martes, 13 de abril de 2010

RÉPLICA A LA NOTA DE TIBERIO GRAZIANI: RUSIA EN EL SIGLO XXI

Se acaba de publicar en castellano en la página Tsunami Político un artículo de italiano Tiberio Graziani en el que se exalta la política exterior de Rusia a través de sus nuevos gobernantes, Putin-Medvediev. En tanto lo consideramos como el texto que con mayor fundamentación ha efectuado la defensa de tal postura hemos decidido realizar una réplica del mismo, la que se encuentra en una línea similar a la que meses pasados efectuáramos de dos publicaciones afines, una chilena y otra argentina (1).

Sr. Director de Tsunami:
En el día de ayer su honorable página web ha editado un lamentable artículo de un autor italiano, Tiberio Graziani, conocido por su postura abiertamente favorable a los intereses de un imperialismo ruso que intenta resucitar, afortunadamente sin éxito, la dupla Putin-Medyediev, en un fallido intento por querer reproducir la triste experiencia que fuera para el mundo la desaparecida Unión Soviética, con sus millones de mártires y perseguidos, aunque, tal como veremos seguidamente, con ciertos inconvenientes adicionales. Ignoramos la fecha de esta nota pero por lo desactualizada suponemos que debe haber sido escrita al menos hace un año, de lo contrario no se entendería el pasaje en donde el aludido afirma que entre los varios éxitos obtenidos por el déspota ruso ex KGB Putin se encontraría el de haber logrado «contener con firmeza el secesionismo chechenio y daguestano e infundir confianza a la población». Demás está decir que esta información es notoriamente falsa y desactualizada. Diariamente en tal región se suceden acciones de guerra producidas por los grupos que luchan por la independencia de su país ilegítimamente ocupado y éstas incluso se han extendido hasta el mismo territorio ruso en acciones de represalia, tales como los recientes atentados contra el expreso Moscú- San Petersburgo y contra el subte de Moscú en la semana pasada entre otros.
Pero yendo puntualmente a la fundamentación que el autor da a su postura, digamos que la misma en lo esencial no es muy diferente de la que sostiene el marxismo y por tal causa no resulta un hecho casual su apoyo al régimen del ex bolchevique Putin. De acuerdo a Carlos Marx las ideologías son superestructuras mutables de una invariable económica que las sustenta en su condición de justificativos de sus acciones de dominio en circunstancias distintas. Así pues para un marxista tanto la religión como las distintas concepciones políticas que no son la propia, como el liberalismo y el fascismo por ejemplo, son expresiones mutables de una misma realidad que es la clase burguesa opresora, siendo por lo tanto discursos diferentes y circunstanciales elaborados con la misma finalidad de justificar el propio dominio sobre las otras clases. La concepción ‘geopolítica’ formulada por Graziani sustituye al concepto de clase económica el de ‘espacio geográfico’ por lo cual, mientras que el marxista concibe la historia como una incesante lucha entre clases por el control de la economía, el geopolítico del estilo de Graziani considera que lo es entre espacios geográficos dispares los cuales también utilizarían a las diferentes ideologías como instrumentos de dominio de acuerdo a las circunstancias mutables. De este modo no habría para él una diferencia sustancial dentro del espacio geográfico ruso entre lo que fuera el zarismo y el comunismo soviético, del mismo modo que entre éstos y el actual régimen de Putin, pues representan todos ellos formas diferentes por la que se ha expresado en el tiempo una misma realidad determinada por una finalidad de dominio.
Nosotros partimos del concepto exactamente opuesto sea al de los geopolíticos como de los marxistas. Para nosotros son las ideas y las concepciones del mundo lo que diferencian a las personas y no las distintas condiciones materiales, sean las clases sociales, sean los espacios geográficos, u otras categorías similares. Para nosotros así como no es la clase social lo que determina nuestra manera de pensar, tampoco ello acontece con nuestra situación geográfica o histórica. Que en tanto el hombre es un ser libre por naturaleza, son las ideas las que determinan su manera de ser y no a la inversa. Somos nosotros los que pensamos y no los que somos pensados. Desde tal punto de vista, es decir en tanto medido a partir de lo que son los principios, por ejemplo el comunismo está mucho más cerca del liberalismo que del zarismo a pesar de que el primero y el último puedan haber tenido un mismo origen territorial, en la medida que mientras que las dos primeras posturas se fundan en principios inmanentes y seculares, es decir materialistas, el zarismo era en cambio una concepción sagrada, imperial y metafísica de la política. De acuerdo a lo que afirmara un grande como Solzyenitzyn, a diferencia de lo que manifiesta en cambio el Sr. Graziani, el comunismo no ha sido la continuidad sino la derogación del antiguo zarismo.
