lunes, 18 de enero de 2021

SOLUCIONES ANTE LA PRIMERA PANDEMIA UNIVERSAL

SOLUCIONES ANTE LA PRIMERA PANDEMIA UNIVERSAL

                                      El nuevo virus nipah


El 2020 ha inaugurado la etapa de las pandemias universales, es decir, es la primera vez 
en la historia de la humanidad que una enfermedad afecta a la totalidad del planeta sin ningún tipo de distinción. Recordemos al respecto que por ejemplo la famosa gripe española, que suele ser tomada como punto de referencia de la actual pandemia y que aconteciera hace 100 años, afectó sólo a algunos países y no a todos como ahora.
A tal respecto digamos que, a diferencia de lo que dicen diferentes autores modernos sea de izquierda como de derecha boba, tal eclosión, ya anticipada por el sida, el ébola o el hantavirus, tiene que ver con el desorden ambiental producido por el capitalismo rapaz que ha liberado y lo sigue haciendo a un conjunto de virus que existían antes pacíficamente en el mundo animal. El corona ha sido la primera advertencia seria por su carácter universal, a diferencia de los antes aludidos, pero al parecer no representaría el último de todos por lo que no deberíamos esperar otros 100 años como en el caso anterior, sino que hay múltiples más a punto de eclosionar e incluso con mayor virulencia que el actual. Entre ellos podemos citar a uno nuevo, el nipah, también surgido en Asia como el anterior, que se distingue del covid por su mayor letalidad y porque, al tardar más tiempo en incubarse, incrementa vertiginosamente lo cantidad de contagios. 
Sin embargo a todo esto debe señalarse que no solamente esta sucesión interminable virus  representa un severo problema para la humanidad, sino también, vinculado a ella, la acción desarrollada en nuestro medio por la mal llamada derecha alternativa, cuyos exponentes políticos son Trump, Putin o Bolsonaro entre otros, y cuyos ideólogos son Dugin, Olavo de Carvallo, Bannon o Alain de Benoist, a través de un fenómeno hoy conocido como populismo. La misma no solamente no es derecha, en tanto que se trata más bien de una izquierda disfrazada, sino que su carácter deletéreo consiste en su pertinaz acción por intentar confundir las cosas atribuyendo todo esto que está sucediendo a un pretendido complot internacional compuesto por una pluralidad  interminable de factores a veces contrastantes entre sí y otras en cambio conciliables, tal el caso del  pretendido laboratorio chino en donde se habría producido especialmente el virus, o en un intento de multimillonarios como Soros o Gates que inventaron esta enfermedad como excusa con la finalidad de inyectarnos una vacuna para modificarnos el ADN, etc. Todas estas fantasiosas teorías esconden la deleznable intencionalidad de mantener el statu quo de contaminación ambiental que hoy existe en el planeta puesto que si existirían ciertos individuos inescrupulosos como los antes aludidos capaces de producir pandemias, el problema se resolvería no cesando, tal como corresponde hacer, en la acción deletérea y destructora de la naturaleza producida por la ciencia y técnica moderna, sino simplemente eliminando a esas personas. Lo cual se asocia al negacionismo por el cambio del clima producido por el hombre ya que este sector  representa los intereses del capitalismo depredador que no desea para nada interrumpir la marcha de destrucción del medio ambiente en tanto que ello le representaría graves daños para sus negocios. Al respecto la concepción postmoderna sostenida por alguno de estos autores de pretendida derecha (en realidad insistimos que se trata de una izquierda disfrazada), al sostener el rechazo por toda metafísica y todo relato 'utópico' que nos sustraiga del aquí y ahora, idealizan el presente y se despreocupan olímpicamente del futuro de la humanidad en tanto que la situación de catástrofe ambiental, de llegar a producirse, sobrevendrá en una época en la cual ninguno de ellos estará vivo, ratificando así el viejo dicho burgués de que después de mi puede venir el diluvio. Estos nefastos sectores son los mismos que diluyen el problema político en un conflicto entre una pretendida globalización (representada siempre por las personas antes denostadas) y un nacionalismo cultural respecto del cual se manifiestan como sostenedores. Y ha sido esta actitud absurda la que los ha llevado a exaltar el nacionalismo norteamericano representado ahora por Trump el que ha sido históricamente un verdadero imperialismo depredador y economcista, responsable de los principales daños ecológicos sufridos por nuestro planeta. La disyuntiva verdadera no es la que estos sectores populistas proclaman, sino la que existe entre derecha e izquierda comprendidas como dos vías diferentes y antagónicas. En un caso la vida, en su despliegue material y secular, es lo esencial y en el otro lo principal es lo que se encuentra más allá de ésta. El conflicto no es pues entre un universalismo globalizador y un pluralismo cultural nacionalista, sino entre dos tipos diferentes de globalización y de nacionalismo. Un universalismo basado en valores espirituales tal como existiera en la Antigüedad o la Edad Media es mucho más afín a nosotros que el nacionalismo a secas y atribuible por igual a cualquier sector. 

¿Soluciones a esto? La derecha verdadera sostiene que el problema de la humanidad hoy eclosionado a través de esta tormentosa pandemia exige soluciones de fondo y universales.
En primer lugar propone desintoxicar al hombre de la economía, que la técnica moderna deje de provocar al medio ambiente; volver a una existencia frugal, otorgando al ser humano nuevamente contenidos trascendentes y sagrados que hagan de la vida no una usina de consumos infinitos, sino un escenario en el que se juega la conquista de la eternidad. 
Y a su vez a nivel práctico, en tanto no somos esclavos del prejuicio antiglobalizador que se ha impuesto como un dogma entre la derecha boba, sostenemos que, si la enfermedad es universal, la respuesta debe ser dada de la misma manera constituyendo un gobierno sanitario mundial que establezca duras medidas de contención obligatorias para todos, que evite como sucede ahora que la mayoría de las vacunas sean retenidas por un pequeño grupo de países y que esto sea hecho aun soslayando el principio de la soberanía nacional.

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