domingo, 12 de febrero de 2012

EL BOOMERANG DE MALVINAS


En una nota anterior a ésta, en relación al tema de Malvinas, hemos manifestado que era sumamente importante la revelación del informe Rattenbach sobre los acontecimientos de la guerra de 1982. Sin embargo nuestro punto de vista, y lo ratificamos una vez más, es totalmente discrepante con el que ha sostenido el actual gobierno al promover tal medida con la finalidad de impulsar el pacifismo en relación a tal tema y a su lucha inveterada contra el elemento guerrero que aun pueda existir en nuestra sociedad.
Nosotros consideramos que la decisión de ocupar las islas el 2 abril de 1982 fue justa y oportuna en la medida que en ese entonces se podía hacer debido al factor sorpresa en tanto que el gobierno inglés había dejado absolutamente descuidada su defensa con una pequeña guarnición fácilmente controlable, tal como finalmente sucediera. A su vez, en una conversación que tuviéramos poco antes de su fallecimiento, el mismo general Galtieri nos ratificó que su par norteamericano de ese entonces le había expresado hasta por un telegrama que conservaba en su poder que su gobierno se iba a mantener prescindente ante la eventualidad de un futuro conflicto. Es de destacar que tal posterior no prescindencia implicaría algo que fue luego fundamental en la invasión inglesa que sobrevino, el haber proporcionado el uso de la base de la isla de Ascensión para el reaprovisionamiento de la flota de mar.
Es decir, tal como se manifestó varias veces, el presidente argentino de ese entonces fue engañado en su buena fe, aunque posiblemente haya tenido su cuota de ingenuidad, parecida a la que también tuvieran en su momento otros gobernantes como Saddam Hussein de Irak cuando invadiera Kuwait y más recientemente el georgiano Shakasvili cuando hiciera lo mismo con la provincia autónoma de Osetia del Sur. En ambos casos los gobernantes norteamericanos, también como en Malvinas pertenecientes al partido republicano, prometieron una prescindencia o apoyo que luego en ningún caso sucedió.
Pero el problema surge en la segunda parte de la guerra, es decir en el momento en el cual, tras unas multitudinarias manifestaciones populares de apoyo, los EEUU disponen respaldar abiertamente al gobierno británico y ya no era más posible dar marcha atrás una vez que la guerra se había desencadenado. Es en este segundo aspecto en donde el informe puede develar ciertos elementos muy oportunos y necesarios, incluso para llegar a comprender la situación actual y, de profundizarse en el mismo, éste podría llegar a actuar como un boomerang para los actuales gobernantes que han promovido su difusión.
Formado en la antigua tradición militar prusiana, incluso por su mismo origen, el Tnte. Gral. Rattenbach, quien tuviera a su cargo dirigir la investigación de lo acontecido en la guerra, fue un activo participante de la Revolución Libertadora que derrocara al régimen del fundador del partido que hoy nos gobierna. Tenía por lo tanto presente, por su estricta formación, que al ser la función esencial de un militar hacer la guerra, cuando es convocado a la misma no existen excusas ni limitaciones en su ejecución. Para un guerrero rendirse es sinónimo de deshonra, especialmente si ello se lo hace sin haber agotado todas las vías necesarias del combate. Y en la contienda de Malvinas, así como hubo verdaderos actos de heroísmo, especialmente por parte de miembros de la aviación, se presenciaron también vergonzosas rendiciones incluso sin combatir como el caso del capitán Astiz que entregara las islas Georgias sin disparar un tiro o el mismo general Menéndez, gobernador militar en ese entonces, que aceptó la humillación de entregar a la totalidad de sus oficiales desarmados para que desfilaran frente a las cámaras de la televisión inglesa, habiendo él mismo olvidado su gorra luego de la capitulación. Sin eximir de ello por supuesto a esos mismos oficiales que aceptaron participar de dicho desfile de la derrota. Y podríamos abundar en detalles vergonzosos. Pero lo más grave, tal como dijéramos en la anterior nota, fue la otra entrega que a nivel político se hiciera de la causa de Malvinas promoviendo un afeminado pacifismo en los momentos culminantes de la contienda, a través de la venida de un papa que ya se había manifestado en contra de nuestra guerra. Del mismo modo que se dejó funcionar libremente a las empresas de capital británico en plena contienda y hasta se llegó al absurdo de que la empresa Shell con sede en nuestro país le vendiera combustible a los barcos que nos estaban combatiendo. Es muy bueno pues que todas estas cosas se hagan públicas y que ello sirva de una vez por todas para erradicar de nuestras fuerzas armadas ese espíritu de rendición que se hizo manifiesto en forma contundente en la guerra de Malvinas y que ha sido sin lugar a dudas la gran causa del estado de postración que hoy viven ellas mismas y por extensión la nación toda.
