lunes, 6 de junio de 2016

RAMÍREZ: LOS TIEMPOS QUE VIENEN

     LOS     TIEMPOS  QUE  VIENEN

          Vivimos tiempos en los cuales con una creciente velocidad se precipitan los acontecimientos. Los hechos se suceden rápidamente y sufrimos un bombardeo continuo de imágenes del mundo exterior. Así debe ser en estos últimos tiempos de la era del Kaliyuga, la edad oscura, en la cual la decadencia, la degradación y la ya visible disolución del mundo moderno es imparable. A los que tenemos en el conjunto del mundo moderno al verdadero enemigo esta situación debe alegrarnos, pero al mismo tiempo debe ser un llamado a nuestra responsabilidad. El mundo moderno no se va a derrumbar por sí solo. Así como el comienzo de la caída lo fué por el mal uso que el hombre hizo de su libertad, así también la restauración del espíritu tradicional debo serlo por voluntad del hombre, por su libre acción  en ese sentido.
     Las grandes masas de hombres modernos están incapacitados para esa tarea. La materialización del mundo moderno se ha incorporado a ellos como una segunda naturaleza. Solo unos pocos podrán encarar ese desafío, y para esos pocos debe ser dirigido nuestro mensaje.
     Esa imposibilidad de la inmensa mayoría hace totalmente ilusoria toda actividad democrática e inútil todo esfuerzo dirigido en esa dirección. Por eso el correcto camino es organizar a la minoría  en la cual los valores tradicionales son plenamente asumidos construyendo una aristocracia del espíritu. Rescatamos así el  verdadero sentido de la palabra "aristocracia" que significa gobierno de los mejores, rescatándola de la deformación de la misma por obra de  los subversivos liberales, marxistas y progresistas que intentan confundirla con "oligarquía", que es el gobierno fundado en el dinero.
     En esta nota nos limitaremos a considerar el espacio histórico y cultural íberoamericano en estos tiempos que vivimos. Lo que vemos a primera vista es la caída de los gobiernos populistas. Cayó en la Argentina el peronismo, tambalean los populismos de Brasil y de Venezuela. Antes lo hizo el de Paraguay, se aplacaron los de Uruguay y Chile. Los de Bolivia y Ecuador se desenvuelven en crecientes dificultades. Es que los populismos son producto del mundo moderno, se sustentan en un nacionalismo con base en el estado-nación, idea por la cual ya doblan las campanas. Se caracterizan por aceptar y difundir plenamente la democracia invocando constantemente al pueblo, por la demagogia y las promesas incumplidas, asumen el gobierno pero no el poder que sigue siendo detentado por sectores oligárquicos de la economía y las finanzas, la corrupción los domina y al fin no resuelven ningún problema. Con este proceder son fácil presa de restauraciones oligárquicas. Las restauraciones oligárquicas llevan al gobierno al liberalismo nacional e internacional instaurando el poder de la plutocracia con su afán desenfrenado por el dinero y las finanzas. Estos gobiernos saquean a los pueblos y se provoca el retorno de los populismos, y vuelta a empezar. En este círculo vicioso transcurrió la historia de nuestros países durante 200 años. Por la brevedad de esta nota tenemos que remitirnos a la idea central sin entrar en excepciones y en detalles, pero vistas las cosas en su trayectoria histórica y a vuelo de pájaro no deja de ser verdad lo expresado. Agreguemos que tanto populistas como oligarcas aceptan y desarrollan las pautas del marxismo cultural: feminismo, drogadicción, agnosticismo, estado laico, rebajamiento de las jerarquías, falta total de un sentido superior de la vida, consumismo y degradación de la naturaleza y el medio ambiente. Liberales, marxistas y populistas coinciden en todo esto.
     En líneas generales este es el drama de nuestros pueblos, y ya se ha jugado demasiado con repetir siempre lo mismo. Se pretende seguir aplicando las mismas fallidas soluciones que reiteradamente fracasan. En nuestro país, la Argentina, tenemos el ejemplo del peronismo, que durante los últimos 70 años llegó varias veces al gobierno para ser desalojado otras tantas por oligarquías. ¿Hasta cuando se van a seguir repitiendo estas tonterías que en realidad son tragedias?
     Solamente la formación de una Orden aristocrática, jerárquica y que sustente los valores de la Tradición podrá superar todas estas falsas alternativas, sin concesión alguna a la modernidad ya que con la subversión no se transa. Estamos en un mundo en que la única manifestación visible de la Tradición se encuentra, en forma parcial y con limitaciones debidas a su exclusivismo religioso, en el fundamentalismo islámico. La Orden debe apoyar y defender este movimiento, pero en la civilización occidental no tenemos nada en qué apoyarnos, pero en la variante íberoamaricana en que vivimos podemos recurrir a nuestras mejores tradiciones históricas como ser la idea de Imperio muy antigua en nuestras tierras americanas: imperios maya, azteca, incaico y español. También al revisionismo histórico rescatando figuras como García Moreno, Juan Manuel de Rosas y otros. Y lo más importante de todo: la transformación interior que nos haga inasequibles a los tiempos revueltos que nos esperan.

San Carlos de Bariloche, 2 de mayo del 2016.


JULIÁN  RAMÍREZ 

1 comentario:

RIKON dijo...

El golpe de Aramburu contra Lonardi fue en noviembre de 1955.