunciados antes en pequeños círculos de intelectuales. Los ideales modernos impuestos a partir de la Revolución Francesa y difundidos por el mundo europeo por Napoleón Bonaparte, estuvieron presentes en nuestro territorio, primero a través de logias operativas de origen masónico y luego logrando entrometerse en los distintos movimientos independentistas surgidos en el momento de quiebre acontecido en la Madrepatria con la invasión napoleónica. Aun así una sana reacción nacional inserta en nuestra misma tradición logró durante al menos la primera mitad de dicho siglo hacer retroceder a la modernidad, hasta llegar finalmente a los trágicos acontecimientos de 1852 con la derrota de Caseros y el paulatino triunfo de los ideales liberales y unitarios.
Se inaugura aquí la segunda historia argentina, es decir la que estamos viviendo en forma cada vez más pronunciada y decadente desde hace ya más de 160 años. Es la etapa de ingreso a la modernidad, es decir a los ideales impuestos a partir de la revolución francesa, aunque es bueno destacar que no ha estado sin embargo carente de contradicciones y conflictos internos. La misma ha tenido dos expresiones diferentes y cada vez más caducas y deletéreas y que en la actualidad pueden distinguirse de manera contundente entre los conceptos hoy acuñados de simple modernidad y de postmodernidad, que es la etapa final y póstuma de la misma modernidad, en tanto que es la que arrastra sus consecuencias más extremas y decadentes. Para el nuevo orden impuesto a partir de la derrota de Caseros la sociedad jerárquica y tradicional, volcada hacia los valores de lo trascendente, debía ser suplantada por un universo social en el que rigiesen en cambio valores inmanentes y puramente humanos tales como la igualdad y la democracia, por los cuales el hombre, en vez de remitirse en sus acciones hacia una dimensión superior a la mera vida, tuviese a esta misma como su meta suprema y final. Pero desde los mismos inicios de tal sistema moderno y secular se formularon ciertas salvedades. Los ideólogos modernos consideraron en un primer momento que, si bien los hombres eran iguales por principio, en la realidad, debido a siglos enteros de ignorancia y superstición, aquellos en que rigió el orden tradicional, las personas no estaban en condiciones por igual de ejercer plenamente sus derechos. Por lo tanto coexistían dos tipos de humanidades: la de los ilustrados y la de los ignorantes, es decir el grueso de la masa embrutecida por tantos siglos de superstición a la que había que educar. Fue por ello que el principal ideólogo de esta nueva ideología, Esteban Echeverría, distinguió entre dos tipos diferentes de democracia y por lo tanto entre dos tipos de hombre, la ejercida por el pueblo racional y bueno, es decir los que estaban educados, y aquellos que, en tanto gobernados por sus pasiones e instintos, iban a elegir siempre mal, por lo cual era conveniente educarlos y corregirlos a fin de que todos finalmente y por igual pudiesen alcanzar el mundo de la razón. Se consideró así que la humanidad tenía que tener una meta ulterior a esta misma vida, aunque no por ello menos inmanente, la de obtener finalmente que todos llegasen a ser iguales no solamente de derecho sino también de hecho. Para lo cual se solicitaba a los propios contemporáneos que se sacrificaran en función de generaciones futuras que podían llegar a gozar finalmente de tal felicidad que se le negaba al grueso de la gente en razón de su brutalidad instintiva y para la cual habrían trabajado como un puente en función de un fin superior. Hubo muchas reacciones ante tal utopía liberal. Estuvieron aquellos que, de la misma manera que Bakunin le achacara a Marx en el sentido de que había que realizar el comunismo ya y no dentro de mil años para que lo pudiesen disfrutar otros, aquí se solicitó en cambio, luego de más de medio siglo de democracia selectiva, que la misma fuese ‘para todos’ y que la tan mentada igualdad fuera ya y ahora y que no hubiese que esperar más para los futuros descendientes. Además es de destacar que quienes la estaban practicando con el liberalismo no eran tampoco élites espirituales o filósofos en sentido platónico, sino simples mercaderes y banqueros, es decir personas aferradas a bienes de carácter