lunes, 7 de enero de 2013

martes, 1 de enero de 2013


EL 2012 Y EL CUMPLIMIENTO DE LA PROFECÍA MAYA



Es bien sabido que durante el año que está por concluir se ha estado hablando en todas partes de un fin del mundo inminente que tiempo atrás habrían preanunciado los pueblos mayas en una milenaria profecía. Y también lo es que, al haber pasado la fecha preanunciada y encontrarnos ya en vísperas del 2013 sin que nada de lo que se decía hubiese acontecido, un numeroso contingente de escépticos, de ‘realistas’, de políticos depredadores y la nutrida plétora de conformistas que los rodean democráticamente han salido con la confianza fortalecida convencidos de que, a pesar de todos los cataclismos físicos y morales que el mundo se encuentra padeciendo hoy en día, al parecer aun goza de buena salud y se confirmaría de este modo aquella fe moderna implícita en tal concepción que nos mienta respecto de una milagrosa armonía preestablecida, consistente en la presencia de un Dios que, preocupado por nuestro bienestar, actuando entre bastidores, se encargaría de la continuidad del planeta a pesar de todos los desaguisados existentes. Y más aun, en su inmensa sabiduría, del mismo modo que con el sistema democrático vigente la ignorancia colectiva respecto de los grandes problemas del Estado, por su voto, reportaría soluciones que ni siquiera los sabios más compenetrados serían capaces de dar, así también lo que son destrucciones y caos, en tanto se encuentran enmarcados en un prodigioso cóctel de bondad y previsión con el que el mundo estaría dirigido, daría lugar a tiempos cada vez más prósperos y a prodigiosos avances en todos los campos, es decir al progreso irreversible de nuestra especie respecto de lo cual no deberíamos estar preocupados en demasía y aquellas siniestras profecías deberían por el contrario se contrastadas, simultáneamente con actitudes de burla y conmiseración, con una confianza cada vez más acentuada en que el mundo marcha por el buen camino.
Sin embargo permítaseme decir que los mayas, que no eran precisamente un pueblo materialista, con seguridad que no se deben haber querido referir al final del mundo comprendido como cosa física, tal como lo concibe el hombre unidimensional de los tiempos últimos, sino más bien de un mundo concebido como una determinada manera de ser, como un tipo de humanidad diferente de la que existiera en los tiempos de aquella profecía en tanto producto final de una profunda decadencia ya preanunciada en su momento y que justamente, en vísperas de la conclusión de 2012, comenzaría el proceso de su final irreversible.
El grave estado de atontamiento colectivo en que se encuentra sumergida nuestra especie, tal como decimos, solamente distraída en cuestiones puramente materiales y físicas, ha hecho que el conjunto de las personas no hayan podido comprender ni percibir que se ha producido justamente en este mes que concluye y en esos mismos días la consumación de tal profecía. Mientras los creyentes en la literalidad del texto, fieles ellos también al grosero materialismo propio de los tiempos, esperaban ver el oscurecimiento físico del planeta acompañado de un inmenso cataclismo, en realidad se produjo otro tipo de catástrofe para tal tipo de hombre. El día 22 de diciembre el pueblo egipcio, como avanzada de un proceso más universal, votó masivamente por la implantación de la ley islámica (sharia) en su Constitución. De este modo lo que había sido concebido simplemente como una expresión de deseos de mayor democracia, propios del ‘mundo libre’, eso que equívocamente se denominó la Primavera democrática, demostró su sustancia verdadera. En realidad de lo que se trataba en cambio era de terminar con esa tremenda anomalía que es el mundo moderno, un mundo basado en exclusividad en cosas ‘humanas’, y por lo tanto despojado totalmente de lo principal que hace al destino del hombre que es la dimensión de lo trascendente. La ley islámica, como podría ser por otra parte la ley católica si en estos pagos hubiese estallado una “primavera” similar, rechaza expresamente el dogma democrático moderno y postula en cambio la soberanía de Dios en el Estado considerando que, en tanto se reputa como lo esencial y fuente y razón de ser de la vida del hombre, los delitos en contra de lo alto, tales como la blasfemia y la profanación, deben recibir las más duras condenas, sin descartar la misma pena de muerte. Asimismo se establece, en neto contraste con el desorden moderno, sociedad de carácter matriarcal y feminista, que al ser la función esencial de la mujer, tal como dijera Nietzsche, la reproducción de la especie o el reposo del guerrero, y enmarcada la sexualidad en tales principios, se determina la drástica condena de todos los destapes patológicos de nuestro medio inundado de lascivia y promiscuidad, del mismo modo que de la promoción de la homosexualidad propia de tiempos últimos y terminales, así como su necesario retorno al hogar y a la crianza. Es decir, lo exactamente opuesto a lo acontecido en estos días con regímenes crepusculares como el que se vive en la Argentina en donde, en manera por demás paradigmática, una presidente mujer, en la festividad de la democracia matriarcal padecida desde hace 29 interminables años y en simultaneidad de fechas con la aprobación de la sharia en Egipto, en notorio contraste con tal hecho, premió expresamente a un ‘artista’ profanador y blasfemo y a una notoria pareja gay, demostrando de este modo cómo todas estas cosas forman parte de la esencia del tal sistema en cuya antítesis revolucionaria se encuentra la revolución islámica.
Pero la consumación de tal profecía ha también tenido otros elementos concurrentes que queremos señalar aquí. Ante la valentía de un movimiento asentado en valores sacros y revolucionarios, que ha dado justamente como resultado la supresión del desorden democrático, el mundo moderno, basado en cambio en el pacifismo vacuno y en el materialismo, ha llamado a la retirada ante los graves peligros que corren el propio pellejo y “la economía, estúpido”. Así como los EEUU y sus aliados han dispuesto irse de Afganistán, de la misma manera que antes lo hicieran de Irak, Rusia ha empezado a empacar sus cosas en Siria dejando a su suerte al agonizante régimen de Assad. Norteamérica y el resto del “mundo libre” han resuelto así retirarse de toda guerra pretendiendo hoy, en una conducta autista típica de tiempos terminales, resolverlo todo a través de acciones recabadas de esos facsímiles de videojuego que son los famosos aviones inteligentes o drones, con los resultados a la vista. El asesinato de Bin Laden, producto de una de ellas, lejos de haber significado la destrucción de Al Qaeda, tal como se dijera, ha por el contrario dado por resultado su incremento y fortalecimiento. A su vez lo recientemente acontecido en la ciudad de Kabul, en donde una mujer eliminó a un importante jefe de la seguridad yanqui, es también un signo claro del fracaso del sistema y de la consumación de la profecía. Resulta ser que una de las razones para invadir Afganistán fue la “liberación” de las mujeres que eran esclavizadas por los talibanes, pero al parecer resulta que éstas no estaban para nada disconformes con tal “esclavitud” y, antes de tener que padecer la democracia con sus destapes, demuestran estar dispuestas ellas también a inmolarse. Israel, como era de esperar, se muestra muy preocupado por todo lo que está pasando ya muy cerca de sus fronteras.
Tal como vemos, el 2012 ha significado el inicio del fin del mundo moderno, el que tan sabiamente habían profetizado nuestros antepasados los mayas.

Marcos Ghio
30/12/12