lunes, 25 de abril de 2016

RAMÍREZ: EL GERMEN DE LA DECADENCIA

     EL  GERMEN   DE  LA  DECADENCIA

      Hoy día frente a las calamidades del mundo moderno: delincuencia, drogadicción, inseguridad y muchas más, se pretenden encontrar soluciones, y esto por parte de personas honestas y bien intencionadas; no nos referimos a aquellos que, sin decirlo expresamente, defienden a los delincuentes, promueven la drogadicción, y exaltan y propagan a las modernas desviaciones sexuales entre otras grandes "conquistas" de la modernidad. A estos últimos dejémoslos de lado porque ya se encuentran en un nivel subhumano y presa de fuerzas inferiores, embarcados en el marxismo cultural que ha hecho presa de la humanidad.
     Prestemos ahora atención a los primeros, a las personas sinceramente preocupadas por la situación. Estas personas no cesan de promover movimientos, protestas y reclamos de todo orden; condenan las cosas que ocurren, se lamentan y desean que la situación cambie, pero lo más fácil es que sus acciones y reclamos caigan en saco roto y que todo siga empeorando. Las autoridades públicas son incapaces de resolver la situación o no quieren hacerlo por motivaciones de orden político, o  peor aún, por complicidad. Y así vemos como transcurren los días , cada uno peor que el anterior y se llega así a un estado de resignación y se dice " a esto no lo arregla nadie".
     Ante tal cuadro de situación profundicemos en el tema. A "esto no lo arregla nadie" es cierto, mientras se insista en partir de planteos superficiales que no consideren el origen de los problemas y mientras se insista en mantenerse dentro de las pautas e ideologías de la modernidad y de la sociedad burguesa y mercantil.
     La causa reside en la total decadencia - y a esta altura derrumbe - de la sociedad moderna, y esta decadencia y derrumbe residen en la progresiva pérdida de la hegemonía que en las civilizaciones tradicionales tuvieron los principios y valores de una concepción del mundo y de la vida de un orden superior, trascendente, metafísico y religioso. Muchas personas hablan de valores, pero de qué valores se trata. Nosotros nos referimos a los únicos que merecen ese nombre, a los derivados de la Tradición, y ésta NO es de origen humano.
     Todas las lacras que padecemos derivan de esa pérdida de sustentación en lo superior y sagrado con lo cual se han roto todos los vínculos. La sociedad moderna marcha a la deriva librada a las fuerzas irracionales que la gobiernan y contra esto no valen protestas, lloriqueos y lamentaciones y desde ya anticipamos que serán inútiles todas las tentativas que se hagan en sentido contrario si no se fundamentan en atacar lo más profundo del mal.
     La decadencia de las civilizaciones comienza por lo interior de las personas que la componen, como bien lo expresaba Julius Evola, cuando su élite gobernante decae en su superioridad espiritual y pierde su concepción sagrada del mundo y de la vida. Lo que sigue es una consecuencia de esto: es un río que fluye hacia una catarata y la caída definitiva es lo que debe esperarse. Viene después la influencia de factores externos y la civilización es agredida desde lo exterior y el derrumbe final es inevitable.
     Esta es la situación en que se encuentra Occidente,  en estos momentos cabeza de la modernidad y tomemos el ejemplo de Europa que fué la base de la civilización occidental y cristiana. Su sostén fué el cristianismo y sus mejores gobernantes poseían una fuerza espiritual interior que influía en toda la sociedad. Eso ya se perdió porque el hombre posee esa terrible facultad - como bien dice Evola - de usar de su libertad en sentido contrario a la potencia espiritual. Ahora los europeos están preocupados por lo que consideran un ataque exterior por parte del Islam y más de uno habla de la "islamización" de Europa. Los comprendemos: no son musulmanes ni quieren serlo. Pero su reacción se basa en acciones exteriores que de ningún modo se fundamentan en una transformación interior, porque interiormente siguen siendo partidarios del mundo moderno, de la vida burguesa, consumista, hedonista y materialista. Han renunciado desde hace tiempo a una concepción espiritual , sagrada, heroica y viril del mundo y de la vida. Por este camino ya están derrotados, el germen interior de la decadencia ya se ha transformado en una enfermedad terminal e incurable. Podrá ser a manos del Islam o de cualquier otra coyuntura histórica pero Occidente si sigue así ya está condenado. Lo que decimos de Europa sirve también para nosotros los íberoamericanos: los imperios incaico, maya y azteca cayeron porque habían perdido ante de la llegada de los españoles su espiritualidad interior, y éstos completaron la obra derrumbándolos desde el exterior.

San Carlos de Bariloche, 4 de abril del 2016.

JULIÁN  RAMÍREZ
   



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