inmanente. Sucesivos movimientos de fuerza en contra de tales clases dirigentes corrompidas partieron del falaz error de que el mal estribaba no en que hubiesen sido élites sustitutas las que usurparon el poder, sino en que fueran sólo algunos los que gobernaran y no todos. Es decir que tales revoluciones no negaron el principio, esto es la democracia, sino que la consideraron imperfecta porque se presentaba sólo fragmentada y precaria por lo que se la debía superar con más democracia. Llegamos así a la ley Sáenz Peña del año 1915 con el voto universal y obligatorio y por lo tanto con los regímenes populistas que ha ido conociendo el país durante buena parte del pasado siglo y éste. El populismo es justamente llevar la democracia hacia sus consecuencias últimas. Ya no se precisa más, tal como decían antes los meramente modernos, un simple embadurnamiento racional en los principios asegurado por la educación democrática y común lo que puede hacer obtener el buen gobierno, sino que éste emana en cambio de la voluntad a secas de las masas, la cual sabría en razón de una sabiduría intrínseca aunque no expresable por palabras debido a su carente educación, lo que habría que hacer para el buen gobierno de una sociedad. Es decir el jefe para un régimen populista no gobierna propiamente, sino que simplemente se dedica a interpretar y descifrar el sentimiento y la ‘voluntad’ de las masas, lo cual es hecho periódicamente a través de urnas y elecciones. Se considera así que el instinto del pueblo es superior a la razón de los filósofos. Los políticos son pues intérpretes y no propiamente gobernantes. Henos así que esta convicción populista es lo que explica también  esa pululación de encuestas interrogadoras e interpretadoras de la voluntad última de la gente la cual estaría toda por igual y numéricamente en las mismas condiciones de saber lo que está mal o bien. Como no se puede votar las 24 horas del día eso mismo lo hace la encuesta para indicarle al político lo que debe o no hacer. La igualdad ahora se acompaña así con la democracia total, que es propiamente el significado último de la postmodernidad, es decir la modernidad en su fase terminal y póstuma. Es la idea del carpe diem, de disfrutar el día y renunciar a cualquier meta ulterior a uno mismo. La premodernidad había subordinado la vida del hombre a un más allá del tiempo y la historia, la modernidad en cambio no ha terminado con esta subordinación, sino tan sólo ha cambiado el más allá por el más acá de carácter histórico respecto del cual nuestra existencia sería siempre un simple medio para otra cosa que nos excede. Es por lo tanto el hombre que carece no solamente de metas superiores, sino de cualquier meta que no sea disfrutar al máximo el mero presente. Y como la democracia se ha convertido en el bien supremo, ante todas las crisis galopantes que se viven día a día, la idea ha sido que la democracia se cura siempre con más democracia.
Ese verdadero cáncer argentino que ha sido el peronismo, producto final y más avanzado del populismo democrático ha traído a tal país cada vez más democracia. Así pues luego de que se implantara la democracia para todos con la ley Sáenz Peña, el peronismo la ha hecho también para todas en 1952. Hoy en esta interminable secuela de democracia total hemos llegado también al voto de los adolescentes, mañana será también el de los niños. Todo se democratiza, la familia, las fuerzas armadas, la justicia. Y el mal ha sido que las distintas revoluciones victoriosas en contra del peronismo han estado siempre enarbolando la democracia como alternativa, es decir la modernidad en contra de la postmodernidad. La revolución del 55 volvió al adefesio liberal de 1853, copiada de la constitución de los EEUU y en última instancia de la declaración de los derechos del hombre de la Revolución Francesa. La revolución del 76 se hizo también para instaurar una democracia sana, lo cual es un imposible pues es la democracia la enfermedad. Toda democracia trae siempre más democracia, del mismo modo que una enfermedad tiende a expandirse.
La nueva historia argentina, si llegara a escribirse, deberá significar sin más un retorno a una sociedad orgánica y tradicional, tal como existiera siempre en estas tierras antes de la anomalía moderna.

