lunes, 31 de marzo de 2014

RAMÍREZ: AUTODETERMINACIÓN DE LOS PUEBLOS

AUTODETERMINACIÓN  DE  LOS  PUEBLOS:  ¿ PARA  QUÉ ?

    
  En virtud de los acontecimientos que ocurren en estos días en Ucrania y Crimea en particular se ha puesto de actualidad en los medios y en muchos publicistas el tema de la autodeterminación de los pueblos.
     Sin remontarnos a los antecedentes de esta cuestión, ya que para ello habría que remitirse a la Revolución Francesa e incluso a la doctrina del jesuita Suárez, en fecha más reciente la Carta de las Naciones Unidas de 1945 en su artículo primero, reconoce el principio de la libre determinación de los pueblos. Lo mismo hace el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos que entró en vigencia en 1976. Hay asimismo varias otras declaraciones y resoluciones internacionales que se refieren a la misma cuestión, o sea que el tema abunda en el derecho internacional, por lo menos en la palabra y en la retórica de los juristas. Pero lo que nos importa aquí es ver la cuestión desde el punto de vista del espíritu tradicional que nada tiene que ver con el tratamiento desde la perspectiva del mundo moderno.
     Los dogmas de libertad e igualdad de la Revolución Francesa crearon la ilusión de que el hombre es libre para hacer lo que quiera y que es igual a todos los otros. Se creó un individuo atomizado en constante choque contra otros átomos, y no se planteó lo fundamental, es decir, libertad para qué.
     La libertad es la facultad de hacer lo que se debe querer, o no estar obligado a hacer lo que no se debe querer. Y lo que se debe querer es cumplir con la propia naturaleza, y por eso existe la desigualdad, no hay los mismos derechos para todos ni la misma libertad, hay una jerarquía que debe ser respetada so pena de violarse el orden y caer en el caos, y esto es lo que hace la civilización moderna. Jerarquía y democracia se oponen como también lo hacen la idea tradicional de libertad y el concepto moderno de la misma.
     De las ideas modernistas de la Revolución Francesa relativas a igualdad y libertad se ha derivado como lógica consecuencia el tema de la autodeterminación de los pueblos, lo que se aplicó al hombre ahora se aplica a los pueblos en forma generalizada y abstracta sin preguntarse para qué quieren los pueblos la autodeterminación. Las respuestas pueden ser varias: por razones étnicas, políticas, económicas, culturales, o porque sí, pero todas ellas se enmarcan en temas propios de la civilización moderna en los cuales está ausente todo valor tradicional y superior.
     Abundan los ejemplos históricos al respecto. Tenemos por ejemplo la emancipación de los pueblos hispanoamericanos en las primeras décadas del siglo XIX, que si bien rompieron con un imperio decadente y prevaricador, al mismo tiempo dieron por tierra con todos los principios tradicionales y se conformaron en una veintena de republiquitas. Otro ejemplo más reciente es la “descolonización” de África a mediados del siglo XX que de acuerdo a la subversiva idea de la autodeterminación terminó en la parición de decenas de estados muchos de ellos inviables y carentes de toda perspectiva tradicional y a la vista de la irresponsabilidad y degradación de las antiguas potencias coloniales carcomidas por los influjos subversivos del liberalismo y el marxismo.
     Y en esta temática caemos al caso de Crimea. Su autodeterminación está signada totalmente por lo negativo. Se incorpora a una potencia mundial, Rusia, que es una enemiga de  la Tradición, como se demuestra por su guerra contra el Emirato Islámico del Cáucaso, su mesianismo imperialista panruso y la creación de una clase de nuevos oligarcas multimillonarios que pululan por todo el mundo al mejor estilo de la plutocracia occidental, y que espera fagocitarse a Ucrania y otros países limítrofes. En cambio, Crimea se separa de Ucrania en dónde tras la revolución afloran tendencias no solamente antirusas y antioccidentales, sino a favor de una superación de ambas falsas perspectivas, como lo ve muy claro Putin al calificar a los revolucionarios de fascistas.
     Por el contrario defendemos la autodeterminación por la que lucha el Emirato Islámico del Cáucaso con respecto a Rusia. Este emirato es portador de una restauración de la Tradición y por lo tanto se hace acreedor a la independencia y a expandir su acción en otras direcciones más allá de él mismo.
Julián Ramírez


San Carlos de Bariloche, 25 de marzo del 2014.

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