Rattenbach no pudo ver, por su muerte prematura, las secuelas posteriores de la guerra. Varios de aquellos oficiales que se rindieron, siguiendo quizás el dicho burgués de que soldado que se rinde sirve para otra guerra, siguieron en actividad y en algunos casos interviniendo en conflictos con el mismo estilo que viéramos en Malvinas. Así pues un tristemente célebre movimiento Carapintada efectuó entre 1987 y 1991 una serie de rebeliones en contra de los presidentes Alfonsín y Menem, todas ellas concluidas en resonantes rendiciones, en algunos casos tras haberse mantenido en tal situación por apenas pocas horas y teniendo a su favor una contundente superioridad militar, luego de comprobar que iban a ser reprimidos, como por otro lado era de esperar. Al aludido no lo habría asombrado para nada el hecho de que esos militares sublevados y rendidos en manera por demás humillante y sucesiva terminaron haciendo política y ¡oh sorpresa! enrolados en el ‘movimiento mayoritario’. Habría recordado con seguridad, ya que lo viviera de cerca, que el fundador del mismo también se rindió casi sin pelear y teniendo a su alcance una superioridad militar aplastante. También en ese entonces el aludido alegó que se rendía ‘para evitar derramamientos de sangre’, de la misma manera que los pacifistas que lograron copar la causa de Malvinas consideraron que era conveniente rendirse ‘para evitar una matanza y una guerra nuclear’. Durante la Revolución Libertadora se acuñó una frase muy famosa y actual de que ‘el miedo no es sonso’.
Hoy ese mismo espíritu de rendición tan duramente criticado por Rattenbach es el que sigue primando en nuestra política internacional en relación a Malvinas. Luego de la firma de los vergonzosos tratados de Madrid por parte del gobierno peronista de Menem, la presidente mujer que hoy nos gobierna afirma muy alegremente que piensa recuperar las Malvinas pacíficamente ya que ‘la asisten derechos’.
Al respecto habría que recordarle que lo único que verdaderamente otorga derechos es la victoria. Y esto debería saberlo pues lo ha vivido en carne propia. Los militares alemanes en la Segunda Guerra fueron juzgados como criminales no porque lo fueran necesariamente, sino porque fueron vencidos. Del mismo modo que ha sucedido también en un grado menor con los de nuestro país que hoy están presos en juicios impulsados por su mismo gobierno justamente por haber sido derrotados en Malvinas y haberse así visto obligados a entregar el poder a aquellos contra quienes habían combatido en una guerra civil. Ni Bush, ni Obama, ni Sharon, asesinos y torturadores seriales con más delitos que los militares argentinos presos, hoy han sido juzgados por haber violado algún derecho, y eso que hasta se han dado el lujo de difundir que torturaban y que carecían de escrúpulos en violar el derecho internacional asesinando a personas a las que califican de ‘terroristas’. Sólo estarán presos el día en que pierdan alguna guerra y caigan en desgracia. Cristina podrá ponerlos presos a Videla y a Bignone porque perdieron, pero no podrá hacer que Cameron, premier de un país que ganó una guerra, se retire de Malvinas. Del mismo modo nos preguntamos ¿de qué vale sentarse a dialogar sobre soberanía con quien nos ha vencido? Y más todavía si Inglaterra puede alegar que los habitantes de las islas no solamente quieren seguir siendo ingleses, sino que también están dispuestos a defenderse de una invasión argentina. Y agreguemos además que se ha sabido que hay allí más petróleo que en los mares británicos. ¿De qué es entonces de lo que se piensa dialogar?
Sólo la guerra es el camino para recuperar las Malvinas, éstas no deben ser restituidas, sino reconquistadas. Pero para ello se necesita tener unas Fuerzzas Armadas y una clase política que no se rindan, que estén preparados y atentos para que en algún momento, en razón de un debilitamiento interno de la situación europea y ‘occidental’ puedan repetirse las condiciones de 1982.

Marcos Ghio
12/02/12

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo. No se cuando se va a acabar esta fantasia de la "recuperacion pacifica".

anticomunista dijo...

Si España y Argentina se unieran con en el pasado imperial... los hijos de la gran patraña se irian al mar
Arriba España
Malvinas argentinas Gibraltar español