Marcos Ghio
21/04/13

lunes, 15 de abril de 2013


EL FORTÍN

Nº 68 (Marzo-Abril 2013)
SIONISMO Y NACIONALISMO EUROPEO
Una lectura desapasionada de los textos del fundador del sionismo, Teodoro Herzl, nos permite establecer definitivamente ciertos conceptos y evitar cualquier tipo de confusión, tal como se ha venido haciendo hasta la actualidad, respecto del significado de tal movimiento y diferenciarlo con claridad de lo que es en cambio el judaísmo en cuanto religión y concepción del mundo.
El sionismo, más que haber sido históricamente un movimiento propiamente judío, ha sido en cambio no solamente europeo en su origen, sino en cuanto a los principios modernos y laicos que lo informaron como un nacionalismo de fundamentos románticos e idealistas provenientes principalmente del mundo germánico de donde era originario el fundador de tal movimiento. (SIGUE)
por Marcos Ghio
por Julián Ramírez
REPORTES DE LA AGENCIA DE NOTICIAS KALI-YUGA (por Walter Preziosi)
COLABORACIÓN ESPECIAL
O critério decisivo (en portugués)
por Mateuz Azevedo

viernes, 12 de abril de 2013


EN  SIRIA  NACE  UNA  FUERZA  SUPRANACIONAL


  

Un adolescente de 16 años de la ciudad de Ceuta, España abandonó a su familia y se dirigió a Turquía. Desde allí se comunicó telefónicamente con su familia y les dijo que se dirigía a Siria para luchar por la causa de Alá junto con los yihadistas. Esto no es una simple anécdota. Desde hace un tiempo diversos medios de comunicación nos informan acerca de personas  que desde diferentes partes del mundo se dirigen a  Siria para participar en la yihad, es decir, en la guerra santa que allí se desarrolla. Y esto es un hecho de gran importancia y en torno al cual caben algunas reflexiones
     Estamos acostumbrados a que las guerras se libran por territorios,  por motivos geopolíticos, por el petróleo o los recursos naturales, por la “patria” por la democracia, por el  espacio vital o por la “civilización”.
     Pero en la actual guerra de civilizaciones uno de los bandos combatientes lo hace por principios tradicionales, y esos son los combatientes por la causa de Dios contra los defensores del mundo moderno, materialista, economicista, consumista, pervertido y ateo. Todo ello bajo la bandera de la democracia y los sacrosantos derechos humanos.
      El hombre último, es decir el moderno, no puede entender que haya quienes hagan la guerra por una idea trascendente, metafísica y en la actual confrontación, religiosa, aún con las limitaciones que ésta pueda tener.
     El hecho de que hombres de distintos países se reúnan para una lucha común más allá de sus diversos orígenes debe ser motivo de admiración y de reflexión. Esos hombres han encontrado su verdadera Patria. Así lo escribía Julius Evola cuando decía refiriéndose a los que se han despojado de  todo naturalismo: “Nuestra verdadera Patria es la TRADICIÓN”.
     Y no muy lejos de esto estuvo Nietzsche cuando escribió que las guerras religiosas eran las más importantes, porque ello significaba que los pueblos todavía creían en causas superiores.
     Hoy día se han terminado las visiones parciales. Los nacionalismos han finiquitado salvo los que sean portadores de la TRADICIÓN. Frente a un poder mundialista que promete destruir a la humanidad sólo cabe contrastar con un poder opuesto de orden espiritual que domine la Tierra y que reconstruya la idea del Imperio sagrado.
      Cuando en el título nos referimos a una fuerza supranacional la estamos diferenciando substancialmente de lo que es internacional, puesto que esto último tiene relación con acuerdos entre países y de lo que se trata es de acuerdos por encima de las naciones.
     En este sentido el Frente Cristiano Islámico del cual formo parte como católico, brega para que la lucha no sea solamente islámica, sino que se amplíe otras religiones.
    Finalmente confieso que un viejo como el que escribe tiene envidia de ese adolescente de 16 años al que mi referí al comienzo de esta nota..

San Carlos de Bariloche, 9 de abril del 2013.

JULIÁN  RAMÍREZ
    
    

    

