lunes, 14 de diciembre de 2015

RAMÍREZ: HIJOS PARA LA GUERRA

HIJOS  PARA  LA  GUERRA


     Navegando en la Internet en busca de informaciones acerca de los acontecimientos relativos a la guerra de civilizaciones, algunas valederas, otras no tanto, hemos encontrado un artículo titulado “Las mujeres ganan peso en el engranaje yihadista” (Madrid 18-9-15, Edizioness).
     El articulista cita varios casos de mujeres que participan en la yihad, pero nos hemos detenido en el caso de mujeres que el autor de la nota relata así: “Hay casos de madres que influyen de manera directa sobre sus hijos a la hora de tomar la decisión de irse a combatir a Siria.” Y agrega, que se trata de un “fenómeno en alza”. Menciona el caso de una mujer que ya ha perdido un hijo en Siria y está dispuesta a enviar a otros dos.
     Nos encontramos aquí con hechos que revelan en toda su profundidad la naturaleza femenina: parir hijos y educarlos para que sean guerreros, pero no cualquier guerrero, sino yihadistas, es decir, guerreros de Dios.
     Habría que remontarse a la antigüedad, a Roma y a Esparta, sociedades tradicionales, para encontrar algo análogo. Recordamos el caso del joven guerrero espartano a quién su madre le entrega una espada. El joven se queja diciendo: “Madre, esta espada es muy corta”.La madre le contesta, diciendo: “da un paso más adelante”.
     Hechos de esta naturaleza superan en mucho el vínculo natural entre la madre y el hijo y nos encontramos ya en un plano sobrenatural, nada menos que parir hijos para la guerra.
     El mundo moderno ha hecho de la defensa y exaltación de la vida terrestre y física un pseudo valor supremo. A una cosa finita y perecedera se la valora como el bien más preciado, y hay que usarla para gozarla, pasarla bien y consumir. El ejemplo que brindan esas madres musulmanas es todo lo contrario: la vida que crean la destinan a un fin superior, a un guerrero dispuesto a combatir y a inmolarse llegado el caso, y lograr así la inmortalidad que es también la inmortalidad de ella.
     El mundo moderno nos presenta situaciones que son totalmente opuestas. El Che Guevara decía que los hijos de los revolucionarios debían ser educados en las mismas condiciones que los trabajadores, pensamiento netamente marxista y que toma como ejemplo a la casta inferior. Otro caso es el que ofrecen en nuestro país, la Argentina, asociaciones tales como las Madres de Plaza de Mayo y otras similares, que reivindican el accionar de sus hijos muertos o desaparecidos en la guerra revolucionaria marxista en la que fueron derrotados por las FF.AA. argentinas. Habría que investigar hasta qué punto esa juventud equivocada fue educada en familias que habían perdido toda visión de lo superior y sobrenatural. Estos dos ejemplos son todo lo contrario de las madres que crían a sus hijos para la guerra santa.
     Otro ejemplo de la decadencia moderna lo constituye el sentimentaloide y comercial “día de la madre”, festejo totalmente naturalista alejado de toda consideración superior.
     En la sociedad moderna se cría y se “educa” a los hijos para las más variadas actividades, por lo general, conformes al espíritu burgués. Se los “educa” para tener no para ser, y a ello contribuye todo lo que en el actual mundo se llama educación.
     Por el contrario, el ejemplo que brindan esas madres musulmanas contiene una concepción del mundo y de la vida de signo totalmente opuesto.
     La destrucción a que ha sido sometida la familia en la actual civilización occidental excristiana conspira contra la formación de héroes, de santos y de mártires, ya no hay un sostén para una vida que aspire a lo superior y a lo sagrado. Por lo tanto reviste suma importancia el ejemplo de esas mujeres.
     Nietzsche dijo que el hombre debe ser educado para la guerra y la mujer para el reposo del guerrero. Creemos que este concepto debe ser ampliado de la siguiente forma: el hombre educado para la guerra y la mujer para parir y criar guerreros.
     Mientras existan esas mujeres y cualquiera sea el futuro de esta yihad, habrá guerreros santos hasta el fin de los tiempos, y esos guerreros serán imbatibles.

San Carlos de Bariloche, 23 de noviembre del 2015.


JULIÁN  RAMÍREZ 

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