lunes, 13 de febrero de 2023

EL DINERO Y SU SIGNIFICADO PARA EL SER HUMANO EN LOS ULTIMOS10 SIGLOS, por Francisco Galarza

EL DINERO Y SU SIGNIFICADO PARA EL SER HUMANO EN LOS ULTIMOS10 SIGLOS




En este texto procuraremos señalar algunos breves aspectos en cuanto al significado del dinero, desde los mejores tiempos de la Edad Media con el gibelinismo hasta la época actual y cómo ha cambiado radicalmente su entendimiento a la par que el ser humano ha modificado el propio hacia si metro

Mientras el ser humano ha ido empobreciendo y devaluando el entendimiento que tiene sobre su propia naturaleza y su relación con el Mundo, mayor importancia ha tomado el dinero, como una especie de compensación invertida y situada en el exterior, entre muchos otros cambios equivalentes que podrían mencionarse en ese mismo sentido.

Nos referiremos principalmente a los eventos y cambios ocurridos en lo que se conoce como mundo occidental, por lo que no todo lo que se explique a continuación coincidirá ni en tiempos ni en tipo de eventos para el mundo oriental hasta prácticamente la segunda mitad del S XX en adelante, cuando el cáncer de la (post)modernidad lo modificó todo.

Podríamos dividir en 4 etapas mayores el entendimiento y uso que el ser humano le ha dado al dinero en los últimos 1000 años. La primera etapa va desde el S. XI al XIV en donde monarcas y religiosos gobernaban y regulaban los diferentes reinos, y en base a principios y valores espirituales, el dinero tenía su lugar específico cierta jerarquía orgánica, y su uso no solo obedecía al simple intercambio monetario en la compra venta de bienes y servicios, tenía que cumplir con un objetivo implícito mayor, el de mantener y cuidar un orden y equilibrio simbólico, y parte de ello se reflejaba en que el dinero estaba representado por monedas acuñadas en oro y plata principalmente. Acuñar monedas era responsabilidad exclusiva de la realeza, y eran en oro y plata porque simbolizaban las realidades cósmico-divinas que representan el sol y la luna.

En la segunda mitad del S. XV y hasta el final del XVIII, con el güelfismo, la burguesía ascendente y el surgimiento del protestantismo se profundizó ese cambio y entendimiento sobre el dinero, para ser visto como un medio de atesoramiento, y como un signo de éxito no solo material, sino también de salvación, en especial desde el punto de vista del protestantismo, fortaleciendo una concepción materialista y una valoración cada vez más subjetiva en base a los intereses individuales, y no al revés, ajustarse uno a mismo y principios valores de orden espiritual.

Para el S. XIX y XX y el predominio de las ideologías capitalistas por un lado y comunista por el otro, el dinero se volvió el motor de cada sociedad moderna y su objetivo principal; la misión en la vida se redujo a la economía financiera, y por tanto, a tener dinero antes que nada, y después se podría uno ocupar de lo demás, solo cambiaba el enfoque de cada una de estas ideologías. En el sistema capitalista, se promovía a través del “libre mercado” motivando la ambición individual, y en el sistema socialista marxista, era bajo el control del Estado.









A lo largo de estos cambios que van en paralelo con la regresión y desaparición de las castas, mientras una casta superior perdía primacía o desaparecía en cada civilización, el dinero adquiría mayor importancia, a la vez que iba acuñándose en metales más vulgares, como el hierro y otros, incluso aleaciones, hasta llegar al papel moneda. Surgen así las “clases sociales”, una diferenciación artificial, mayormente en base a cuánto dinero se tiene.

A mediados del S. XX, empieza la tercera etapa, con el surgimiento de las tarjetas de crédito y débito, hechas de plástico y un sistema financiero cada vez más voraz y usurero. Y finalmente, la cuarta etapa, hace un par de décadas y ya en plena era del Paria, surgieron las criptomonedas, que ni siquiera están respaldadas o controladas por gobierno alguno, ni se trata de dinero físico, sino de secuencias digitales de ceros y unos y cadenas de bloques encriptadas en el “ciberespacio”, tan fugaces, móviles e inestables, como la misma mente postmoderna.