lunes, 8 de abril de 2013


TEODORO HERZL Y EL PERIODISMO MUGRIENTO DE LA ARGENTINA


Días pasados en la república Argentina, país caracterizado por tener un periodismo sucio, venal y principalmente impune en cuanto a sus calumnias consuetudinarias vertidas contra las personas que han sido puestas en su mira, en tanto que para ello cuenta además con la pasividad de una justicia complaciente, leímos unos conceptos inverosímiles que pasaremos a comentar. Pero antes de ello queremos decir unas palabras más respecto de tal ‘periodismo’.
A partir del virus democrático, que padecemos desde hace tantos años en manera cada vez más desembozada superando en sus efectos hasta a la imaginación más creativa, se ha ido gestando entre nuestros medios masivos de difusión una especie nueva de periodistas con caracteres que nunca se habían conocido antes. Y en la medida que estamos viviendo en un tipo de sociedad en donde no es el pueblo el que imita a sus gobernantes, sino a la inversa son éstos los que lo hacen con el primero, asumiendo los hábitos y costumbres de sus sectores numéricamente mayoritarios y por supuesto con menor educación, los aludidos ‘comunicadores sociales’ (término que al menos sirve para indicarnos a esta nueva especie sustituta de lo que siempre fue un periodista verdadero), más que formar a las personas elevándolas desde su condición a una dimensión superior, se han convertido en cambio en verdaderos entes masificados preocupados principalmente por brillar y obtener así el tan anhelado rating que los catapulte en la cima de las preferencias colectivas. De este modo esta nueva especie, en tanto abocada a imitar a los sectores más bajos de la sociedad hasta en sus léxicos y en sus errores gramaticales a fin de hacerse populares, lejos de mejorar a las personas sobre las que influyen las terminan empeorando al consolidarlas y acrecentarlas en sus vicios y defectos. Agreguemos además que, tal como dijimos en otras oportunidades, esta era actual ha significado una verdadera subversión en todos los planos, no ahorrando en tal labor deletérea ni siquiera al mismo lenguaje en el que se ha venido efectuando una verdadera obra de demolición, por lo cual palabras que siempre tuvieron un significado positivo y superior, tales como discriminar, reprimir, derecha, autoridad, formalidad, aristocracia, alma, espíritu, etc., hoy por el contrario se han convertido en sinónimo de disvalores así como de cosas que deben ser sin más combatidas como algo muy malo o como supercherías supersticiosas que impiden el progreso y emancipación de los pueblos. De la misma manera que inversamente sucede con otras que siempre fueron reputadas como cosas negativas y que hoy son en cambio exaltadas como bondades y arquetipos beneficiosos, tales como desinhibido, desprejuiciado, informal, transgresor, libertario o aun la palabra izquierda que siempre fue concebida como sinónimo de siniestro y torpe. A esto debe agregarse también un conjunto de términos soeces que anteriormente en cualquier familia bien constituida hubieran significado descalificación y castigo para los niños que los profiriesen, y que hoy en día en cambio, en tanto se imita a lo inferior y adolescente, son utilizadas habitualmente por tales ‘comunicadores’ como un signo distintivo de libertad y emancipación, cuando no de verdadera desfachatez y mal gusto. Y tal anomalía ha debido tener por supuesto a sus promotores cotidianos, que es justamente esta especie pegajosa y letal de los ‘comunicadores sociales’ que son respecto del periodismo verdadero lo que la democracia puede ser respecto de cualquier régimen normal. Se trata de un periodismo especializado en sembrar por doquier todo tipo de confusiones sea respecto de las personas como de las ideas que se sostengan, amparándose  como siempre en la hipócrita libertad de prensa, la que se ha convertido en una verdadera libertad de mentir y desinformar sin que por supuesto la ‘justicia’ democrática, o en vías de serlo cada vez más, levante un solo dedo en su contra en la medida que tal especie, en tanto poseedora muchas veces de un rating descomunal, se ha hecho acreedora de la libertad más absoluta de deformar no sólo la mente de las personas, sino hasta el mismo significado de las palabras que se utilizan.