En su lamentable trabajo, que ni siquiera hubiera sido capaz de escribir un comunista estaliniano, Graziani se manifiesta preocupado porque luego de la caída del comunismo EEUU haya avanzado por Europa. Desde ya que a nosotros como tradicionalistas no nos puede gustar en manera alguna el progreso de los EEUU, pero menos todavía nos hubiera gustado un mundo en el que el comunismo hubiese ganado la partida. Y esto por la siguiente razón, que si bien los dos, EEUU y URSS, son materialistas, con el primer régimen por lo menos tenemos la posibilidad de estar escribiendo estas cosas, de haber sido el comunismo el vencedor con seguridad que habríamos sido enviados a clínicas de recuperación mental o a Gulags como Solyenitzyn quien cometiera durante la guerra el grave delito de haber llamado ‘papito’ a Stalin en una carta personal.
Graziani, en su enfoque geopolítico, prescinde de señalarnos las diferencias entre la ex Unión Soviética y el actual régimen de Putin. Manifiesta que lo bueno de este último es que intenta recrear el antiguo imperio soviético luego de la gran crisis del 90 que produjo su desintegración. Le explicaré la diferencia que en cambio existe entre ambos. Con el comunismo, debido a la gran censura existente, en Occidente no se sabía o se disimulaba un poco que los grandes jerarcas eran, además de representantes de los ‘intereses históricos del proletariado’, también multimillonarios. Hoy esto además de saberse se exhibe en público de manera indecorosa y sin ningún tapujo. Es más, los grandes jerarcas rusos son actualmente también multimillonarios obscenos, como el caso entre otros tantos de Abramovich, dueño de un club de futbol inglés y dispensador de gran cantidad de castillos europeos a sus múltiples amantes. Pero esta gran afinidad entre capitalismo y comunismo no es sólo una cuestión de la Rusia actual, sino también de China en donde es el partido comunista el que promueve el consumismo y la gran economía de mercado, siendo el principal sostén del dolar norteamericano.
Causan literalmente risa los logros geopolíticos que según Graziani habría obtenido Putin en política internacional desde que gobierna. Dice que a diferencia de lo que aconteciera con sus predecesores en la primera invasión a Irak en 1990, en el 2003 Rusia «se marginó de la agresiva intervención militar en el Iraq de Saddam Hussein». Le refrescaremos la memoria. Si en 1990 hubo un sector de patriotas rusos, capitaneados en ese entonces por el nacionalista Zyrinowsky, que envió voluntarios para luchar del lado de Saddam Hussein, en el 2003, Putin ni siquiera esbozó una protesta formal a la invasión que determinó la caída y posterior ejecución de Saddam.
Resulta llamativo además el gran silencio que brinde a la invasión a Afganistán. ¿En este caso Putin ‘se marginó’? Todo lo contrario colaboró decisivamente en tal invasión prestando sus Estados satélites del Asia central bases para que los norteamericanos pudiesen invadir. Y hoy en día, ante la ofensiva talibán, no son los Estados satélites de Rusia los que prestan sus instalaciones sino el mismo Estado ruso quien posibilita que por sus territorios transiten los convoyes logísticos que llevan pertrechos a las fuerzas de la Otan que allí luchan.
Causan gracia y también malestar los profundos silencios del autor. Él se indigna porque EEUU haya cooptado en la Otan a muchos Estados que antes formaban parte o estaban asociados con la antigua URSS, sin embargo silencia ciertos hechos esenciales. Que la Otan, de acuerdo a lo que ha explicado recientemente su actual secretario general, Anders Rasmussen, ha dejado de ser el organismo pensado en función de poner freno a la expansión comunista, pues tal peligro ha desaparecido, para en cambio convertirse en un freno del avance del fundamentalismo islámico o del ‘terrorismo internacional’, término este último compartido por Putin y que es utilizado para calificar a los patriotas caucásicos que luchan por su independencia. No por casualidad, además de prestarle a tal organización enemiga sus territorios para que invadan a una nación fundamentalista, sino que también Graziani silencia el hecho de que Rusia tiene un veedor permanente en tal organización. Es decir ahora que con Putin y con China el comunismo se ha sacado la careta y se ha mostrado como lo que realmente era, un capitalismo de tono mayor, hay que ocuparse del enemigo verdadero.
Más gracioso todavía es que nos diga que Putin ha reivindicado al Islam como parte integrante de la idiosincrasia rusa y que no lo está persiguiendo, como en cambio habían hecho sus predecesores. Pero eso no es muy diferente de lo que está haciendo Obama ; no es que no quieran al Islam, sino que desean un Islam tibio, moderno, capitalista. Es por eso que lo quieren en la Unión Europea con Turquía pues piensan democratizarlo. El otro Islam, el verdadero, el que no acepta el materialismo capitalista comunista, ése está en contra de Putin y le disputa soberanía en el Cáucaso, tras haber constituido un Emirato en tal región. Lástima que tampoco Graziani haga mención de ello.
Insistimos : causa mucha gracia Graziani. Quizás si el autor de la traducción hubiese puesto la fecha de su nota a lo mejor nos hubiésemos podido explicar por qué no dice nada del reciente tratado de Praga firmado entre Obama y Medvedyev evitando que otros países, como Irán por ejemplo, puedan tener armas nucleares con lo cual, tal como dijera ayer nuestro colega Preziosi, los imperios del mar y de la tierra han terminado uniéndose en los logros geopolíticos comunes.
Descartamos que el Sr. Graziani conteste a esta nota, pero sería sumamente provechoso que lo hiciesen en su defensa todos aquellos que en este país y en Chile promueven sus ideas.
Con cordiales saludos.
Marcos Ghio
13/04/10

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