martes, 15 de agosto de 2017

PERÓN E ISRAEL

PERÓN E ISRAEL


Se acaba de presentar el libro de Cristian Iturralde titulado El pacto de Perón e Israel habiendo efectuado su pertinente presentación Antonio Caponnetto. El video resulta interesante pues Caponnetto es un muy eficiente conferencista, capaz de mantener la atención del público presente y aparte -y lo debemos reconocer por haberlo tratado- se trata de una persona que posee una gran fuerza interior, la que se trasunta en todas sus intervenciones. Lo que nos relata respecto del carácter nefasto de la figura de Perón es compartido en un 100% por nosotros, así como también el hecho no siempre resaltado de la franca cercanía de Perón con el judaísmo sionista durante toda su vida. Podemos agregar de nuestra cosecha que alguien que lo tratara a Perón personalmente nos refiriera que éste siempre le decía que: "A mí los judíos nunca me fallaron". 

Sin embargo, dejando a un lado esta coincidencia importante que tenemos con Caponnetto y que nos aleja sobremanera de otros nacionalistas de simpatías con el peronismo (que son sumamente abundantes en nuestro medio), no podemos silenciar nuestra discrepancia esencial respecto de su caracterización del fenómeno del judaísmo. Caponnetto adhiere a la concepción güelfa por la cual el sentido de la historia está expresado por una lucha irreversible entre la Sinagoga y la Iglesia católica como dos entidades antitéticas que se resolverán con el triunfo irreversible de la segunda. Él supone que con tal distinción se aparta del nazismo, en tanto que considera al problema judío no desde una perspectiva racista sino teológica. Sin embargo, aun aceptando tal distinción, debe señalarse la profunda coincidencia que existe entre ambas posturas. Las dos son exclusivistas. Mientras que en un primer caso lo justo y verdadero se encuentra en la raza aria, en su caso se trata de ser católico aunque con el inconveniente de toparnos muchas veces con personas de tal religión como el papa Bergoglio más afines al judaísmo sionista que a su punto de vista. Para nosotros en cambio así como no creemos que todos los males de la historia se deban a los judíos como al unísono concuerdan nazis y güelfos integristas, tampoco se le puede achacar al judío actual la responsabilidad por un hecho acontecido hace casi 2000 años, como la crucificción de Jesús. Ni tampoco reputamos que el judío se tenga que convertir al cristianismo, sino que debe hacerlo con su propia religión. Del mismo modo que, si bien rechazamos al sionismo, no lo hacemos en cambio como él con la cábala judía ya que reputamos a ésta como un movimiento espiritual y esotérico contrario simultáneamente al sionismo como al cristianismo modernista. Es decir que con Evola distinguimos entre judaísmo y sionismo, es decir entre el judaísmo como una religión tradicional tan respetable y rescatable como cualquier otra, del sionismo que representa un movimiento secularizador del mismo modo que el modernismo católico. La lucha histórica no se resuelve en un conflicto entre arios y semitas o entre Iglesia y Sinagoga, sino entre Tradición y Modernidad, en los dos bandos hay personas de todas las religiones y razas.


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