Calificar al piquetero leninista D’Elía como ‘neonazi’, tal como ha hecho uno de esos especímenes antes mentados, el ‘comunicador’ Lanata, por el mero hecho de haber adherido a un régimen cuyo líder niega la existencia del Holocausto judío, es de una frivolidad sin límite. Amén de que, como bien se ha señalado, dicha postura no es algo asumido por la totalidad del régimen iraní, sino únicamente por quien lo dirige y que tal cosa por lo demás no se la hayamos escuchado decir nunca al aludido piquetero, tal calificación ideológica no resiste el menor análisis. En primer lugar que la mera observación física del carácter notoriamente mestizo del aquí aludido debería sin más llevarnos a la hilaridad respecto del tal dicho. En segundo lugar que son dos cosas sumamente diferentes la negación de un determinado hecho histórico, el pretendido genocidio de 6 millones de judíos, con la adscripción a una ideología que sostiene sea la superioridad de una determinada raza, así como el carácter determinante que en una persona pueda tener la adscripción a un cierto grupo racial, lo cual sin más no tiene nada que ver con el marxismo, concepción política a la que manifiestamente adhiere el aquí acusado, la que en cambio considera a la economía como el factor determinante.  Pero el hecho esencial  de lo formulado por el aludido periodista, quien no por nada ha sido un fanático promotor y sostenedor del sionismo y del Estado de Israel, el cual a su vez no casualmente ha sido un profundo defensor de la democracia en la Argentina, consiste en que su mensaje posee un objetivo de mayor alcance, por supuesto no expresado en forma manifiesta, y es el de estar permanentemente alertando respecto de la peligrosa presencia del antisemitismo (término que hoy se confunde con el nazismo) lo que es aquello que como un verdadero combustible permite la existencia del ente sionista al que ostensiblemente sirve el aludido comunicador.
Dijo al respecto el fundador de tal movimiento: “Comprendo el antisemitismo. Los judíos nos hemos conservado como cuerpo extraño en medio de diferentes naciones. En el ghetto hemos adquirido ciertas cualidades antisociales. Nuestro carácter se ha corrompido… y esto es necesario remediarlo por medio de otra presión. El antisemitismo es la consecuencia de la emancipación de los judíos. … En el fondo no perjudicará a los judíos, sino que se convertirá en un movimiento útil al carácter judaico.” (167-68).  Es decir que, como el judío es un pueblo que nunca se podrá adaptar a vivir en una sociedad que no es la propia, el antisemitismo es entonces un movimiento no solamente comprensible en cuanto a su existencia, sino además necesario para que se decida a tomar la decisión de constituirse en Estado o a emigrar hacia el mismo una vez que se haya gestado como ahora. Por lo tanto para el sionismo, en el caso de que no hubiese más nazis, habría que inventarlos, tal como sucede actualmente con D’Elía.
Y con respecto a que sean no judíos, como el caso del Sr. Lanata, los defensores a ultranza del Estado de Israel dejemos que sea una vez más el aludido Herzl el que nos dé la adecuada respuesta.
“Si Dios quiere que retornemos a nuestra patria histórica, desearíamos, como exponentes de la cultura occidental, llevar la limpieza, el orden y las esclarecidas costumbres del Occidente a aquel rincón del Oriente (es decir Palestina) que actualmente está infestado y abandonado.” (232) (Ver Teodoro Herzl, Páginas escogidas, Editorial Israel, Buenos Aires, 1949). Es decir que el sionismo, más que ser un movimiento propiamente judío, es en el fondo ‘occidental’, del mismo modo que las restantes ideologías que informan tal contexto cultural. En este caso se caracteriza por utilizar el problema judío en función de los fines expansivos del ‘occidente’.*
Moraleja entonces: existe en la Argentina un periodismo sucio y desinformador, pero tal cosa no es un hecho casual, sino que se encuentra perfectamente inducida por poderes que lo utilizan para sus fines propios.