Lo que resalta de todo este “ascenso” imparable de la importancia del dinero (a costa de todo lo demás) para convertirse en el eje de vida para casi todos, es que de la mano, el ser humano no sólo ha experimentado este descenso y derrumbe espiritual en todas las civilizaciones pasando de Imperios teocráticos y Monarquías, a Repúblicas democráticas antinaturales con gobiernos que apenas y se dedican a la administración (y en muchos casos mal), con todo lo que eso implica, sino que el ser humano ha quedado casi por completo definido y reducido por y para el dinero. Tenerlo es su misión de vida. No tener dinero es no existir. El horizonte de realización se ha ido reduciendo mucho en “altura”, y estrechando mucho más en amplitud,

Es de lo más revelador, cómo el dinero, da el tono al “carácter” de los individuos, si se tiene dinero el sujeto, la familia, empresa, país, se comporta de cierto modo, si en cambio no se tiene dinero o peor se deja de tenerlo, esos entes sociales cambian de carácter casi al instante, lo que indica que, no se tiene ni centro espiritual, ni brújula moral, ni ética, ni nada que pueda calificarse de una esencia o núcleo propio. En estas 4 etapas descritas podría decirse que se migró primero de un homo religiosus a un homo philosophicus, luego un homo sapiens (racional) para llegar a un homo enanus economicus desgajado y vaciado de todo Principio y Valor superior, atomizado y reducido a una masa de instintos y deseos casi sin control alguno, y que incluso su mente racional, lo poco que le queda, está condicionada y enfocada para lograr tener dinero,

La sociedad posmoderna prácticamente todo lo valora, filtra y actúa en base a un instinto monetizado adquirido anormalmente por vivir en una civilización totalmente, y si en esa valoración monetaria resulta que valen la pena los riesgos para obtener una ganancia, se actuará sin importar nada, y al revés, si esa valoración indica que la meta buscada no representa un rendimiento atractivo, no se actuará, no importando las consecuencias, y eso es a nivel personal, familiar, de empresa, de país. ¿No hay gobiernos que se jactan de que no tienen ni amigos ni aliados, sino sólo intereses? ¿En las empresas no hablan de recursos humanos, de activos humanos? ¿En las familias no ocurre con gran frecuencia que si falta el dinero, esta entra en gran crisis o incluso se fractura y disuelve? Una de las frases mas tristes y que mejor definitivamente lo bajo que ha caído el hombre contemporáneo, porque revelan una concepción de la vida y del mundo, es la que acuñó en el S. XVIII Benjamín Franklin: “El tiempo es dinero/time is dinero". Y Yankilandia es la civilización que ha exportado esa mentalidad como ninguna otra: la ganancia y el rendimiento antes que nada y sobre todas las cosas.

No hay forma de que una civilización tan ajena a lo superior y tan lisiada en su constitución más íntima pueda perdurar apenas un período muy corto de tiempo. La gran ironía de la historia es que en el pasado, cuando el dinero utilizado (mayormente monedas de oro y plata) tenía valor intrínseco, casi no podía comprarse cosas verdaderamente importantes, como el honor, la lealtad, el valor, etc.

Hoy, que el dinero no tiene casi ni sustancia material propia (son ceros y unos en el ciberespacio) se puede comprar casi cualquier cosa y muchos están dispuestos a cambiar sus “lealtades”, sus “principios”, y hacer a un lado sus responsabilidades más fundamentales a cambio de esa falsa divinidad llamada dinero. La humanidad, en gran medida, ha prostituido su alma, distorsionando todo lo que le da valor a la vida, y olvidando la Supra-vida, que es para lo que realmente estamos aquí, y para lo que tener dinero, no hace diferencia alguna .

Va a ser una ironía de la historia que la civilización que más se ha preocupado en generar enormes riquezas materiales, quede arruinada y en el olvido más rápido que ninguna otra civilización anterior.





Francisco Galarza

Febrero de 2023.

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