* En el próximo número de El Fortín, a aparecer en estos días, reproduciremos otros importantes textos del autor aquí aludido en donde se muestra la estrecha vinculación existente entre el nacionalismo europeo, principalmente de Bismarck y el Kaiser alemán, y el sionismo en el siglo XIX.

Marcos Ghio
7/04/13

viernes, 5 de abril de 2013


LA  PAZ  DE  FRANCISCO

   
         
   Hemos analizado el reciente mensaje “urbi et orbi” del papa Francisco dado a conocer el domingo de Pascua , en virtud que en él se expresan consideraciones de política internacional que comienzan a señalar los rumbos de su pontificado.
     En el breve mensaje menciona  una docena de veces la palabra “paz” , de manera que indagaremos qué significa “paz” en el lenguaje papal.
     Menciona expresamente a palestinos, israelíes, a Siria, a Irak, a Nigeria y a Malí, lugares todos ellos en los cuales hay guerras que desarrolla el fundamentalismo islámico contra el mundo moderno, y  ¿qué significa pedir la paz en esos lugares?  Ni más ni menos que favorecer las posiciones del mundo moderno, mantener el “statu quo”, desalentar todo ímpetu guerrero y heroico de los luchadores yihadistas, y reemplazar todo ello por una paz  femínea, llorosa y suplicante totalmente contraria al espíritu viril y guerrero de los que pelean en la vía de Dios..
     En su mensaje se preocupa por los rehenes en Nigeria pero nada dice de los presos en Guantánamo y de los aviones “drones” que el asesino Obama usa en varias guerras y que está dispuesto a utilizar en cualquier parte del mundo, incluso en el mismo territorio norteamericano y contra sus propios nacionales llegado el caso.
     Se preocupa por la “inestabilidad” en Malí pero nada dice que se prepara una intervención en Malí de varios países europeos para buscar la estabilidad deseada por Francisco. Así lo leemos en una noticia proveniente de Bruselas del 2-4-13 y que dice: “La misión europea para  formar y dar apoyo a las fuerzas del ejército de Malí  ha arrancado este martes. Tal y como estaba previsto, con el objetivo de contribuir a la ESTABILIZACIÓN del país”.
     Francisco hace referencia a la “amada Siria” y deseándole la paz cuando esto indudablemente favorecería al tirano laico Assad cuyos días están contados, situación que preocupa mucho a Occidente.
     Esta constante referencia a la paz no es solo patrimonio de Francisco sino de todo el mundo moderno y corresponde a su avanzado estado de feminización, a la naturaleza de la mujer y a la constante pérdida en el mundo moderno de los valores viriles, heroicos y guerreros. Por eso y conforme a una filosofía extremo-oriental, el yang, principio masculino se encuentra en retirada frente al yin principio femenino.
     El mundo moderno representa el yin, el espíritu tradicional es el yang. De esa manera los que están por la guerra santa son combatidos por el principio femíneo. La paz a “outrance” contra una virilidad espiritual.
San Carlos de Bariloche, 3 de abril del 2013.
JULIÁN  RAMIREZ

lunes, 1 de abril de 2013


EL PAPA PERONISTA



Indudablemente la elección de Jorge Bergoglio como papa ha causado una gran conmoción mundial y más aun en la República Argentina de donde es originario el aludido. Como han sido muchísimas las cosas que se han dicho, sea a favor como en contra, respecto de su persona trataremos aquí de señalar lo que a nuestro entender es lo principal.
En primer lugar hay que destacar que el sector de la Iglesia contrario a su elección se ha encargado de sembrar el desprestigio hacia su figura propalando por diferentes medios una vasta literatura encargada de poner en evidencia el carácter masón y judaico representado por Bergoglio, cuya presencia en la cúspide de dicha institución según éstos significaría sin más un avance de tales organizaciones para hacerse definitivamente con la misma. Al respecto queremos decir dos palabras. En realidad no creemos en manera alguna que la llegada del argentino al trono de Pedro tenga que ser encarada desde este punto de vista por la sencilla razón de que la Iglesia ya desde hace tiempo y en especial a partir del Concilio Vaticano II ha dejado de ser propiamente católica para aproximarse en cambio a una de las tantas versiones que componen el vasto espectro del protestantismo cristiano. Y esto principalmente a la luz de las sustanciales modificaciones acontecidas a partir del aludido evento, el que, si bien en sus comienzos se perfiló como simplemente pastoral, terminó paulatinamente transformando en manera radical la totalidad del culto dando así cabida a una religión nueva. Fue así como el misterio de la transubstanciación, por el cual el filósofo y pastor protestante Hegel vociferaba en contra del catolicismo considerándolo por tal dogma como una superchería medieval, hoy ha prácticamente desaparecido quedando tan sólo como una palabra vacía de contenido, en modo tal que el rito de la comunión, ceremonia católica esencial, ha pasado a convertirse en una mera rememoración de lo acontecido en la última cena de Jesús dejando así de ser un acto mágico y consagratorio de transformación de un ente físico en el cuerpo real del Dios, perdiéndose de este modo el carácter propiamente sagrado y como perteneciente a una dimensión no propiamente humana que tenía antes la misa. Agreguemos además que tal modificación junto a otras no menos esenciales, como la sustitución de la lengua y la música sacra por expresiones seculares y mundanas, ha tenido que estar acompañada también por otros actos de nivel público que no han hecho más que confirmar tal renuncia esencial por lo cual indudablemente nos hallamos con una religión que no es más la católica que se practicara durante casi dos mil años, sino una de las tantas manifestaciones de la modernidad en sus aspectos pseudoreligiosos y de espiritualidad new age encargadas meramente de la medicinal función de satisfacer y llenar vacíos existenciales. Por lo cual sostener hoy en día que la masonería y el judaísmo en sus elementos seculares hayan podido efectuar maniobra alguna de infiltración con este nuevo nombramiento peca de una ingenuidad absoluta, cuando no de manifiesta mala fe. La Iglesia ya estaba infiltrada y contaminada desde mucho antes de esta elección y el retorno del catolicismo a su carácter originario no sobrevendrá en manera alguna de un cónclave de cardenales, sino solamente a través de una verdadera revolución restauradora que deberá acontecer principalmente a partir de aquellos que, en tanto han percibido los males actuales, han resuelto decididamente apartarse de la Iglesia con la finalidad de tener manos libres para corregir tal anomalía.
Por lo tanto el problema de Bergoglio pasa por un terreno menor al de carácter teológico y religioso, al que se ha querido aludir capciosamente, para ingresar en cambio en el de la política moderna, ámbito en el cual el Vaticano, especialmente en los últimos tiempos, ha tomado un rumbo decidido con la intencionalidad de suplantar su hegemonía espiritual, perdida en forma ya definitiva, por un influjo mayor en el plano de los acontecimientos utilizando para ello el prestigio adquirido milenariamente por tal institución.
Y es aquí en donde a nuestro entender adquiere un cierto relieve tal figura. A tal respecto, en un afiche que colmara las calles de Buenos Aires apareció la foto del nuevo Papa acompañada de una consigna que decía: ‘argentino y peronista’. En realidad queremos decir que el primer dato, a pesar de haber sido aquel en el cual se puso un énfasis mayor, resulta en el fondo irrelevante pues tiene que ver con una circunstancia ocasional en la vida del nuevo pontífice, hijo de inmigrantes italianos que recularon a la Argentina por razones de conveniencia, por lo cual, si bien en la geografía relativa a su lugar de nacimiento su elección puede haber sido diferente de lo habitual, no lo es en cambio en la composición étnica a la que han pertenecido también la mayoría de los papas en toda la historia. Desde este último punto de vista, que es en el fondo el más importante, ha sido más contrastante en su momento la elección de sus dos predecesores, polaco el uno y alemán el otro, quienes pusieron coto a una larga hegemonía italiana en el ejercicio de tal función. Lo significativo y novedoso es en cambio que sea un peronista el que llegue a la misma y en tal aspecto consideramos que esta elección política efectuada por Bergoglio en vida se vincula a la otra relativa a la orden sacerdotal a la que se adscribiera desde los mismos inicios de su vida religiosa, la de los jesuitas, lo cual también ha sido sumamente novedoso en la elección de un pontífice. Jesuitismo y peronismo han tenido históricamente características en el fondo muy comunes. En los dos casos, religioso el uno y político el otro, se ha tratado de corrientes que le han dado una importancia especial y determinante a la realidad histórica subordinando a la misma los principios que se tuviesen. Sea el peronismo como el jesuitismo pusieron como meta propia la acumulación de poder como elemento prioritario en su accionar, no hesitando, en función de ello, en incurrir en las intrigas más dispares. En pocas palabras a ninguno de los dos en el fondo le ha interesado tanto el triunfo o la validez de un principio a través del mantenimiento de una ortodoxia, cuanto que el bando al cual hubiesen adscrito fuese el que finalmente triunfara. En función de esta meta es que la Compañía ha estado siempre a la cabeza de todos los movimientos de adaptación y renovación acontecidos en el seno de la propia religión efectuados con la finalidad de poder encauzar los cambios que acontecen en el mundo hacia el terreno de la Iglesia a fin de que ésta pudiese asumir una función hegemónica en los mismos. Fue tanto el oportunismo y el maquiavelismo históricamente manifestado, acompañado a su vez de un carácter sumamente intrigante que llegaba incluso a la trasgresión de normas morales elementales, que el mismo Vaticano terminó suprimiéndola en el siglo XVIII, para más tarde permitir su retorno aunque con importantes disminuciones en su presencia en el seno de tal institución.
En tal aspecto el peronismo en el fondo ha sido también un jesuitismo pero llevado al terreno político. El apotegma peronista de que ‘la realidad es la única verdad’ contrastante con una postura ortodoxa de dar prioridad en cambio al predicado de tal proposición, ha estado corroborada con la praxis de todos los gobernantes de tal signo que ha tenido la Argentina. Comenzando por Menem quien se hiciera famoso por sus volteretas ideológicas y la asombrosa facilidad con la que podía pasar de un extremo al otro en el campo de las ideas en tanto que, como buen peronista, acompañaba a la realidad, que era la única verdad, en sus cambios sucesivos, hasta llegar a los mismos Kirchner quienes, también sin ruborizarse siquiera, han transitado por los planos más dispares y contrastantes: desde haber sido los defensores del más crudo liberalismo hasta llegar a convertirse en los representantes latinoamericanos del más desembozado populismo izquierdista. Esto último es a su vez lo que se acaba de manifestar ahora cuando, a pesar de que Bergoglio, en sus funciones de cabeza de la Iglesia en la Argentina, fue combatido con vigor hasta el límite de negársele todas las audiencias solicitadas y no estar nunca presentes los Kirchner a ninguna de sus ceremonias religiosas, en señal de rechazo, ahora, luego de su elección papal, la actual presidenta ha asumido en cambio una postura de abierto idilio con su figura llegándose hasta el límite de la desfachatez cuando uno de sus voceros oficiales ha hablado, también sin siquiera ruborizarse, de la necesidad de confiscarlo para sí a fin de poder ganar en las próximas elecciones.
A todo esto habría que agregar también que Bergoglio, siendo sacerdote llano, militó activamente en el peronismo adhiriendo al grupo Guardia de Hierro (que no tiene nada que ver con su homónimo rumano) el cual se destacaba justamente por su carácter jesuítico de sostener una obediencia cadavérica al jefe del propio movimiento en tanto que se consideraba que era de esa forma y no razonando y discrepando en los principios que el mismo iba a poder triunfar*.
Agreguemos finalmente que, desde el punto de vista de la política internacional, la presencia de un jesuita y por lo demás peronista ha al parecer ya producido cambios significativos que pueden llegar a ser aprovechados en un sentido superior. Por ejemplo, Bergoglio, a diferencia de su predecesor, ha manifestado su intención de iniciar un diálogo con el Islam. A pesar de que bien sabemos que lo hará con los sectores modernos de tal religión, ello representa sin lugar a dudas un cambio en el rumbo y un alejamiento respecto de posturas más duras y comprometidas como las asumidas por quien lo precediera. No por casualidad tal medida ha producido en lo inmediato el alejamiento de la Iglesia de una de las principales adquisiciones de Ratzinger, el sionista egipcio converso Magdi Allam, quien ha declarado su ruptura con la misma al percibir que ésta, al pregonar el diálogo, ha renunciado ahora a combatir al Islam, el gran enemigo para él de la humanidad ‘civilizada’. Recordemos que el papa anterior había puesto a tal religión en un plano de total enemistad contrastante con la estrecha cercanía que sostenía en cambio y asiduamente con el sionismo sea judío como cristiano. Y esto había hecho que varios exponentes de tal postura se terminaran convirtiendo al catolicismo, como además del antes aludido, el caso de Tony Blair y por poco el de George Bush. Esto es sin lugar a dudas un reacomodamiento que nos indica muy jesuíticamente que la Iglesia percibe un quiebre en la situación en el ‘mundo libre’ y que es necesario conciliar con el Islam a fin de evitar que triunfe su sector más radical. Pero estamos recién en los comienzos y los tiempos nos darán detalles mayores.

* Luego de haber despotricado hasta el cansancio en contra del cardenal Bergoglio al que se acusaba de complicidad con las torturas y desapariciones del anterior gobierno militar ahora el peronismo de los Kirchner lo ha convertido en una especie de mentor espiritual por un lado y por el otro, aun sin renunciar a tales convicciones, se ha sentido satisfecho con que el mismo haya manifestado que visitará el país luego de las elecciones de octubre y no antes, para no interferir en el resultado. Evento éste al cual tales personas le asignan una descomunal importancia pues, de ser multitudinario el triunfo del gobierno, tal como esperan, ello daría alas al proyecto de reformar la constitución y poder reelegir eternamente a Cristina, tal como sucediera con Chávez en Venezuela.


Marcos Ghio
30/03/13